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Programa de intervención breve para el trabajo con pacientes con consumo anormal de alcohol (página 2)


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Primer mito: "El alcohol mejora la actividad sexual". Lo que realmente ocurre es todo lo contrario, hasta el punto de que una pregunta obligada para los médicos que atienden disfunciones eréctiles antes erróneamente llamadas impotencias es: ¿tomó usted bebidas alcohólicas antes del encuentro sexual? La explicación de esta acción está en el efecto inhibidor o depresor del alcohol sobre el cerebro y la médula espinal, y fue destacado 400 años atrás en una obre de Shakespeare, Macbeth, donde un personaje comenta: "el alcohol provoca el deseo, pero dificulta la ejecución".

Segundo mito: "El alcohol sirve para enfrentar el frío". Quien así se exprese debe saber que los soldados de Napoleón que murieron congelados durante la invasión a Rusia fueron precisamente aquellos que ingerían bebidas alcohólicas, ya que el efecto verdadero del alcohol es producir dilatación de los vasos sanguíneos de la piel y, de esa forma, el cuerpo se comporta como un radiador de un automóvil cuyo efecto es, precisamente, la pérdida de la temperatura corporal al poner en contacto el calor de la sangre con el frío que actúa sobre la piel.

Tercer mito: "El alcohol es un alimento". El criterio de los entendidos en nutrición es justamente el opuesto, es decir que el alcohol es un antialimento, pues sólo aporta calorías vacías que no pueden utilizarse por el organismo y, además, por su acción irritante sobre el estómago e intestino dificulta la absorción de alimentos.

Cuarto mito: "El alcohol es bueno para combatir la hipertensión y el infarto al miocardio". En realidad la aparición de hipertensión e infarto, así como accidentes vasculares encefálicos es seis veces mayor en los que abusan del alcohol que en aquellos que no lo hacen. La acción sobre la presión arterial (de elevarla considerablemente) no depende de la cantidad del líquido ingerido (como piensan algunos que recomiendan evitar la cerveza y tomar ron, sino de la acción directa del alcohol sobre las glándulas suprarrenales, lo cual determina la liberación de cortisona, que eleva de forma notable la presión arterial. El infarto cardíaco es actualmente la más frecuente causa de muerte en el alcohólico y la cirrosis hepática la segunda.

Quinto mito: "El alcohol es un estimulante". Realmente el alcohol pertenece al grupo farmacológico de los anestésicos y sedantes y, como vimos antes, sus efectos son inhibitorios y depresores hasta el punto de que su consumo masivo lleva al coma y la muerte. Es bueno recordar el frecuente llanto de las personas en estado de embriaguez profunda y también que en muchos países el 30% de los alcohólicos termina sus vidas por medio del suicidio.

Sexto mito: "Sólo se convierten en alcohólicas las personas débiles de carácter o carentes de moral". Este es uno de los disparates mayores de todos los valorados, ya que uno de los aspectos más dolorosos del alcoholismo es que afecta por igual a toda persona que por aluna razón consuma bebidas alcohólicas habitualmente. Esto explica la alta frecuencia de alcoholismo en trabajadores de licoreras, cerveceras y lugares de expendio como bares y clubes, con total independencia de su nivel escolar, socioeconómico o característica de su personalidad (5).

El peligro del alcoholismo está presente por igual en todas las personas, aunque el conocimiento de este tóxico puede contribuir a evitar que se caiga en sus redes. Aunque inicialmente, se pensaba que existían tipos de personalidad que favorecían la instalación de las toxicomanías; pero los estudios prospectivos, orientados a conocer las características de la personalidad en grandes grupos de sujetos y valorar años más tarde cuales eran las que estaban presentes en los sujetos que desarrollaron una toxicomanía, no apoyaron estos criterios y hoy muchos autores consideran que no existe realmente un perfil caracterológico especialmente vinculado a las toxicomanías, si bien algunos rasgos aislados pudieran ser facilitadores.

Según estudios actuales (3), cualquier personalidad puede sucumbir antes los embates de un tóxico, siempre que por algún mecanismo, como se verá más adelante, se viabilice el contacto frecuente con él. Por el momento, nuestro interés en abordar conceptualmente la personalidad se motiva en lo fundamental en las grandes transformaciones que ésta sufre bajo el efecto de las drogas, determinado este último tanto por su acción directa e inmediata, durante los cuadros de embriaguez, como por su acción a largo plazo que se evidencia por las consecuencias del consumo prolongado de esas sustancias.

