Los nuevos caminos de la formación en valores
Enviado por Sarahí Tereza Afonso Afonso
La creación de Sedes Universitarias, en todos los municipios para garantizar la continuidad de estudios universitarios a los egresados de los programas de la Revolución en los lugares donde residen y trabajan, a constituido el inicio de una nueva etapa en el desarrollo de la educación superior, en estrecho vínculo con la sociedad su desarrollo y demanda en sus diferentes ámbitos.
La formación profesional desde las Sedes Universitaria, ha exigido una confección y práctica pedagógica renovadora basada en la autoeducación, en la que se potencia la flexibilidad del currículo de formación, el sistema de relaciones e intercambio permanente, la respuesta educativa individualizada, en función de las necesidades y potencialidades de cada estudiante y la responsabilidad de la educación directamente compartida con la familia, el profesorado, la institución y la comunidad en general.
En estas condiciones se eleva a planos superiores la participación, la colaboración y el protagonismo de los estudiantes que potencian el papel del profesor como principal facilitador del conocimiento, la educación, y la labor educativa, personalizada, bajo la dirección del tutor, considerado eje integrador del sistema de influencias educativas. Los resultados alcanzados durante los años de aplicación en las Sedes Universitarias, están repercutiendo de manera positiva en la labor formativa de los estudiantes.
Con el legado de nuestros grandes pedagogos, aspiramos a un educador que realice su labor con gran amor y dedicación y que sea el evangelio vivo que señalara Luz y Caballero. Pero además, que tenga la cultura y preparación necesaria para "desenvolver todo el hombre y no solo una parte de él" , como expresara nuestro Apóstol.
No podemos estar satisfechos en transmitir solamente los conocimientos técnicos de nuestra especialidad con un alto nivel, no podemos limitarnos a ser menos instructores debemos enseñar justicia, libertad, derechos, además de ciencias y letras, pero también gracias y arte en fin, formar a un ciudadano ejemplar que sepa vivir de pie en esta época que nos ha tocado vivir.
José de la Luz y Caballero fue uno de los grandes sabios de la primera mitad del siglo XIX, junto con Félix Varela y José Antonio Saco. Era admirable como una vez a la semana, se reunían alrededor del maestro los profesores y alumnos del colegio para escuchar su plática pletórica de ciencia, más de doscientos discípulos, de Luz y Caballero se incorporaron a las gestas liberadoras del sesenta y ocho y el noventa y cinco.
En el sistema de la Educación Superior Cubana, la figura del tutor ha sido tradicionalmente asociada a la asistencia científico metodológica que brinda un especialista de reconocido prestigio y tradición en determinado campo del conocimiento, bien al estudiante que en la fase terminal de su carrera elabora su trabajo de diploma, o al graduado universitario que realiza estudios académicos de postgrados y realiza su tesis para la adquisición de un título o grado científico.
José Martí, Héroe de la República de Cuba expresó "Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive; es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida". (1)
Señaló además que: "la educación, es la habilitación de los hombres para obtener con desahogo y honradez los medios de vida indispensables en el tiempo en que existen, sin rebajar por eso las aspiraciones delicadas, superiores y espirituales de la mejor parte del ser humano".
Es importante destacar el nexo que se establece entre la educación y los objetivos sociales a que debe dar respuesta por una parte, y la contribución que debe brindar al desarrollo individual por la otra, como los dos polos de una cuerda en tensión que representan los puntos de llegada y de partida respectivamente en el trabajo educacional.
En este sentido, es necesario partir de la consideración de que la personalidad se forma y se desarrolla no sólo bajo la influencia de acciones dirigidas hacia una finalidad del sistema educacional, sino también y de manera esencial, en un amplio contexto social, puesto que el sujeto vive en una sociedad.
Consideramos que el criterio que debe primar en todas las instituciones socializadoras para la formación de las nuevas generaciones, es el crear una actitud activa y transformadora, ante las dificultades que se presentan en la vida social. Es decir formar personalidades que puedan plantearse y lograr objetivos que respondan al perfeccionamiento y demandas de la sociedad en que se desenvuelvan. Es hacer el trabajo educativo de forma concreta, dirigido más directamente a la esfera motivacional individual de modo que posea significación inmediata para la personalidad.
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