Quizás la forma más eficaz de permitirse ser prudente para cada tarea, es ser prudente para definir una política propia de administración de los tiempos para dichas tareas, además de definir criterios comunes para su realización, la prudencia entonces, no estará determinada en cada decisión particular, sino en políticas globales, las cuales también necesitarán su tiempo para ser reflexionadas y elaboradas con el nivel de detalle que requieran.
No hay discusión sobre la necesidad de ser humano para ser profesional, y como cualquier ser humano, el profesional tiene sus estados de ánimo, errores, sentimientos, anhelos, gustos, enfermedades y hasta problemas de transporte. Sin embargo, al profesional sólo se lo contrata por su razón y labor, los demás aspectos son personales, sin que el profesional tenga la posibilidad ética de verse influenciado por ellos. Bajo este punto de vista, el profesional está muy exigido a enfocar sus esfuerzos y virtudes hacia su ocupación, llegando a crear una paradójica separación entre el ser profesional y el ser personal.
Bajo este enfoque, y considerando los siguientes planteos de Bourdieu
· La toma de una posición depende de la posición que se ocupa y que los puntos de vista son vistas tomadas a partir de un punto
· Quien está inmerso en el juego se ajusta a lo que prevé, a lo que anticipa, toma decisiones en función de las probabilidades objetivas que aprecia global e instantáneamente, y lo hace en urgencia de la práctica.
Surge un conflicto entre el rol profesional, que está en un punto de la red social y el rol personal, que se encuentra en otro punto ya que son dos posiciones, dos puntos de vista y posiblemente tengan la misma urgencia.
Ser prudente como profesional, va más allá de evaluar las consecuencias sobre lo que está relacionado directamente a su labor, implica además las consecuencias a todo su entorno, ya que la prudencia es una virtud de la persona, y no de un solo ámbito de la misma. Por lo que más allá de los roles que ocupe, sean estos profesional y personal, empresario y empleado, padre e hijo, etc; la persona es una y los intereses propios que tenga antecederán a cualquier acción que tome.
Dentro de este marco, la dificultad del obstáculo reside en el cruce de los caminos para llegar al mismo objetivo que tiene la persona partiendo desde los diferentes roles. Una encrucijada parecida a esta:
"Como arquitecto considero que emplear este material es lo más apropiado para la necesidad, pero en lo personal no me gusta"
Ya que el objetivo particular de esa decisión será "que quede bien", emplear el material o no será una decisión válida, por lo que el profesional deberá definir prioridades, y considerar que inclinarse tanto por lo "apropiado" como por el "gusto personal", tendrá consecuencias tanto en lo laboral como en la satisfacción personal.
Lidiar prudentemente con el cruce de intereses propios
Dado que continuamente el profesional se verá involucrado en esos cruces, y que las consecuencias de cada acto irán definiendo tanto su carrera como su vida personal, le será pertinente definir objetivos a largo plazo y accionar de acuerdo a los mismos, si dos decisiones son buenas entonces, le será más fácil elegir la que más se ajuste a ese objetivo mayor.
La prudencia entonces, no deberá anteceder cada decisión, sino que deberá estar previa a estrategias de la carrera profesional para lograr objetivos particulares que definan los distintos roles en los que se involucra.
Un profesional puede entenderse como quien aplica ciencias, técnicas y artes. Bajo este punto de vista, existe una gran dificultad para ejercer la prudencia, ya que los conocimientos no siempre cubren las necesidades cognitivas que la labor requiere. Es así que la labor profesional se ve desafiada a diario a responsabilizarse no solo por lo que el profesional desconoce, sino por lo que la humanidad quizá ni se ha preguntado.
La falta de aprehensión del conocimiento difundido, es exclusiva responsabilidad del profesional, quien no incorporó tal conocimiento a su saber, por lo que en este sentido, ser prudente significa brindarse tiempo para estudiar continuamente. En cuanto al conocimiento inaccesible, no puede responsabilizarse a nadie por no saberlo.
