El queso y los gusanos: El repunte de la historia de la cultura popular
Enviado por javier_cervantes_mejia
La Escuela de los Annales se crea debido a la necesidad que se tenía de evitar caer en una historia "cientifista", donde predominara el excesivo uso de los documentos y de la deformación total de los análisis históricos para beneficiar a las clases más pudientes.
La mayoría de los textos surgidos de la corriente positivista decimonónica se dedicaron a justificar el poder de las clases adineradas o políticamente "superiores" sobre los pobres.
De esta manera, una de sus principales herramientas era obviar por completo la opinión o historia de "los de abajo", los oprimidos.
Así pues, viene a darle esta corriente histórica de los Annales nuevas formas de enfrentar los hechos históricos, ya sea utilizando el análisis a partir del uso conjunto de la antropología, sociología, economía, entre otras, como el uso de las mentalidades. En este sentido, harían carrera los precursores de esta corriente: Marc Bloch y Lucien Febvre.
Las continuas evoluciones que ha sufrido a lo largo de la historia esta nueva forma de hacer historia traen como consecuencia nuevos horizontes de análisis, entre los cuales destacan la microhistoria (italiana por supuesto) que va a ser un paradigma de estudio.
Entendamos, pues, que si alguna diferencia existe entre la microhistoria mexicana, encabezada por Luis González y la microhistoria italiana, propuesta por Carlo Ginzburg es que la primera sólo va a ser una forma más perfeccionada de hacer historia regional, mientras que la segunda va a ser una propuesta innovadora en el sentido de que permite hacer el análisis de un acontecimiento histórico a partir de un estudio microscópico; es decir, llevar el objeto de estudio a un sistema de escalas, donde haya una dialéctica entre los procesos microhistóricos (un personaje relevante de una época, una ciudad trascendente o un conflicto paradigmático) y macrohistóricos (el nivel económico que rige universalmente una época, la religión, los valores). Carlo Ginzburg busca encontrar tal punto de partida en un paradigma indiciario, el cual debe ser el punto donde converjan esa microhistoria y esa macrohistoria. En este caso, Menocchio es su pretexto.
El Queso y los gusanos es la obra característica de la microhistoria italiana. Este texto narra el transcurso del juicio por parte de la Inquisición que se hace a un molinero friulano (de la ciudad de Friuli), el cual es acusado de herejía y de blasfemia.
En este sentido, el tipo de texto que nos ofrece Ginzburg gira en torno a la narración de un proceso judicial que sufre un condenado por religión. Una narración que lejos de quedarse en la crónica del acontecimiento, analiza las características que tuvo para así delimitar el pensamiento, valores y ética que regían la época circunscrita en el siglo XVI, haciendo explícito el sentir de religiosos (representantes de la clase dominante) y de los campesinos (representantes de las clases subalternas) en la figura de Menocchio (Domenico Scandella).
Con esto, podemos inquirir que la principal necesidad del autor de la obra es mostrarnos una época determinada a través de una figura representativa.
Para esto, Ginzburg escoge a Menocchio, un representante de la clase baja (que no oprimida, ya que señala el autor el molinero no era pobre) y así manifestar la cosmovisión que regía la vida en aquella época.
El autor intenta hacer hablar a aquellos que se han quedado sin voz dentro de los procesos históricos y que, sin embargo, son los principales causantes de esas consecuencias históricas; no obstante su problematización va más allá, pues no sólo es hacerlos hablar sino entender cómo fue posible que estuvieran callados tanto tiempo.
Es decir, la principal propuesta en el libro de Ginzburg es estudiar no ya la cultura producida por las clases populares, sino la cultura impuesta a las clases populares.
Ginzburg maneja un esquema muy ameno donde proporciona capítulos breves en contenido; pero extensos en sustancia. Dentro de sesenta y dos capítulos que conforman su obra el autor nos relata los dos procesos judiciales por los cuales pasa el molinero para defenderse de sus denuncias o, bien, para atenuar más sus convicciones.
