- Características de los predicadores
- Ventajas de los predicadores clericales
- Posiciones heroicas de seglares
- Pasajes de sermones predicados y publicados
- Embotamiento de la percepción de la verdad
- Los evangelios
Del libro DIOS NO EXISTE por Christopher Hitchens.
George Eliot (1819-1890), seudónimo usado por Mary Ann Evans, periodista, novelista y poetiza inglesa. Su tema preferido fue la lucha de los seres humanos contra el mal.
Características de los predicadores
Ser predicador de la palabra divina es la profesión con la que se puede adquirir más fácilmente poder y prestigio, cuando no se cuenta con dinero o con una cuna noble dentro de la sociedad cristiana. Para ellos solo se necesita un intelecto mediano, criterios morales no más elevados que los del promedio y gran facilidad de palabra, acompañada de cierta verbosidad retórica.
El pueblo ve en los predicadores, lo poco de ciencia y conocimientos que poseen como una instrucción profunda, la repetición que hacen de las verdades más conocidas como gran sabiduría, las exageraciones en la religiosidad como santidad y el celo y la atención empalagosa que algunos feligreses les profesan como dones divinos especiales concedidos a los predicadores.
Los predicadores aprenden a conciliar la poquedad de sus facultades con sus grandes ambiciones, la superficialidad de sus conocimientos con la verbosidad y la medianía moral con la fama de santos que se autoconstruyen.
En la lucha a favor de los pobres son radicales teóricamente, pero rehúyen dar ejemplos personales prácticos. Son inflexibles en cuanto a la santidad en la vida de sus feligreses, pero licenciosos en su vida cotidiana. Rigurosos al amenazar con castigo eterno, pero distraídos en cuanto a una vida personal de sacrificio. Ardientes e imaginativos ante la próxima venida de Cristo, pero fríos y cautos en cuanto al desmejoramiento de su estatus.
Pescan almas con la narración de acciones virtuosamente heroicas, pero sin recoger la red de su cómoda conformidad. Al enfrentar a los no creyentes y adversarios religiosos son estrictos y agresivos, en la interpretación de las escrituras, pero complacientes con el cumplimiento de los principios cristianos por sus mejores benefactores.
Predican más sobre el anticristo que sobre Cristo, sobre el pecado y los hijos de la perdición, que sobre la humildad y el trabajo, más sobre lo execrable de la incredulidad, que sobre las bendiciones de la fe. Rivalizan con los futuristas en la interpretación de profecías y en la predicción de acontecimientos. A los feligreses crédulos les hacen saber los acertijos para la solución de sus problemas que les tiene el Espíritu Santo. A sus oyentes tratan de hacerles creer que poseen la gracia divina de reconocer y señalar a los profetas mentirosos y a los amigos de espíritus inmundos.
Agitan las pasiones de las personas para atraerlas e inmunizarlas contra el pecado del razonamiento. A las damas que logran comprometer en acciones cristianas, les enseñan interpretaciones de las profecías del Apocalipsis, para que las usen luego como entretenimiento de sus contertulios en las mesas de los salones.
Ventajas de los predicadores clericales
Durante los días laborables el predicador clerical se encuentra en desventaja ante los intereses de los laicos, pero llegado el domingo, o los días de fiesta religiosa, se llena de gozo. Se convierte en la cinosura[1]complaciente de mil ojos, en el anfitrión amable de todos sus fieles sobre quienes trata de ejercer completa supremacía.
El predicador clerical disfruta de innumerables ventajas sobre todos los demás oradores: No estás sujeto a los gritos, silbidos y ruidos de protesta a los oradores de estrado. No tiene que enfrentar las cínicas defensas de los abogados defensores, cuando ofician como abogados acusadores. No están expuestos a las censuras o delaciones de los oradores políticos opositores. No sufren la afrenta de demostraciones contrarias a sus postulados, o el retiro de oyentes insatisfechos por sus presentaciones en reuniones literarias o científicas.
Los predicadores clericales generalmente hablan desde púlpitos en iglesias abarrotadas de gente. Son dueños absolutos de las circunstancias, nadie puede interrumpirlos, ni hablar, menos silbarlos o reírse. Las madres tienen que salir de las iglesias cuando lloran sus hijos. Pueden afirmar gratuitamente cuanto les parezca sin que nadie los contradiga. Pueden inventar cualquier experiencia ilustrativa para reforzar sus sermones. Pueden atribuir a los tibios de corazón, en cuestiones religiosas, y a los críticos de sus comportamientos y prédicas, todas las calumnias de sus imaginaciones enardecidas por el fanatismo. Cuando predican se pavonean, levitan o se hinchan de gloria.
Posiciones heroicas de seglares
Ante tanta irresponsabilidad de los predicadores, se hace necesario que todo aquel que tenga suficiente dignidad y valentía los censure con su palabra y su pluma. Todos los medios de comunicación deberían tener grupos de periodistas que ronden las iglesias y capillas y publiquen los abusos insolentes de los predicadores clericales. Vale la pena el efecto beneficioso que trae a la sociedad el esfuerzo de señalamiento de tanta palabrería necia y perniciosa de tantos predicadores clericales.
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