No obstante, para que se realicen labores dentro de un marco de prudencia, alguien debe hacerse responsable por las tareas, la inaccesibilidad del conocimiento estará siempre presente, y la responsabilidad tenderá a decaer sobre quien está al frente de las tareas, que es el profesional. No puede preverse, por ejemplo, cómo reaccionará la sociedad ante un llamativo edificio implantado en su núcleo urbano, pero el profesional puede remitirse a otros casos en la misma ciudad, ejemplos de otras ciudades, definir criterios de comportamiento, u otro tipo de conocimientos y consideraciones que lo acerquen a ese futuro.
Afrontar el desconocimiento con prudencia
El diccionario de la Real Academia Española define a la prudencia como sinónimo de cautela y moderación, es decir, la capacidad de discernir entre las consecuencias de acción previamente a realizarla. La prudencia en sí entonces encierra cierto desconocimiento, porque las consecuencias no siempre son previsibles. Ante tal situación, hay que recordar a aquellos colegas que tienen experiencia que ha brindado conocimientos inéditos, a las instituciones que fiscalizan áreas específicas del conocimiento, además de ser lo suficientemente detallista como para encontrar primero y manifestar después cuales son exactamente los puntos que se desconocen. Es así que ser prudente significará, entre otras cosas, aceptar que se requiere de un prolongado tiempo para entender lo desconocido.
Tal como el inconveniente del capitán imaginado por Aristóteles, en el que en un barco asediado por una imprevisible tormenta se debe elegir entre el riesgo de perder la vida y el pesado y valioso cargamento, durante la carrera del profesional aparecen situaciones para nada deseables donde hay que elegir entre pérdidas. Un ejemplo situacional puede ser el gerente de una empresa constructora que obligado por retrasos previos, debe elegir entre seguir construyendo una modificación sin proyecto, poniendo en riesgo la integridad de la obra, o retrasarla hasta completar el proyecto y pagar multas que indefectiblemente hagan cerrar la empresa.
Difícilmente se encuentren ejemplos en los que el profesional de un momento a otro deba decidir tal situación, tanto el ejemplo del capitán del barco como el del gerente de la constructora, han sufrido un proceso que los ha llevado a tal situación. El capitán debía saber que ningún barco era inmune a las inclemencias fuertes del tiempo, y el gerente tuvo un suceso de retrasos que podían hacerlo prever el riesgo de llegar a tal situación.
Si bien un terremoto en zona sin registro sísmico, o un maremoto como el vivido por Indonesia en el 2004 son catástrofes que no han podido preverse, tampoco permiten a un profesional tomar decisiones durante el ejercicio normal de su carrera.
El tiempo nefasto del que se habla, por lo tanto, son momentos de situaciones acumuladas donde el profesional ha decidido arriesgar en cada situación.
Sin embargo, el no arriesgar representa el no hacer. En el ejemplo del capitán sería nunca alzarse a alta mar, debiéndose dedicar a otro oficio en el que seguramente correrá con mayor riesgo por no ser su rubro.
Ser prudente entonces, le significa al profesional arriesgarse dentro de sus ingerencias, tomando los recaudos de cada acción.
Herramientas intelectuales como el árbol de decisiones, o la planificación estratégica, le permiten al profesional obrar con la cautela necesaria para anticiparse a las distintas consecuencias que tendrán sus decisiones. Mientras antes se sea cauto entonces, más prudente se podrá ser.
Conclusión General
La vida profesional presenta situaciones en las que es difícil adquirir tiempo, concentración y conocimientos necesarios para evaluar las consecuencias de cada paso a dar. Establecer objetivos a largo plazo definiendo como persona lo que se pretende, trabajando como profesional para lograrlo.
Ser prudente implicará tener estrategias tanto para los trabajos específicos como para la carrera profesional en sí; tener políticas de decisiones que correspondan a la propia ética, políticas que deberán ser flexibles para permitir mejorarlas y adaptarlas.
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- Ejemplo de árbol de decisiones, http://www.e-estrategia.com.ar
Autor:
Patricio G. Cardó
Docente revisor: Marisa Villalba
Fecha de confección: 15 de Febrero de 2008
Doctorado en Arquitectura
Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño
Universidad de Mendoza
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