- Frey, dios de las tierras de los elfos
- El Cortejo a Gerda
- El Frey Histórico
- Culto a Frey
- La Fiesta de Jul
- Freya, diosa del amor
- Reina de las Valkirias
- Freya y Odur
- El Collar de Freya
- La Historia de Ottar y Angantyr
- Los Esposos de Freya
- El Culto a Freya
Frey, dios de las tierras de los elfos
Frey o Fro, como se le conocía en Alemania, era hijo de Njörd y Nerthus, y vio la luz en Vanaheim. Consiguientemente, pertenecía a la raza de los Vanir, divinidades del agua y del aire, pero fue cálidamente bienvenido en Asgard cuando llegó allí como rehén, junto a su padre. Ya que era costumbre entre las naciones nórdicas conceder algún regalo valioso a los niños cuando salía el primer diente, los Aesir le entregaron al joven Frey el bello reino de Alfheim, o "Tierra de las Hadas", el lugar de los elfos de la luz.
Allí, Frey, el dios de la dorada luz del Sol y de las cálidas lluvias de verano, tomó su residencia, encantado con la compañía de los elfos y los hados, que implícitamente obedecían todas sus órdenes y a la más mínima de sus señales iban de acá para allá, haciéndolo todo el bien en su poder, pues ellos eran espíritus preeminentemente benéficos.
Frey también recibió de los dioses una maravillosa espada, un símbolo de los rayos del Sol, que tenía el poder de vencer en la lucha, por su propia voluntad, tan pronto como fuera desenfundada de su vaina. Frey la usaba especialmente contra los gigantes de hielo, a quienes odiaba casi tanto como lo hacía Thor y ya que portaba su reluciente arma, a veces ha sido confundido con el dios de la espada, Tyr o Saxnot.
Los enanos de Svartalfheim le dieron a Frey el jabalí de cerdas de oro, Gullinbursti ("el de las cerdas de oro"), una personificación del Sol. Las relucientes cerdas de este animal estaban consideradas como símbolos, o bien de los rayos solares, o del grano dorado, que a su orden se ondulaba sobre los campos de cosecha de Midgard, o de la agricultura. Se suponía que el jabalí (rasgando la tierra con su afilado colmillo) había sido el primero en enseñar a la humanidad el arte del arado.
Frey cabalgaba a veces sobre el maravilloso jabalí, cuya velocidad era increíble y en otras ocasiones, lo enjaezaba a su carro dorado, que se decía contenía frutas y flores que él esparcía profusamente sobre la faz de la Tierra.
Frey era, además, el orgulloso propietario no sólo del intrépido corcel Blodughofi, el cual cabalgaba a través del fuego y el agua a sus órdenes, sino también del barco mágico Skidbladnir, una personificación de las nubes. Esta embarcación, que navegaba sobre tierra y mar, era arrastrada siempre por vientos favorables y era tan elástica que podía asumir proporciones lo suficientemente grandes como para transportar a los dioses, sus corceles y todo su equipaje, pero también podía ser doblada hasta alcanzar el tamaño de una servilleta y ser guardada en un bolsillo.
El Cortejo a Gerda
En uno de los cuentos del Edda se relata que Frey se aventuró en una ocasión a ascender hasta el trono de Odín, Hlidskjalf, desde cuyo elevado asiento su mirada contemplaba todo el ancho mundo. Mirando hacia el Norte helado, vio a un joven y bella doncella que entraba en la casa del gigante de hielo Gymir y al elevar su mano para asir el picaporte, su belleza radiante iluminó mar y tierra.
Un momento más tarde, esta adorable criatura, cuyo nombre era Gerda, y que es considerada como la personificación de las relucientes luces del Norte, se desvaneció dentro de la casa de su padre y Frey regresó pensativamente hasta Alfheim, con su corazón oprimido del anhelo de convertir a esta bella doncella en su esposa.
Enamorado profundamente, se tornó melancólico y distraído en extremo, y comenzó a comportarse tan extrañamente que su padre, Njörd, se alarmó mucho por su salud y le ordenó a su sirviente preferido, Skirnir, que descubriera la causa de su repentino cambio. Tras mucha persuasión, Skirnir finalmente logró obtener de Frey el relato de su ascensión a Hlidskjalf y de la hermosa visión que había contemplado. Confesó su amor y también su más profunda desesperación, ya que Gerda era la hija de Gymir y Angurboda y una familiar del gigante asesinado Thjassi, por lo que temía que nunca viera su petición favorecida.
