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La tragedia de Gaza y el conflicto palestino-israel (página 2)

Enviado por Anais Urdaneta


Partes: 1, 2

Mientras que otras provincias otomanas fueron alcanzando paulatinamente su independencia, la disputada Palestina siguió bajo control colonial. Los dos proyectos nacionales, el árabe palestino y el sionista, chocaron cuando la comunidad judía inmigrada, aunque minoritaria, tomó envergadura y amplió sus propiedades siguiendo planes de control territorial. Su proyecto estatal se hizo claro cuando el yichuv, la comunidad judía en Palestina, fue creando instituciones autónomas a modo de un protoestado judío y desarrollando prácticas excluyentes y discriminatorias respecto a los árabes. Poco a poco fue creciendo una espiral de violencia entre árabes y judíos sionistas (entre 1936 y 1939 tuvieron lugar importantes revueltas árabes) lo que llevó a barajar la partición del territorio. Tras la segunda Guerra Mundial y ante la inminente retirada británica las Naciones Unidas (resolución 181, noviembre 1947) propusieron formalmente la partición del territorio y la creación de dos Estados, uno árabe palestino y otro judío. Este plan fue rechazado por los árabes pues legalizaba, a sus ojos, los planes y las colonias establecidas por los sionistas.

En mayo de 1948, la comunidad judía declaró unilateralmente la creación del Estado de Israel, acto que desencadenó la intervención militar de los Estados árabes vecinos en apoyo a los palestinos. A raíz de esta primera guerra árabe-israelí, el Estado judío no sólo resistió la intervención árabe, sino que provocó la salida de gran parte de la población palestina que quedaba en su territorio y amplió la superficie de su territorio más allá de lo previsto en el plan de partición. Israel aprovechó además la desarticulación de la sociedad palestina provocada por el éxodo y la guerra. Los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza quedarían bajo control de Jordania y Egipto respectivamente; se frustraba la creación de un Estado árabe en Palestina, y la ciudad de Jerusalén quedaba dividida.

El nuevo Estado judío se alineó pronto con las potencias europeas frente al nacionalismo árabe (guerra del canal de Suez en 1956); ganándose su apoyo político y económico. Además a raíz del genocidio nazi, afirmó su razón de ser al declarar Israel como único refugio seguro para todos los judíos. Durante las primeras décadas Israel se consolidó como Estado y promovió la instalación masiva de judíos. En cambio, a raíz de la guerra, los palestinos vieron frustrado su derecho a disponer de un Estado propio. Dispersos entre varios países y divididos internamente su actuación casi se limitó a algunos hostigamientos poco eficaces contra Israel. En 1964 se crearía la Organización para la Liberación de Palestina, OLP.

Por imperativos de seguridad (la necesidad de contar con más profundidad defensiva ante los hostigamientos de sus vecinos árabes) y de recursos naturales (el control del agua), en junio de 1967 Israel ocupó el Golan sirio, la península del Sinaí egipcio y los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza. Con la ocupación de estos últimos Israel se apoderaba de la totalidad del territorio de la Palestina del Mandato; sin embargo no los anexionaría ante la imposibilidad de expulsar a su población árabe y para evitar incrementar el número de árabes con ciudadanía israelí.

Desde 1967 Cisjordania y la Franja de Gaza han estado bajo ocupación militar israelí. Este régimen ha supuesto el estado de excepción permanente (autoridades y legislación militar), la persecución de los nacionalistas palestinos, la apropiación de sus recursos naturales (tierra y agua), la gradual expropiación de tierras para la instalación de colonos (en 1997 hay más de 150.000 colonos en los territorios ocupados y otros 170.000 en Jerusalén Este) y bases militares, la progresiva judaización de la parte oriental de Jerusalén (donde se pretende que la población árabe deje de ser mayoritaria), y, en fin, la total subordinación de la economía palestina a la israelí.

Mientras tanto la oposición palestina se organizó en el exterior. Durante los años 70 y 80', la OLP recompuso el tejido nacional palestino y organizó un Estado en el exilio que logró el reconocimiento y el apoyo internacional. La OLP combinó el encuadramiento de la población palestina refugiada, la acción diplomática y la lucha armada para liberar el territorio. Progresivamente la OLP fue aceptando la fórmula de la partición territorial pero exigiendo la materialización de los derechos nacionales del pueblo palestino: libre determinación, derecho a disponer de un Estado y retorno de los refugiados.

Ante la intransigencia israelí y el continuo apoyo de sus valedores externos, ni la vía diplomática seguida por la OLP ni la lucha armada dio resultados. A finales de 1987 la iniciativa fue retomada por los palestinos del interior que desencadenaron el levantamiento popular en Cisjordania y Gaza. La intifada supuso un vasto movimiento de rechazo a la ocupación y de desobediencia civil que causó una profunda conmoción en Israel, desenmascaró la realidad de la ocupación y desencadenó un vasto apoyo internacional a los palestinos.

