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Los piratas y los representantes oficiales de la corona española en la Venezuela de los siglos XVI y XVII: ¿Una relación civil y militar? (página 3)

Enviado por Geniber Cabrera P.


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Responsabilidades Directas

Gobernador y Capitán General

-Organizar y ejecutar todas las políticas de interés concernientes a la provincia que le tocare.

Alcaldes Ordinarios de Gobernador

– Figuras más próximas al mayor representante en la provincia y ejecutor directo de las políticas de conquista, exploraciones, entre otras labores de mayor relevancia.

Regidores

-Encargados directos de las ejecuciones de las distintas políticas en los cabildos de las ciudades, villas, comarcas y cualquier otro pueblo de españoles.

Procurador General

-Veladores de los intereses de su majestad y legalmente habilitados representantes ante cualquiera de los tribunales provinciales.

Cont. Cuadro N° 3

Cargos

Responsabilidades Directas

Depositario General

-Oficiales encargados de la guarda-custodia de los bienes reales.

Escribanos

-Encargados de anotar todos los acontecimientos de cualquier orden suscitado en las distintas unidades.

Fuente: Actas del Cabildo de Caracas, Tomo XV, 1677; Consejo Municipal de Caracas; 1997. Elaboración propia.

Además de las responsabilidades burocráticas, políticas y militares que tenían los diferentes representantes oficiales del rey en sus colonias de ultramar y en los propios puertos del país peninsular, debían recibir cédulas y despachos reales para organizar y ejecutar los sistemas de defensa. En el subsiguiente cuadro se podrán observar algunas de esas disposiciones de la corona para hacerle frente a cualquiera que se le considera como enemigo, principalmente, a los corsarios y piratas.

Cuadro Nº 4

Despacho de Cédulas y Provisiones dadas a los Oficiales Reales para los Resguardos y Defensa de los Reinos de su Majestad contra todo enemigo

1486-1567

Día

Mes

Año

Descripción de las Cédulas y Provisiones Reales

13

Marzo

1486

-Real cédula enviada al corregidor de Vizcaya para que haga pagar con castigos a ciertos corsarios que robaron una nao.

15

Octubre

1502

-Real provisión en donde se ordena a los representantes oficiales de S. Mgt. Hacer carracas para ofensa y defensa de enemigos y corsarios empleados por otros reinos.

01

Junio

1505

-Real Cédula mandando armar fustas contra enemigos y corsarios.

05

Febrero

1509

-Reales cédulas expedidas al Corregidor de las Cuatro Villas y a otras autoridades encargándoles la prisión del corsario – enemigo Pedro de Mondragón.

21

Abril

1513

-Real Cédula de Sevilla mandando a que provean lo necesario para resguardar los navíos de la Carrera de Indias contra los corsarios – enemigos franceses.

13

Junio

1522

-Provisiones para armar una escuadra contra corsarios – enemigos franceses que salen a robar las naos de Indias.

13

Julio

1522

-Real provisión despachada a los mercaderes de Indias quienes la solicitaron en virtud de hacer armada para la guarda de los mares del poniente contra corsarios-enemigos franceses.

11

Agosto

1522

Registro de la vuelta de algunos corsarios-enemigos franceses a las Indias después de haber cometido anteriormente algunos robos.

11

Septiembre

1522

-Asiento real con los comerciantes de Sevilla para que se les garantice armada contra corsarios-enemigos franceses que penetran por el rió Guadalquivir, haciendo estragos.

Cont. Cuadro N° 4

Día

Mes

Año

Descripción de las Cédulas y Provisiones Reales

18

Abril

1525

-Asiento igual al anterior.

14

Mayo

1528

-Real provisión para hacer armada para resguardar con dichas escuadras las costas y los navíos de indias por la vuelta de corsarios-enemigos franceses. Encargado el Gral. Sancho de Herrera.

13

Agosto

1528

-Nombramiento de general de armada contra corsario a favor del Comendador Aguilera; Mariscal de León.

13

Febrero

1533

-Despacho de real asiento para hacer Armada contra todo corsario-enemigo, cual fuese su nacionalidad o gobierno contratante.

