Este artículo pretende contestar lo más satisfactoriamente posible la siguiente pregunta, basada en el libro sagrado del Génesis: ¿Cómo ha de entenderse el relato del Primer Día Creativo, cuando dice que "llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero"?
Y Dios procedió a decir: "Llegue a haber luz". Entonces llegó a haber luz. Después de eso Dios vio que la luz era buena, y efectuó Dios una división entre la luz y la oscuridad. Y Dios empezó a llamar a la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero.
Génesis, capítulo 1, versículos 3 a 5.
En el artículo G017 (Luz difusa), página 6, se expone: «Supongamos que un niño, cuyo padre es catedrático en física nuclear, desea saber qué es el átomo, pues ha oído hablar mucho de él a las personas que le rodean y no tiene ni la más remota idea de lo que significa el concepto. ¿Nos imaginamos cómo respondería este padre ante la demanda de conocimiento de su hijito? ¿Qué vocabulario emplearía para poder ayudarle? ¿De qué manera adaptaría la información científica a la pequeña mente de su hijo para que éste pudiera recibirla con la mayor claridad y exactitud posibles?
Lo primero que este padre habría de tener en cuenta, sin falta, es que los niños son muy egocéntricos por naturaleza, pero no necesariamente en el sentido peyorativo del término. Esto se debe a que los pequeñuelos miran el mundo a través de un prisma sumamente subjetivo, prácticamente exento de objetividad. Sólo más tarde en la vida, a medida que se alcanza el estado adulto, la estructura mental de los seres humanos jóvenes se torna lo suficientemente madura como para poder liberarse progresivamente de la subjetividad criteriológica inicial y dar paso al desarrollo de una objetividad más o menos acusada. Pero, en todo caso, dicha objetividad es limitada en el hombre y como mucho logrará cierto nivel avanzado, notoriamente inferior a la totalidad absoluta deseable. Esto significa que por más forzamiento racional que un individuo terrestre o una colectividad humana se autoimponga, siempre descubrirá a la postre que su intelectualidad está afectada por una componente subjetiva nada despreciable.
Pues bien, algo similar debió ocurrir en el caso del primer hombre, Adán, y de sus descendientes inmediatos. La infancia del conocimiento humano conllevaría el lastre de una subjetividad necesariamente alta, la cual iría menguando de forma natural con el transcurso del tiempo, y sobretodo en la medida en que los nuevos descubrimientos se acumularan e hicieran necesario el ajuste a la realidad. Por ejemplo, las primeras impresiones del entorno tendrían en los humanos una interpretación racional eminentemente sensitiva, basada obligatoriamente en la apariencia de las cosas, mediada ésta por los sentidos corporales; pero con la experimentación, la contrastación de hipótesis y las herramientas tecnológicas de observación (microscopio, telescopio) tales interpretaciones devendrían obviamente a mejores cauces cognoscitivos y penetrantes, más allá de los sentidos corporales, ganándose consecuentemente en objetividad.
Por lo tanto, es lógico pensar que el Creador facilitara a los primeros humanos una narración de la creación adecuada a la subjetividad del hombre primigenio. No es entonces disparatado suponer que el relato creativo fuera dado al hombre desde la óptica de un observador terrestre y no desde el punto de vista de un Ser Superior extraterrestre (es decir, cuya morada pertenece a un lugar insospechadamente alejado de nuestra Tierra), de mentalidad inconmensurablemente elevada y cuyo conocimiento transita por senderos absolutamente inasequibles al entendimiento humano».
El punto de vista del Creador.
El relato creativo del Génesis se adapta a la forma humana de entender las cosas, pero viene dado por el Sumo Hacedor. En consecuencia, no sería nada extraño hallar en dicho relato alguna clase de impregnación del punto de vista divino de los asuntos, y tal sucede cuando se habla de "Día". La revista LA ATALAYA del 15-7-1970, páginas 437 a 440, editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice:
«El punto de vista de Dios […] descuella por encima del punto de vista del hombre. Dios [carece de] limitaciones. Nosotros somos finitos, muy limitados. Bien dice […] Dios: "Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de [vosotros], y mis pensamientos que los pensamientos de [vosotros]"— Isaías 55: 9.
Con razón el salmista David preguntó: "Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente?" Apropiadamente el profeta Isaías exclamó: "¡Mira! Las naciones son como una gota de un cubo; y como la capa tenue de polvo en la balanza han sido estimadas. ¡Mira! Él alza las islas mismas como simple polvo fino"— Sallmo 8: 3, 4; Isaías 40: 15.
Insondable como es la grandeza de […] Dios, así también es insondable su existencia. Él siempre ha existido. Como el "Rey de la eternidad" él es Dios "desde tiempo indefinido hasta tiempo indefinido." No es sin buena razón que el profeta Daniel describe a […] Dios como "el Anciano de Días"—1 Timoteo 1: 17; Salmo 90: 2; Daniel 7: 9.
