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Frecuencia y caracterización de abuso sexual en varones


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    Br. FRANCISCO ROLANDO SOZA MORALES Médico Infieri I. INTRODUCCIÓN

    El Abuso Sexual en niños menores de quince años es un delito contra la libertad e integridad sexual caracterizados por contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto en su rol de agresor usa al niño para estimularse sexual- mente él mismo. El abuso sexual puede incluir violencia física, presión o engaño. La diferencia de edad entre la víctima y el agresor impiden una verdadera libertad de decisión y hacen imposible una actividad sexual común, ya que entre los parti- cipantes existen marcadas diferencias en cuanto a experiencias, grados de madu- rez biológica y expectativas.

    La violencia sexual puede tomar muchas formas; no está limitada a actos de acce- so carnal no consentido. La violencia sexual es cualquier acto sexual, intento de logro del acto sexual, comentarios o avances sexuales no deseados o actos de tráficos de la sexualidad, que empleen coerción, amenazas de daño físico o uso de la fuerza, por cualquier persona, sin importar su relación con la víctima, en cualquier ambiente1.

    La OPS/OMS considera que el abuso sexual de menores consiste en la participa- ción de un niño en una actividad sexual que no comprende plenamente, a la que no es capaz de dar un consentimiento, o para la que por su desarrollo no está preparado y no puede expresar su consentimiento, o bien que infringe las leyes o los tabúes sociales. Puede incluir (el abuso sexual) diversas prácticas sexuales con o sin contacto físico tales como exhibicionismo, tocamientos, manipulación, sexo anal, vaginal u oral, prostitución y pornografía2.

    En la mayoría de los casos las víctimas de los delitos sexuales son niños, niñas, adolescentes y mujeres (se registran casos esporádicos de víctimas masculinas adultas, p.e; reos, indigentes entre otros.); generalmente los agresores son varo- nes. Habitualmente en los casos de delito sexual el agresor es alguien que la víctima conoce o vive cerca o comparte su entorno. 1 Chávez P, Cándida R, et al. Monografía Versión preliminar para la normalización y estandariza- ción forense de la prueba pericial en víctimas de delitos sexuales. Managua, noviembre de 2007 2 OPS/OMS. Detección y prevención del maltrato infantil y abuso sexual en la niñez, 2003

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    Br. FRANCISCO ROLANDO SOZA MORALES Médico Infieri Página Nº 4 El delito sexual tiene efectos físicos y psicológicos en la salud y bienestar de la victima; estos efectos pueden variar de una persona a otra, dependiendo de la naturaleza del delito, frecuencia, severidad, agresor, condiciones propias de la víctima (personalidad, edad p.e). La violencia intrafamiliar, sexual y de género por su magnitud y efecto es un pro- blema de Salud Pública, y se identifica una particularidad muy definida: el Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva se mantiene amenazada de manera permanente por muchas razones; el deterioro moral, social, económico, religioso, cultural y otras causas que afectan a la sociedad secularmente. Los delitos sexuales han presentado nuevas formas de agresión y por estas razo- nes las instituciones como el Instituto de Medicina Legal, el Ministerio Público, las Procuradurías de los Derechos Humanos, los operadores de justicia, las Comisar- ías de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia entre otros, debe responder a los cre- cientes desafíos que plantea el abordaje técnico de la prueba pericial en víctimas de delitos sexual adaptando sus funciones y actividades a la dinámica social, fo- mentando mayor comprensión y, alentando al desarrollo social, económico y moral del país a dinamizar a través de la administración de la justicia el respeto de la dignidad humana y a devolver con creces y desagravios la ofensa que la persona- lidad antisocial comete contra su víctima. Los aliados del agresor del delito sexual y de género son las amenazas, las venta– jas económicas, los halagos, las mentiras sistemáticas, el acoso laboral o acadé- mico y el silencio de la víctima; pero, da señales de alarma: temor, miedo, aisla- miento, estados regresivos a su lejana infancia, disminución del rendimiento esco- lar, cambios significativos en el estado de ánimo, exagerado aseo personal o ex- tremo desaseo, terror al examen físico médico y lesiones personales extra, para o genitales. El delito sexual puede comenzar en la calle del barrio, del condominio o colonia vecinal, en el hogar, escuela, centros de apoyo a la niñez y adolescencia. Otras formas pueden ser manoseos, un piropo vulgar, una señal obscena propios de nuestra cultura y aceptado socialmente, es decir; el potencial abusador es conoci- do o familiar y raramente desconocido de la víctima e incluso puede dormir con él. La violencia intrafamiliar, sexual y de género no es un fenómeno que afecte exclu- sivamente a las personas de bajo estrato social, alcohólicos, desempleados, sino también de estratos sociales altos que por temor al escándalo o conveniencia económica no denuncian este delito.

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    Página Nº 5 Br. FRANCISCO ROLANDO SOZA MORALES Médico Infieri

    La revictimización es una forma de maltrato institucional, cuando las víctimas acu- den a las instancias para interponer la denuncia, se duda de lo que le pasó a la víctima o se acosa con preguntas innecesarias, indiscretas y con poca cultura para el abordaje del problema.

    Todas estas secuelas que conlleva el delito sexual y la violencia de género reper- cute negativamente en la relación de pareja, en inadecuada relación entre los fa- miliares, en daño emocional; por estas razones la violencia intrafamiliar, sexual y de género están por lo general estrechamente relacionadas y son consideradas una emergenci

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