25

Septiembre

1534

Carta de aviso del Marqués de Tripalda al Emperador dándole aviso de la toma de Túnez por Barbarroja.

18

Diciembre

1534

-Orden a Marín de Rentaría para aprestar en la costa de Guipúzcoa y Vizcaya una armada de 20 zabras, de la que será Capitán principal, y con toda brevedad se junte a otra armada en defensa de la costa contra Barbarroja.

24

Noviembre

1551

-Cédulas del príncipe concediendo licencias a todos los que quieran armar en corso contra franceses – enemigos declarados en guerra.

01

Enero

1553

-Real provisión despachada para estimular el corso contra los enemigos franceses, dándoseles a los aprehensores la mitad del valor de las presas recuperadas.

08

Diciembre

1554

-Concedió título de Capitán General de armada contra corsarios a favor de Don Álvaro de Bazán (el Mozo).

20

Diciembre

1554

-Real prohibición del corso en las provincias vascongadas contra franceses corsarios-enemigos.

05

Abril

1555

Real Cédula notificando la anterior prohibición.

03

Junio

1567

Cartas de Don Álvaro de Bazán dando cuenta al Rey de haber hecho presos a corsarios.

Fuente: de Azcarraga y de Bustamante, José Luís (1950).El corso marítimo. Madrid. Pp.231, 232,233. Elaboración propia.

Las acciones corsopiráticas en América para mediados del siglo XVI habían arropado ya a casi todas las plazas españolas notorias, ello suponía, dar respuesta rápida y contundente por parte del gobierno monárquico español. De allí que se decidiera invertir grandes esfuerzos políticos, militares y económicos para la defensa por mar y en tierra de todos los considerados bienes de su católica y sacra majestad el rey.

A los representantes de la realeza castellana les sería entregado, en primera instancia, la responsabilidad de explorar e ir progresivamente conquistando los distintos lugares, tanto insulares en el Caribe, como en las costas y tierra adentro del nuevo continente. Pero, en la medida en que fueron apareciendo los otros europeos con el propósito de disputarles el hallazgo; la católica monarquía española se vería obligada a montar en armas y demás pertrechos a sus oficiales reales y hasta a los propios habitantes comunes de las recién fundadas comarcas. En el cuadro antes descrito puede observarse la implementación de esta política de defensa, la cual, se sustentó, en un cuerpo jurídico fundamentado en los despachos de cédulas y demás edictos reales, con el fin de legalizar lo que pudiera considerarse como un justo derecho a la defensa. En el próximo cuadro se podrá observar un ejemplo de cómo – además de los representantes oficiales – a los pobladores se les montaba en armas para repeler los ataques piráticos.

CUADRO Nº 5

Partidas de Vecinos y Oficiales Reales montados en Armas y otros Pertrechos para contrarrestar los ataques piráticos

Apellidos

Nombres

Armamentos y demás pertrechos Bélicos

RRiberos [sic]

Manual

-Una espada; una rrodela, una sargenta, una celada, un caballo, lanca, un arcabuz con sus aderezos [sic].

DeVegas

Goncalo [sic]

-Una celada [sic], un negro con sus arcos e flechas, una espada.

Campuzano [sic]

Pedro

-Dos cavallo ensillados y enfrenados, una lanca, dos españoles, dos arcabuces con todos sus aderezos.

Castellanos

-Proveyose de pólvora [sic]

Anriquez [sic]

Andres [sic]

-Proveyose de pólvora [sic]

De Manzarres [sic]

Antonio

-Un arcabuz aderezado, dos cavallos con sillas y enfrenados, dos lancas, una darga, un español con una espada y una rrodela [sic].

Capitan [sic] Ballesteros

-Dos cavallos ensillados y enfrenados, una lanca, un español que sirve da pie y cavallo [sic].

De Torquemada [sic]

Juan

-Un cavallo [sic] ensillado y enfrenado, una lanca [sic], un arcabuz aderezado, un soldado con una espada.

De RRua [sic]

Gabriel [sic]

-Una espada y una rrodela [sic].