Skirnir, sin embargo, replicó de forma consoladora que no veía la razón por la que su señor veía el caso de forma pesimista y se ofreció a ir y cortejar la doncella en su nombre, si Frey le dejaba su corcel para el viaje y le entregaba su reluciente espada como recompensa. Muy alegre ante la perspectiva de ganarse a la bella Gerda, con gusto le entregó a Skirnir la brillante espada Saxnot y le dio permiso para que usara su caballo. Pero pronto recayó en el estado de ensimismamiento que se había hecho habitual en él desde que se había enamorado y, por tanto, no se dio cuenta de que Skirnir se encontraba todavía cerca de él ni de cómo le robaba astutamente el reflejo de su rostro desde la superficie del arroyo cerca del cual se encontraba sentado, tras lo cual lo aprisionó dentro de su cuerno de bebida, con la intención de derramarlo en el vaso de Gerda y con su belleza ganarse el corazón de la giganta para el señor, para el cual estaba a punto de irse de cortejo.
Con este retrato, junto a once manzanas doradas y el anillo mágico Draupnir, Skirnir partió hacia Jotunheim, para cumplir con su embajada. Mientras se acercaba a la morada de Gymir, oyó el ruidoso y persistente aullar de sus perros guardianes, que eran personificaciones de los vientos glaciares. Un pastor que se encontraba velando por su rebaño cerca de él le contó, ante sus preguntas, que sería imposible acercarse a la casa, debido a la barrera de fuego que la rodeaba. Pero Skirnir, sabiendo que Blodughofi atravesaría cualquier fuego, solamente espoleó su caballo y llegando ileso hasta la puerta del gigante, se vio pronto anunciado ante la presencia de la adorable Gerda.
Para tratar de que la bella doncella prestara oído favorable a las propuestas de su señor, Skirnir le mostró el retrato robado y ofreció las manzanas doradas y el anillo mágico, los cuales, sin embargo, ella rehusó altaneramente aceptar, declarando que su padre tenía oro de sobra.
Indignado ante su desdén, Skirnir amenazó entonces decapitarla con su espada mágica, pero ya que ello no asustó en lo más mínimo a la doncella, y tranquilamente le desafió, tuvo que recurrir a las artes mágicas. Grabando runas en su vara, le comunicó a ella que a menos que cediera antes de que el hechizo concluyera, se vería condenada o bien al celibato eterno o a desposarse con algún gigante de hielo viejo a quien ella nunca pudiera amar.
Aterrorizada hasta la sumisión ante la aterradora descripción de su sombrío futuro en caso de que persistiera en su negativa, Gerda consintió finalmente convertirse en la esposa de Frey; no obstante pidió para su padre la mágica espada Saxnot, y se despidió de Skirnir, prometiendo reunirse con su futuro esposo en nueve noches, en la tierra de Buri, la arboleda verde, donde ella disiparía su tristeza y le haría feliz.
Encantado con su éxito, Skirnir regresó veloz a Alfheim, donde le recibió Frey ansioso de conocer el resultado de su viaje. Cuando supo que Gerda había consentido en convertirse en su esposa, su rostro se iluminó por la alegría. Pero cuando Skirnir le informó que tendría que esperar nueve noches antes de poder contemplar a a su prometida, volvió a entristecerse, declarando que el tiempo se le haría interminable.
Una noche es larga, dos lo son más.
¿Cómo podré esperar durante nueve?
Antes un mes pasaba más rápido
que media noche de bodas
A pesar de su abatimiento de amante, sin embargo, el tiempo de espera llegó a su fin y Frey se dirigió veloz y dichosamente hasta la verde arboleda, donde fiel a su compromiso, encontró a Gerda, la cual se convirtió en su feliz esposa y se sentó orgulloso a su lado en su trono.
