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Biobibliografía del poeta holguinero José Luis Serrano Serrano (página 3)


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Hace algún tiempo estaba convencido de que debía parar. Está bueno ya de sonetos. Décimas hace diez años que no escribo. Aunque casi todo el mundo me sigue viendo como decimista en activo servicio, la verdad es que soy un veterano del octosílabo que lleva siete años tratando de terminar su segundo libro de sonetos.

Como todo creador, a lo largo de su trayectoria artística usted ha recibido influencias provenientes de distintas zonas de la cultura. ¿Cree que el descubrimiento de autores como Charles Bukowski, Joseph Beuys y Roberto Bolaño influyeron en las concepciones estéticas y en la personalidad del poeta, que de algún modo se comporta como un "excéntrico" o como uno de los tantos "poetas malditos" de la historia?

Mencionas a tres grandes artistas. Es cierto que me he fijado mucho en sus maneras de abordar la realidad. El interés de Bukowski por lo sórdido, lo ridículo, lo morboso, ver como hace ingresar estos materiales en su escritura, es algo que me ha motivado, sin dudas. Bolaño es un monstruo de otra estirpe. Me ha influido su modo de asumir la literatura como un juego. Es un tipo que logra lo imposible, hay que ver cómo utiliza el fetiche nazi, por ejemplo. A Joseph Beuys le debo una de las definiciones más sorprendentes que haya escuchado jamás: "La belleza es el esplendor de lo verdadero." Ahora bien, de ahí a que estos individuos hayan influido en mi personalidad, en mi comportamiento, hay muchos años luz.

Usted perteneció a la presidencia nacional de la Asociación de jóvenes escritores y artistas cubanos Hermanos Saiz (AHS) desde la que ha podido calibrar el panorama artístico insular e intervenir en importantes tomas de decisiones ¿Cómo ha incidido esa responsabilidad en su visión de la cultura y su profesionalidad?

Durante seis años estuve en la Dirección Nacional de la AHS. Todos los meses nos reuníamos, casi siempre en La Habana, lo cual puede sonar bonito, pero realmente llega a ser muy extenuante. Fueron, sin embargo, años muy provechosos. Logré entender muchas cosas. Participé, como bien dices, en la toma de algunas decisiones fundamentales. Luego de esta experiencia tengo una claridad mayor sobre nuestros procesos culturales. Puedo discernir mejor sobre los errores y aciertos en materia cultural. Los creadores, en general, se encuentran muy desinformados en materia de políticas culturales. Algo que es inconcebible, puesto que se supone que deben conocer perfectamente el terreno que pisan. Entonces te los encuentras en un congreso suplicando o, en el mejor de los casos, exigiendo un par de maracas, una libra de clavos, un tóner, un pasaporte, una semana en Varadero. Cualquier cosa piden, en lugar de dar las batallas que hay que dar.

Publicó su primer libro de décimas en 1996, el segundo, que es amplificación del primero, en 1997; el tercero en 1999, y en el camino comenzó a concebir la idea de una trilogía en la que el punto climático sería Examen de fe, un significativo libro de décimas publicado en el 2002. Más adelante dio a conocer El yo profundo, un contundente sonetario. Luego, unido a sus inquietudes como ingeniero y a sus inclinaciones científicas y culturales, comenzó a percibir la imagen de su obra como un ciclo que ha nombrado Mecánica clásica, y para lograrlo se dedicó a retomar textos éditos e inéditos para darle forma a la megaobra. ¿Cómo ha operado en el J.L. Serrano de ahora ese inusual y caprichoso proceso al que le llama "remasterización" y que puede sugerir al lector un personal encontronazo con los límites de la creación o, si se nos permite un lugar común, una especie de callejón sin salida poético?

Lo que llamas la megaobra es solamente una suma poética. Mecánica Clásica reúne mis cinco primeros libros: Bufón de Dios, Aneurisma, Examen de fe, Resaca y El yo profundo. En el año 2006 hice la primera tentativa de acoplamiento, conformé la pentalogía y ahí mismo comencé a realizar Geometría de Lobachevski. Digo realizar y no escribir, porque es un proceso donde lo menos que hago es escribir. La mayor parte del tiempo la dedico a juntar información, investigar procedimientos, realizar cálculos. En apenas un año ya había hecho todo el movimiento de tierra y la cimentación, había fundido las columnas principales del libro. En mayo de 2009 ya tenía en mis manos la primera versión. Es entonces que se me ocurre ensamblarlo con Mecánica Clásica. Algo que parecía muy simple resultó tremendamente complicado. El libro inédito y los ya publicados resultaban incompatibles. Para Geometría de Lobachevski había tenido que inventarme una nueva caja de herramientas. Mi tecnología poética había dado un salto con este libro. Muchas de las soluciones ofrecidas en mis libros anteriores quedaron de repente obsoletas. Comencé a detectar incoherencias, fallas estructurales que comprometían la estabilidad del conjunto. Así que me vi conminado a remasterizar, ecualizar si lo prefieres, toda mi discografía. Fue un proceso muy arduo, pero el resultado me hace feliz.