A lo largo de la obra Ginzburg nos lleva desde el antecedente histórico de las ciudades de Italia y de la vida de Ginzburg hasta los pasajes de los interrogatorios hechos por la religión y sus influencias intelectuales.
Así como nos ofrece todo un panorama de las creencias que Menocchio defendió durante el proceso inquisitorial y cuál era su cosmovisión acerca de la creación del mundo, la virginidad de María y la mortalidad de Jesucristo.
La exposición del texto que hace Ginzburg habla muy bien de sus dotes de gran escritor, más cuando nos relata este acontecimiento como un drama policiaco, en donde el molinero tiene todas las desventajas que representaba la época en cuanto a que era acusado de hereje, la religión permeaba el estilo de vida del hombre que pasaba del medievo a la modernidad; pero que tenía la virtud de vivir varios procesos históricos relevantes: la Reforma y la aparición de la imprenta. Sin esto, para Menocchio hubiera sido muy difícil poder debatir a los religiosos en las querellas. Recordemos solamente que sus fuentes de inspiración fueron: en la fuente oral, Nicola de Porcia, como en la bibliográfica, libros como La Biblia en lengua vulgar, Florilegio de la Biblia, Il lucendario della Madonna, Il Lucendario de Santi, Historia del Giudicio, Il Cavalier Zuanne de Mandeville, Il Sogno del Caravio, El Decamerón, entre otros. Bajo este tenor, es evidente que los debates que transcurrieron tenían que llevar sus buenas dosis de citas de los libros antes mencionados, por lo que Ginzburg gusta dar estos pequeños fragmentos como armas intelectuales con las cuales se defendía Menocchio.
El gusto de Ginzburg por la temática policíaca proviene desde un artículo denominado "Unu Testis", en donde: "se analizaba un progrom en la Edad Media y postulaba la idea de que un solo testigo –unus testis-era suficiente para establecer cómo habían sucedido los hechos." (AGUIRRE, Rojas, Carlos Antonio, "La historia cultural construida desde ‘la perspectiva de las víctimas’" ubicado en http://cceh.historia.umich.mx/nuevo_horizonte/Numero3/Aguirre.htm). Así como en uno de sus últimos libros denominado El juez y el historiador donde: "acude en defensa de un amigo al que se ha declarado culpable de asesinato por la confesión de, precisamente, un solo testigo." (Ídem)
Las finalidades explícitas del autor para realizar su obra radican en: realizar una historia que le dé cabida a los relatos de las clases populares u oprimidas; pero que expliquen, asimismo, el porqué de esa omisión de sus testimonios en las historias oficiales.
Demostrar también que el análisis microhistórico puede ser un vinculador de los procesos microscópicos (microhistóricos) y los macrohistóricos.
En el caso de esta obra Menocchio figura como el "eslabón" de esa convergencia, pues representa al sector campesino que es pobre y oprimido; pero que al tener la ventaja de saber leer y escribir tiene un nivel más decoroso para interaccionar con las clases dominantes, en este caso era un obstáculo para la Iglesia por sus ideas (él consideraba que en un principio todo era caos, y que al pasar el tiempo se formó una masa, como cuando se hace el queso con la leche y que en él se formaron gusanos y éstos fueron los ángeles.
De ahí salió el mismo Dios). Los análisis implícitos dentro del texto girarían en torno a reconocer en Menocchio a ese "precursor", como le llama Ginzburg, de lo que representaría el hombre moderno. Lejos de ser herético manifestaba las ideas que concebía a partir de las lecturas que hacía. De ahí que condenara el hecho de que la Iglesia se hacía rica a costa de los creyentes o de que se aprovechaban en los juicios por el uso del latín, incomprensible para muchos acusados.
