- Introducción al tema
- 50 días para caer en el marxismo
- Un historico 4 de Noviembre
- Un ministerio popular
- Violencia y votos
- Desabastecimiento: de la "buena plata" al "cacerolazo"
- Pronósticos y hechos del difícil 72
- La violencia como factor político
- Dos años de revolución: una cronología angustiosa
- Economía apocalíptica
- Los militares se van y el caos llega
- Preparando la guerra civil
- El paro final
- El día 1.043
- Conclusión
- Bibliografía
Con enorme inquietud, se recibió en una parte de la población chilena, el triunfo de la equivocadamente llamada Unidad Popular, y con creciente angustia se presenció cómo en Chile se deterioraba su consistencia social, moral, económica y política. Sin embargo, este proceso no se inició en el Gobierno de la Unidad Popular, porque desde tiempo atrás la demagogia venía arrastrando al país hacia su destrucción. En su etapa final, dio la primera mayoría relativa en las urnas a un hombre que reconocía ser marxista-leninista y que, dos meses después, sectores mayoritarios del Congreso designaban Presidente de la República. Fue un espectáculo muy desconcertante el que dimos al mundo: un país tradicionalmente democrático entregó su libertad a un sector totalitario. No se impuso éste por la fuerza de las armas, como ha sucedido en todos los países donde gobierna el comunismo, sino que fue designado por una corriente de la propia democracia.
Dentro de esta amarga realidad, tan negativa para la Nación, aunque parezca extraño, existió un factor positivo: el triunfo de la Unidad Popular fue la mejor vacuna para el país, ya que grandes sectores quedaron predispuestos a rechazar en el futuro esta doctrina, pero ello se logrará siempre que las nuevas generaciones se las ilustre de lo que es el comunismo, sino todo se olvida. Su nefasta administración hizo sufrir los excesos a que lleva la doctrina marxista-leninista y se logró así una experiencia que no habría sido posible si hubiere triunfado alguno de los candidatos democráticos.
La demagogia habría continuado abriendo el camino al comunismo y señalándolo como la panacea para Chile. Tal política habría continuado socavando los cimientos mismos de la institucionalidad, hasta hacer posible más adelante el triunfo, tal vez definitivo, del comunismo. Porque, según los comunistas, el tiempo trabaja para ellos. Tengamos, pues la certeza de que los comunistas hubieran seguido tratando de imponerse, quizás en mejores condiciones, y hasta conseguir un éxito más decisivo Chile debió reaccionar ante su creciente degradación política para evitar tener que llegar a un once de septiembre. Pero a esa alturas no había otra forma para salir de la tiranía sin retorno a que nos llevaba el Gobierno de la Unidad Popular.
Es importante reiterar, que el drama se había iniciado mucho antes del 4 de septiembre de1970. Comenzó cuando el escenario político la autoridad transaba y cedía para no enajenarse el posible apoyo de un adversario interesado. Fue por ello que se aceptaron los peores actos de indisciplina, el robo, las ocupaciones ilegales de la propiedad rural y urbana; aceptaron la injuria y el libertinaje de una prensa aviesa y corrompida, porque sólo se pensaba en triunfar en las urnas sin importar el precio de degradación social que se pagaba.
El 4 de Septiembre de 1970, los partidos triunfantes encontraron el terreno muy bien abonado. Los nuevos conductores de la Nación sólo necesitaban continuar la labor de destrucción para contribuir a hacer de Chile un nuevo "Paraíso Comunista
50 días para caer en el marxismo
Cuando llegó la noche del 4 de septiembre, era muy claro que la primera mayoría relativa de la elección presidencial correspondía a Salvador Allende, y que éste había aventajado decisivamente- si no con mucha amplitud- a Jorge Alessandri. Radomiro Tomic era, distanciado, el tercero de la carrera. Se fueron evaporando, inexorablemente, una después de otra, las esperanzas alimentadas por los Alessandristas, de que algún repunte redentor, a última hora, les evitara el naufragio…
Pero nunca llegarían, por ejemplo esos votos de las míticas "mujeres de Viña del Mar", cuyos sufragios debieran haber suprimido o acortado la diferencia Allende- Alessandri. En el último piso de la Cooperativa Vitalicia, en pleno centro, donde funcionaba la central de cómputos alessandristas, Javier Vial daba las sucesivas malas noticias a Arturo Alessandri Besa; éste, por unos teléfonos internos, las transmitía a Ester Alessandri, quien se hallaba en el departamento del candidato, calle Phillips; y Ester se las comunicaba finalmente a Don Jorge.
El porcentaje de Allende era inferior al obtenido en 1964, cuando Frei lo derrotara a dos bandas; era también al conseguido en las parlamentarias de1969 por los partidos de la combinación que lo apoyaba, la Unidad Popular. Resultaba evidente, que sólo por la elección a tres bandas; el candidato de la UP podía mostrar ahora la primera mayoría relativa. Esta no le daba, constitucionalmente hablando, la presidencia: el Congreso Pleno debía elegir entre él y su más cercano contendor, Alessandri. Desde un comienzo, como era de esperar, la UP y Allende quisieron minimizar al Congreso Pleno, invocando la antigua tradición de que éste reconociese la victoria de la primera mayoría relativa y al mismo tiempo, amenazando con toda clase de horrores si "le era robada al pueblo su victoria".
Los otros dos bandos no estaban en muy buenas condiciones para defender este "robo"… que no era tal, sino simplemente el uso de una prerrogativa constitucional del Congreso Pleno. En efecto:
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