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La Multiculturalidad: una perspectiva desde el conflicto


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Ciudadanía e identidad
    3. Democracia y multiculturalidad: la inmigración como nuevo factor de desigualdad
    4. Las políticas para gestionar el proceso de multiculturalidad
    5. Construyendo mentes multiculturales
    6. Conclusiones
    7. Bibliografía

    Resumen

    Las migraciones de personas desde países pobres hasta países con un nivel económico mayor, es un síntoma clarividente de que la globalización de los sistemas y recursos productivos no es disfrutada de igual manera por todos, ya que la gran mayoría de personas no son beneficiarios directos de los mismos.

    La interculturalidad tiene como propósito alcanzar una sociedad en la cual no se vulneren los derechos humanos y se camine hacia una convivencia pacífica y armoniosa entre todos los seres humanos.

    1.- INTRODUCCIÓN

    Las migraciones de personas desde países pobres hasta países con un nivel económico mayor, es un síntoma clarividente de que la globalización de los sistemas y recursos productivos no es disfrutada de igual manera por todos, ya que la gran mayoría de personas no son beneficiarios directos de los mismos.

    Dichas migraciones dan como resultado el hecho de que confluyan multitud de personas de distinta cultura en los mismos espacios geográficos. Así pues, nadie puede poner en duda que vivimos en una sociedad multicultural, de la que forman parte actores con múltiples diferencias entre sí: diferentes pensamientos ideológicos, diferentes culturas que poseen distintas costumbres y tradiciones…

    Esto, a su vez, trae consigo el hecho de que algunos miembros de la sociedad de acogida se sientan confusos, que están siendo "invadidos", que se les está quitando "su espacio", etc. La cuestión en disputa gira en torno al papel y lugar que queremos conceder al otro, al considerado como diferente dentro de esta sociedad, apareciendo tácita o implícitamente interrogantes tales como: qué entendemos por integración, queremos incluir o excluir al otro, qué derechos tienen esas personas, somos todos iguales…En definitiva, negamos al otro volviendo la mirada a esa realidad y desarrollando un mundo dirigido y dominado por determinados grupos, o por el contrario abordamos el reto de crear una sociedad más humana, justa, equitativa, solidaria y democrática.

    La interculturalidad tiene como propósito alcanzar una sociedad en la cual no se vulneren los derechos humanos y se camine hacia una convivencia pacífica y armoniosa entre todos los seres humanos. Esto sólo es posible afrontando el reto de la inclusión frente a la exclusión, apostando por la riqueza de la diversidad frente a la pobreza de la homogeneidad y reivindicando los derechos de todos, frente a los privilegios de unas cuantas personas, propiciando de esta manera un nuevo concepto de ciudadanía. La escuela es uno de los agentes de socialización más importantes, con lo cual debe desempeñar un papel primordial en este proyecto multicultural.

    2.- CIUDADANÍA E IDENTIDAD

    La ciudadanía es un concepto forjado inicialmente en la ciudad. Corresponde al estatuto de los hombres y mujeres libres ("el aire de la ciudad nos hace libres"). Este estatuto, conjunto de derechos y deberes, se realizaba mediante las instituciones de representación y gobierno en el ámbito local. Los Ayuntamientos, con su asamblea elegida y el control que ejercía ésta sobre el gobierno de la ciudad son el precedente de la democracia política europea y americana. El ciudadano era el habitante de "derecho" de la ciudad. Aun hoy en España se distingue la población de "derecho" de la población de "hecho" en cada municipio.

    Pero el concepto actual de ciudadano está ligado a la constitución del Estado moderno. Es el Estado el que vincula ciudadanía con nacionalidad. El ciudadano es el sujeto político. El poseedor de un estatuto que le confiere, además de derechos civiles y sociales, los derechos de participación política. Se es ciudadano de un país, no de una ciudad. Se es ciudadano porque se posee una nacionalidad, regulada por un Estado y solamente vale este estatuto en el ámbito de ese Estado.

    En la actualidad este concepto de ciudadanía no parece suficiente para integrar las nuevas demandas democráticas. Porque precisamente el concepto de ciudadano se refiere a una realidad dinámica. La ciudadanía se ha ido ampliando como resultado del desarrollo social y civil del Estado democrático. El estatuto de ciudadano en la segunda mitad del siglo XX es a la vez resultado del progreso civil (extensión hacia las mujeres y los jóvenes), social (Estado del Bienestar) y político (mecanismos de participación y representación más amplios y eficientes).

    En principio parece claro que la realidad de la ciudadanía, el hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad, puede motivar a los individuos a trabajar por ella.

    Así, podemos ver que en el concepto de ciudadanía se encuentran dos cuestiones clave: un aspecto racional, según el cuál una sociedad debe ser justa para que sus miembros perciban su legitimidad, y un aspecto de sentimiento en tanto que la ciudadanía refuerza los lazos de pertenencia, de identidad.

    Parece pues, que la racionalidad de la justicia y el sentimiento de pertenencia a una comunidad concreta deben ir unidos si queremos asegurar ciudadanos plenos y a la vez una democracia sostenible.

    De acuerdo con lo expuesto, la ciudadanía es un concepto mediador porque integra exigencias de justicia (derechos y deberes) a la vez que hace referencia a los que son miembros de la comunidad.

    Entre los factores que cuestionan la ciudadanía los más importantes son los que resultan de la crisis de los Estados del Bienestar y del aumento persistente del desempleo. En los países europeos una parte de la población (que tiende a crecer) pierde progresivamente sus atributos ciudadanos: no vota, no tiene trabajo, vive en zonas marginales, se siente excluida de las instituciones, no está conectada con el progreso de las redes de comunicación: está "fuera", que es peor que estar abajo.

    Esta situación se agrava porque entre los ciudadanos con posibilidad de ejercer "sus derechos", el temor a quedar fuera les estimula los comportamientos corporativos e insolidarios: la intolerancia y la xenofobia.

    Día a día comprobamos como las posibilidades de acceso a las "comodidades sociales" que existen en una democracia, están limitadas, o ni siquiera existen, para aquellas personas que no nacieron en los lugares donde se supone que la democracia está ya suficientemente instaurada y consolidada.

    2.1.- Cuando hablamos de ciudadanía debemos tener en cuenta…

    La ciudadanía es una identidad necesaria para que una autoridad pueda relacionarse con una pluralidad de personas, pero independientemente del tipo de organización política.

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