Desde el título mismo de su último libro publicado, Tráfico de influencias (Ediciones Unión, 2012), hace una abierta declaración intertextual y lúdicra que conecta su obra con la archicitada La angustia de las influencias de Harold Bloom, las nociones de la "cámara de ecos" y "el grado cero de la escritura" de Roland Barthes, a la vez que establece nexos con el Joyce del Ulysses, el T.S. Eliot de La tierra baldía, los Cantos de Ezra Pound, por sólo citar algunos ilustres ejemplos foráneos, y con el Gastón Baquero de las "Palabras escritas en la arena por un inocente", el Raúl Hernández Novás de "Sobre el nido del Cuco" (y casi toda su obra). ¿No le parece excesivo construir su poética como anchurosa y devorante marmita para el añadido permanente de reverberaciones?

Ahí lo tienes. No hago más que poner la palabra "influencias" y de inmediato la conectas con Harold Bloom. ¿No resultaba más sencillo pensar en la figura delictiva designada por el término? ¿Por qué escogiste "angustia de las influencias" en lugar de "aprovechamiento indebido de informaciones obtenidas en el desempeño de un cargo público"? En lugar de una lectura literal, la que haría el común de los mortales, has efectuado una alambicada interpretación literaria. Why should I mourn the vanished power of the usual reign? Because no podemos escapar de las reverberaciones. Siempre habrá concomitancias más o menos evidentes. La intertextualidad, la interdiscursividad, o como quieran llamarle, es un asunto tan viejo como el pan nuestro de cada día. ¿Acaso no es intertextual Lope de Vega cuando imita los sonetos de Fray Luis de León? Vamos a dejar a los científicos con ese embrollo de los textos y los contextos. Otras deben de ser nuestras preocupaciones. Una marmita anchurosa y devorante… No logro adaptarme a tu metáfora gastronómica, pero creo entenderte.

¿Qué es Geometría de Lobachevski y qué representa en la obra de J.L. Serrano?

El lobo, así le llamo cariñosamente, es un libro de madurez. Me siento muy seguro de todas las cosas que en él ocurren. Su escritura ha sido lenta y minuciosa, como los círculos del lobo alrededor de su presa. Hay en Geometría de Lobachevski una ambición enorme. Estoy claro de que no se puede avanzar mucho más en esa dirección. Como experiencia literaria el lobo es todavía una especie de work in progress. Es un sistema cuya entropía se encuentra aún muy lejos del cero absoluto. Me divierto mucho introduciendo pequeños cambios que producen grandes perturbaciones en el sistema. Es un libro donde hay mucha emoción, mucha ternura, mucha belleza. Solo que estos ingredientes no ingresan en el texto de la manera convencional. Geometría… funciona como una base de datos. El soneto es el soporte elegido para almacenar todo un cúmulo de informaciones que el lector puede utilizar a su antojo. El libre albedrío y la capacidad dialógica del lector son la piedra de toque. El éxito de este libro se cifra en sus lectores.

Con seguridad usted pertenece a un grupo de persistentes creadores que aún cuando los discursos se desplazan, las normas y nociones estéticas cambian, los intereses creacionales se alejan a grandes saltos de la composición monolítica y clausurada de la formas poéticas, continúa insistiendo en descoyuntar métricas, revertir sentidos y remitir sus "desbordes" a certámenes literarios que desdichadamente se han transformado en maleables torneos contemporáneos, como si constantemente empujara un ariete de barro contra infranqueables muros. ¿Cómo soporta batallar con el ejército en contra?