Ballesteros

Pedro

-Una espada.

De RRios

Juan (1era vez)

-Un arcabuz, un cavallo [sic] ensillado y enfrenado.

De Sanmillán

Juan (1era vez)

-Una lanca y una darga [sic].

Con. Cuadro N° 5

Apellidos

Nombres

Armamentos y demás pertrechos Bélicos

Riveros

Goncalo [sic] por Pedro de Lerma

-Una lanca y una espada.

De Lara

Diego

-Una espada, un arcabuz con sus aderezos.

De Quiñones

Cristóbal [sic]

-Un arcabuz con sus aderezos.

De Arberosa

Gaspar

-Un atanbor [sic].

Marquez [sic]

Francisco

-Un atanbor [sic].

Fuente: AGI, Patronato, 267,N. 1, R. 49,1/8, 1/9, 1/20, 1/21, 1/22, 1/23; 15-VIII-1570 Elaboración propia.

Los anteriores datos pertenecen a un grupo de vecinos que sin experiencias en el manejo de armas, les correspondió, como a muchos otros habitantes de los distintos poblados de esa América española del siglo XVI, enfrentar las agresiones corsopiráticas.

Conjuntamente a las políticas jurídicas dispuestas por los monarcas españoles y al hecho de armar a sus representantes oficiales y a los pobladores; debió articularse un sistema de defensa marítimo y terrestre. Es decir, que se hacia imprescindiblemente necesario conformar toda una estructura para proteger las posesiones ultramarinas novohispánicas que debía contemplar sinnúmeras flotas reales y edificaciones amuralladas.

La erección de fortificaciones, cuyos restos aún hoy se conservan en nuestras costas, corresponden, siguiendo el vocabulario de la época, a la "defensa estática", iniciada a gran escala en el siglo XVI.

Pero los fuertes, por sí solos, no bastaban para guarecer las costas: debían completarse con la "defensa móvil", constituida por buques menores para recorrer las costas y el resguardo de alta mar o corso, formado por embarcaciones mayores capaces de batirse en mar abierto. (Ortega Rincones, 2003, p.26)

En este mismo orden de ideas y continuando con lo expuesto por la investigadora – historiadora Eulides Ortega Rincones (2003), se tiene que:

…Se precisaba constituir un auténtico Resguardo Marítimo, que implica la conjunción de esfuerzos y recursos materiales, organizativos, legislativos y humanos en cierta escala para conformar una estructura ad hoc, orientada y dedicada expresa y exclusivamente a prevenir y combatir las incursiones de navíos extranjeros…(p.26)

Puede decirse -para recapitular y avanzar en lo expuesto- que desde el momento mismo en los cuales se suscitaron los primeros asentamientos de españoles en las distintas regiones del nuevo mundo, se implementó, casi a la par de las fundaciones de los poblados, los sistemas de resguardos para protegerse de los ataques que llevaban a cabo, esporádicamente, los indígenas. Los fuertes edificados con el fin de garantizar la vida de los ocupantes europeos se limitaban a amparar las ciudades más importantes para la Corona, el resto de las comarcas quedarían desguarnecidas por no creerse necesaria su custodia. Principalmente, se fortificarían las plazas que poseyeran riquezas, así como las que presentaran mayores resistencias de los naturales.

Con el advenimiento de las operaciones piráticas a predios americanos, más de medio siglo después de la conquista y progresiva colonización, los pocos edificios destinados a la seguridad contra los factores de los aborígenes más aguerridos, resultarían ineficaces al momento de defender las posesiones coloniales ante las escuadras de los aventureros llegados a ellas a buscar rentas por la vía del expolio, el amedrentamiento y otras prácticas propias del vil oficio del piraterismo.

La idea de fortificar las posesiones ultramarinas para Castilla, sería primigenia a la presencia de los pillos del mar. Antes de que estos llegaran, ya los españoles habían aplicado medidas para abrigarse de los enemigos de entonces, es decir, de los indígenas – como se ha referido – pero las arribadas de los facinerosos piratas tomaron por sorpresa a los representantes oficiales de la católica corona, quienes, junto a los demás colonos, quedarían desprotegidos por la infuncionalidad de las primitivas y escasas guarniciones.

