Ciudadanía y medios en América Latina: alcances y proyecciones
Enviado por Carlos A. Camacho Azurduy
- ¿Ciudadanos o consumidores?
- Nuevos escenarios
- Ciudadanos sí, pero ¡activos y responsables!
- Ciudadanía latinoamericana
- Ciudadanía comunicativa
- A manera de epílogo
- Fuentes
En América Latina se valoriza en las últimas dos décadas la democracia como régimen institucional, sin embargo diversos expertos coinciden en señalar que aún falta mucho por avanzar para que ésta subsista como una forma de vida donde no exista una brecha entre la formalidad de la ley, por un lado, y la conciencia y la práctica de la ciudadanía, por el otro.
Esta profunda grieta se debe a que muy poco es lo que se avanzó en cuanto a tener una gobernabilidad democrática "que concierne a la relación entre el sistema político y la ciudadanía" por la falta de adecuación de la política y del Estado a las transformaciones sociales en curso producto de acelerados procesos de modernización, en la que se ha venido a denominar "sociedad de la información".
Esta "escasez" de gobernabilidad es fundamentalmente producto de una "deficiencia" comunicativa expresada en el escaso diálogo entre actores del sector público, privado y la sociedad civil tanto a nivel nacional como descentralizado (local) y la poca importancia asignada a estrategias de construcción de redes de actores y "pactos", acuerdos de gestión compartida y agendas de responsabilidad común. Sin duda, todo ello afecta la viabilidad política de políticas públicas (e.g., reducción de pobreza, género, interculturalidad) encaminadas a un desarrollo cada vez más humano y solidario, lo cual puede poner en peligro la legitimidad del régimen democrático.
¿Ciudadanos o consumidores?
Se percibe que a principios de este siglo los medios de comunicación masiva, al igual que otras instituciones sociales, aportan a la construcción de una ciudadanía que puede ser activa y participativa o vinculada exclusivamente al consumo. Uno de los aspectos que favorece en esta dirección es la participación que permiten los medios, lo cual facilita a las personas que puedan ejercer su libertad de expresión y acceder al espacio público que les fue negado en otras instancias (e.g., partidos políticos, organizaciones sociales, etc.).
En este marco, los procesos de modernización requieren la conducción de una nueva acción política que tome en cuenta la mayor y mejor cooperación, participación e incidencia de los ciudadanos en las decisiones que afectan sus propias vidas. De hecho, resulta paradójico que hoy en día asistamos a un auge de la "cultura del yo" (privatización de actitudes y conductas) que contrae drásticamente y cambia de forma el ámbito integrador "en tanto espacio compartido" que representa lo público.
Una interacción que en el omnipresente espacio del mercado y la globalización conforma ciudadanos-consumidores o ciudadanos-espectadores; en ambos casos, apartados en espacios privados e íntimos, bien demarcados en sus intereses, pasivos en el juego político del poder respecto a la pertenencia democrática.
Frente a esta situación, Fernando Calderón y Norbert Lechner (1993) se cuestionan si ¿no es el estar-juntos-con-otros, esa comunidad de semejantes, el espacio propiamente político de la democracia? Y si ¿puede la población de nuestras sociedades latinoamericanas (o sea, nosotros) llegar a ser verdadera y plenamente ciudadanos? Vale decir: la gobernabilidad democrática presupone ciudadanos activos y participativos, pero ¿qué hace la democracia para formarlos?, ¿qué mecanismos y procesos de la sociedad de la información apoyan este proceso?
La gobernabilidad democrática requiere patrones de corresponsabilidad entre el sistema político y los individuos como sujetos de derecho convertidos en ciudadanos "a partir de prácticas sociales, sistemas institucionales y representaciones culturales" que comparten algo común en libertad e igualdad. Todo esto está profundamente ligado a los procesos de democratización, de educación y de revalorización de los derechos humanos, especialmente los económicos, sociales y culturales, que deben ser garantizados por las instituciones democráticas.
Nuevos escenarios
En los gobiernos de la región se está configurando en este flamante milenio un nuevo escenario político donde los medios de comunicación masiva adquieren una creciente influencia en el ejercicio de la democracia y de la política. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), en Bolivia, propone desde hace algunos años atrás en su informe de desarrollo humano la necesidad de buscar mayor congruencia entre comunicación y política, a fin de que ambas esferas se potencien para fortalecer, tanto en las instituciones estatales como en la sociedad civil, una cultura política deliberativa.
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