Conforme la historia del Antiguo Testamento de la Biblia, una providencial retirada del Mar Rojo, marcó históricamente la victoria del pueblo de Israel sobre el imperio de Egipto. Posteriormente y para el año 1200, los israelitas van colonizando el sur de Canaán, siguiendo el río Jordán, hasta Jordania occidental, asentándose en Gabaón. Es a partir de ahí cuando los israelitas vencen sobre los cananeos, y siendo guiados por Josué ocupan el Valle de Terebinto. Consecuentemente y dirigidos por Samuel, el pueblo de Israel derrota a los Filisteos al norte de Jerusalén, instaurándose la primera monarquía de Israel, con el rey Saúl, quien posteriormente es sucedido al trono por el rey David, de la Tribu de Judá.
Al rey David, le sucede al trono su hijo, el rey Salomón célebre por su sabiduría y su comunión con Dios, es en este periodo que Israel ve su esplendor histórico, gracias a un auge económico, que fue mermando hasta que las tribus del norte de Canaán logran un enfrentamiento con el rey Roboam, hijo del rey Salomón, acontecimiento este que da al traste con la instauración de dos reinos, el reino de Israel (objeto de nuestro estudio) y el reino de Judá.
Los dos reinos judíos se vieron asediados por los pueblos de Damasco y Filisteos, y es a partir de su separación que se inicia un peregrinar en procura de la unión, en esta etapa histórica el pueblo de Israel, con su cultura, historia, organización social, se sumerge en la lucha por la supervivencia. De ahí la pregunta ¿Qué papel jugaron sus Jueces? Dando paso a otras interrogantes dentro de la cuales sobresale ¿Cuál fue el proceder ético de los Jueces del pueblo de Israel?
El Decálogo
La fidelidad para con el Dios de Israel, consistía en obedecer sus mandamientos, ya que al proceder y conducirse conforme a la ley de Dios, se afianza el bienestar del pueblo elegido por Dios. Pero en ese sentido ¿Qué mandaba la ley de Dios?
Conforme compartimos la historia del pueblo de Israel, estos fueron liberados de Egipto de manos de Moisés, y es a través de él, que el Señor pone en conocimiento del pueblo sus leyes, siendo las primeras los Díez Mandamientos, los cuales fueron entregados directamente a Moisés, escritos en dos piedras, lo que viene a llenar lo que en nuestros días sería el principio de legalidad, basado en la máxima jurídica de que "no hay delito ni pena, sin una ley previa". En tal sentido estos mandamientos serian el principio de otras tantas leyes a la cuales debía estar regido el pueblo, siendo de manera específica, lo siguiente:
1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomarás el nombre de tu Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No dirás falsos testimonios ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás bienes ajenos.
Estos mandamientos se consagran con un grado de supremacía, sobre otras leyes y recomendaciones que de igual manera, por medio a Moisés serían instruidos e instituidos al pueblo. Es así como en los libros bíblicos de Levítico y Deuteronomio, se decretan otras leyes que versan sobre la guerra, la castidad, la sanidad, la expiación de asesinatos de autor desconocido, la administración de justicia, primicias y diezmos, actos de violencia, sobre los esclavos entre otras no menos importantes.
Publicidad de las Leyes
Moisés junto a los ancianos de Israel, ordenó que toda ley constara por escrito de manera tal, que hoy en nuestros días podría apreciarse como un principio de publicidad, a los fines de hacer efectiva dichas leyes sin que nadie pueda alegar ignorancia[2]De manera tal que Moisés fue comprometido por Dios para dar a conocer a todo el pueblo las leyes y ordenanzas de Dios,[3] y en ese mismo sentido y por su condición de guía espiritual del pueblo elegido, era el llamado a dirimir los conflictos que se suscitasen en las tribus, tarea ésta que incluía realizar las funciones de juez, lo que hacía mas compleja la tarea de Moisés.
En una oportunidad, cuando Moisés era visitado por su suegro, éste pudo apreciar lo ardua de la labor de Moisés, quien no solo era procurado para consultar a Dios, sino también para que juzgue las controversias del pueblo. Ante tal situación su suegro le formuló una sugerencia, a los fines de delegar estas funciones.
