La vida cotidiana en la pedagogía radiofónica
Enviado por Daniel Prieto Castillo
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- En torno al sentido
En 1993 la OCLACC (Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación), lanzó una propuesta de capacitación a distancia para radialistas dedicados a la educación popular y al trabajo cultural en distintos puntos de América Latina. Se trató de cuatro cursos, basados en un texto impreso y en prácticas propias de ese medio. Recibí entonces el encargo de elaborar el primero, para el cual la organización proponía un título: "La realidad es nuestra fuente".
Dialogamos mucho en torno a ese enfoque. Mi propuesta era otra, no tenía mucho sentido insistir en ofrecer información a la gente sobre cuestiones en general conocidas por ella, tanto por la diaria confrontación con el propio contexto, como por la continua producción de documentos dirigidos a denunciar condiciones de vida de amplios sectores de la población. Insistí en otra dirección de la reflexión y de la práctica: "La vida cotidiana, fuente de producción radiofónica". Avanzamos en el proyecto y el libro fue publicado ese año, en una excelente edición realizada en Quito.
Sin mencionarlos en forma expresa, puse en juego en aquella oportunidad lo que tiempo después pude denominar los "universales en la vida cotidiana". Sobre la base de ellos construí el texto, porque se trataba de un material dirigido a más de 150 grupos de aprendizaje en distintos puntos de la región, desde México hasta la Argentina. La pregunta, el desafío, fue desde un comienzo cómo comunicarme con tal variedad de seres en tan diversas tierras de nuestra América Latina.
Cuando digo "universales" afirmo que no hay vida cotidiana posible, ni hoy, ni ayer,
ni mañana, sin ellos, sea en el rincón del planeta que sea. Por vida cotidiana entendemos lo más cercano a nuestra intimidad, la relación en el seno de los espacios humanos que nos acogen en la existencia, las primeras miradas, las primeras caricias, las primeras violencias incluso; las interacciones con quienes tejemos lazos más fuertes, el espacio del barrio; el lugar social donde construimos nuestra manera de ver y de ser. El ejercicio de reconocer esas constantes en todo grupo humano, me permitió luego construir el texto a partir las posibilidades que me abrieron para la reflexión y para la escritura.
No hay vida cotidiana posible sin:
personalización;
relato;
emoción;
conversación;
memoria compartida;
humor;
poesía;
juego;
fiesta del lenguaje;
experiencias decisivas;
rituales;
autorreferencias.
No es éste el momento para desarrollar cada uno de esos puntos. Me detengo sólo en el primero. Abrí el libro en primera persona y utilicé a lo largo de su desarrollo voces de quienes conocí en mis viajes por estos lados del mundo; no dejé un solo instante de hablar con mis posibles interlocutores, ni de referirme a experiencias propias y ajenas. Todo el texto fue puesto en clave de seres humanos, de personas que algo tenían que decir desde ellas, incluido el autor.
Tiempo más tarde, hacia 1995, la OCLACC organizó un segundo curso, esa vez para trabajo con materiales impresos. Me hice cargo también del primer texto de laserie, "Palabras e imágenes en la educación popular" y lo abrí con una carta quedirigí en el 93 a un querido amigo colombiano, paisa para más información, Gabriel Jaramillo. Fue una intensa personalización en tono poético, como él se lo merecía por su trabajo lleno de fe y de alegría.
¿Por qué partí de los universales? Porque necesitaba asegurarme el máximo de comunicación posible con tantos grupos en la región. Universales, entonces, de comunicación en la vida cotidiana.
Si en ese ámbito primero y permanente de nuestra existencia nos acuna la comunicación, cabe reconocer también que esta última es la fuente de la pedagogía. Los intentos de negar el término "pedagogía" para aludir a la educación de adultos, porque el mismo se referiría sólo a los niños, significan un riesgo muy grande de ruptura con esa matriz original de nuestras relaciones. No hay que diferenciarse desde la educación de adultos de los primeros aprendizajes, por el contrario, es preciso volver a ellos.
En los últimos años del siglo pasado comenzó a vislumbrarse una forma preciosa de comprensión de la pedagogía como parte de las ciencias de la vida. Si la clave de la existencia es el aprendizaje, si nos humanizamos en ese incesante proceso que nos mueve para siempre, si las primeras relaciones en el seno de los grupos sociales dependen de esos lazos de comunicación y de orientación en el respectivo contexto, cualquier intento de ruptura con tal origen constituye un camino erróneo, tanto para la comprensión como para la acción.
De la forma ideal de lenguaje a la conversación
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