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El ingreso de la globalización y las transformaciones culturales en América Latina; el caso de Chile


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    Globalización versus cultura

    Es sabido, entre los entendidos de la materia, que la globalización como fenómeno social, comprende una variación exponencial en el plano económico, las capacidades de negociación que adquieren los reformulados Estados-Nación de países desarrollados y aquellos que pretenden el desarrollo como naciones, se configuran dentro de una realidad temporo-espacial distinta a la de dos siglos atrás.

    "Al hablar de globalización nos estamos refiriendo fundamentalmente al fenómeno de penetración o interpenetración de mercados, especialmente de tipo financiero por un lado y de comunicación e información por otro, que atraviesan las sociedades estatal-nacionales. La globalización en su origen es un fenómeno básicamente económico y comunicacional, pero desborda estas dimensiones, estableciendo redes y flujos asimétricos que penetran las sociedades transformando modos de vida individual y colectivos. La desterritorialización, el tiempo real en que ocurren las comunicaciones y la escala planetaria son otros rasgos propios de la globalización". (Garretón, 2007)

    En este sentido tiene un revuelo importante el impacto provocado por la globalización y no solo en este ámbito estructural, el socio-económico, sino también los que tienen que ver con aspectos como al cultura, es por esto que el siguiente ensayo pretende la divulgación del papel deformador o reformador del carácter cultural causado por la globalización y cómo ésta ingresa de manera quizás violenta a América Latina y Chile.

    De esta manera es necesario mantener en consideración la idea clara de que en la actualidad el capital ha transformado sus posibilidades de acción, al respecto, argumentamos que éste tiene la capacidad de ingresar a lugares en los que históricamente no podía. La fluidez y rapidez de las transacciones y la diversidad de espacios en los que se logra introducir nos indican la manera acelerada en que los cambios se han generado, en este caso claramente de orden económico mundial.

    Pero qué pasa con los otros pilares de las sociedades en cuestión, qué pasa con la cultura cuando se comienza a rozar con este fenómeno al que se le llama globalización. Dónde comienza la batalla entre el rescate a la identidad y costumbres, manoseadas a destajo por el intercambio, muchas veces indolente, de culturas que ingresan mediante sobreideologizaciones con afanes de imperio quizás.

    Anthony Giddens por ejemplo nos llama la atención utilizando el concepto de Destradicionalización. En este sentido, podemos ver que para Giddens, la globalización no es algo esotérico que concierne a los sociólogos, sino una serie de procesos que afectan a los individuos en un sentido plenamente fenomenológico: esto es, al nivel de sus vidas cotidianas. Que estos individuos vivan en una aldea china o estén sentados al ordenador en California, la globalización es un dilema para esos individuos, aunque de maneras diferentes.

    Debemos pues considerar el proceso de modernización y sus marcadas diferencias entre las realidades internacionales; para Giddens en este caso La modernización reemplazó las formas tradicionales de sociedades basadas en la agricultura. Una transformación que se inicia, como hemos mencionado mas arriba, en el plano económico, aunque no podemos obviar que esta transformación conlleva implícita, al mismo tiempo, transformaciones culturales tan notorias como la urbanización de los grandes centros (el cambio estructural sustancial de la migración campo-ciudad), que el devenir histórico junto al proceso de civilización mantienen a las sociedades en sus formas actuales.

    La teoría de Giddens es una que manifiesta ser dinámica e histórica.

    El autor usa el concepto de dialéctica para expresar este dinamismo. La mayor parte de este enfoque dialéctico o interactivo se centra en torno al concepto de Giddens de distanciación espacio-temporal. Este es el concepto central que sirve para explicar tanto el movimiento histórico de las sociedades tradicionales a las modernas y la parte jugada por la globalización en la aceleración del movimiento comenzado por el proceso de modernización.

    Entonces cabe preguntarnos cómo es que en esta medida la globalización llega a América Latina, qué sentido le entrega dicho fenómeno a los arraigos culturales costumbristas e identitarios, los fortalece tal vez o hace que desaparezcan, es necesario que desaparezcan para que mediante esta nueva culturización se potencie el desarrollo, o al revés, es necesario intensificar las costumbres y rescatar la identidad existente para que se logre mayor integración social en busca de un equilibrio entre las estructuras política-económica-cultura.

    Si planteamos que tanto los elementos estructurales político y económico resultan un tanto homogéneos, y al mismo tiempo consideramos que el elemento heterogéneo recae en la cultura, al paso en que ingresan nuevos mecanismos que priman la lógica de rentabilidad, esta vez mundial, se da cuenta y corrobora que la prioridad jerárquica la posee el orden económico y que desde ahí deriva cualquier tipo de decisión para enfrentar conflictos sociales, problemas de lucha de clases, integración, exclusión, solidaridad, intereses políticos, implementación de programas culturales y un sin número de compromisos que se ven en desmedro por el indulto del cual goza la economía globalizada en la actualidad. Por lo que estos tres elementos estructurales deben gozar de un cuidado más medido y responsable para establecer un equilibrio que en un futuro próximo nos lleve a la aplicación del concepto de desarrollo en nuestra región y país.

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