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Cien años sin Cézanne, cien años con sus obras (página 2)

Enviado por Berta Lucía Estrada


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Esta "extravagancia" se conoce con el nombre de "plein air", o pintar al aire libre. Pero también se caracteriza por una pincelada libre, suelta; por la carencia de dibujo, en el sentido tradicional de la palabra; por una paleta fresca, donde los colores están de fiesta y por la influencia de la fotografía en la obra pictórica. Este aspecto es muy importante tenerlo en cuenta ya que la fotografía jugó un rol privilegiado en el Impresionismo.

La pintura hasta mediados del siglo XIX, se regía bajo los paramétros establecidos en el Renacimiento. Perspectiva, contorno del dibujo, realismo. Aspectos que ya habían comenzado a tener sus detractores. Constable y Turner, en Inglaterra; Delacroix, Michallon, Valenciennes, Millet, Monticelli o Courbet en Francia; para nombrar unos cuantos. El ojo del pintor se abre y rompe con un orden preestablecido, deja a un lado el tema de la naturaleza clásica para aceptar el placer de la sensación inmediata.

El paisaje es representado como si fuese desdibujado; en otras palabras es inaprensible, cambiante. La perspectiva da paso a una nueva forma de interpretación, el fondo y el primer plano se funden el uno con el otro (San Jorge combatiendo al dragón de 1847 o la Muerte de Sardanápalos de 1827, de Delacroix).

La tierra, el fuego, el agua, el aire son atrapados por el pincel de Turner; dando la impresión de un cataclismo que destruirá al mundo que habitamos. Cuando se observa L’incendie du parlement (hacia 1834), inevitablemente, se piensa en Le Parlament. Effet du soleil dans le brouillard, de Claude Monet, realizado en 1904. Los dos cuadros muestran una realidad fantasmagórica, como si los edificios o los barcos desaparecieran literalmente en la bruma; dicha sensación es palpable en las obras de los dos artistas. Con Constable la búsqueda incesante es la luz, la espontaneidad de la primera mirada y la búsqueda de aprehender lo efímero.

Con la Escuela de Barbizon, es donde más se palpa el origen del Impresionismo. Sus pintores, como Millet, abandonan el taller y parten al campo en busca de sus temas. Dan preferencia a la subjetividad y rechazan una composición friamente calculada. Dauvigny, otro de sus representantes, diría de Monet: -He aquí un joven que será más importante que todos nosotros. Dauvigny no se equivocó, la historia lo ha demostrado con creces.

En cuanto a Corot se refiere, fue el profesor de Berthe Morizot, y no se cansaba de aconsejarle de no olvidar nunca la primera impresión ante un motivo escogido para una representación pictórica.

Con Monticelli, la tela se llena de pigmentos apelmazados. No duda en colocar pinceladas superpuestas las unas a las otras, hasta darles una gruesa textura. Su cuadro Négresse porteuse d’oiseaux (au palais de Sherezade, hacia 1878), así lo confirma. Él no duda en utilizar la espátula. Cézanne, impresionado por esta técnica, lo visita regularmente. Es indudable la influencia que tendría Monticelli mas tarde en la obra del pintor impresionista.

En cuanto a Van Gogh se refiere, éste no dudaría en decir: -Parfois, je crois réellement continuer cet homme-là (A veces estoy completamente convencido de ser una continuación de este hombre).

El paisaje marino, tan caro a Courbet, Jongkind y Boudin, muestra la transparencia del aire como uno de sus temas predilectos. En cuanto a los retratos, hay un cambio considerable con el retrato clásico. Corot o Carpeaux, van a pintar un rostro en crisis, más cercano a la metafísica, al dolor, al miedo a la nada, al vacío, que los cuadros de diosas inmutables del Renacimiento.

Y por último encontramos dentro de los precursores del Impresionismo a dos grandes artistas, Odilon Redon y Gustave Moreau. Ellos se sumergen en los sueños, fuente inagotable de creación artística. Aunque no hablan del inconsciente, éste aparece en sus pinturas. Aun no se hablaba de psicoanálisis ni de surrealismo.

Los Impresionistas:

El grupo de los cinco, conciente que la pintura que realizan es una ruptura con el arte oficial, estudian las obras de los artistas que hoy se consideran como precursores del impresionismo y siguen los caminos que ellos habían abierto:

-La línea del horizonte, deja de ser la búsqueda principal del autor.

