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Las parorexias (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

La pica se complica seriamente con la anemia cuando el consumo es hielo y con los parásitos intestinales y el envenenamiento plúmbico cuando se consumen tierra, papel de periódicos o pintura con base de plomo.

El hábito de usar sustancias no comestibles es muy difundido entre las pacientes que sufren de las disorexias.

  • El uso del chicle. Este se usa en un esfuerzo vano de "distraer" el desasosiego que se experimenta cuando se pasa hambre debido a la restricción dietética. La persona usualmente sucumbe al hambre, ya que la estrategia falla, porque mascando, imita el comer, lo que alerta el hipotálamo, que a su vez, despierta el hambre por comida. Y como el chicle usualmente está edulcorado, éstas son calorías extras añadidas al que lo usa.
  • El mascar hielo. Otra de las prácticas comunes entre las disorexias, que puede degenerar en un hábito pernicioso, con graves posibilidades. La prensa británica se mofó del, entonces presidente, Bill Clinton, cuando triturara estridentemente el hielo de su bebida, durante un banquete oficial — ¡oh, los ingleses, tan pedantes que son!
  • La ingestión de comidas dietéticas "Light". Famosas por su contenido de una variedad de lastres para abultarlas. Contienen azúcares escondidos y grasas bajo nombres engañosos, muchas suministran calorías contenidas en sustancias peligrosas para nuestra salud.
  • El consumo de bebidas de dieta. Éstas, generalmente estimulan el apetito debido a su sabor dulce y a la presencia de cafeína. También contienen ácido carbónico, HFCS, y edulcorantes controversiales como es la sucralosa.
  • El comer y escupir. Hábito peligroso, porque prepara el hipotálamo para el consumo de una comida genuina (o para un empache), lo que al ser frustrado, a su vez, resulta en urgencias para comer más.
  • El comer y esculpir (no escupir). Así llamamos a la actividad de quienes juegan con la comida disponiéndola en el plato, logrando fingir que comen, cuando en realidad no lo hacen.

  • El rumiar o regurgitar. También posee amplios peligros los que hemos discutido en otras páginas.
  • El consumir café, té, refrescos de dieta o agua en exceso, para evitar la sensación de hambre. Porque además de lograr una buena diuresis, al final, lo que se logra es estimular más el apetito.
  • El mascar tabaco. Variedad peligrosa, de mal olor y de mal aspecto, de mascar chicle.
  • El fumar. Se usa en conjunto con el café o bebidas estimulantes y como auxiliar a la dieta, ya que se cree que el consumo de nicotina (vía los pulmones) baja el peso.

El efecto de las parorexias

Las actividades que imitan el comer, pero que simultáneamente lo evitan, no logran sus fines, ya que lo que sí obtienen es la estimulación paradójica del hipotálamo, el cual interpreta el acto facticio de comer como un preludio a una refacción que nunca tuvo lugar. No acostumbrado a "comer-pero-sin-comer", el hipotálamo se ajusta para incrementar el hambre y para utilizar lo que de veras se coma más eficientemente.

Así es, como algunas de las dietas engordan.

En resumen

Cuando advertimos a nuestras pacientes acerca de no mascar chicles ni usar comidas o bebidas dietéticas, lo hacemos, en el caso del chicle, porque luce mal y en todos, porque no logran el propósito deseado.

Ahora hablaremos del problema especial del embarazo en los trastornos del comer. La anorexia y la bulimia específicamente.

La obesidad y las dietas restrictivas serán estudiadas, en lo que respecta al embarazo, en futuras lecciones.

El Embarazo de las Anoréxicas y de las Bulímicas

Dr. Félix E.F. Larocca

Un señor me escribía acerca de su esposa quien había salido embarazada y quien sufriera hace muchos años de anorexia, bulimia nervosa, de amenorrea y del precario balance electrolítico consecuencia de sus vómitos y purgas habituales. El amigo deseaba información acerca de los problemas que pudiesen sobrevenirle a ella y al niño que esperaban.

La respuesta a esta importante pregunta no es muy simple.

En el año 1985, Barton J. Blinder, acompañado por nosotros, y su grupo de la Universidad de California en Davis; colaboramos en un estudio de mujeres jóvenes que salieran embarazadas durante el tiempo en el cual padecían de las disorexias mencionadas.