Las fuentes utilizadas por Ginzburg radican en dos grandes grupos: primarias y secundarias. Dentro de las primeras tenemos todos los archivos consultados, ya sea el Archivo de la Curia Arzobispal de Udine, de Pordenone, el Archivo de Estado de Módena, de Pordenone, de Venecia, entre otros. Asimismo, los libros considerados por Menocchio para defenderse ante los tribunales de la Inquisición.
Con respecto a las secundarias, contemplamos toda la bibliografía que Ginzburg nos ofrece durante sus notas a pie de página, la cual le sirvió para contextualizar de alguna manera Italia y la importancia de un campesino de esa región, así como la influencia eclesiástica dentro de ese ambiente. Así tendríamos que entre sus principales citas está Bloch, Landucci, Scalzinni, entre otros.
Para este trabajo, es seguro que Ginzburg haya realizado un trabajo de fichaje en torno a la bibliografía antes señalada, donde realizó resúmenes de los pasajes más importantes, paráfrasis de autores con ideas que sirvieran a su estudio y de tipo mixto donde mezcló su opinión basada en lo consultado.
Además de que es seguro el uso de fichas catalográficas que le dieran sistematización a la búsqueda de información en archivos. Con respecto al método usado dentro de la elaboración de su obra trasciende el inductivo (particular a general), ya que vemos cómo a partir del estudio de la vida de una persona que se entiende contextualizada en su entorno se puede explicar todo un proceso histórico acontecido en un siglo. Además, de que a lo largo de su texto Ginzburg utiliza la contrastación de fuentes para ejemplificar lo relatado.
Los conceptos más recurrentes a los que el autor se vio enfrentado fueron: clases populares, clases dominantes, herejía, blasfemia, inquisición, juicio, etcétera.
Hay que hacer explícito que la corriente que Ginzburg toma es la de la microhistoria italiana (incluso él es su precursor), por lo cual sus historias van a girar en torno al sistema de escala o niveles de estudio de los procesos.
Este tipo de análisis se desprende de toda una tradición que constituyó la Escuela de los Annales (principalmente Marc Bloch) denominada Historia de las Mentalidades; sin embargo, Ginzburg prefiere denominar a su historia como estudio de la Cultura Popular para evitar las lagunas que todavía ofrece el término de mentalidad.
Las variables que utlizó Ginburg para llevar a cabo su estudio se basan en la concepción de no caer en una biografía sin sentido, sino explicar un ejemplo de la vida italiana durante el siglo XVI, por tal razón es significativo que utilice a un hombre trascendental como Menocchio que sabe leer y escribir, y que vive una época en la que hay difusión literaria y un cuestionamiento grande a la Iglesia. La principal influencia de Ginzburg como ya fue explicad se deriva del estudio que él hace del trabajo de Marc Bloch, principalmente de la obra de Los reyes taumaturgos.
Sigue, en este sentido, la originalidad de estudiar el proceso de las mentalidades en una sociedad; sin embargo, él innova con su concepto específico de cultura popular. Así, tenemos que no es gratuito el hecho de que a Ginzburg, con El queso y los gusanos, se le considere un paradigma en el estudio histórico.
Para Ginzburg, relatar la vida de un molinero italiana que fue quemado en la hoguera por la Inquisición, representa una nueva forma de tratar las fuentes históricas.
Es decir, su mayor aportación es la de encontrar en los documentos ya analizados o inhóspitos un indicio que nos dé otra perspectiva sobre un hecho para así nutrir más un acontecimiento histórico para que sea mejor entendido. La obra de Ginzburg en este sentido es, a mi gusto, una gran aportación al análisis de la historia después de que en 1968 el marxismo entra en crisis.
Con El queso y los gusanos es evidente que el tratamiento de la historia lejos de ser finito siempre esté en constante evolución.
Ahora las élites compartirán créditos con la historia popular, la de las clases bajas, gracias a la aportación italiana con su microhistoria, su historia de niveles, o la aportación de Ginzburg con su Historia Popular.
Javier Cervantes Mejía
Universidad Autónoma del Estado de México