- Diagnóstico
- Tratamiento de la diarrea aguda
- Diarrea persistente
- Leche deslactosada
- Yogurt
- Conclusión
- Bibliografía
Introducción
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la diarrea es uno de los cinco principales problemas de salud pública en el orbe. Es ampliamente reconocida la importancia de determinar su etiología y comprender sus mecanismos fisiopatológicos, para establecer el diagnóstico y los esquemas de tratamiento más apropiados, sobre todo para evitar los efectos indeseables de la deshidratación, la desnutrición y del uso inapropiado de los antimicrobianos han acusado un descenso continuo en su participación como causa de muerte en México. Hoy día se conoce que en el Distrito Federal los rotavirus son los principales agentes causales de gastroenteritis pediátrica infecciosa aguda. En niños con diarrea aguda, especialmente acompañada de deshidratación, se observa intolerancia a la lactosa; otros padecimientos como la premarez, parasitosis, enfermedad celiaca, desnutrición y enfermedad inflamatoria del tracto digestivo, pueden también causar deficiencia de lactasa e intolerancia a la lactosa, la cual a su vez es causa de diarrea crónica. Las recomendaciones fundamentales se refieren a la prevención, hidratación oral y nutrición. Actualmente existe una amplia disponibilidad de leche deslactosada, la cual permite nutrir al paciente de manera más efectiva y oportuna que con los anteriores sustitutos de la leche.
La deficiencia de lactosa puede ser de dos tipos:
Primaria. Condición genéticamente determinada en forma autosómica recesiva, en la cual hay una reducción programada de la lactasa intestinal posterior a la niñez temprana; también ha sido llamada deficiencia de la lactasa. Secundaria. Condición adquirida en la cual una lesión o desbalance metabólico, resección de la mucosa intestinal o resección quirúrgica del intestino delgado, produce una capacidad reducida de hidrólisis de lactosa; usualmente considerada en referencia a un individuo con persistencia normal de lactasa. En ambos casos se presenta intolerancia a la lactosa, que se caracteriza por la presencia de síntomas gastrointestinales adversos tales como eructos, flatulencias, distensión abdominal, cólicos y borborigmos, como consecuencia de la ingesta de leche o de una dosis oral de lactosa. En México, la mayoría de los autores coinciden en que la prevalencia de intolerancia a la leche aumenta paralelamente con la edad, lo cual coincide con estudios realizados en población mexiconorteamericana.
Deficiencia primaria de lactasa
La proporción de individuos que deja de consumir leche por intolerancia a la lactosa debida a una mala digestión primaria de lactosa, varía dependiendo de la edad y las características étnicas de la población. En general se ha encontrado que la mala digestión de lactosa en el centro y en el sur del país es de hasta 33 % en los adultos, tanto que en el norte del país es tan sólo de 16 %. Estos individuos pueden tolerar un vaso de leche sin presentar síntomas. Sin embargo, existe evidencia de que en promedio 11 % de la población mexicana presenta problemas digestivos al ingerir menos de un vaso de leche, por lo que elimina o disminuye el consumo de ese producto en su dieta. Los individuos que informan síntomas de intolerancia generalmente pueden consumir dosis pequeñas de leche. Ante esto, es relativamente pequeño el segmento real de la población abierta sana que se beneficiaría del consumo de leche sin lactosa o con lactosa disminuida.
Deficiencia secundaria de lactasa
Por otra parte, la intolerancia adquirida a la lactosa debida a cambios en la estructura y funcionalidad de la mucosa del tracto intestinal, es con mucho la forma más frecuente; está bien demostrado que individuos con desnutrición pueden sufrir intolerancia a la lactosa hasta en 100 % de los casos, aun cuando no cursen con una infección por rotavirus. Niños con diarrea aguda, especialmente cuando está acompañada con deshidratación, sufren de intolerancia a la lactosa; otros padecimientos como las parasitosis, la enfermedad celiaca, el nacimiento prematuro y la enfermedad inflamatoria del tracto digestivo, también pueden causar deficiencia de lactasa e intolerancia a la lactosa. En estos grupos de individuos se recomienda eliminar o disminuir el contenido de lactosa en la dieta.
La hidrólisis de la lactosa requiere de una betagalactosidasa: la lactasa neutra, que es una enzima localizada en el borde de cepillo de las células epiteliales del intestino delgado, observándose concentración máxima en el yeyuno proximal, baja en el duodeno y mínima en el íleon terminal. Se han demostrado otras dos betagalactosidasas, sin embargo, no parecen intervenir en la hidrólisis de la lactosa ingerida. La maltasa, la isomaltasa y la sacarasa adquieren niveles normales al octavo mes de vida intrauterina, no así la lactasa que los alcanza hasta el final de la gestación. Esto explica que el prematuro pueda eventualmente presentar niveles bajos de esta enzima. La lactosa no hidrolizada permanece en la luz del intestino incrementando la concentración osmótica y produciendo diarrea osmótica. Simultáneamente, por acción de enzimas bacterianas el carbohidrato es fermentado con producción de ácidos orgánicos y gran cantidad de gases, el pH se vuelve ácido y puede llegar a ser de 4.5; esta acidez actúa sobre la motilidad intestinal incrementando el peristaltismo. También existe pérdida de proteínas y disminución adecuada en la absorción de grasas.
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