Nombramiento de Jueces.
Moisés consciente de que el hecho de juzgar las controversias del pueblo le restaba tiempo para dedicarse a los asuntos del Señor, acató la sugerencia que su suegro le presentó en el nombre del Señor. Aconteció que fueron escogido entre todo el pueblo varones de virtud, "varones de verdad", quienes fueron designados como jueces[4]de esta manera se aprecia que para ser designado como jueces, se debía tener condiciones específicas, que garanticen el buen desempeño de las responsabilidades puestas a su cargo.
"Y entonces mandé a vuestros jueces, diciendo: Oíd entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el extranjero. No hagáis distinción de persona en el juicio; Así al pequeño como al grande oiréis; no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios…[5]"
Administración de Justicia. "Jueces y oficiales pondrás en todas las ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio".
No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos[6]
De las citas anteriores se aprecian las siguientes circunstancias:
Para ser escogido como Juez se necesitaba poseer virtudes.
Los jueces debían tener temor de Dios, lo que se aprecia como conocimiento de Dios.
Debían aborrecer la avaricia, de manera tal que no se valiesen de su posición para tomar partido personal.
Debían ser incorruptibles.
Para desempeñar la posición de Juez se aprecia además que se sentaban las bases que dan al traste con una igualdad ante la ley, la oralidad del juicio y el compromiso de obrar justamente.
Resulta oportuno señalar que en este periodo de la historia, se caracterizó por las mismas prerrogativas que instituían el código de Hamurabi, en el entendido de la sanción justa se lograba, con la aplicación de: "Ojo por ojo y diente por diente".
Jueces de mal proceder
En tiempos del Israel antiguo, también se presentaron casos de jueces que se dejaron corromper, no solo en la administración de la justicia, sino también en su proceder cotidiano.
Ejemplos ilustrativos podemos citar, en un primer plano, el caso de dos jueces ancianos, quienes se dejaron llevar de sus instintos y se prestaron a acechar a una honorable esposa mientras ésta tomaba un baño en la intimidad de su casa, al no ser correspondidos por la sorprendida y respetable señora, se valieron de su prestigio como jueces, difamándola y logrando que la misma sea injustamente condenada, hasta el punto que fue descubierta su iniquidad y fueron condenados a la pena que pudo operar en la mujer difamada[7]
Otro caso donde se pone de manifiesto el mal proceder de jueces, acontece que una vez Samuel envejeció, y que contaba con dos hijos, los cuales se desempeñaban como jueces, el consejo de ancianos de Israel se reunió con Samuel para reclamando la actitud corrupta de sus hijos jueces y desautorizándolos para que sigan la labor de su padre[8]Dada las circunstancias el pueblo de Israel solicitó a Samuel que le designase un rey, no solo para que los gobierne sino también para que los juzgue, es en ese sentido que se evidencia la falta de confianza que inspiraron los jueces llamados a juzgar.
Israel pide un rey
Ante la petición hecha a Samuel de que designase un rey para el pueblo, y que conforme lo solicitado este rey además de gobernar también debía juzgar, volviendo a recaer la función de juzgar en la misma persona que dirige o gobierna, como en la época de Moisés. Una vez se designo a Saúl como primer rey de Israel, y como era de esperarse que este no fuese eterno le sucedieron otros reyes, destacándose en la función de juzgar el rey Salomón.
Aconteció que por ante el rey Salomón se presentaron dos mujeres que aseguraban la maternidad de un mismo niño, y recíprocamente se acusaban de ser madres de un niño muerto, por lo que reclamaban para sí la maternidad del niño aún con vida. Ante tal situación Salomón ordenó que se partiese el niño por la mitad a los fines de entregar en partes iguales a las dos mujeres lo que quedase del niño, ante esta circunstancia se puso en evidencia la verdadera madre, a quien el ordenó que se le entregase[9]Fue este juicio, que junto a otras proezas puso de manifiesto la sabiduría que Dios había puesto en el rey Salomón.
