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Aproximación a un debate de la naturaleza y sentido de la Democracia desde la Dimensión filosófica


Partes: 1, 2

    1. Una acotación necesaria
    2. ¿En qué consiste la revolución democrática?
    3. El tiempo mítico y ciclos infrangibles
    4. Pueblo como facción de la sociedad
    5. ¿Es el Estado antitético de la democracia?
    6. Acechanzas a la democracia. La cleptocracia
    7. El adocenamiento video conducido
    8. Democracia vs autoritarismo
    9. Conclusión: perspectivas en Venezuela
    10. Bibliografía

    Ubicando algunas pistas

    El ciudadano fue definido por Aristóteles como "quien tiene el poder de tomar parte en la Administración Judicial o en la actividad deliberativa del Estado". En este sentido, más allá del derecho a la representación, de su residencia en su territorio, de sus derechos y deberes jurídicos, el énfasis de la condición de ciudadanía aparece puesto en el hecho de que el ciudadano "debe tomar parte activa en los asuntos que luego han de afectarle".1 En la misma dirección, ya Eurípides, el ultimo de los grandes dramaturgos atenienses, había distinguido entre "el pueblo constitucionalmente integrado" (demos, pueblo), que es propiamente el ciudadano, y "el pueblo fuera del control de la vida política convertido en masa amorfa". (Óchlos, multitud, turba).2 Platón también utiliza esta diferencia cuando dos interlocutores hablan de las mayorías, uno para referirse al "pueblo y el otro, a la turba". "En la polis se ponía de manifiesto además una condición indispensable de todo ciudadano, sobre todo el integrante de una ciudad-estado democrática: se trataba de un hombre libre, quien, para ejercer sus derechos, contaba con el raciocinio crítico en lugar de la fuerza bruta, pues su juicio y criterios debían imponerse a través de la deliberación, la persuasión y el uso argumentativo de la razón".3

    Durante el largo periodo de los imperios universales, se diluyeron las ideas democráticas hasta que, con la recepción de la cultura clásica en la Edad Media, gracias, sobre todo, a la labor de Santo Tomás de Aquino, cobra nuevo impulso el principio de que el poder proviene del pueblo. "Si el pueblo no tomara parte en la elección de sus autoridades – escribió el Aquinatense – ni pudiera enmendar sus entuertos sería un verdadero esclavo".4

    La primera revolución democrática de los tiempos modernos se gestó en Inglaterra en el siglo XVII. Concluyó en una transacción con el poder real en la que éste hubo de reconocer la supremacía del Parlamento y los derechos inalienables de los ciudadanos ingleses. El gran ideólogo de esta revolución fue John Locke, considerado el técnico de la democracia, el predicador de la tolerancia y el profeta de una clara distinción entre Estado e Iglesia.5 Siguieron las revoluciones democráticas americana y francesa cabalgando sobre las ideas liberales de Montesquieu, Rousseau, Voltaire y especialmente, Emmanuel J. Sieyes, quien elaboró una síntesis de la ideología política precedente, justo en vísperas de la revolución de 1789.6

    Sin embargo, tanto la Declaración de la Independencia Americana, como la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano exageraron la defensa del hombre individual, por ser ambas Declaraciones una reacción contra el poder del Estado, ya que "aunque consagran la igualdad de los hombres ante la ley, producen o permiten, la enorme desigualdad social, al no equilibrar las condiciones económicas de los ciudadanos al restringir las oportunidades de participación en la gestión económica y política.7

    Como toda obra humana, la democracia incurrió en desviaciones y errores tanto de principios como de realización practica, los cuales sirvieron y sirven de pretexto a las doctrinas de inspiración marxista. Sin embargo, en su esencia esta forma de gobierno, este ideal de vida común, que se llama democracia, responde a la vocación de nuestra especie para realizar en la tierra la ley del amor fraternal y la dignidad de la persona humana. Desde siempre se ha venido hablando de Derecho Natural, pero fue a partir de los tiempos modernos cuando el hombre adquirió conciencia clara y universal de sus derechos a partir de la filosofía jurídica de Locke, de inspiración Jusnaturalista.8

    La Democracia busca el equilibrio deseado entre las clásicas libertades individuales y los derechos de carácter económico y social. El comunismo, por ser una reacción contra el poder las elites económicas, defensa extrema del hombre social frente al individuo, desconociendo derechos personales fundamentales, frente al exagerado liberalismo, que es cegato y cuantitativamente ha demostrado que es incapaz de entender, el sufrimiento, las emociones y los deseos de los hombres.9

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