Claramente este Creador sempiterno, Jehová [o Yavé por nombre, según las Santas Escrituras], consideraría el tiempo de manera diferente de la manera en que lo consideramos nosotros los simples mortales, con nuestra duración de vida de setenta u ochenta años. ¿No considera un niñito el tiempo de manera diferente de la manera en que lo considera una persona avanzada en años? A un niño doce meses pueden parecerle un tiempo muy largo, pero a una persona de mayor edad le parece que los años pasan volando. ¡Cuán diferentemente, entonces, debe considerar el tiempo el "Anciano de Días" de la manera en que lo consideramos nosotros los mortales! Obviamente, cuando Jehová en su Palabra habla de un "día" o "días," no debemos concluir que él siempre se refiere a días de veinticuatro horas. Es posible que se refiera a ellos y es posible que no.
Así encontramos que la palabra hebrea para "día," yohm, se usa de una variedad de maneras en la Biblia. En el mismísimo relato de la creación se usa "día" para referirse a tres diferentes períodos de tiempo. Se usa "día" para referirse a las horas que dura la luz del día, como cuando leemos: "Empezó Dios a llamar la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche". Se usa para referirse al día así como a la noche, como cuando leemos: "Llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero". Y "día" también se usa para referirse al entero período de tiempo envuelto en la creación de los cielos y la Tierra: "Ésta es una historia de los cielos y la tierra en el tiempo de ser creados, en el día que hizo Jehová Dios tierra y cielo"— Génesis 1: 5; 2: 4.
Por otra parte, en más de una ocasión Jehová Dios usó un día para representar un año. Esto lo hizo con relación a los israelitas en el desierto y a su profeta Ezequiel. Su Palabra dice: "Un día por un año, un día por un año, [vosotros responderéis] por [vuestros] errores". "Un día por un año, un día por un año, es lo que te he dado" (Números 14: 34; Ezequiel 4: 6). Así mismo fue tocante a la profecía de Daniel que predijo la venida del Mesías al fin de sesenta y nueve "semanas". Vino el Mesías, no al fin de sesenta y nueve semanas literales, ó 483 días, sino al fin de 483 años…
No sólo un año, sino hasta mil años a veces se representan como un día en la Palabra de Dios.
Como meditó el profeta Moisés: "Porque mil años son a tus ojos solo como el día de ayer cuando ha pasado, y como una vigilia durante la noche". El apóstol Pedro lo expresa aun más fuertemente: "No [vayáis] a dejar que este hecho en particular se [os] escape, amados, que un día [griego, hemera] es para con Jehová como mil años y mil años como un día"— Salmo 90: 4; 2 Pedro 3: 8…
Sin embargo, muchos de la cristiandad, en particular los llamados fundamentalistas, insisten en que los días de la creación que se mencionan en el capítulo uno de Génesis sólo fueron de veinticuatro horas de duración. Por supuesto, dado que Jehová Dios, el Creador, es sapientísimo así como todopoderoso, bien pudo haber creado todas las cosas que se mencionan en el relato de la creación en seis días de veinticuatro horas. Pero por la evidencia que se encuentra en las rocas de la Tierra y por los telescopios de los astrónomos, no parece que él haya hecho las cosas así.
Respecto a estos días de creación dice A Religious Encyclopædia por Schaff: "Los días de la creación fueron días creativos, etapas del proceso, pero no días de veinticuatro horas". De manera semejante, Delitzsch dice en su New Commentary on Genesis: "Se quiere decir días de Dios, para Él mil años sólo son como un día cuando ha pasado, Salmo 90: 4… Los días de la creación son, según el significado de las Santas Escrituras mismas, no días de veinticuatro horas, sino eones [(ver nota, a continuación)]… Pues esta medida de tiempo terrestre y humana no puede aplicar a los primeros tres días"…
[Convendría ahora] aclarar un concepto falso común. Ese concepto falso es que la Tierra misma fue creada durante los seis "días" de la creación. El registro bíblico indica que el universo, los cielos estrellados, así como este planeta Tierra, fueron creados antes de comenzar el primero de los días creativos de la Tierra.
Así, Génesis 1:1 habla de la creación de los cielos estrellados así como de este planeta Tierra, y dice: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Cuándo aconteció este "principio," la Biblia no lo dice. No es sino hasta después en la Biblia que leemos acerca de lo que Dios creó en el primer "día". Por lo tanto, los seis "días" creativos envuelven los actos creativos de Dios al preparar la Tierra ya existente para habitación humana, y no la creación de la Tierra misma. No hay nada en el relato del Génesis, entonces, que contradiga las conclusiones científicas de los científicos modernos de que el universo material, incluso la Tierra, quizás tenga muchos miles de millones de años…».
