Muchas de las noticias que hoy, leemos en la prensa por todas partes, hacen referencia a los sistemas judiciales donde los actores principales son los jueces, los fiscales y los abogados, cuyo empeño más obvio es el de vender sus servicios al mejor postor — como se dice, apócrifamente — que Judas hiciese. (Véanse mis ponencias al respecto).
En el caso de los abogados tenemos quienes, pierden causas adrede — traicionando al cliente — para prolongar las acciones judiciales y para lograr, por medio de sus acciones deshonestas — "actuando" por su cliente y vendiéndose a sus oponentes — adquirir un margen de beneficios demostrables para sí mismos.
Nosotros sabemos de casos cuyos récords se encuentran archivados en ciertas cortes, tan impúdicos ellos fueron.
El cambista, miniatura del S. XI
Los casos abundan, como hemos vistos en Madoff I y II y como revelan los récords en cortes por doquiera.
En el caso de los fiscales, sólo basta recordar las actuaciones teatrales que expusieron a los representantes del ministerio público — y de paso, al Juez Lance Ito — durante el "Juicio del Siglo" (de O. J. Simpson, quien fuera juzgado por haber ultimado violentamente dos personas inocentes), donde las conveniencias propias tomaron precedencia, como lo describen Dominick Dunne y muchos eruditos de la ley.
Los jueces, sustitutos divinos
Los jueces, dependiendo del sistema judicial, son algo enteramente distintos, ya que su autoridad deriva del deber de administrar la justicia divina.
Leamos las palabras siguientes del Credo de Nicea que aquí extraemos:
".y por nuestra causa fue crucificadoen tiempos de Poncio Pilatos;padecióy fue sepultado,y resucitó al tercer día, segúnlas Escrituras,y subió al cielo,y está sentado a la derecha del Padre;y de nuevo vendrá con gloria parajuzgar a vivos y muertos,y su reino no tendrá fin".
Ecce Homo por Antonio Ciseri
Por lo antedicho, en este elenco figuran dos entelequias plasmadas en la capacidad de disponer del destino último de los demás:
Poncio Pilatos, un prefecto cuya historia controvertida lo proyecta como alguien a quien uno no desearía que actuara como juez en su causa.
Y, en el otro caso, lo que se va administrar es la llamada, y temida, "Justicia Divina", durante los aciagos instantes del "Juicio Final".
Para entenderlo mejor, tenemos que agregar que, con el poder que DSM-ETC ha adjudicado con su Biblia y categorías diagnósticas, el alcance de la justicia ha sido anulado por la venalidad meretricia de algunos psiquiatras que venden diagnósticos para exculpar al culpable. (Véanse de nuevo, Madoff I y II en monografías.com) y en el libro, Todas las posibilidades por Freddy Aguasvivas.
La patografía y lo que ofrece a las ciencias del comportamiento humano
La patografía, puede que sea una "ciencia" imprecisa, aún como la usara el genio indisputable de Freud, pero es un instrumento de heurístico valor.
Freud y la historia clínica
En su análisis de Moisés, el de la Gradiva de Jensen, en sus lucubraciones acerca de la niñez de Leonardo, y en su "análisis" del Presidente Woodrow Wilson — a quien nunca, tan siquiera conociera — Freud nos lega, lo que, esencialmente, son lecturas amenas, que, si nada más, atestan de la prolífica imaginación del autor, pero, que ofrecen muy poco de valor clínico, además de ello.
Abogado por Giuseppe Arcimboldo
Sin embargo — aunque basado en conocimientos actuales uno puede diferir — en el análisis que Freud hiciera del libro escrito por el jurista y magistrado Daniel Paul Schreber, Memories of my nervous illness, se pueden colegir algunos detalles que pueden arrojar alguna claridad a la capacidad infinita de que disfrutan las víctimas de algunas patologías emocionales para auto-racionalizar sus perfidias, justificar su venalidad, y auto-absolverse, aunque sus acciones vayan contra todos los principios de la racionalidad y propósito de la ley, sea ésta natural o codificada.
Schreber, como magistrado era honesto.
Schreber estaba enfermo.
Otros magistrados ni están enfermos, ni son honestos.
Conozcamos a El honorable magistrado Daniel Paul Schreber (1842-1911)
El magistrado Schreber era un juez alemán que sufrió de lo que, en sus tiempos, se diagnosticó como demencia precoz.