Los nuevos enemigos de la corona española además de plantearles un problema mayor, la obligaba a buscar prontas soluciones. No habría otro remedio que el de defenderse por tierra y por mar, así se daría comienzo a la creación de las Flotas de Armada y a los Cinturones de Fuertes extendidos a lo largo y ancho de América, primordialmente, en las plazas del insular Caribe y de las ciudades importantes de tierra firme. El sistema de defensa español se originaría en el mar, seguido complementariamente, por tierra. Primero se desarrollarían las flotas para perseguir y atacar en sus propias bases de operaciones a los pillos del mar y, luego, se erigirían una cantidad de edificios de piedra para repeler desde las propias ciudades fortificadas a esos aventureros. Los barcos que integrarían esa Armada Real, estarían provistos de cañones de gran alcance, además de: jarcias, arboladuras, lonetas, crotines, brines, breas, alquitrán, boletería entre otros productos para el aderezo de las naves y, para la tripulación: armamento de mano, pistolas, sables, puñales y pedreros para la defensa hombre a hombre. Las fortificaciones, por su parte, estarían provistas también, con cañones de largos disparos y una serie más de cañones menores; igualmente, conformada por un regimiento de soldados y oficiales reales adiestrados para hacerle frente a los declarados enemigos del monarca de Castilla.

Cuadro Nº 6

Tipos de Cañones y sus Utensilios tanto para Fuertes como para Naves

(Principalmente de los siglos XVI y XVII)

Instrumento

Efectos y Accesorios / otros

-Pedreros

-Cañón corto de bronce o hierro: lanza proyectil, horquilla de hierro, lanza piedras más o menos labradas.

-Cañones

-Para disparos de largo y corto alcance: atacadores, agujas de fogón, bolsa de cuero, botafuegos, botalanzafuegos, guardalanzafuegos, guardamechas, cartuchera para estopines, cubetas, cuñas de puntería, cuñones, chifles, lanadas, planadas, punzones, sacatrapos enastados, tapabocas, tinas y tintas de combate.

-Morteros

-Para disparos con algo de precisión: botafuegos, botalanzafuegos, crucetas de madera, cucharas de hierro, escobillones con atacadores, escuadras con péndulos, espátulas de madera, espeques herrados, lanadas, mordazas, niveles, pies de cabra de hierro, péndulos, pínulas de madera, plomadas, plomadas de conducción, rascadores, socaespoletas y sombreros.

-Obuses

-Para disparos de proyectiles huecos: agujas, botafuegos, crucetas, cucharas, escobillones, escuadras de graduación, espeques, espuertas para conducir las balas, listones para la puntería, lanadas con atacador, plomadas y tapabocas.

Fuente: Santiago- Gerardo Suárez (1978) Fortificación y Defensa. Caracas; Pp. LIII, LXV, LXVI. Elaboración propia.

La conquista de América, tanto para los españoles como para el resto de los europeos que también colonizaron en el novomundo, planteó una modernización progresiva de los armamentos y del cuerpo de elementos que los constituyen, así, la evolución desde mediados del siglo XVI será una constante en los años y siglos siguientes. Se pasa del primitivo sistema de molturación a los morteros y cañones de trituración con pilones lanza piedras y balas huecas. En tanto que, el avance mismo de la industria armamentística, supondría la habilidad de manejar los procesos metalúrgicos con inventos de aleaciones creadas por grandes artesanos. Por su parte los cuerpos militares debían andar al mismo ritmo que anduviese el desarrollo de la empresa de las armas, así que, ejércitos y armamentos debían conjuntarse con uno solo.

Cuadro Nº 7

Existencia y Evolución Histórica de algunos Cuerpos Militares

Cuerpo Militar (u otros)

Descripciones

Los Caballeros Teutónicos

-Hombres con el oficio de monjes y soldados, se puede decir que son mitad monjes y mitad soldados. Participaron en las cruzadas y un tanto después harían lo propio en la Pomerania en donde ingeniaron un curioso estado– fortaleza, colonizando parte de las actuales Polonia, Hungría y Lituania. Su época de plenitud, hacia el 480 a. de C.