Es que el ejército siempre va a estar en contra. El poeta, como el salmón, tiene que remontar la corriente para depositar sus huevos en lugar seguro. Los premios, los aplausos, las palmadas en el hombro son agradables y hasta necesarios. Vivir pendientes de la migaja de calor, el sorbo de afecto, el bocado de reconocimiento es lo que resulta nocivo y triste. Pero, vayamos al grano. Si colijo bien, te interesas en mis avatares concursísticos. Todos los años (desde 2009) envío el mismo libro al mismo certamen literario. ¿Cuál es el problema? Bueno sí, hay un problema. Año tras año enmiendo el libro, lo rectifico, lo amplío, lo reorganizo, hasta el título le cambio. Soy obsesivo y laborioso. De modo que cada veredicto en contra hace que el libro se aleje más y más de lo que fue en su primera versión. ¿Es esto bueno o malo? Año tras año el libro es leído o al menos abierto o introducido en una caja o depositado al pie de la cama o qué se yo, ignorado, por los miembros de un prestigioso jurado. ¿Es humillante esto para el autor? ¿Es irrespetuoso que no se nos acabe de conceder el premio de una vez? Depende de cómo lo mires. Si eres de los que se pican las venas cada vez que se entera que es otro el vencedor, no te recomiendo enviar a ningún certamen dentro o fuera del país. Sí eres de los que concuerdan en que los concursos son un mal necesario, una ruleta rusa( si confías en que el próximo golpe de dados puede abolir el azar, entonces, bienvenido al club de los poetas muertos. El hecho de perder no me afecta. Me gusta verme como un poeta incomprendido.

¿Piensa J. L. Serrano que sea posible un agotamiento de la escritura amorfa, un retorno a la sonoridad primigenia de la poesía y, por consiguiente, a los mecanismos aceitados del estrofismo? ¿Por qué?

Eso de escritura amorfa no me gusta, me parece un término despectivo e impreciso. Por otra parte, si el realce del rimar y el escandir depende de un agotamiento de su supuesto rival, poco mérito tendría. En cuanto a retornar a eso que llamas sonoridad primigenia, me parece una utopía innecesaria y perniciosa. Los paraísos perdidos son irrecuperables. Con el colapso del modernismo se fueron a bolina las formas clásicas. Lo que ocurrió es mucho más simple de lo que algunos eruditos suponen. Las estrofas dejaron de interesar por razones obvias. Hubo un cambio de paradigma. De buenas a primeras se les vació el discurso a los modernistas. Ellos no tuvieron ninguna culpa. La historia les torció el cuello a sus blanquísimos cisnes. Se quedaron sin argumentos. Esto provocó una profunda crisis de conciencia. Las importantes victorias del modernismo fueron rápidamente olvidadas. Sus programas estéticos se redujeron y desfiguraron hasta lo incomprensible. De manera que, salvo contadas excepciones, la mayoría de los sobrevivientes migró hacia el verso libre. Era más seguro caminar por terrenos que los modernistas no hubiesen transitado. Siguieron escribiéndose décimas y sonetos, pero las cabezas más claras habían desertado de la métrica y la rima. Comenzó entonces un proceso terrible. Un fenómeno que no se ha estudiado en absoluto. Los cerebros más torpes decidieron establecer focos de resistencia. Aquella plebe se apoderó de los palacios y templos abandonados. Destrozaron espejos y cortinajes. Fundaron partidos y elaboraron plataformas programáticas. En fin, cuando creemos defender la décima, cuando suponemos que le prestamos un excelente servicio al soneto, muchas veces estamos alimentando la poca credibilidad de unos plebeyos que nada tienen que ver con la poesía. El vacío de poder dejado por los modernistas explica la tremenda degradación ocurrida. Los detractores de las formas clásicas no están muy lejos de la verdad. Cuando se funda un club de defensores de la décima, hacemos muy mal en pertenecer a ese club. Algunos confunden resucitar con desenterrar. Ocurrirá, ya está ocurriendo, un gran avivamiento dentro de la mecánica clásica. El soneto y la décima son máquinas muy eficientes. Lo que hace falta son hombres dispuestos a alimentarlas y vigilar su funcionamiento.

El verso libre es cosa del siglo XX. En el siglo pasado no era posible expresarse de otra manera. El siglo XXI reclama formas que sean capaces de soportar su velocidad. La desmesurada velocidad, la fragmentación de los discursos, el caos del siglo XXI, solo puede ser soportado por estructuras cerradas. Hay en el soneto o la décima una libertad, una flexibilidad que no conoce el verso libre. Lo que pasa es que el sentido común nos ha jugado una mala pasada. Hemos incurrido en un grave error al aceptar la paradoja de la cárcel de aire puro. No se acaba de comprender que toda escritura implica cierto grado de confinamiento. Las formas siempre son estructuras carcelarias. Es imposible evadir determinadas leyes. La gravitación universal es mi ejemplo favorito. ¿Alguien puede sustraerse a sus efectos?

 

 

Autor:

MSc. Ronel González Sánchez

CENTRO DE PROMOCIÓN LITERARIA

"PEDRO ORTIZ DOMÍNGUEZ"

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