Indudablemente el fenómeno de la interculturalidad se da en la sociedad y va hacia ella, con defectos y aciertos y es allí dónde se dan las más grandes controversias, y también sus posibles soluciones, apelando a una de las partes, el racismo en la educación intercultural, sostenida por la investigadora Patricia Tschorne, encontrada en páginas de Internet.
Plantea el valor de la diversidad que tiene una riqueza de posibilidades infinitas que podemos apreciar en las oportunidades artísticas, arquitectónicas, culinarias, en el modo de vestirse de los diversos grupos étnicos.
El interculturalismo y la diversidad dan pie a que las personas sean más tolerantes y acepten la idea de que sólo hay un grupo humano y muchas culturas. A la vez contribuyen a definir su propia identidad cultural desde una actitud tolerante y comprensiva hacia lo diferente.
Todo eso crea conocimiento, proximidad, amistad. Es la llave para el intercambio de afectos y para ponernos en la piel de los «otros».
En definitiva, es la mejor vacuna contra el racismo, la xenofobia y la discriminación. Cultivar y mejorar la autoestima en el plano personal y cultural de los alumnos minoritarios, asegurando una seguridad psicológica en relación con su comunidad de origen y facilitando su participación en la vida escolar.
Además se resalta la idea de sociedad, donde Fernando Urrea, (2003), plantea, "La sociedad ahora concebida como un conjunto de sectores con intereses específicos entre ellos "étnicos" y los de las mujeres en las unidades domésticas, que ya no son de clase, y que pueden llegar a ser parte de la dinámica del mercado.
El nuevo modelo reemplaza el antiguo Estado centralista y regulador de la actividad económica por otro limitado a sus estrictas funciones de control social, manejo macroeconómico ortodoxo y regulador de la actividad económica, con una política social de atención a los grupos vulnerables sin pretender llevar a cabo medidas redistributivas del ingreso y la propiedad privada, que diseña, negocia y genera programas y proyectos de desarrollo que lleguen a ser rentables en una economía de mercado abierto.
Es decir que hacia el futuro las regiones y los sectores sociales vulnerables, a través de las ONG o de las entidades que los representan, se insertan en un mercado globalizado", se deduce que las muchas de las luchas étnicas tienen un trasfondo de clase, al referirse a las organizaciones que tienen un fundamento étnico y persiguen el reconocimiento de sus culturas, pero que avanzan también en reivindicaciones económicas y sociales, y pasa por cierto en el equilibrio de construcción de bienes culturales.
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