Según los mitólogos, Gerda no es una personificación de la aurora boreal, sino de la Tierra, la cual, dura, fría e inflexible, se resiste a las ofertas del dios de la primavera de adorno y fertilidad (las manzanas y el anillo), desafía a los resplandecientes rayos del Sol (la espada de Frey) y sólo consiente recibir su beso cuando se entera que de otro modo se verá condenada a la aridez perpetua o entregada enteramente al poder de los gigantes de hielo (hielo y nieive). Las nueve noches de espera son símbolos de los nueve meses de invierno, al final de los cuales, la tierra se convierte en la prometida del Sol, en los bosques donde los árboles están brotando con hojas y flores.
Se dice que Frey y Gerda se convirtieron en los padres de un hijo llamado Fjolnir, cuyo nacimiento consoló a Gerda por la pérdida de su hermano Beli. Éste había atacado a Frey y fiabía sido muerto por él, aunque el dios del Sol, privado de su incomparable espada, se había visto forzado a defenderse con un asta de venado que había cogido apresuradamente de la pared de su residencia.
Además del fiel Skirnir, Frey tenía otros dos asistentes, una pareja casada, Beyggvir y Beyla, las personificaciones de los desperdicios y el estiércol del molino, dos ingredientes que, al ser usados en la agricultura con motivos fertilizantes, eran consiguientemente considerados como fieles sirvientes de Frey, a pesar de sus desagradables cualidades.
El Frey Histórico
El poeta Snorri, en su Heimskringla, la crónica de los antiguos reyes de Noruega, afirma que Frey era un personaje histórico de nombre Yngvifrey, que gobernó Upsala tras la muerte de Odín y el Njörd semihistóricos.
La gente disfrutó de tal prosperidad bajo su gobierno, que creyeron que su rey era un dios. Por tanto, comenzaron a invocarle como tal, llevando su entusiástica admiración hasta tales extremos que, cuando murió, los sacerdotes, sin osar revelar el suceso, le tendieron en un gran túmulo en vez de incinerar su cuerpo como había sido costumbre hasta entonces. Después informaron a la gente que Frey, cuyo nombre era el sinónimo nórdico de señor, se había ido al túmulo, una expresión que se convirtió posteriormente en la frase "vikingo para la muerte".
No fue hasta tres años más tarde cuando la gente, la cual había seguido pagando sus impuestos al rey derramando monedas de oro, playa y cobre dentro del túmulo a través de las tres aberturas diferentes, descubrió que Frey estaba muerto. Ya que la paz y la prosperidad se habían mantenido ininterrumpidas, decretaron que su cadáver nunca se vería incinerado y de esta manera inauguraron la costumbre del entierro en el túmulo, que con el tiempo pasó a sustituir la pira funeraria en muchos sitios.
Uno de los tres túmulos cerca de Gamla, Upsala, aún lleva el nombre del dios. Sus estatuas fueron situadas en el gran templo que se erigía allí y su nombre era debidamente mencionado en todos los juramentos solemnes, siendo la fórmula habitual "Así me ayude Frey, Njörd y el Todopoderoso As (Odín)".
Culto a Frey
No se admitían armas dentro de los templos de Frey, estando los más célebres entre ellos situados en Trondheim, Noruega, y en Thvera, Islandia. En esos templos se sacrificaban bueyes y caballos en su honor, introduciéndose un anillo de oro dentro de la sangre de la víctima antes de que el juramento anteriormente mencionado se hiciera.
Las estatuas de Frey, como todas las del resto de las divinidades nórdicas, eran bloques de madera toscamente tallados y la última de estas sagradas imágenes parece haber sido destruida por Olaf el Santo, el cual convirtió a la fuerza a muchos de sus súbditos al cristianismo.
Además de ser el dios del brillo del Sol, de la fertilidad, de la paz y la prosperidad, Frey era considerado el patrono de los caballos y de los jinetes y el liberador de todos los cautivos.
La Fiesta de Jul
Un mes de cada año, el mes de Jul o mes de Thor, era sagrado para Frey al igual que para Thor, el cual comenzaba en la noche más larga del año, a la que se conocía como la "Noche Madre". Este mes era tiempo de festejos y regocijo, pues anunciaba el regreso del Sol. Este festival se conocía como Jul o Yule (rueda), porque se suponía que el Sol se crecía a una rueda girando rápidamente a través del cielo.
