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Demasiada gente, demasiada pobreza, demasiada miseria: El pobre, muriendo de hambre, mientras existe en un mar de riquezas que el rico, muy sólo, navega… (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

Muchos nos han dicho a este respecto que "el hambre existe y que ésta, junto a la pobreza, siempre existirá mientras hayan seres vivos en este planeta". (Joaquín Balaguer en discurso al Congreso Nacional Dominicano, febrero 27 del 1993).

Los ministros del G8, brindando en Hokkaido, al hambre y a la pobreza

Pero un problema que a todos nos afecta es la explosión demográfica que llamamos sobrepoblación, lo que, para tantos se traduce en la carencia de alimentos y en el hambre concomitante.

El hambre y sus consecuencias han sido por otros y por nosotros mismos estudiadas en otras ponencias, pero es válido que en este espacio las revisemos de nuevo.

Examinemos este asunto de importancia crucial que a todos nos afecta física y psicológicamente, ya que los efectos del hambre, con la reducción de los alimentos precursores de nuestros neurotransmisores cerebrales, perturba tanto nuestra inteligencia, embotándola, como trastorna nuestras emociones, confundiéndolas. (Véase mi ponencia: Los Trastornos del Comer Una Tesis Evolucionaria Adaptada, en monografías.com).

La explosión demográfica del planeta tierra, y de sus efectos

La Naturaleza nos diseñó, como especie, con el destino de ser el animal cuyo ciclo reproductivo sería el más lento en la tierra.

Nosotros somos el género más despacioso en alcanzar la madurez sexual y reproductiva, como somos asimismo, el que tiene la menor tendencia de salir preñado en cualquier ciclo ovular, poseyendo uno de los intervalos más dilatados entre las gestaciones.

En otras palabras, no fuimos destinados a reproducirnos de manera desenfrenada — limitación que, para nuestro detrimento, hemos conquistado y descartado.

La familia del siglo XXI

La fertilidad de la mujer, normalmente declina hacia los treinta años y, para asegurar que la reproducción no continúe en la vida postrera, nuestro género ha evolucionado una menopausia bien clara y establecida. (Véanse mis artículos al respecto).

Pero, a pesar de estas limitaciones reproductivas, Cada 110 horas (4 días y medio) nacen más gentes que las que mueren en el planeta.

¿Es que es imposible para nosotros ejercer el control voluntario necesario para limitar nuestra fertilidad y reproducción desmedida que hoy nos caracterizan, resultando en una explosión biológica autodestructiva?

Nuestra capacidad de revertir nuestro desboque reproductivo y poner un cheque al desequilibrio demográfico numérico, que existe en este respecto, puede determinar, en un futuro no muy distante, nuestra supervivencia como especie.

Haití

A pesar de que en algunos países se ha logrado un éxito modesto en la reducción de los nacimientos, en otros el crecimiento de la población y del hambre resultante es algo sin precedentes.

La fertilidad como proceso inseparable del equilibrio natural

En los países desarrollados y gracias a la mejora del cuidado prenatal de la madre y el bebé y también a la disponibilidad de alimentación garantizada en exceso, nuestros niños y niñas arriban a la pubertad de manera desproporcionadamente adelantada y con este fenómeno el riesgo del embarazo prematuro. (Véanse mis artículos al respecto).

La obesidad y la sobrepoblación

La obesidad es causa de muchas miserias que por todos no son, necesariamente, compartidas.

Para proveer la mesa que caracteriza la producción de los fast food que nos "alimentan", los emporios multinacionales deben de minar hasta el límite los recursos existentes, incluyendo el uso de los biocombustibles que socaban y agotan nuestros recursos básicos. (Véase mi ponencia: El Sobrepeso: Carga Compartida, en monografías.com).

Comida en exceso + pubescencia avanzada = embarazos precoces…

Pero períodos de hambruna epidémica han sido registrados, a la vez que ignorados u olvidados de manera conveniente en nuestra historia no muy remota.