El juez mismo describió su segunda enfermedad mental (1893-1902), haciendo referencia breve a su primera enfermedad (1884-1885) en su libro Memoirs of My Nervous Illness (título original en alemán Denkwürdigkeiten eines Nervenkranken).
Este libro, se volvería una de las obras más importantes en toda la historia de la psiquiatría y el psicoanálisis, gracias a su interpretación por Sigmund Freud.
No existen testimonios escritos de su tercera enfermedad (1907-1911), pero algunos detalles acerca de ésta pueden encontrarse en el dossier hospitalario.
La acusada
Las experiencias de Schreber
Schreber fue un juez muy exitoso y respetado, hasta su edad media, cuando su psicosis se manifestó.
El jurista se despertó una mañana con el pensamiento de que sería placentero sucumbir al acto sexual, con Dios, quien lo trataba de seducir, utilizándolo como si fuera una mujer.
Alarmado, el juez, decidió que el pensamiento tenía que provenir de alguien más en lugar de sí mismo.
Él razonó que procedía de las maniobras de un médico que lo trató de hipnotizar, y que había tomado posesión de su mente telepáticamente.
A medida que la psicosis progresó, Schreber creyó que Dios lo estaba transformando en una mujer, para volverlo en el objeto sexual de todos sus anhelos divinos.
Para lograr este último propósito, Dios enviaba rayos cósmicos hacia él, para cambiarlo.
La interpretación de Freud
Aunque Freud nunca entrevistó a Schreber directamente, él había leído sus memorias desde dónde derivara sus propias conclusiones.
Freud pensó que Schreber deseaba ser tornado en mujer para lograr ser el objeto exclusivo de los deseos sexuales de Dios, que representaba el padre del enfermo.
Justicia mancillada
Para diagnosticar este caso, Freud utilizó la etiqueta de demencia paranoica.
A través de los años, mucha tinta se ha vertido disputando los pensamientos de Freud, aunque el caso perdura como modelo de algunas de sus ideas, especialmente en lo que respecta al narcisismo y la homosexualidad latente.
Una vez conocí a la esposa de un político poderoso, mujer piadosa, quien me informó que lo peor de estar en su posición era, que cuando a uno se lo ensalza tanto, uno comienza a creer que lo que de uno se dice, es verdad.
Otro, esta vez un abogados amigo, me mostró una grabación de un juicio en una corte donde él fungió como abogado para la defensa, mostrándome cómo la fiscal y dos abogados, para el querellante abusaban injusta y despiadadamente, al inculpado. Todo con la anuencia de un juez que, como otros, antes que él había sido comprado por el litigante, un falsificador de firmas y tramposo empedernido.
No importaba lo ineducado, cruel y deshonesto que el litigante hubiese sido con su esposa e hijos, se lo proyectó como modelo de virtudes, para él, imposible de lograr.
Mi amigo comenta, en este país, la mayoría de los jueces y los fiscales llegan a esa posición provenientes de orígenes humildes, cuando lo logran quieren hacer todo el dinero que pueden, creyéndose que son cultos, sin saber casi ni cómo leer ni escribir.
Yo no puedo disputar sus ideas, ya que carezco de experiencias directas al respecto.
Volviendo al caso de Schreber
Mucho se ha dicho, y poco se ha logrado entender, de la circunstancia de que años antes de que el episodio agudo de su psicosis empezara, que Schreber había sufrido de la encefalitis.
Falsificador de firmas
Por la evidencia de que el paciente se mantuvo funcional por años, es dudoso que secuelas de esta infección — si es que la tuvo — causaran su episodio psicótico.
La demencia precoz, se elimina por la simple razón de la edad.
Schreber tenía más de 40 años cuando su psicosis comenzara, edad que lo pondría más aptamente dentro del espectro de las enfermedades afectivas.
Un hermano del jurista, Daniel Gustav Schreber, se suicidó a los treinta años, lo que es compatible con la diátesis de las enfermedades depresivas.
Tres episodios psicóticos, manifestados por síntomas agudos y floridos en su expresión, que remitieran, deniegan la teoría de que éste sufría de esquizofrenia.
En resumen
Que, el Juez Daniel Paul Schreber, fue víctima de una psicosis esquizofreniforme o una "esquizofrenia" esquizoafectiva.
En nuestros días esto, se considera de buen pronóstico.
"Elemental, mi querido Watson, elemental." (Como diría el amigo Sherlock Holmes).
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Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
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