-Fracciona el campo visual.

-Distorsiona la imagen, como si se tratase de una fotografía mal enfocada.

-El color adquiere características protagónicas. En La Rue Montorgueil (1878), de Claude Monet, se vislumbra la orgía de colores que más tarde dará paso al fauvismo.

El hombre no necesariamente es el objeto principal de la obra.

-La ciudad, y los ciudadanos anónimos que recorren sus calles cada día, se convierte en protagonista de la obra.

Pero, ¿Quién era Paul Cézanne?:

Su padre, un prominente banquero, esperaba que su hijo siguiera con el negocio familiar, a lo cual Paul Cézanne se negó firmemente; por lo que en el año de 1862 viajó a París, con el único propósito de estudiar pintura, su única pasión y a la que le permanecería fiel por espacio de toda su vida. Allí conoce a Monet, Manet, Pizarro, Degas y Berthe Morizot, la única mujer del grupo. Pero será con Pizarro con quien tendrá una profunda y sólida amistad.

Cuando el padre de Cézanne se entera que su hijo no asiste a las clases de arte convencionales y que expone con un grupo a todas luces maldito -como lo eran Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud y Verlaine, poetas que a su vez habían roto con la estructura y temas de la poesía tradicional francesa-, monta en cólera y emprende una especie de chantaje económico que va a convertirse en un dolor de cabeza para Cézanne.

Los años que pasa en París, y en sus alrededores, están marcados por la falta de dinero y por la incomprensión paterna; sobre todo cuando sus padres se enteran que ha tenido un hijo con una mujer de origen humilde y con quien no se ha casado, pero quien será la mujer de su vida.

Hacia 1870, Victor Choquet, un empleado del Ministerio de Finanzas, amante de la pintura, comienza a invertir sus ahorros en obras de arte, hasta convertirse en uno de los más importantes coleccionadores del siglo XIX. Las primeras obras que compra son de Delacroix. En 1875, contrata a Renoir para que pinte el retrato de su esposa.

Es de anotar, que en ese momento Renoir era totalmente incomprendido en los círculos artísticos de París, era rechazado por sus orígenes humildes y su obra era el hazmerreír de sus contemporáneos. Posteriormente compra dos cuadros de Cézanne y no duda en exclamar: -Comme cela fera bien entre un Delacroix et un Courbet (-Va a verse muy bien entre un Delacroix y un Courbet). Cézanne y Choquet se convierten en grandes amigos y el lazo que los une en un principio es la admiración que siente por Delacroix. Cézanne le escribiría más tarde: -Delacroix servit d’intermédiaire entre vous et moi (-Delacroix sirvió de intermediario entre usted y yo). Choquet llegará a tener 32 obras de Cézanne. En la exposición de los Impresionistas, en 1876, Choquet tratará en vano de hacerle comprender a los visitantes la importancia de la obra de Cézanne.

Entre 1877 y 1882 hace varios viajes a la Provenza y comprende que es el cielo, permanentemente azul, y la luz mágica de esta región, lo que necesita para continuar con su obra. Es la época en que pinta árboles sacudidos por el Mistral, el viento del norte, que en esta región francesa es casi permanente y de una furia incontenible. Sus árboles son azotados como lo es el hombre por los avatares de la vida.

En esta época Cézanne emprende la búsqueda de si mismo, gracias a un trabajo cada vez más arduo y más disciplinado, búsqueda que dará sus frutos en los años que precedieron a su muerte.

En 1882 decide instalarse nuevamente en Provenza. Es en este período que comienza a pintar uno de sus temas favoritos: la montaña Santa Victoria. Los lugares escogidos están muy cerca los unos de los otros: L’Estaque, Gardanne, le Jas de Bouffan, Bellevue-Montbriand.

La Provenza, vista con los ojos del artista, se muestra en todo su esplendor y Cézanne comienza a tomar conciencia de su genio como pintor. Región y producción artística se unen para siempre; a partir de este momento es difícil pensar que Cézanne puediese trabajar en otro lugar que no fuera su región natal.

En 1890 realiza el cuadro titulado La maison de Bellevue, y un espectador avezado comprende que los árboles que rodean la casa, están representados como si fueran pequeñas llamas que suben al cielo; tal y como lo hacía Van Gogh. De todas formas no hay que olvidar que esta región es rica en cipreses florentinos; ese árbol marvilloso que crece en forma flamígera.