Los Jenízaros

-Cuerpo del ejército Otomano que infiltraban como sus soldados a los raptados hijos de los cristianos que serían posteriormente educados para formar la feroz infantería de los Sultanes. Su época de plenitud, a partir de los iniciales años del siglo XV.

Los Mosqueteros

-Mercenarios principalmente a las órdenes de la monarquía francesa que fungían como custodios de la realeza y veedores en palacio de todos los movimientos y acciones secretas e intrigantes. Su época de plenitud, aproximadamente entre los años de 1622 a 1745.

Los Granaderos de la Guardia

-Cuerpos que fungían como guardia personal de napoleón Bonaparte y que fue punta de lanza en la mayoría de las arriesgadas ejecuciones militares del Emperador de los franceses. Su época de plenitud, desde los iniciales años del siglo XVIII hasta bien entrando el XIX.

Cont. Cuadro Nº 7

Cuerpo Militar (u otros)

Descripciones

Los Cadetes

Grupos de futuros oficiales superiores. Educados en academias especiales que formarían las bases de los modernos ejércitos alemanes y que después se convertirán en la base de los grandes cuerpos de élite de la humanidad. Su época de plenitud, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días. Pero no puede negarse, ni menos precisarse la gestación de este cuerpo profesional militar en el devenir de su propia y tímida formación histórica.

Fuente: Jean – Jacques Maurreau (1980) Los Grandes Cuerpos Militares del Pasado.- Barcelona – España. Elaboración propia.-

Venezuela como particularidad de la generalidad americana, no podían quedar excluida ni de la organización política – administrativa española, ni de las actuaciones de los otros europeos arribados como corsarios o corsopiratas.

En principio la responsabilidad de la provincia de Venezuela fue entregada a los Welser de Augsburg, de tal manera que muchos españoles contratados como oficiales reales por merced del rey católico de Castilla, quedarían bajo las inmediatas órdenes de los extranjeros alemanes. Entre esos españoles estaría el incansable explorador – conquistador, Juan de Villegas, quien actuaría investido como Capitán General de la provincia, nombrado por los propios Welser y ratificado por el monarca cuando la colina quedo definitivamente en manos de este. La fama y confianza alcanzada por Villegas se sustentaría en su obra conquistadora, que resultó, en la fundación de varias ciudades. Un tanto después, este oficial real recibiría del gobernador español, el licenciado Juan Pérez de Tolosa (uno de los gobernadores al término del gobierno alemán) el nombramiento de Teniente General, lo cual le avivaría aún más su espíritu colonizador. De manera que, la etapa histórica inicial de la provincia venezolana quedará a cargo de Villegas, tanto en su fase exploratoria como en la de fundar y organizar centros poblados.

Al Capitán General y después Teniente General, Juan de Villegas, le tocó enfrentar junto a sus colaboradores, pequeñas escaramuzas con los habitantes aborígenes de las distintas zonas que exploró; más no le tocaría vivir en carne propia enfrentamientos con los corsarios y piratas. Dado que, para el año de 1553 cuando muere el oficial español, la lucrativa actividad aún se movía en la zona insular caribeña y, si hubo de tocar en tierra firme, no lo fue en la provincia de Venezuela hasta la iniciada segunda etapa del siglo XVI, aproximadamente hacia, el primer lustro de los años sesenta de ese siglo.

Los primeros establecimientos de españoles en Venezuela, tenían en común, la variedad de elementos naturales para el provecho y sostenimiento de la vida, así como para el desarrollo comercial entre las propias ciudades de la provincia y, de estas, con las otras colonias caribeñas y de tierra firme, siendo para ello necesario, la interrelación por rutas marítimas principalmente. Así que para, erigir cualquier poblado de españoles en el nuevo mundo, debían seguirse las instrucciones vedadas por la propia corona.