Este parecido fue el origen de una costumbre curiosa en Inglaterra, Alemania y las riberas del Mosela. Hace mucho tiempo, la gente solía reunirse en asamblea anualmente en una montaña para quemar una enorme rueda de madera, rodeada de paja, la cual, ardiendo en llamas, era arrojada cuesta abajo por una pendiente para que se sumergiera en agua con un siseo.
Todas las razas nórdicas consideraban la fiesta de Jul como la más importante del año y solían celebrarla con bailes, banquetes y bebidas, nombrándose a cada dios por su nombre. Los primeros misioneros cristianos, percatándose de la extrema popularidad de esta fiesta, pensaron que sería mejor alentar a beber a la salud del Señor y de los doce apóstoles cuando comenzaron a convertir a los paganos nórdicos.
Este festejo era tan popular en Escandinavia, donde se celebraba en enero, que el rey Olaf, viendo lo querido que era en los corazones nórdicos, traspasó la mayoría de sus prácticas al día de Navidad, haciendo de esta manera bastante para que la gente ignorante se conformara con su cambio de religión.
Como dios de la paz y la prosperidad, Frey reapareció muchas veces supuestamente sobre la Tierra y gobernó a los suecos bajo el nombre de Yngvifrey, por lo que sus descendientes fueron conocidos como Ynlings. También gobernó a los daneses bajo el nombre de Fridleef. En Dinamarca se dice que se casó con la bella doncella Freygerda, a la cual rescató de un dragón. Con ella tuvo un hijo de nombre Frodi, el cual, con el debido tiempo, le sucedió en el trono.
Frodi reinó en Dinamarca en los días en los que había paz en todo el mundo, es decir, en la era en la que Cristo nación en Belén de Judea, y debido a que todos sus súbditos vivieron en concordia, fue conocido como "Frodi Paz".
Freya, diosa del amor
Freya, la hermosa diosa nórdica de la belleza y el amor, era hermana de Frey e hija de Njörd y Nerthus, o Skadi. Ella era la más hermosa y la más querida de entre todas las diosas y, mientras que en Alemania se la identificaba con Frigg, en Noruega, Suecia, Dinamarca e Islandia era considerada como una divinidad diferente. Freya, al haber nacido en Vanaheim, también era conocida como Vanedis, la diosa de los Vanir, o como Vanebride.
Cuando llegó a Asgard, los dioses quedaron tan prendados por su belleza y elegancia que le concedieron el reino de Folkvang y el gran palacio de Sessrymnir (el espacioso de asientos), donde le aseguraron que podría acomodar fácilmente a todos sus invitados.
Reina de las Valkirias
Aunque, diosa del amor, Freya no era apacible y amante de los placeres, pues las antiguas razas nórdicas pensaban que ella tenía gustos muy marciales y que con el nombre de Valfreya solía encabezar a menudo a las valkirias en el campo de batalla, escogiendo y reclamando la mitad de los héroes muertos. Así que era representada con un coselete y un casco, escudo y lanza, estando únicamente la mitad inferior de su cuerpo vestida con el atavío suelto habitual de las mujeres.
Ese lugar se llama Folkvang,
donde Freya dispone
de asientos su sala.
Cada día ella coge
a la mitad de los caídos,
la otra mitad es de Odín.
Freya transportaba a los muertos electos hasta Folkvang, donde eran debidamente agasajados. Allí eran bienvenidas también todas las doncellas puras y las esposas fieles, para que pudieran disfrutar de la compañía de sus amantes y esposos después de la muerte. Los encantos de su morada les resultaban tan seductores a las heroicas mujeres nórdicas que a menudo corrían a la batalla cuando sus amados habían muerto, con la esperanza de correr la misma suerte, o se dejaban caer sobre sus espadas, o ardían voluntariamente en la misma pira funeraria en la que quemaban los restos de sus amados. Ya que se pensaba que Freya prestaba oídos a las oraciones de los amantes, éstos la solían invocar a menudo y era costumbre el componer canciones de amor en su honor, las cuales se cantaban en ocasiones festivas. En Alemania, su nombre se usaba con el significado del verbo "cortejar".
