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Criminalidad femenina en Uruguay


Partes: 1, 2, 3

    1. La mujer delincuente en el devenir histórico
    2. Tres visiones generales de la criminalidad femenina
    3. Naturaleza de la actividad ilícita femenina
    4. Características de la criminalidad femenina en el Uruguay
    5. Cifra negra de la criminalidad femenina
    6. Encuesta
    7. Anexos
    8. Conclusiones
    9. Bibliografía

    1.- INTRODUCCIÓN

    A través de la historia se ha intentado explicar la criminalidad femenina a través de diversos enfoques tratando de construir un perfil de la mujer criminal.

    Teniendo en cuenta que el crimen es un fenómeno social, y el delito es una construcción contingente que va de la mano con cada sociedad particular, el perfil de la mujer delincuente ha cambiado, tanto en el tipo de delitos cometidos por estas, como así también en el modus operandi utilizado.

    En el presente trabajo intentaremos dar en primer lugar una visión general de la criminalidad femenina, para luego analizar específicamente como esta se manifiesta en nuestra sociedad.

    2.- LA MUJER DELINCUENTE EN EL DEVENIR HISTÓRICO.

    A lo largo de la historia se ha buscado encontrar una explicación al porqué de la existencia de la criminalidad y en especial de la criminalidad femenina

    Nos encontramos así con quienes han enfocado el tema desde un punto de vista biológico, atribuyendo características propias al sexo femenino. Los teóricos de las áreas bio – psico – sociales explican las diferencias de género en la delincuencia, en función de rasgos físicos y emocionales. Se han estudiado así temas tales como la incidencia de la sexualidad precoz, las diferencias hormonales, el síndrome premenstrual y la agresión.

    Los autores tradicionales de la criminalidad femenina como Cesare Lombroso, William Ferrero y Sigmund Freud, comparten una misma creencia y se basan en el determinismo biológico como disparador; por tanto son autores pertenecientes a la escuela positivista que conciben el delito como un hecho de la naturaleza. Las mujeres no son racionales sino impulsivas debido a su constitución biológica. En tal sentido la iniciación del ciclo menstrual, su fase final, el climaterio, pasando por la maternidad, parecen relacionarse con un aumento en la actividad delictiva, motivados al parecer por una acusada labilidad en el psiquismo femenino durante esos momentos.

    Además se ha intentado explicar la delincuencia femenina como un fenómeno que no tiene porque tener orígenes distintos a los de la de la delincuencia en general, pero que si pueden encontrarse algunas variables de diferenciación. Dichas variables serian la influencia diferencial del control social informal frente al formal: los controles sociales informales actuarían con una gran eficacia sobre la mujer y dejarían un escaso margen de actuación para los controles formales.

    Desde Lombroso gran parte de la doctrina enuncia como rasgos de la mujer delincuente su sugestionabilidad, su mayor crueldad, su agresividad etc olvidando siempre las circunstancias sociales y fijando la atención en las características psicológicas de la delincuente, admitiendo implícitamente que el hombre delincuente "se hace" mientras que la mujer delincuente "nace".

    Por un lado tenemos a quienes han querido explicar a la delincuencia en la mujer desde la perspectiva de las teorías existentes acerca de la delincuencia en general, sin establecer diferencias entre hombre o mujer a la hora de cometer delitos.

    3.- TRES VISIONES GENERALES DE LA CRIMINALIDAD FEMENINA

    Para comenzar el estudio debemos decir que las mujeres han sido vistas por muchos, como sujetos interesantes, desde un punto de vista criminológico a causa de su escasa presencia cuantitativa en el sistema penal.

    ¿Porqué los hombres son más frecuentemente impulsados al crimen que las mujeres?

    Tradicionalmente la criminología ha estudiado sólo de modo restringido el problema de las mujeres delincuentes, siendo éstas asimiladas a los hombres delincuentes o simplemente ignoradas.

    Actualmente se han desarrollado modelos explicativos respecto a un grupo particular, con características distintas como lo es, el grupo de los hombres y son aplicados a otro grupo de características diferentes constituido por las mujeres.

    La búsqueda de modelos teóricos dirigidos a explicar la conformidad y la trasgresión constituye una vía mas prometedora, integrando eventualmente las distinciones entre hombres y mujeres, así como el lugar que ocupa la cultura en el fundamento de esas distinciones.

    Las teorías criminològicas no pueden ignorar la importancia del género, pues si lo hacen no serán teorías validas.