El trabajo de las autoridades y de los pobladores sería arduo y excesivamente cuesta arriba. Las misiones consistían fundamentalmente, en ir de manera progresiva levantando ciudades para garantizarles el derecho y la propiedad colonial a los monarcas castellanos. A ello deben sumarse las vicisitudes propiciadas por la misma naturaleza: fuertes torrentes de lluvias, bosques densos e impenetrables, animales venenosos, ríos caudalosos de fuentes corrientes, entre otras dificultades propias a los parajes americanos. Pero la mayor perturbación a los planes y ejecutorias de la conquista española en la América, sería la piratería, la cual se haría presente en la provincia de Venezuela, justo cuando ésta ya no era regentada por los alemanes, sino por los propios oficiales reales españoles.

El ordenamiento de la provincia de Venezuela traería consigo la satisfacción sustentada por las generosas riquezas aprovechables de los suelos, por lo que muchos hombres harían falta para poblar y explotar esos rentables bienes. Las personas tenían que llegar a la provincia con su debida permisología o licencia, expedidas éstas, por el gobierno español, sin embargo, ante la información de la fértil colonia que había ido tomando forma como resultado de su conquista y de la fundación de importantes centros poblados, otros extranjeros europeos y españoles mismos, sin autorización, se atrevieron a la aventura para probar también suerte, incluso, de otras partes de la propia América acudían a Venezuela, de los cuales, algunos se quedaban y otros como errantes, atravesaban el territorio en busca de oportunidad y de allí partían a probar suerte en otros lares.

Las distancias entre ciudades y las dificultades geográficas y naturales entre unas y otras, no permitían la comunicación, lo que resultaba para los vecinos de las distintas comarcas quedar vulnerables ante el acecho de los indómitos aborígenes, en principio, y después ante las incursiones de las temibles escuadras piráticas. Las vicisitudes afrontadas por los pobladores les obligó a reclamar la presencia de las autoridades para su protección, debiendo establecer los representantes de la corona española en la provincia, los mecanismos para el resguardo de las distintas ciudades importantes, objeto de la atención de los aventureros del mar. Pero antes de tomar cualquier decisión, los empleados oficiales de la monarquía católica, debían escribirle a su majestad planteándole las situaciones de la colonia y pedir así merced real a efecto de poder aplicar las políticas para la defensa de los distintos poblados ante los siniestros ataques de piratas, corsarios y de cualquier otro osado al lance y a la aventura.

Informada la monarquía hispana acerca de las realidades que enfrentaban las posesiones coloniales de ultramar, castigadas por el sometimiento feroz de la acción pirática, tuvo que preveer con prontitud los despachos para poder apoyar la lucha contra la canalla actividad y no dejar desamparados a sus conciudadanos en el otro lado del mundo. Lo demandado por los empleados del rey, básicamente eran: armas, pólvora, soldados, municiones, caballos y además la venia para disponer de los numerarios de las cajas Reales a efecto de sufragar las adquisiciones de pertrechos para la defensa.

El resguardo de la provincia de Venezuela supondría estrategias para poder aplicar la defensa necesaria contra las arribadas corsopiráticas, y ello quedaba en manos de los representantes oficiales de la corona. Los métodos de protección no distaban mucho de los aplicados por los colegas gobernantes de las otras provincias o colonias. Siendo el rey de España el mismo dueño de todas las posesiones hispanoamericanos, difícilmente alguna autoridad a su servicio, pudiera actuar por cuenta propia sin la plena aprobación del monarca, así que las tácticas para adversar las bandas de delincuentes marinos en sus afanes por los robos y estraperlos eran más o menos similares unas y otras en los distintos poblados de las ínsulas caribeñas y tierra firme.

Los españoles que se habían distraído en conquistar territorios, explorarlos, fundar ciudades y someter por la fuerza de sus armas a los descamisados naturales, no tuvieron tiempo para ponerse a pensar que algún día se les sobrevendrían tribulaciones más allá de las que ellos mismos impusieron a los antiguos pisatarios de los suelos americanos. Las fuerzas bélicas utilizadas para consolidar la dominación del nuevo mundo, no bastarían a la hora de hacerle frente a los inesperados, es decir, a los disputantes corsarios y piratas al servicio de los reinos opuestos al plan hegemónico exclusivista lusocastellano. Las aguas del Caribe y sus plazas, así como los poblados importantes de tierra firme, como por ejemplo, la provincia de Venezuela, serían manjares fáciles al paladar de los hambrientos de riquezas que infestaron los espacios más recónditos de la América.