Al calor de la revuelta, en junio de 1988, Jordania cortó sus vínculos administrativos con Cisjordania, y en noviembre el Consejo Nacional Palestino (parlamento en el exilio) declaró el Estado de Palestina. La situación se hizo cada vez más insostenible para Israel, que seguía resistiéndose a cambiar de política. La Guerra del Golfo crearía las condiciones para que se concretase un marco de negociaciones tutelado por los EE.UU…

Causas del conflicto

Debido a la complejidad y a la diversidad del conflicto objeto de nuestro estudio es posible destacar motivos de diversa índole que engloban al mismo entre y de lo ya expuesto ellos podemos mencionar los siguientes:

  • Territorio (ocupación de Israel de territorios palestinos)

  • Históricas y coloniales (creación del estado de Israel)

  • Étnicas y religiosas (judíos, musulmanes y cristianos)

  • Recursos (el agua)

Intereses de las partes del conflicto (Israel y Palestina)

– Los palestinos se encuentran desde 1948 dispersos entre varios países; sólo la mitad de ellos permanece en territorio israelí y palestino. Más de la mitad de los palestinos son refugiados. La mayor parte de ellos se ven representados en la OLP, organización considerada por la comunidad internacional como el único y legítimo representante de los palestinos. La OLP reclama el derecho a la autodeterminación de la población Palestina, la creación de un Estado en Cisjordania y Gaza, con capital en Jerusalén Este, y el retorno de los refugiados tal como rezan las resoluciones de NNUU. Sin embargo la OLP dispone de escasos recursos para su acción política; durante mucho tiempo ha dependido de la ayuda de los Estados árabes; y a falta de esta, su último recurso ha sido el levantamiento de la población.

 

– Israel es un Estado de reciente creación, cristalización de un proyecto nacional muy particular. Si bien en 50 años no ha logrado la reunificación de todos los judíos (sólo una tercera parte vive en Israel), sí constituye una realidad política reconocida internacionalmente. Su interés estratégico es la sobrevivencia como Estado (asegurando a toda costa su seguridad) y el mantenimiento de su carácter judío, tanto en lo nacional como en lo demográfico, comprometiendo para ello incluso el carácter democrático de su sistema político con prácticas discriminatorias y racistas.

Aunque Israel se ha consolidado bajo el acoso de sus vecinos, ha aprovechado muy bien el consentimiento internacional a sus políticas de hechos consumados. El tiempo transcurrido le ha beneficiado; hoy más de la mitad de los judíos israelíes han nacido ya en Israel.

Posible negociación entre ambas partes utilizando la metodología del proceso de negociación de la Universidad de Harvard

Según lo estudiado y analizado en el presente trabajo de investigación es necesario alcanzar un acuerdo negociado (ni violento, ni unilateral), justo (que no legitime la violencia pasada y que recoja los justos derechos de las partes) y duradero; donde exista principalmente el dialogo, y cada una de las partes esté dispuesto a obtener beneficios propios pero a su vez cediendo en los aspectos que sean necesarios y que los mismos sean equitativos para poder lograr una solución al conflicto.

Sólo habrá paz en Israel y en los Territorios Palestinos cuando se de respuesta al fondo de la cuestión Palestina. Una paz justa sólo es posible abordando las raíces del conflicto, atendiendo a los legítimos derechos de las partes y creando condiciones para la plena realización de los proyectos colectivos de las dos poblaciones.

Pretender una pacificación funcional sin resolver las causas, sólo pospone un nuevo brote del conflicto. Abordar las causas y la globalidad del conflicto requerirá sin duda la más amplia presión internacional, y mediar para generar confianza, consolidar un marco para el diálogo, identificar medidas concretas y llevar a cabo actividades cooperativas.

Dada la desigualdad de las partes, la creación de condiciones para una paz duradera ha de traducirse ante todo en un firme apoyo internacional a la parte palestina para que logre una mayor autonomía económica y se consolide institucionalmente, en suma ayudar a la viabilidad del Estado palestino. Para ello se hace imprescindible superar el tutelaje norteamericano al proceso de paz, y ampliar y diversificar el involucramiento internacional.

Décadas de conflicto han generado un sustrato de desconfianza mutua y demonización del otro que dificultan el diálogo y la cooperación. Su superación no es tarea de unos pocos años. Sólo un apoyo internacional amplio permitirá abordar una tarea que habrá de prolongarse en el tiempo.

Resulta así de urgente necesidad que las Naciones Unidas, y principalmente Estados Unidos, ordenen y respalden con la fuerza el cese del terrorismo en este conflicto, para que una vez sin actos de ese tipo durante un tiempo prudencial, se reinicien las conversaciones de paz con nuevos delegados. La paz es también anhelada no solo por los pueblos involucrados sino también por la colectividad mundial que anhela vivir en armonía, y forjar un futuro civilizado para sus descendientes.

Conclusiones

No cabe duda de que es necesario para la paz del mundo, y no sólo para los pueblos involucrados, alcanzar una coexistencia pacífica de ambas naciones, y por eso es que se han hecho los más grandes esfuerzos -especialmente por parte de los Estados Unidos de América– para alcanzarla. Pero ello resulta cada vez más difícil y torna cada vez más peligrosa la situación, porque el real enfrentamiento que aquí se está dando, más que entre dos naciones o dos pueblos, se está transformando en uno entre el terrorismo y la civilización occidental, y así hay que comprenderlo de una vez por todas, independientemente de simpatías o antipatías de cualquiera índole. También hay que comprender que el terrorismo internacional es maestro en explotar el lado emocional de la gente, y así se condena de antemano a los gobiernos y fuerzas militares de los países democráticos, porque al defender a sus estados del terrorismo suelen causar dolorosas situaciones a la población civil. Entendámoslo de una vez por todas: No se puede combatir la violencia terrorista sin esos deplorables efectos secundarios. Por eso, las acciones militares deben ser lo más rápidas y efectivas posible, y esas poblaciones civiles deben comprender que los verdaderos responsables de sus desgracias no son quienes se defienden del terrorismo, sino los que lo practican, sin importarles las previsibles consecuencias para sus familias y poblaciones. En todo caso, no es menos cierto que el terrorismo suele ir inserto en doctrinas, ideologías o religiones, como quiera llamárseles, que exaltan esos actos como expresiones de valentía y patriotismo.

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ANEXOS

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Autor:

Anais Urdaneta

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