Freya y Odur
Freya, la diosa de cabellos dorados y ojos azules, era también, en ocasiones, considerada como la personificación de la Tierra. Como tal se desposó Odur, un símbolo del Sol veraniego, a quien ella amaba mucho y con el que tuvo dos hijas, Hnoss y Gersemi. Estas doncellas eran tan hermosas que todas las cosas bellas eran denominadas con sus nombres.
Mientras Odur permaneciera a su lado, Freya estaba sonriente y era completamente feliz. Pero Odur era de espíritu inquieto y cansado de la vida sedentaria, abandonó un día el hogar súbitamente y se dedicó a vagar por el ancho mundo. Freya, triste y abandonada, lloró largamente, cayendo sus lágrimas sobre las duras rocas, ablandándolas. Se dice que incluso llegaron a introducirse en el mismo centro de las piedras, donde se transformaron en oro. Algunas lágrimas cayeron al mar y fueron a transformadas en ámbar.
Cansada de su condición de viudez y anhelando coger a su marido en sus brazos una vez más, Freya emprendió finalmente su búsqueda, atravesando muchas tierras, donde se la conoció por diferentes nombres, como Mardel, Horn, Gefn, Syr, Skialf y Thrung, interrogando a todos los que se encontraba en su paso, sobre si habían visto a su esposo y derramando tantas lágrimas en todas partes que el oro se encuentra en todos los rincones de la Tierra. Muy lejos, en el soleado sur, Freya encontró finalmente a Odur y, tras serle devuelto todo su amor, ella fue feliz de nuevo, tan radiante como lo había sido de novia. Es quizá debido a que Freya encontró a su esposo bajo un floreciente arrayán que las prometidas nórdicas, incluso hoy día, visten el mirto en vez de la convencional corona de naranjas que se da en otros climas.
Mano a mano, Odur y Freya emprendieron de nuevo el camino a casa y a la luz de su felicidad, la hierba creció verde, las flores brotaron y los pájaros cantaron, pues toda la naturaleza simpatizaba tan enérgicamente con la alegría de Freya como se afligía con ella cuando se encontraba triste. Las más hermosas plantas y flores en el Norte eran llamadas "cabellos de Freya" o "rocío del ojo de Freya", mientras que la mariposa era conocida como la "gallina de Freya". También se suponía que esta diosa sentía un afecto especial por los elfos, a los que gustaba observar danzar a la luz de la Luna, y a los que reservaba sus más delicadas flores y su más dulce miel.
Odur, el esposo de Freya, además de ser considerado como una personificación del Sol, también era considerado como un símbolo de la pasión, o de los embriagantes placeres del amor, por lo que los antiguos declaraban que no era de extrañar que su esposa no pudiera ser feliz sin él.
El Collar de Freya
Siendo la diosa de la belleza, Freya, naturalmente, era aficcionada a los vestidos, a los ornamentos relucientes y las joyas preciosas. Un día, mientras se encontraba en Svartalfheim, el reino bajo fierra, vio a ruatro enanos fabricando el más bello collar que ella había visto nunca. Casi fuera de sí por el deseo de poseer este tesoro, llamado Brisingamen, el cual era un símbolo de las estrellas, o de la fertilidad de la tierra, Freya imploró a los enanos para que se lo regalaran. Pero ellos rehusaron hacer tal cosa, a menos que ella les prometiera concederles sus favores sexuales.
Tras obtener el collar a este precio, Freya se apresuró a ponérselo y su esplendor aumentó tanto sus encantos que lo llevó puesto día y noche, pudiéndosela convencer sólo ocasionalmente para que se lo prestara a otras divinidades. Thor, sin embargo, llevó este collar cuando se hizo pasar por Freya en Jotunheim, y Loki lo codició y lo hubiese robado de no haber sido por la vigilancia de Heimdall.
Freya también era la orgullosa propietaria de una vestimenta de halcón, o plumas de halcón, que permitía al que se la ponía volar a través del aire como si fuese un ave; esta vestimenta era tan valiosa que Loki la tomó prestada en dos ocasiones, y la misma Freya la utilizó cuando fue en busca del desaparecido Odur.