Los armamentos españoles superaban las flechas, arcos, venenos y trampas de los arriesgado indígenas antagónicos a dejarse someter por designios extranjeros. Pero, cuando les tocó a los hispanos enfrentarse contra los otros europeos que reclamaban participar del festín de las nuevas tierras y quienes ante los mismos interpusieron a la piratería; sucumbieron al poder bélico y a las estrategias de los ataques y asaltos.

En franca desventaja los colonos de la provincia de Venezuela para repeler los ataques y robos perpetrados por los fanáticos piratas, hubieron de ingeniarse políticas como: la de armar a todos los pobladores de las principales plazas sitiadas, hacer recorridos por las zonas costeras en naves de poco calado, construcciones de pequeñas torres de vigilancia para mirar al mar y a los alrededores hasta donde alcanzar la vista, entre otras estrategias para defensa.

Como política más cónsona con la realidad sufrida en las jóvenes provincias, se harían petitorios a la monarquía española para que comenzaran las construcciones de edificaciones amuralladas y aderezadas con cañones de largo disparo para poder rechazar con supremacía el ataque de los pillos del mar. Pero el proceso burocrático para la aprobación de los recursos económicos necesarios, aunado a ello, el tiempo que se tardaban en eregir las fortificaciones, permitió la vulnerabilidad de las plazas que sería aprovechado con creces por los rivales vecinos del viejo mundo.

En síntesis, puede afirmarse que la corona española se pasaría todo el siglo XVI y XVII intentando una defensa de sus posesiones contra la actividad pirática sin mayores resultados. En una que otra colonia como Venezuela se irían construyendo algunas edificaciones amuralladas hacia los finales del siglo XVII, consolidadas finalmente, hacia el siglo XVIII, cuando ya, las demás corona europeas habían alcanzado también propiedades en ultramar y decidieron unir sus fuerzas bélicas, incluyendo la de España, para dar cacería pirata a pirata hasta que fueron desapareciéndolos de todos los predios americanos. Es decir, que resultó infructuosa la política de defensa y resguardo de las poblaciones que instruyó la corona española junto a sus representantes oficiales.

III.) Consideraciones finales: ¿Una Relación Civil Militar?

Tarea nada fácil, esta, la de plantearse un estudio de las relaciones civiles y militares a propósito del tema de la piratería americana y de la oficialidad real en la provincia de Venezuela de los siglos XVI y XVII. El intento no deja de ser provocador y, más aun, cuando en los períodos en referencia no existía del todo una conformación de los sectores, ni militar, ni civil.

Los europeos hispanos y lusitanos llegaron al nuevo mundo repartiéndose las tierras y, en virtud a ello, se dedicaron a ir explorando y conquistado espacios. Es decir que, los primeros actos fueron los de poblar progresivamente las distintas zonas que se convertirían en: comarcas, villas, ciudades y demás formas de establecimiento. De manera pues que, la idea de conformar algún tipo de ejército para la defensa de las novoposesiones, no tendrían cabida en los iniciales años del siglo XVI. Y, cuando más, entre los conquistadores y los aborígenes se generaban escaramuzas que no ameritaban la conformación de un cuerpo militar para contrarestar dicha ofensiva.

Retomado la idea de las relaciones Civiles y Militares, bien vale acotar que los grandes esfuerzos intelectuales dirigidos a reflexionar sobre este tema -en particular en el caso venezolano- están circunscritos al período histórico que va desde la gesta emancipadora criolla (S.XIX) hasta nuestros días (S.XXI). Pero, lo que no se puede apreciar -al menos hasta donde se ha investigado- es literatura versada en torno al tema de las relaciones civiles y militares en la Venezuela de los siglos XVI y XVII. Menos aún, se han de encontrar trabajos específicos sobre el tema objeto de esta indagación.

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