Libro de los "Jueces" del Pueblo de Israel
En la Biblia, y de forma específica en el libro de los "Jueces", que es el segundo de los libros históricos del Antiguo Testamento, se resume el período comprendido entre la muerte de Josué y el nacimiento de Samuel[10]destacándose de manera especial, el papel desarrollado por "doce jueces". Este libro nos presenta a Israel en una de las etapas mas crítica de su historia, coincide con la penetración de las tribus hebreas en Canaán y la instauración de la monarquía, a esta situación se suma el acecho de los Filisteos.
Las tribus de Israel se encontraban aisladas unas de otras, sin un gobierno central que garantice la unidad y ofrezca medios de defensa, siendo validamente el punto en común en todas las tribus, la fe en el Dios de Israel.
La justificación de la existencia de Jueces en Israel, obedecía a la infidelidad de su pueblo para con el Señor su Dios, ya que se dedicaban al culto de falsos dioses, por lo que el Señor permite que su pueblo caiga en manos opresoras, hasta tanto su pueblo vuelva al Dios verdadero su proceder.
Los Jueces vienen a ser caudillos enviados por el Señor para liberar a su pueblo del opresor, devolver la paz y la posesión sobre sus bienes. Es decir se trata de hacer justicia divina, la justicia de Dios, todos los jueces actúan movidos por un profundo sentido de fidelidad a su Dios.
Cuando nos referimos al libro de Jueces, debemos entender que se trata de justicia divina. Es que estos héroes vienen en el nombre de Dios a darle a su pueblo lo prometido.
Conclusión
Remontarnos a la historia del antiguo pueblo de Israel, y de manera especifica, al papel desempeñado por sus jueces, que en principio dicho rol era desempeñado por su guía, como es el caso de Moisés, vemos que esta tarea tenía una importancia tal, que para tal función se debía designar personas con una probidad demostrada, elegida por patrones éticos propios de la época, siendo además expuesto al escrutinio público, apreciamos como esta función ameritaba ser desempeñada con pulcritud, no solo en los quehaceres propios de un juzgador sino también en su proceder cotidiano.
Para la designación de un juez, ya sea en manos de su guía o en una persona dedicada con carácter de exclusividad a estos fines, se destaca que tal designación venía dada en principio por Dios, quien es que nombra y hace posible que un ciudadano sea distinguido con tal posición, en tal sentido el Juez se entiende que se debe primero a Dios, que es único justo, y a quien pertenece la justicia.
Una vez se designa a un ciudadano como juez, las exhortaciones bíblicas llaman a la rectitud, a la igualdad ante la ley, a la probidad tanto en la administración de justicia como el proceder cotidiano.
Con la designación de un juez se evita que el pueblo tome la justicia por sus propias manos, no en vano Dios designa a las autoridades para que nos sometamos a ellas en obediencia, ya toda autoridad viene dada por Dios, nos evitamos caer en situaciones ya vividas por el pueblo de Israel, donde apedrear a un "delincuente" o pecador en una plaza publica consistía la máxima expresión de justicia.
Autor:
Elías Santini Perera
[1] Eclesiastés, 3:15.
[2] Deuteronomio, 27.1-3. Orden de escribir la Ley en piedras sobre el Monte Ebal. "Ordenó Moisés, con los ancianos de Israel, al pueblo, diciendo: Guardaréis todos los mandamientos que os prescribo hoy. Y el día que pases el Jordán a la tierra que Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes, y la revocarás con cal".
[3] Éxodo, 18.20. "Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer".
[4] Éxodo, 18.21-22. "Además escoge tú entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgaran al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgaran todo asunto pequeño…" Éxodo, 18.26. "Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés y ellos juzgaban todo asunto pequeño".
[5] Deuteronomio, 1.16-17.
[6] Deuteronomio, 16.18-19.
[7] Daniel, 13. Susana y los dos ancianos.
[8] 1ra. Samuel, 8.1-5. Israel pide un rey.
[9] 1ra. Reyes, 3.16-28. Sabiduría y prosperidad de Salomón.
[10] Samuel, último Juez del pueblo de Israel, a quien se le dedican libros enteros en la Biblia.
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