Ya que Freya era también considerada como diosa de la fertilidad, a veces era representada conduciendo junto a su hermano Frey el carro tirado por el jabalí de las cerdas de oro, esparciendo, con manos pródigas, frutas y flores para alegrar los corazones de la humanidad. Sin embargo, ella tenía un carro propio, en el que viajaba con frecuencia. Éste era tirado por gatos, sus animales favoritos, los símbolos del cariño y la sensualidad, o las personificaciones de la fecundidad. Frey y Freya eran tan venerados en el Norte que sus nombres, con formas modificadas, se utilizan todavía como las palabras "señor" y "señora", y un día de al semana se conoce como día de Freya, el viernes, por la gente anglosajona. Los templos dedicados a Freya eran muy numerosos y fueron mantenidos durante mucho tiempo por sus devotos, el último en Magdeburgo, Alemania, el cual fue destruido por orden del emperador Carlomagno.
La Historia de Ottar y Angantyr
Los nórdicos solían invocar a Freya no sólo para obtener éxito en el amor, prosperidad y crecimiento, sino también, en ocasiones, para obtener ayuda y protección. Ella se lo concedía a aquellos que la servían fielmente, como aparece en la historia de Ottar y Angantyr, dos hombres que, tras discutir durante algún tiempo debido a sus derechos a cierto plazo de propiedad, expusieron su disputa ante los dioses.
La asamblea popular decretó que el hombre que pudiera probar que había descendido de una estirpe más extensa de antepasados nobles sería declarado como el vencedor, designándose día especial para investigar la genealogía de cada demandante.
Ottar, incapaz de recordar los nombres de no pocos de sus antepasados, ofreció sacrificios a Freya, rogando su ayuda. La diosa escuchó indulgentemente su oración y, apareciéndose ante él, lo transformó en un Jabalí, y sobre su lomo cabalgó hasta la morada de la hechicera Hyndla, una célebre bruja. Con amenazas y ruegos, Freya le exigió a la anciana mujer que trazara la genealogía de Ottar hasta Odín y que nombrara cada individuo por su nombre, con un resumen de sus hazañas. Entonces, temiendo que la memoria de su devoto fuera incapaz de retener tantos detalles, Freya también exigió a Hyndla que preparara una poción del recuerdo, la cual se la dio a él a beber.
Así preparado, Ottar se presentó ante la asamblea en el día fechado y con facilidad sospechosa recitó su linaje, nombrando a muchos más antepasados de los que Angantyr pudo recordar, por lo que fue fácilmente recompensado con la posesión de la propiedad que codiciaba.
Los Esposos de Freya
Freya era tan hermosa que todos los dioses, gigantes y enanos anhelaron su amor e intentaron a su vez obtenerla como esposa. Pero Freya desdeñó a los feos gigantes, e incluso rechazó a Thrym cuando Loki y Thor la instaron a aceptarlo por esposo. No era tan inflexible cuando se trataba de dioses, si diversos mitólogos están en lo cierto, pues se dice que como personificación de la Tierra se desposó con Odín (el cielo), Frey (la lluvia fertilizante), Odur (la luz del Sol), etc., hasta que aparentemente se mereció las acusaciones lanzadas contra ella por el desalmado Loki de haber amado y haberse casado con todos los dioses.
Freya, te conozco al dedillo;
no estás precisamente libre de pecado
todos los Aesir y elfos
que están en este cuarto,
todos, han sido tus amantes
El Culto a Freya
Era costumbre en ocasiones solemnes el beber a la salud de Freya junto a la de los otros dioses y, cuando al cristiandad se introdujo en el Norte, este brindis fue trasladado a la Virgen o a la Santa Gertrudis; la misma Freya, como todas las divinidades paganas, fue declarada como un demonio o una bruja y desterrada a los picos de las montañas noruegas, suecas o alemanas, donde el Brocken es señalado como su morada especial y el lugar de cita general de su séquito de demonios en el Valpurgisnacht.
Ya que la golondrina, el cuco y el gato fueron sagrados para Freya en tiempos paganos, se suponía que estas criaturas tenían cualidades demoníacas, e incluso hoy en día se retrata a las brujas con gatos negros como el carbón a su lado.
Autor:
Allan Alvarado Aguayo, MSc