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El papel de la familia del niño y la niña con diagnóstico de retraso mental en el proceso de estimulación temprana


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Desarrollo
    3. Destinatarios de la estimulación temprana
    4. El entrenamiento a padres
    5. Algunos consejos básicos
    6. Bibliografía

    Resumen:

    Se trata en síntesis de la importancia de la estimulación temprana en los niños y las niñas con diagnóstico de retraso mental y el papel protagónico de la familia en las actividades a desarrollar.

    Introducción:

    Debido a que el proceso de preparación de la familia pretende modificar la conducta del niño y la niña y que los padres lleven a cabo la enseñanza, se hace necesario valorar la temática relacionada con la estimulación temprana centrada en el menor con diagnóstico de retraso mental, dado que esta etapa infantil es la más plástica, la más vulnerable a las condiciones y los factores ambientales y, ante todo, la más dependiente, condiciones imprescindibles para el desarrollo emocional y cognitivo de estos menores.

    El niño(a) nace con una serie de posibilidades para reaccionar debido a su dotación genética. Al enfrentarse al medio, esta dotación genética comienza a actualizarse por un lado, y modificarse por el otro, gracias a los estímulos que recibe del medio y de los adultos que le rodean. Si los estímulos son deficientes, el desarrollo psicomotor del bebé se retarda y, como consecuencia, el desarrollo de habilidades será insuficiente; de ahí la importancia de realizar ciertas actividades que intensifiquen su desarrollo a partir del nacimiento. Así como la alimentación ayuda al crecimiento físico, la estimulación es el alimento para el desarrollo de las capacidades y la inteligencia.

    Desarrollo:

    Diferentes autores, al referirse a las técnicas educativas y/o de rehabilitación aplicadas durante la primera infancia a todos aquellos niños(as) que por sus características precisan de tratamientos para desarrollarse lo más normalmente posible, emplean como método la estimulación temprana, llamada también intervención temprana, estimulación precoz, o atención temprana; pero todas las concepciones tienen un denominador común: lograr un proceso de maduración que se aproxime más a la norma de los niños en el mismo grupo etáreo y desarrollar al máximo su potencial psicológico.

    El término estimulación temprana comenzó a utilizarse en Cuba (Pérez de Alejo. G, 2004) para referirse a los programas de prevención secundaria para niños con alto riesgo biológico establecido o probable. El objetivo de esos programas es contrarrestar el efecto provocado por un daño orgánico antes de que aparezcan los signos de un daño eventual. Posteriormente se incluyeron los menores con alto riesgo ambiental; es decir, los normalmente sanos desde el punto de vista biológico, pero que crecen en medios con características negativas.

    La estimulación temprana abarca el conjunto de actuaciones conscientemente planificadas de acuerdo con las características reales de cada niño y niña y promueve la satisfacción de las necesidades transitorias o permanentes derivadas de una serie de alteraciones en el desarrollo o deficiencias en la primera infancia. Es ofrecer al menor, desde su nacimiento, ciertas experiencias o actividades que intensifiquen su desarrollo; fundamentalmente, sus capacidades, habilidades, energías, en fin, sus potencialidades.

    Desde hace aproximadamente treinta años, se han realizado numerosas investigaciones sobre la estimulación temprana (Pérez de Alejo, G, 2004), las cuales han demostrado la importancia de la misma y hecho factible la elaboración de planes y programas de estimulación que eviten la aparición de situaciones desencadenantes de necesidades educativas especiales de cualquier tipo en los niños y las niñas y, en el caso de existir, favorezcan el desarrollo de una vida individual y social lo más proporcional posible a la de un niño(a) normal mediante una educación especial instaurada tempranamente, sobre la base de un diagnóstico precoz que facilite la puesta en práctica de un programa de estimulación acorde con las características del menor.

    Destinatarios de la estimulación temprana.

    En los últimos años, los investigadores dividen a los destinatarios de la estimulación temprana en tres grupos fundamentales (Pérez de Alejo. G, 2004):

    • un primer grupo compuesto por niños en situación de riesgo ambiental por pobreza, niveles social y económico muy bajos, ausencia física de uno de los progenitores y madre adolescente.
    • un segundo grupo integrado por niños en situación de riesgo biológico por prematuridad, bajo peso para la edad gestacional, sufrimiento perinatal e hipoxia.
    • un tercer grupo de niños con riesgo establecido que provoca retrasos, desviaciones o discapacidades en el desarrollo y minusvalías. Aquí se incluyen los niños con cromosomopatías, deficiencias motrices, auditivas, visuales y con autismo. Se han establecido programas de atención temprana que estimulen el desarrollo de estos niños(as). Estos programas son instrumentos muy valiosos, pero adolecen de las principales insuficiencias de los modelos teóricos sobre los cuales se elaboraron, porque no profundizan ni abordan con suficiente claridad y objetividad el uso de un sistema de ayudas durante la estimulación que tenga en cuenta las potencialidades del niño(a) como un criterio importante para su desarrollo posterior y destaque el papel de la enseñanza como promotora del desarrollo psíquico.

    Los antecedentes de la estimulación temprana guardan estrecha relación con la prevención de las necesidades educativas especiales y se remontan al siglo XVIII, período en que comienzan los primeros intentos por ayudar a aquellas personas con algún tipo de NEE; sin embargo tales intentos se oficializan en el siglo XIX gracias a Johan Baptist en Francia, Fröebel en Turquía, y Pestalozzi en Suiza. Este último, en sus obras Libro de las Madres o Guías para las Madres y Cómo Gertrudis educa a sus hijos, perseguía el objetivo de que las madres se convirtieran en educadoras conscientes y enseñaran a sus hijos a observar y hablar (Verdugo Alonso, M.A, 1995).

    Lamentablemente, esta idea no se generalizó, sino sólo se aplicó en casos aislados. Por lo tanto, la atención por esta vía a los niños y niñas con diagnóstico de RM se limitó en cierta medida, debido entre otras cuestiones a la creencia de que los padres carecían de las posibilidades y las capacidades para enfrentar las deficiencias de sus hijos. No es hasta el siglo XX que comienza a practicarse de forma masiva la estimulación a niños(as) en una serie de países como Alemania, Inglaterra, Suecia y otros en Europa.

    Si bien las primeras definiciones acerca de la estimulación temprana centraron su interés en las intervenciones circunscriptas en el niño y la niña a partir de bases teóricas tales como la neurología evolutiva, la teoría del aprendizaje o la psicología maduracionista; posteriormente se incluyeron el papel a desempeñar por los padres, gracias a las investigaciones sobre la interacción entre éstos y los hijos con NEE. Así, se implantaron una serie de procedimientos para entrenar a los padres en el desempeño de un papel preponderante en la intervención con los hijos (Shearer y Shearer, 1976; Gray y Wandersman, 1980).

    Tradicionalmente, el desarrollo temprano de cualquier niño o niña, ha dependido de la actuación de la familia, pero cuando estos son retrasados mentales, el cuidado implica no sólo la actuación protagónica por parte de los padres, sino también la dedicación extraordinaria de tiempo, energías y habilidades.

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