Nuestros hallazgos fueron los siguientes:

  • El embarazo, de estas mujeres no fue sencillo. En la mayoría de los casos, fue complicado por un incremento en los efectos psicológicos adversos, típicos de la confusión en el esquema corporal que forma parte del cuadro sintomático y diagnóstico de estas pacientes.
  • El aumento de peso, fenómeno natural en toda mujer encinta, fue distorsionado llevándoles a temer que estaban engordando. La consecuencia de lo cual fue el comienzo de la restricción alimenticia con el resultante déficit de vitaminas y la concomitante malnutrición proteínica — fatal para el desarrollo del cerebro fetal.
  • Los bebés, casi todos, nacieron con pesos muy bajos, mientras que las gestaciones mismas fueron complicadas con problemas relacionados a la inanición auto impuesta y al desequilibrio electrolítico en muchos casos, ya que para las bulímicas, el embarazo constituiría una licencia para el hartazgo, la purga y el dividendo final de acumular de peso. (Véase mi artículo acerca de la rumia en Psychosomatics).
  • En los casos (la mayoría) donde hubo vómitos ("normales") asociados con la gestación, la situación se agudizó, ya que la deshidratación y la pérdida del potasio constituyeron complicaciones serias. (Véanse mis artículos acerca de los Vómitos Psicogénicos y de los Vómitos del Embarazo).
  • En un número significativo de las pacientes, problemas de otra naturaleza aparecieron luego del nacimiento del bebé, el más frecuente fue la aparición de la depresión puerperal. (Los libros para aquí consultar son: Larocca, F.E.F: SELF-HELP IN ANOREXIA AND BULIMIA: PRINCIPLES OF ORGANIZATION AND PRACTICE. En The Eating Disorders: Medical and Psychological Bases of Diagnosis and Treatment por B.J. Blinder, B.F. Chaitin and R. Goldstein, eds. y Larocca, F.E.F: The Constitutional Aspects of the Consolidation of a Program for Eating and a Program for Mood Disorders en Giannini, A. (et.al. eds.) EATING DISORDERS.

El tratamiento

Tratar a estos pacientes fue muy difícil porque las resistencias características al cambio, típicas de estas pacientes, permanecieron muy afianzadas.

Un caso que recordamos en particular, fue el de una señora profesional quien había sido víctima de la anorexia nervosa desde su adolescencia temprana.

A la edad de 26 años, y pesando solamente 101 Lbs. (5’3" de estatura.IMC 18) aun veía sus períodos con mucha regularidad con la asistencia provista por el uso controversial de contraceptivos orales, por su ginecólogo, prescritos.

El marido, quien dijo más tarde no haber estado consciente de que su esposa sufría de ningún problema, insistiendo que él deseaba familia, la convenció de que saliera embarazada. Tuvieron éxito, la paciente lograría concebir luego de muchos meses de infertilidad, y luego, asimismo, de haber perdido dos embarazos incipientes. La tercera vez el embarazo procedió a término.

Durante la duración de su "barriga" esta señora ganó solamente 3 libras. Se quejaba constantemente de que temía el hecho de estar engordando, excusa que usaba para soslayar la ingestión de comidas nutritivas a favor de las llamadas "dietéticas". Se inscribió en un gimnasio en el cual pasaba, por lo menos dos horas al día; dedicada a las calistenias de alto impacto. Vomitaba cuando se le insistía que comiera más, expresando con vehemencia que ella no quería ser madre gorda.

A la hora de alumbrar se sorprendió de que el bebé naciera en menos de una hora pesando solamente 1¼lb y con serias complicaciones respiratorias. El recién nacido, luego de haber luchado por su vida con tenacidad y bravura, mientras lo asistían expertos en neonatología, sucumbió víctima de un colapso total del sistema inmune amén del respiratorio.

La depresión entonces clamó como víctima a esta paciente cuyo "logro mayor en [su] vida fue la de haber sido votada la muchacha más flaca de [su] clase" en el bachillerato. Entonces fue cuando la vimos en consulta.

Discusión

Cuando una persona joven sufre de la anorexia o de la bulimia, muy a menudo la ausencia de los períodos menstruales les corrobora (de un modo velado) el hecho de que están en su peso premenstrual — este mismo es el peso "codiciado". Porque ellas saben, que la llegada de las menstruaciones, augura el incremento del peso al nivel "normal" — tan abominado.

En este caso que presentamos, los períodos menstruales se estimularon artificialmente con el uso de la progesterona, y los ciclos menstruales se mantuvieron con el uso del medio artificial de las píldoras contraceptivas. Esto, se hizo, a pesar del hecho de que si no se hubiesen usado las hormonas, el peso muy bajo de esta señora hubiera impedido, no sólo la aparición de las menstruaciones, sino que también hubiese hecho imposible un embarazo.

Un embarazo que la Naturaleza no deseaba que ocurriera.

El cambio de figura en una persona incapaz de estimar acertadamente la imagen de su cuerpo fue el estímulo que la obligó a distorsionar aún más los contornos propios reflejados en el espejo. Creyéndose progresiva y alarmantemente "gorda" la paciente tomó la decisión irracional de no ganar peso alguno… con resultados fatales…

En resumen

La anorexia y la bulimia nervosa son condiciones que pueden sospecharlas los ginecólogos y los obstetras cuando consultan con mujeres jóvenes y delgadas, atléticas y vivaces, inteligentes y bien educadas cuyos deseos de ver sus períodos a veces son, simplemente, los deseos de los demás

Finalmente, el uso de la progesterona para estimular los períodos sigue siendo una práctica generalizada cuya racionalidad, en algunos casos, es dudosa.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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