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Psico-nico-team

Enviado por Mayela RUIZ MURILLO


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    Nada es bueno, nada es malo… o todo es bueno, todo es malo… esta es una cuestión que atañe meramente al mundo de los valores. Pero, "Hasta la moderación con moderación" porque la bondad o la maldad de algo depende del cristal con que se mire. Parece paradógico, pero -como veremos- son muchos los beneficios que se reciben en el fumado, sin embargo todos ellos juntos son insuficiente para persuadir a los fanáticos contra el tabaco -los fumofóbicos- o vg. a los médicos para que recomienden fumar cigarrillos, al menos en forma ocasional -de la misma manera en que ocasionalmente se recomienda beber una copa o un vaso de vino-.

    Sin embargo, paradógico es también que ni las campañas antitabaco -ni el hecho de que hasta el mismo Fidel CASTRO haya dejado de fumar- han logrado que el consumo de tabaco decaiga -como en el caso de los habanos- y no tiene por qué decaer si lo cierto es que la tradición de consumir tabaco data de tiempo inmemorial y es así como está en nuestras mismas raíces.

    "El tabaco es compañero inseparable del indio. Desde su nacimiento hasta su muerte, el indio vivía envuelto por los humos espirales del tabaco, como la ceiba que es apretada por los bejucos… En el pueblo indio el tabaco formaba parte de su mitología, de su religión, de su magia, de su medicina, de sus ceremonias rituales, de su política, de su agricultura, de su pesca, de sus estímulos colectivos, de sus costumbres públicas y privadas…"([1]).

    Con las hojas del tabaco los indios taínos fabricaban un rollo rústicamente torcido -que llamaban cohíba-, cuya elaboración se guardaba celosamente porque su consumo estaba destinado al uso exclusivo de las clases elites como son los sacerdotes y caciques. Pero el tiempo se encarga de hacer lo suyo y es así como el consumo del tabaco luego pasó a las clases militares y administrativas y posteriormente llegó a popularizarse su consumo hasta las mismas masas. En este sentido, "…el cohiba ha pasado a ser cómplice de los buenos momentos, indispensable compañero de los periodos de placidez espiritual y de bienestar física", manifestó el pionero especialista en cigarros habanos Gérard PERE. Vemos pues que desde el descubrimiento de la isla de Cuba por Cristóbal COLON en 1.492, el poder mágico y ultraterreno de la hoja de tabaco se fue transformando bajo la apariencia del cigarro puro en otra clase de ritual no menos "divino" como es el simple placer de fumarlo.

    Mientras que en algunas latitudes el consumo de tabaco aumenta, la industria del tabaco en los Estados Unidos está sufriendo tal calidad y cantidad de ataques que podría decirse que se encuentra a punto de ser aniquilada. Pongamos por ejemplo que en Florida y Mississippi los gobiernos estatales tratan de obligar a las compañías de tabaco a pagar costos adicionales con el argumento de que los daños que el cigarrillo ejerce sobre la salud son muchos. En Washington D.C. la agencia de Protección Ambiental afirmó que los fumadores pasivos -igual que los activos– presentan alto riesgo en su salud. El Departamento Administrativo de Alimentos y Drogas está buscando la manera de declarar a la nicotina[2]como un estupefaciente -es decir que sea catalogada como una droga– y ya la Asociación Médica Estadounidense estuvo de acuerdo al afirmar que la nicotina es una droga adictiva.

    Del mismo modo como en la época precolombina el fumar fue un gusto que solo podían disfrutar las castas sacerdotes y la nobleza, del mismo modo como en los años treinta -en adelante- se impuso la moda de fumar([3]), así de igual manera tenemos que hoy los fumadores han sido absolutamente desplazados de todos los lugares -principalmente de sus lugares de trabajo– hacia las calles. Los tiempos dan vuelta, todo cambia y ahora los fumadores tienen prácticamente que escaparse de la vista de los no fumadores -y más aun de los fumofóbicos- para fumar casi que clandestinamente. Todo parece indicar que los fumofóbicos fastidiarán tanto a los fumófilos y "la ley" acosará tanto a la industria del cigarrillo, que incluso se podría llegar al extremo de una prohibición total al derecho de fumar. En esta suerte de ideas hasta bien podría darse el caso de hacerles una multa a los fumadores por fumar en la calle -o por escandalizar a los menores, o por contaminación ambiental, etcétera ([4]). Pese a las feroces campañas antitabaco y a las recomendaciones médicas a nivel mundial que limitan y desaconsejan el consumo de todo tipo de tabacos, la demanda sigue en aumento -en especial la demanda de los cigarrillos blandos, livianos o "ligth" y la de los puros habanos- ([5]).

    Cada cual tiene derecho de hacer lo que quiera con lo suyo…y eso es libre albedrío, siempre y cuando no interfiera en el derecho de los demás… y eso es el derecho a la libertad. Partiendo de este postulado y tomando por ejemplo cualquier cosa que se ingiere –el agua o el alimento- será bueno o malo dependiendo de cómo se haga. Una cerveza acompañando la comida o un vaso de vino con la cena vendrá muy bien… pero ¿un litro?. Lo mismo con el agua, un vaso antes o después de cada comida es lo recomendable, pero ¿un galón? Un filete de ternera será adecuado, pero ¿media ternera? Un par de trocitos de pan con las verduras van muy bien, pero ¿todo el baguette? Porque cada cual maneja su libre albedrío a su entero antojo y así como habrá personas que no suelen tomar una cerveza con las comidas pero que el viernes se beben todas las cervezas de las comidas de toda la semana y aun no les baste; así también las habrá quienes por tradición, degustación y salud beban con la comida una cerveza y con la cena un vino -como en caso de la mayoría de los europeos-.

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