En un mundo cada vez más globalizado, en el que al parecer el sexo también se ha convertido en una mercancía, actualmente la sexualidad se expresa con mucha mayor libertad que en décadas pasadas, una libertad quizás nunca antes alcanzada en la historia del hombre, y en la que tiene mayor reconocimiento y expresividad la diversidad sexual humana.
A pesar de que existen normas que dictan lo correcto o convencional para que las personas se relacionen sexualmente entre sí, muchas de ellas han hecho caso omiso para vivir su sexualidad al margen de cualquier recomendación, digamos que lo hacen de manera primitiva, impulsiva, o como una forma de repudiar a esas normas que no siempre han sido justas para todos.
Frente a un amplio escenario de posibilidades para disfrutar de la sexualidad, los hombres homosexuales aprovechan esta valiosa oportunidad para hacerse más visibles ante una sociedad que va cediendo en la opresión, el estigma y la discriminación, ante las formas tradicionales de apreciar la masculinidad no sólo desde la postura heterosexual.
Las grandes urbes del mundo como lo es la ciudad de México ofrecen a los hombres gays la posibilidad de vivir y manifestarse sin el acoso social del pasado. Una muestra de ello lo es la Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual y Transexual, Transgénero y Travesti (LGBT), que anualmente se efectúa en el Distrito Federal desde 1979, donde asoman las más diversas masculinidades emergentes en un país en el que el machismo tradicional se va debilitando.
En este gran escenario público en el que han participado hasta 150 mil personas, predominantemente compuesto por hombres, la sociedad ha aprendido a reconocer que para ser un hombre masculino no es indispensable ser heterosexual. Hoy en día muchos varones homosexuales viven con una actitud masculina, lo que no implica propiamente ser homofóbico. Para el hombre contemporáneo existe la posibilidad de proyectarse desde múltiples escaparates, independientemente de su orientación sexual.
Sin embargo, también existen aquellos homosexuales que rechazan e ironizan todo lo femenino, especialmente si viene de otro hombre y le imponen calificativos peyorativos como: Loca, puto, maricón, joto, quebrado, invertido, desviado, niña, mujer, etcétera, reflejo de la homofobia aprendida en casa durante su infancia y adolescencia.
Para cerrar con broche de oro esa esperada oportunidad anual de quienes viven en el Distrito Federal, los dueños o gerente de los bares, centros nocturnos, cafeterías, cantinas, restaurantes y lugares de encuentros sexuales para varones, ofrecen diversas actividades para la ocasión, y que están al alcance de la población homosexual prácticamente los 365 días del año.
En el mundo gay, todo es un motivo para armar la fiesta, pero llama la atención esta especial invitación a beber, a bailar, a romper con los tabúes y disfrutar abiertamente de la sexualidad, dando rienda suelta a los más fuertes impulsos, en un mundo en el que el VIH/SIDA y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), siguen afectando a poblaciones minoritarias como lo es la homosexual, y a aquellos hombres que aunque casados y que son predominantemente heterosexuales o bisexuales, practican relaciones sexuales con otros varones.
Destaca que los dueños o representantes de estos espacios que ofertan una vida lúdica a los hombres gays, dedican poco o nulo interés, en comparación a la iniciativa de abrir y promocionar sus establecimientos, incluidos los departamentos donde se practica sexo colectivo, para ofrecer espacios donde se reflexionen temas relacionados con el amor, el respeto, la fidelidad, la estabilidad psicológica y emocional de los individuos, el auto cuidado de la salud y el fomento de la felicidad al que todo hombre tiene derecho, independientemente de su orientación sexual.
Pareciera ser que muchos empresarios sólo piensan en enriquecerse a costa de l cobro que hacen por ingresar a sus establecimientos y embriagar a la clientela con alcohol, luces, música, bailarines desnudos y áreas para tener sexo en vivo entre la concurrencia, en los que no hay acceso a los condones gratuitos ni la suficiente información sobre los riesgos que se corren para adquirir una ITS.
Algunos de estos empresarios agigantan sus cuentas bancarias a costa de los bolsillos de los ansiosos parroquianos que buscan dar respuesta y satisfacción a sus necesidades sexuales, en un mundo bombardeado por la publicidad sexual, ya que incitar al placer físico ha demostrado ser un excelente negocio, suprimiendo temporalmente otras necesidades humanas como la emocional, la intelectual y afectiva.
El mundo no es estático, todo cambia constantemente, y el modelo heterosexual, tan repetidamente imitado por los hombres gays durante generaciones para relacionarse en pareja entre sí, comenzó a dejar de ser un punto de referencia, toda vez que ese tradicional modelo se resquebraja; se encuentra en crisis al mostrar que no es sinónimo de felicidad, estabilidad, compromiso o de continuidad de los afectos entre una pareja formada por un hombre y una mujer.
Página siguiente |