    Se han intentado entonces tres diferentes explicaciones para dar sentido a la siempre presente desproporción entre los hombres y las mujeres en el ámbito de las transgresiones a la ley

    El primer tipo de explicación se afilia a una visión etiológica la cual constituye el análisis dominante de la criminología de la segunda mitad del siglo XIX.

    La expectativa normativa respecto a las mujeres es diferente y mucho mayor que la relativa a los hombres, es por esto que las transgresiones de estas son juzgadas de manera mas severa por considerar que revelan una ruptura con los estereotipos, una falla mas seria que las infracciones de los varones, definiéndose de esta forma una paradoja que implicaba que a pesar de la mayor virtuosidad del sexo femenino, las transgresiones las catalogaran como seres mas peligrosos que los varones.

    Se hacia hincapié en la particular naturaleza de las mujeres, destacando sus virtudes especiales y sus "debilidades constitutivas".

    Es la naturaleza, para estos autores lo que determina la explicación del fenómeno y no el aspecto causal cultural del problema, que no es tomado en cuenta para lograr una adecuada nacionalización.

    Las diferencias entre la criminalidad femenina y masculina son tratadas como verdaderas, por lo que la pregunta para esta línea de razonamiento se resume en ¿las mujeres son por naturaleza diferentes o son culturizadas en forma alternativa a los varones?

    De la respuesta a tal interrogante se derivan diversas consecuencias, entre ellas el diverso trato oficial a la criminalidad femenina, el real planteamiento del problema por parte de las agencias de control social, que terminan considerando a la criminalidad femenina como una desviación biológica y / o sociológica, criminalizando en diversos grados esas conductas, unas veces justificándola y tolerando y otras reaccionando con un afán eliminador desmedido, exceso que no se cometería si el delincuente fuera varón.

    El segundo tipo de explicación se da posteriormente a la década del sesenta, y surge una perspectiva mas critica de las estadísticas oficiales de la criminalidad.

    En estos análisis se cuestionaron seriamente las estadísticas oficiales de la criminalidad introduciendo la variable de que las mismas no consideran un volumen importante de la criminalidad no descubierta o no reprochada penalmente.

    Esto llevo a que se considerara falsa o errónea en su apreciación global la débil participación de la criminalidad femenina en el volumen oficial de la criminalidad constatado por las agencias de control estatal. Para alguno autores como Pollak (1961) defensor conocido de esta opinión, ha cuestionado la existencia de esta diferencia entre los sexos y por tanto de la validez misma de la aparente desproporción en la delincuencia de unos y otras.

    Se puso así en tela de juicio la aparente inoculación de las mujeres contra el fenómeno delictivo, esto es, que las mujeres realmente participan en la criminalidad, pero el problema radica en la forma de control social llevado a cabo, que se sustenta prioritariamente del control social informal y no del control social formal.

    Concluyen así estas corrientes, que las diferencias constatadas en la criminalidad femenina y masculina son artificiales, no reconociendo una diferencial incidencia de la criminalidad real según el sexo y cuestionando la aparente desproporción entre uno y otro sexo.

    Pero de esta forma se llega a anular el problema, haciendo desparecer las diferencias, convirtiéndose en un asunto neutro, asexuado, y que escapa por tanto, a la realidad de un mundo sexuado, donde esta variable incide en todo tipo de situaciones que no tienen relación directa o indirecta con la criminalidad.

    Si el genero incide en el tratamiento de diversas situaciones en una sociedad, entonces también incide en el tema particular de la criminalidad; así como la situación social, política, económica, racial, cultural, etc incide en el tema de la criminalidad, la pertenencia a un genero determinado también incide en el análisis de esa misma criminalidad y no pueden jamás dejar de ser considerados.

    El tercer tipo de explicación es mas reciente, se basa en los desarrollos de la criminología critica en general y la criminología de corte feminista.

    Se presenta al crimen como socialmente producido a través del proceso de incriminación. Los diferentes operadores penales son concebidos como contribuyendo activamente a la producción de la criminalidad, y no como simples registradores pasivos del fenómeno. Si esto es así, el débil volumen de la criminalidad femenina, objeto de persecución penal, podría ser el producto de un trato diferenciado (generalmente concebido como privilegiado) de parte de los operadores penales y no el reflejo de la criminalidad real de las mujeres.

    Además, se agrega que el carácter enmascarado de la delincuencia de las mujeres impide que sus delitos se descubran fácilmente, ya que se dan mucho en el ámbito doméstico.

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