El período comprendido entre 1888 y 1899, Cézanne se dedica a viajar. Regresa a París, visita sus alrededores, y viaja al departamento de Franche-Compté y de allí pasa a Suiza. Entre 1890 y 1895 realiza una de sus obras maestras: Los Jugadores de Cartas. En 1895, Vollard, el marchante de arte, realiza la primera retrospectiva de su obra; lo que le permite comenzar a ser reconocido dentro de un estrecho círculo artístico. De las 80 obras que son expuestas en esta ocasión, 50 pertenecen a la Provenza.

Es en este período que pinta la serie de Les grandes baigneuses.

En esta serie puede verse a un Cézanne en paz consigo mismo, el lugar, la luz, las mujeres que toman un descanso en una tarde de sol, son el símbolo de un paraíso que pareciese que aún no se ha perdido. No obstante estos cuadros contrastan considerablemente con los retratos de campesinos que son realizados en la misma época, donde la soledad, el desamparo, la incertidumbre ante el futuro, el dolor, están soberbiamente representados; como en los cuadros de Jeune homme au gilet rouge (Colección Bürhle, Zürich, 1894-1895) o Le paysan (Colección privada, 1890-1892). Le jardinier Vallier (Washington, National Galerie of Art, 1905), en esta obra el jardinero refleja la fatiga causada a lo largo de toda una vida bajo el estigma de la precariedad, pero también la sabiduría que llega con la vejez.

En los años que van de 1900 a 1906, se instala nuevamente en Aix-en Provence. Hace construir un taller en un lugar privilegiado, la pendiente de las lobas, desde allí Cézanne domina la ciudad. Realiza tres obras más sobre el tema de las bañistas, que difieren de las anteriores, en cuanto que son cada vez mas abstractas. En este último período, Cézanne logra una síntesis inigualable de la luz, del color, de la composición y de la figuración.

El 15 de octubre de 1906, la lluvia y una oleada de frío lo sorprenden en el campo y se queda en la intemperie durante varias horas, hasta que un campesino lo recoge en estado inconsciente y lo lleva a casa.

Al día siguiente se levanta para continuar con el retrato del jardinero Vallier –este cuadro quedará inconcluso, no obstante es una obra que no puede pasar desapercibida, el rostro del jardinero no tiene edad; pero como el anterior, es un rostro que denota fatiga y desesperanza-. Cézanne se había jurado a sí mismo que la muerte lo sorprendería con el pincel en la mano.

Al regresar horas más tarde a su hogar, siente que las fuerzas lo han abandonado, por lo que ya no volverá a levantarse. Muere en la noche del 22 al 23 de octubre de 1906. Para entonces ya eran muchos los marchantes de arte que comenzaban a comprender el genio de Paul Cézanne y jóvenes pintores, como Picasso, emprendían el estudio de su obra.

Bibliografía:

Cézanne en Provence, L’Exposition du Musée Granet. Dossier de l’Art. No 130, Mai 2006.

CLAY, Jean. L’impressionnisme. Préface de René Huyghes, de l’Académie Française, Professeur au Collège de France. Edit. Hachette. 1971.

Breve reseña sobre la autora del artículo:

Berta Lucía Estrada E. realizó estudios de literatura en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá-Colombia), una Maestría y un DEA en el Institut des Hautes Etudes de l'Amérique Latine, Sorbonne III (París- Francia) y una Especialización en Docencia Universitaria en la Universidad de Caldas (Manizales- Colombia).

Se ha desempeñado como docente universitaria en las área de francés, de literatura y de historia del arte.

Durante 10 años trabajó como funcionaria en la Unidad de Cultura adscrita a la Alcaldía de su ciudad de origen, dictando capacitaciones a las bibliotecarias y docentes de primaria en la animación de lectura infantil y juvenil. Ha publicado dos libros en papel, "Un regalo para la abuelita" (literatura infantil) y "Las cuatro estaciones" (poesía).

Ha publicado algunos artículos en revistas y en el mes de agosto 2006, publica en monografias.com un ensayo sobre El Rey Transparente, la última novela de Rosa Montero. Es colaboradora asidua de Papel Salmón, la separata dominical del diario La Patria de Manizales (Colombia).

Nota: La traducción de los textos del francés al español fue realizada por la autora de este artículo.

 

Berta Estrada

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