Vía sociocultural: Esta se produce por las costumbres, tradiciones y convenciones de las diferentes culturas, se relaciona con la presión ejercida por los grupos humanos grandes o pequeños. Se ejemplifica por los adolescentes que dicen "sí al alcohol" para demostrar audacia ante sus congéneres que los subvaloran, en esa etapa de inmadurez, por no haberse iniciado. Paradójicamente, ese mismo grupo durante su adultez rechazará como flojo o tarado a aquellos que no se han podido liberar de las drogas.

Vía hedónica: Aunque estrechamente vinculada a la primera se caracteriza por la búsqueda de placer, la motivación más importante para el consumo reiterado sin valorar que esos minutos de placer se convertirán en décadas de sufrimiento tanto para el adicto como para sus familiares. Esta es la vía más importante en pacientes con rasgos disóciales previos a la toxicomanía.

Vía asertiva: Su esencia es la utilización del tóxico como muleta para enfrentar situaciones en algún grado temidas o determinadas por inseguridad o ansiedad. Se establece frecuentemente en personas tímidas.

Vía evasiva: Ha sido muy enfatizada en la literatura científica actual hasta el punto de considerarla la más relevante. La mecánica es la pretensión de ahogar penas presentes o pasadas y de carácter consciente e inconsciente.

Vía sintomática: Donde existe más afección subyacente, generalmente psiquiátrica como la depresión, la manía, obsesiones, fobias y otras.

Vía constitucional: La observación de que casi el 50 % de los alcohólicos tenía padres con igual toxicomanía hizo pensar en factores hereditarios y se valoró la acción de las enzimas alcohol-deshidrogenaza y acetaldehído-deshidrogenaza que modificaría el nivel plasmático del alcohol ingerido. En los pobladores de los países asiáticos se encontró pobre actividad de las enzimas degradadoras de alcohol y por eso gran acumulación en sangre del tóxico y aparición ante pequeñas ingestas, el síndrome de la cara encarnada y la limitación espontánea del consumo. Estos argumentos hacen que sea ésta la vía más cuestionada y debe ser tenida en cuenta cautelosamente en sujetos que combinan una gran carga familiar de toxicómanos con inicios tempranos, ausencia de otros mecanismos patogénicos hegemónicos y tendencias disociales, pues además de otros factores, teniendo en cuenta la multicausalidad, existen pacientes que parecen tener mayor actividad de estas enzimas por lo tanto más tolerancia y llegan a sustituir el 200 % de las calorías totales de la dieta con las calorías vacías que aporta el tóxico y esta proporción facilita extraordinariamente el establecimiento de la dependencia.

La esclavitud ante el tóxico, puede manifestarse, fundamentalmente, por una o más de estas variantes de comportamiento:

  • 1. La persona no puede controlar el consumo cuando comienza a beber.

  • 2. La persona no puede estar más de dos días sin beber.

  • 3. La persona necesita el alcohol para hacerle frente a las actividades cotidianas.

Algunos términos asociados al consumo de alcohol y otras drogas:

  • Egosintonía: También llamada: "Luna de miel con el tóxico". Se refiere a que la persona se siente bien consumiendo el tóxico a pesar de tener determinadas consecuencias para su salud.

  • Egodistonía: (Luna de hiel). Este término incluye cuando el paciente comienza a sentir que el consumo es un problema para él; pero no logra salir de sus redes.

  • Hedonismo: Búsqueda del placer que brinda el consumo.

  • Anhedonia: Incapacidad de sentir placer sin el tóxico.

  • Compulsión al consumo: Se produce la idea de la necesidad imperiosa de consumir. Se relaciona con el concepto de craving o apetencia.

  • Tolerancia: Necesidad de cantidades aumentadas del tóxico para lograr los efectos deseados.

  • Dependencia: Se da en los planos biológico, psicológico y social y se vincula con la presencia de los criterios de cantidad y frecuencia, de esclavitud, tóxico, y la incapacidad del sujeto de prescindir del tóxico.

  • Toxicómano pasivo: Familiares de consumidores o personas que de una manera u otra han sufrido los daños derivados del consumo, por ej. Quien ha sido atropellado por un chofer que ha estado bajo los efectos del consumo de alcohol.

  • Episodio etílico agudo, Intoxicación aguda: Se relaciona con el consumo excesivo en unas horas.

  • Lagunas mnésicas: También denominada amnesia parcial o lagunar. Se refiere a episodios selectivos de olvido relacionados con intoxicación aguda. Se da mucho en la fase de dependencia complicada.

 

 

Autor:

Msc. Marilú García Pérez

(Profesora Asistente)

Msc. Teresita Leonor Pedroso Cuesta

(Profesor Auxiliar)

Msc. Yaneisy Cabriales Pedroso

(Profesor Asistente)

Policlínico Juan Gualberto Gómez Los Arabos. Matanzas.

2013

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