En Irlanda tuvimos La Gran Hambruna (An Gorta Mór) entre los años 1845 y 1851, causada por la ruina de la cosecha de las papas, la que fuera la mayor fuente de alimento en la mesa de los irlandeses.

Los efectos catastróficos de este desastre sin precedentes se sentirían en la merma de población y recursos por más de 50 años después, como consecuencia de la mortalidad excesiva y de la emigración masiva resultante.

Otra catástrofe más reciente fue la escasez general de alimentos del 1944 en Holanda conocida como el hongerwinter, el "invierno del hambre" cuando 18,000 personas perecieron en muy poco tiempo — o sea, que uno de cada quince ciudadanos de la población holandesa de entonces sucumbió víctima de la inanición.

El hambre y nuestros antepasados del paleolítico

Para poder entender el hambre y sus fenómenos asociados, debemos remontarnos a nuestra existencia selvática cuando vivíamos precariamente en el neolítico.

Entonces, el hambre era circunstancia recurrente, normal y cíclica. Mientras que la abundancia relativa asimismo resultaba en fenómeno recurrente, cuya presencia con el hambre alternaba.

Para ajustar nuestros destinos y para adaptarnos a la carencia de nuestra comida, nuestro organismo desarrolló la capacidad, ya descrita, de acumular grasa, para su uso a corto plazo.

Nuestros organismos no permitían la acumulación de grasa corporal que hoy se considera causa de una epidemia mundial de la obesidad.

Siendo, que el hambre existía como amenaza constante para nuestra supervivencia y que para nutrirnos gozábamos de períodos cíclicos de abundancia relativa alternando con tiempos de escasez de comida — entonces, el tamaño de nuestra población, como especie, era muy reducido. Lo que sería igualmente adaptivo.

Efecto de esta estrategia en la reproducción y en la expansión demográfica.

Para adaptarnos a esas condiciones nuestro género desarrolló la, antedicha, capacidad de acumular grasa o energía para usarla cuando esperábamos por el retorno de los tiempos de bonanza; mientras que nuestro cuerpo limitaba la fertilidad haciendo el embarazo imposible por debajo de ciertos pesos críticos en la mujeres, como confirman los trabajos de Rose Frisch.

La acumulación de grasa con que hoy conocemos la "gordura" y que caracteriza los figurines de las Venus prehistóricas no son fenómenos de adaptación favorable, ya que la corpulencia exagerada no nos confiere ventajas para una mejor supervivencia.

El desbalance en la escala causado por la sobrepoblación

Hacia el año 2050 la población mundial, se estima que llegará a los 9,000 millones de personas. Esencialmente añadiendo dos Chinas al número de personas que hoy viven. Esos individuos estarán procurando agua, comida y abrigo en un planeta cuyos recursos merman.

Nuestra evolución y diáspora

Nuestra especie es un milagro de adaptación y reciedumbre…

Los estimados de nuestra presencia y migraciones globales hoy se han revisado por los arqueólogos y paleontólogos usando técnicas de investigaciones modernas.

Hasta hace muy poco tiempo se creyó que el H. sapiens existió hacen unos 100,000 años. Hoy se estima que nuestra presencia en África tuvo lugar hacen unos 200,000 años, hecho confirmado por Allan Wilson de la Universidad de California en Berkeley, quien trazara el ADN a una sola mujer quien viviera en el África oriental hace unos 200 mil años y a quien Wilson bautizara como la Eva Mitocondrial.

Cuatro años…

Asimismo se ha corroborado que la diáspora fuera de África sucedió más reciente y rápidamente de lo que se había creído.

Nuestra especie, de modo exitoso se dispersó por todo el planeta, en búsqueda de recursos comenzando por Asia, luego Australasia y, finalmente, Europa.

Como ya hemos descrito en otras ponencias, nuestros avances físicos y culturales sucedieron en explosiones simultáneas por todas partes, algo que en mi ponencia La Regla del DNA, que aparece en monografías.com, intentamos explicar.