NOTA:
Según el DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA, editorial Espasa Calpe, versión electrónica de 2003, la palabra EÓN procede del vocablo inglés EON, y éste del término griego "a???", que significa ÉPOCA o TIEMPO. Con él se pretende señalar a un período de tiempo indefinido y de larga duración. O también a una unidad de tiempo geológico, equivalente a mil millones de años.
Observadores angélicos.
El tomo 1 de la obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, de la Sociedad Watchtower, edición de 1991, página 572, comenta:
«Después de exponer lo conseguido durante cada uno de los seis días de actividad creadora, en cada caso aparece la declaración: "Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana", un día primero, segundo, tercero, etc. (Génesis 1: 5, 8, 13, 19, 23, 31). Puesto que cada día creativo duró más de veinticuatro horas, como se explica más adelante, esta expresión no alude a una noche y un día literales, sino que debe entenderse en sentido figurado. Durante la tarde, las cosas serían indistintas, pero por la mañana podrían distinguirse con claridad. En el transcurso de la "tarde" o principio de cada uno de los períodos o "días" creativos, ningún observador angélico sería capaz de distinguir el propósito de Dios para ese día en particular, a pesar de que Él lo conociese perfectamente. Sin embargo, con la llegada de la "mañana", habría plena luz con respecto a lo que Dios se había propuesto para ese día, pues entonces ya se habría realizado».
Según el libro bíblico de Job, capítulo 38, versículos 1-7, Dios interrogó a este patriarca con el objeto de hacerle recapacitar, ya que por causa de atravesar una dura prueba había perdido transitoriamente parte del buen juicio y la sensatez: «Y Jehová procedió a responder a Job desde la tempestad de viento y decir: "¿Quién es éste que está oscureciendo el consejo con palabras sin conocimiento? Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado, y déjame interrogarte, y tú dame informe. ¿Dónde te hallabas tú cuando yo fundé la tierra? Infórma[me], si de veras conoces el entendimiento. ¿Quién fijó sus medidas, si acaso lo sabes, o quién extendió sobre ella el cordel de medir? ¿En qué han sido hundidos sus pedestales con encajaduras, o quién colocó su piedra angular, cuando las estrellas de la mañana gozosamente clamaron a una, y todos los hijos de Dios empezaron a gritar en aplauso?».
La obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, página 880, explica lo siguiente: «En la Biblia se hace referencia a las estrellas con un sentido figurado y en metáforas o símiles para representar a ciertas personas, como en el sueño de José, en el que sus padres estaban representados por el Sol y la Luna, y sus once hermanos, por once estrellas. En Job 38: 7 se establece un paralelo entre "las estrellas de la mañana" que clamaron gozosamente cuando se fundó la Tierra y los "hijos de Dios" angélicos…».
La misma obra, en el mismo tomo, página 139, expone: «Se creó a los ángeles mucho antes que al hombre, ya que al "fundar la tierra", "las estrellas de la mañana gozosamente clamaron a una, y todos los hijos de Dios empezaron a gritar en aplauso" (Job 38: 4-7)… En cuanto a la cantidad de huestes angelicales que hay en el cielo, Daniel [el profeta dijo] que vio "mil millares que seguían ministrándole [a Dios], y diez mil veces diez mil que seguían de pie directamente delante de él" (Daniel 7: 10)».
Conclusión.
Tratándose del primer día creativo, que tal vez duró eones de tiempo, la declaración "Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero" (Génesis 1: 5) debería tener otra significación diferente a la de tarde y mañana pertenecientes al día solar de 24 horas. Si Adán entendió que el primer día creativo constituía por sí solo un gran espacio de tiempo, muy superior al del día solar de 24 horas, entonces la expresión "llegó a haber tarde y llegó a haber mañana" le sugeriría otra cosa que, pareciéndose analógicamente a la tarde y a la mañana del día solar, en realidad aludía a un fenómeno de larga duración en el tiempo que se iniciaría tenue y oscuramente y acabaría diáfana y claramente.
El vocabulario primegenio que recibió Adán de su Creador constaba, al parecer, de un número no excesivamente grande de elementos, con la intención de que el hombre lo ampliara considerablemente en el transcurso de sus investigaciones y necesidades comunicativas. Por lo tanto, el uso de figuras retóricas, tales como la analogía o el símil, facilitaban enormemente la expresión del pensamiento y su memorización. A falta de mayor objetividad en el lenguaje, la cual se adquiriría en etapas posteriores del conocimiento humano por medio de la elaboración de jergas especializadas compuestas de términos portadores de alta precisión semántica, la comunicación inicial del hombre con su Creador estaría necesiariamente afectada de muchas figuras retóricas. Y éste parece ser el caso de la expresión "Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero".
Autor:
Jesús Castro