Resumen
Entre los desafíos que debe enfrentar la humanidad en el presente siglo se encuentra el envejecimiento de la población, fenómeno de carácter universal con consecuencias para todas las esferas de la vida y afectaciones para toda la sociedad. En el caso de Cuba la transición demográfica, por diferentes causas, ha evolucionado de manera acelerada, como fruto de la política social de la Revolución. En nuestra comunidad hay tendencia al envejecimiento de la población y no contamos con una cultura del envejecimiento por lo que nos proponemos a partir del pensamiento martiano crear una cultura del envejecimiento en toda la población palmera, elevando la calidad de vida de los pobladores.
Tomamos el pensamiento del Apóstol como guía para este noble empeño, por su obra transformadora, revolucionaria, por su fe en "la utilidad de la virtud" y en "el mejoramiento humano" en el más abarcador sentido humano.
Introducción
"Cuando habla un joven, el alma recuerda donde se enciende su vigor. Cuando habla un anciano, el alma descansa, confía, espera, sonreiría si tuviera labios, y parece que se dilata en paz".
José Martí.1
Tener la plena conciencia de ser cubano es ser martiano – expresa Cintio Vitier en el prólogo al tomo III de sus Cuadernos Martianos. Ser martiano es interiorizar, asumir, encarnar, poner en práctica en todo momento, por convicción íntima, el ideario que se expresa en sus escritos con la belleza verbal de un clásico de la modernidad hispanoamericana y con la abnegación de quién quiso ser, y fue, "el servidor más apasionado que pueden tener los hombres".
Desde sus primeros intentos en el oficio de escribir sus ideas, en edades tan tempranas como los nueve años en la carta a su madre, su primer poema épico-dramático Abdala, la terrible experiencia del presidio político a los diecisiete años, hasta la última carta a su confidente mexicano Manuel Mercado pocas horas antes de caer en combate, se evidencia en su obra al revolucionario de cuerpo entero, maestro de eticidad, poeta, orador, ideólogo, organizador de la que él llamó "guerra necesaria", y combatiente revolucionario. En torno a sus escritos es muy fácil aprender el valor de la hombría moral, a conocer su descendencia e historia, a pensar por sí, a vivir en libertad y a defender la justicia. "Un principio justo desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército"2 – sentenció.
Y no sólo como legado histórico debemos interpretar su obra, sino ponerla al día y en acción desde la especificidad de los problemas actuales. Un Martí vivo, un Martí contemporáneo, un Martí de la perenne futuridad del hombre, es la lección que debemos tomar de la lectura de sus escritos.
Es un reclamo de la universidad cubana actual, a la vez que una aspiración, la formación de individuos que perciban la integralidad del mensaje revolucionario de la obra de José Martí y aprendan como él a enlazar múltiples saberes. Los tiempos que vivimos requieren, martianamente hablando, de hombres integrales por la ciencia, la sensibilidad y la conciencia. Esta es, en definitiva, la enseñanza principal que se desprende de toda su obra.
Abordar los desafíos actuales de la construcción de nuestra sociedad socialista desde la perspectiva humanista de toda la obra martiana, es el camino salvador a que estamos avocados. Toda obra revolucionaria ha de ser la encarnación del más completo, universal, actual y futuro de nuestros hombres.
Entre los desafíos que debe enfrentar la humanidad en el presente siglo se encuentra el envejecimiento de la población, fenómeno de carácter universal con consecuencias para todas las esferas de la vida y afectaciones para toda la sociedad, hombres, mujeres, jóvenes y niños. En el caso de Cuba la transición demográfica, por diferentes causas, ha evolucionado de manera acelerada y se encuentra muy avanzada. Lo que demandó más de 100 años para los actuales países altamente desarrollados, se ha alcanzado en Cuba en 30 años, como fruto de la política social de la Revolución.
Tomamos al Apóstol como guía para este noble empeño, porque en él hay, no solo ideas certeras y principios fundadores, sino además una sabiduría espiritual que no se encierra en fórmulas ni aforismos, por afortunados que sean, sino que se abre y nos abre a las posibilidades originales de nuestro propio ser, porque no nos ofrece una obra cerrada, sino transformadora, revolucionaria, por su fe en "la utilidad de la virtud" y en "el mejoramiento humano" en el más abarcador sentido.
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