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Los principios éticos de los trabajadores sociales a la luz de la concepción ética martiana


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Desarrollo
    3. Conclusiones
    4. Bibliografía

    Resumen

    El estudio y la aprehensión de la concepción ética martiana constituyen una herramienta imprescindible en la formación y la reafirmación de los valores morales fundamentales y consecuentemente un potente instrumento para la formación de las nuevas generaciones de cubanos en general y en la preparación de los futuros profesionales del trabajo social en particular.

    La ética martiana debe establecerse en la educación, no sólo en el plano teórico sino en el práctico. En la medida en que introduzcamos a los estudiantes de trabajo social en los valores martianos durante su formación, germinarán en ellos el espíritu de colectivismo, el amor al trabajo y la solidaridad humana, el honor, la dignidad, el orgullo, la valentía, son cualidades indispensables para lograr la firmeza de carácter, la autoafirmación y la conservación de la integridad como persona independiente e insobornable que se mantendrá firme e impenetrable en todo momento.

    El objetivo del presente trabajo ha sido, relacionar de algunos principios éticos de los trabajadores sociales cubanos con la concepción ética martiana para la formación de estos profesionales.

    Este trabajo puede constituir una alternativa teórica para el trabajo de fomento y fortalecimiento de los valores éticos que deben caracterizar a los trabajadores sociales.

    Palabras Claves: Formación de Trabajadores Sociales, Principios Éticos, Concepción Ética Martiana

    Introducción

    La vida, la obra y el pensamiento de José Martí pueden ser vistos desde muy diversos ángulos, en la medida en que abarcan una inagotable variedad de aspectos. La grandeza de su obra está en todo lo que produjo, desde los Versos Sencillos hasta el más entusiasta de sus discursos revolucionarios. Su arista ética, se dispersa aquí y allá, para surgir en el lugar más inesperado para iluminar la senda de su actuar.

    La influencia del pensamiento martiano en los cubanos es tal que aún hoy día, a más de un siglo de su muerte, parece ser Martí una vez más quien se eleva en figura protectora y aglutinadora de los cubanos. No hay proyecto en nuestro país sin el ideario martiano pues su pensamiento es la base de todo sentido de identidad y nacionalidad del pueblo cubano.

    Las ideas éticas de José Martí adquieren particular importancia en la formación de las nuevas generaciones, pues en este se recogen los postulados educativos esenciales para la formación de un hombre nuevo, capaz de defender las conquistas alcanzadas por varias generaciones de cubanos, encabezados desde hace más de medio siglo por nuestro Comandante en Jefe, quien ha hecho realidad las ideas de José Martí y ha demostrado, con su intachable conducta, ser el máximo exponente de la ética martiana.

    La ética martiana debe instaurarse en la educación, no sólo en el plano teórico sino en el práctico. En la medida en que introduzcamos en los niños y jóvenes los valores martianos durante la formación de su personalidad, surgirán en ellos el espíritu de colectivismo, el amor al trabajo y la solidaridad humana. El honor, la dignidad, el orgullo, la valentía, son cualidades indispensables para lograr la firmeza de carácter, la autoafirmación y la conservación de la integridad como persona independiente e insobornable que se mantendrá firme e impenetrable en momentos difíciles como el que estamos atravesando.

    La crisis de los 90"s en Cuba, hizo que se tomaran un grupo de medidas que apuntaban en lo fundamental a conseguir detener el deterioro económico y una recuperación paulatina de la economía en su conjunto, y muy particularmente de algunas actividades económicas y de la población vinculada a esas actividades. Sin embargo, también generaron algunos efectos no buscados, agudizándose así, ciertas diferencias existentes y determinadas limitaciones del modelo social aplicado, que ya se habían detectado desde finales de la década de los años 80. Bajo este contexto se necesita transformar la gestión de la política social, pasando de un modelo de atención y asignación muy poco diferenciado, a otro mucho más personalizado. Es a partir de esta nueva concepción, que resurge la figura del trabajador social como eje central para la consecución de los fines propuestos.

    Los profesionales del trabajo social necesitan desde su formación desarrollar la conciencia ética como una parte fundamental de la práctica profesional de los trabajadores sociales. "Su capacidad y compromiso para actuar éticamente es un aspecto esencial de la calidad del servicio que ofrecen a quienes hacen uso de los servicios de trabajo social"[1].

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