El Maltusianismo y sus efectos

El Maltusianismo, o las proyecciones apocalípticas que somos un planeta camino a la extinción debido al crecimiento demográfico, es una teoría del siglo XIV ya indolentemente descartada. Nunca se cumplieron las profecías de Tomas Malthus (1766-1834), más aun, la capacidad productiva actual excede largamente las necesidades básicas de alimentación. Sin embargo, si en algún rincón del mundo podría soñarse la situación, por Malthus prevista, es en la Isla Hispaniola, porque somos países con tan solo 2.4%25 de territorio apto para la agricultura y tan sólo 3 millones de hectáreas de área cultivable. Si consignamos solamente el uno por ciento del territorio total para biodiesel y otro tanto para cultivos transgénicos, y se sabe que al menos una tercera parte del territorio arable son pastizales para animales. Entonces, ¿dónde vamos a sembrar los alimentos auténticos y legítimos, las legumbres y verduras, la papa amarilla, perejil, zanahoria, batata, brócoli, alcachofa y otros vegetales? Más allá de granos calóricos, que naturalmente sabemos que el hombre precisa de un amplio espectro de alimentos frescos y nutritivos, para asegurar su inteligencia y salud.

Como ya sabemos, por los estudios en la inanición controlada de los Experimentos de Minnesota durante la Segunda Guerra Mundial, los efectos psicológicos del hambre son tan devastadores como permanecen poco entendidos. (Véanse mis ponencias al respecto).

Los alimentos transgénicos no proveen solución adecuada y para la producción de biocombustibles sacrificamos más de los recursos derivados.

Para hacer de este infierno una calamidad aún más grave, en algunos países, de antes conservativos en el consumo de la carne, la llegada de las cadenas de los fast food ha desatado un deseo lujurioso por su consumo (especialmente en la China) que amenaza la producción mundial de este alimento.

Los océanos se están socavando al límite y la escasez del petróleo se ha intensificado, gracias a esa guerra desatinada que Bush y su camarilla de sociópatas cacofónicos desataran en Irak.

¿Qué estamos orientados en el derrotero que Malthus predijera? Es un hecho evidente que solo puede escapar a quienes pretenden ignorar o negar las realidades contundentes.

Pero, aún así, y frente a la demostración palpable, nuestros gobiernos fallan en activar los remedios para reducir el consumo del petróleo, limitar el número de los nacimientos y en adoptar medidas de austeridad económicas.

Por ejemplo, en nuestro país, el tamaño exagerado de la burocracia gubernamental consume una porción enorme de recursos de capital para que los políticos vivan en condiciones de riquezas tan injustificables como inmerecidas.

Pero, como paliativo, al niño pobre se le suministra una pitanza miserable, que, bajo el nombre de "desayuno escolar", finge alimentarlos por los meses que las escuelas sin libros, pupitres o maestros, permanecen en sesión.

La marcha de las horas prosigue de manera inexorable. Mientras nuestros gobernantes, de manera refleja engordan asimismo, inexorablemente…

En resumen

Nuestro destino es tan importante, y a la vez tan precario, para dejarlo en manos de los políticos, cuya ocupación preferida ha sido demostrada ser la rapacidad.

Confiar en los buenos sentimientos de los que disfrutan de las prerrogativas del poder y del dinero es ilusorio, ya que para éstos parece ser que la pobreza es algo ficticio que existe al margen de la realidad.

No sabiendo cómo mejor utilizarlo, el dinero se desperdicia en campañas presidenciales que resultan en gastos enormes sin beneficio para ningún país, ya que una vez electo el "primer/primera" mandatario/a se ocupa en ampliar sus riquezas y nada más.

Psicológicamente, el rico no puede ser tan feliz que ahora se empecina en compartir sus medicinas psicotrópicas con sus mascotas, mientras el hambre continúa incontenible. (Véase: Pill-Popping Pets… en NY Times, julio 12, 2008).

¿A quiénes les recae la responsabilidad de interpretar las realidades que vivimos a nuestros pueblos?

Ciertamente, no a los políticos cuyas intervenciones han sido tan desastrosas para todos…

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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