Presupuesto Participativo (Buenos Aires – Argentina)
Enviado por Gabriel Diner
- Contexto
- Perspectivas teóricas de la participación
- Posibilidades prácticas de la participación
- A modo de conclusión
¨Se establece el carácter participativo del presupuesto. La ley debe fijar los procedimientos de consulta sobre las prioridades de asignación de recursos¨
Artículo 52º de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Introducción
El Presupuesto Participativo (en adelante PP) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, puede constituirse como una respuesta satisfactoria a la crisis de representación y al mismo tiempo a las limitaciones del Estado postsocial, incentivando la participación y, a través de ella, a la creación de una nueva forma de ciudadanía que rompería con la lógica de descentralización neoliberal. La posibilidad de que esto efectivamente se realice depende del rol del Estado en la aplicación de esta herramienta.
El camino elegido para desarrollar nuestra hipótesis incluirá una contextualización de la situación crítica en la que se encuentra el Estado en la actualidad, para luego reflexionar sobre las perspectivas teóricas y las posibilidades prácticas de la participación.
Contexto
Daniel García Delgado nos habla de los límites del Estado. Estos límites provienen de dos direcciones, los que vienen desde arriba tienen que ver con: presiones de los países centrales, de los organismos multilaterales de crédito, de otras instituciones supranacionales como la OMC, de empresas multinacionales. Desde abajo, por las presiones generadas por localismos regionales.
Durante los noventa, asistimos a un proceso de achicamiento del Estado, aumentando cada vez mas su incapacidad de responder satisfactoriamente las demandas que emanaban del corpus social. Se siguieron al pie de la letra las instrucciones que el Consenso de Washington consideraba imprescindibles, se descentralizó, se privatizó y el espacio vacío fue ocupado por el mercado. En este caso, cuando nos referimos a descentralización, lo hacemos en el sentido propuesto por el Consenso de Washington, cuyas políticas tenían como fin reducir los costos administrativos del Estado nacional.
La reducción del Estado a su mínima expresión, ha dado como resultado un escenario de fragmentación social y exclusión verdaderamente abrumador. La descentralización en instancias administrativas de menor jerarquía (provincias, municipios) de una cantidad cada vez mayor de funciones que solían corresponder al Estado nacional, sin la correspondiente transferencia de recursos, ha sumido al Estado en una situación comprometida que hizo que le resulte extremadamente difícil actuar con el objeto de minimizar los efectos de la aplicación del resto de recetario neoliberal.
Durante la última década ha habido una fuerte tensión causada por los efectos del neoliberalismo y la globalización y el reclamo cada vez más intenso, aunque difuso, de mayor democratización, a través de demandas tales como mayor transparencia en la gestión pública o una representación de mejor calidad.
La incapacidad del Estado de dar respuesta a la crisis fiscal derivada del esfuerzo destinado a honrar los compromisos internacionales agravó esta tensión y dio como resultado una profunda crisis de representación. La hegemonía neoliberal comenzó a resquebrajarse y dio lugar a la búsqueda desesperada de respuestas al vacío resultante. El neoliberalismo había hecho promesas que no pudo cumplir, abriendo un nuevo horizonte a ideas audaces y novedosas. La profundización de experiencias tales como el presupuesto participativo es una de estas ideas que pueden contribuir a generar una respuesta a un neoliberalismo que se retira como ideología hegemónica (aunque aún no está vencido), poniendo en disponibilidad de la sociedad una herramienta fundamental de la política como es la toma de decisiones y el control de la gestión pública de la Ciudad.
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