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Aportes a la construcción medial de ciudadanos informados

Partes: 1, 2

    1. La televisión espectáculo
    2. Investigación de áreas temáticas
    3. Definición de las áreas temáticas de análisis
    4. Conclusión
    5. Referencias bibliográficas

    "Dime qué televisión ves y te diré quién eres"

    Introducción

    La televisión es uno de los medios de comunicación que ha provocado las mayores transformaciones a nivel mundial. Su impacto político, social, cultural y económico, cuyas ramificaciones aún se siguen extendiendo, ha sido investigado profusamente; sin embargo, sus consecuencias no han sido del todo asimiladas y seguimos desconfiando de los efectos que provoca en la sociedad en general.

    Un estudio de la Unesco, acerca de los problemas de la comunicación en la sociedad moderna, indica que, con la excepción de algunas regiones en países de África y Asia, la televisión existe en todo el mundo: en 133 países en comparación con 103 de hace diez años. En este mismo periodo de tiempo, el número de receptores de televisión se ha multiplicado por dos, y es hoy de 306 millones, esto es, 117 por cada mil habitantes. La distribución de estas cifras por regiones indica que hay un aparato por cada dos personas en América del Norte, 4 en Europa, 12 en América Latina, 40 en los países árabes y en Asia, y 500 en África.

    Si aterrizamos estas cifras en nuestro país, y de acuerdo a un estudio del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile, realizado en mayo de 2000, Chile destaca como uno de los países latinoamericanos con mayor porcentaje de penetración de señales de televisión abierta y, por lo tanto, de receptores por hogar. Asimismo, nuestro país se encuentra por sobre el promedio continental. Dicha investigación arrojó que la disponibilidad de televisores por mil habitantes, entre 1970 y 1990, se duplicó en la mayoría de los países latinoamericanos, registrando Chile un aumento de 53 a 205. De acuerdo a estimaciones, en nuestro país hay actualmente dos televisores, en promedio, por habitante.

    El impresionante crecimiento de la televisión ha originado serias preocupaciones en torno a sus efectos, por ejemplo, la tendencia de los programas de televisión, en la mayoría de los países, a atender las necesidades y los intereses de la población urbana y de las minorías selectas locales, lo cual da una imagen falsa de la sociedad en su conjunto. También subsiste una contradicción entre el temor de que la televisión tienda a homogeneizar la sociedad, es decir, a promover imágenes societarias concentradas, unívocas, sin presencia de la diversidad necesaria, justificado por la pasividad que los números de las audiencias retratan y la alta preeminencia de un modelo privado sustentado en un modelo aspiracional de consumidores iguales y abundantes en una sociedad de masas; a reforzar los estereotipos sociales y a promover el conformismo y el espíritu conservador; y la esperanza de que pueda ser un modo eficaz de introducir nuevas ideas y de hacer ver al público diversos modelos culturales. Además, a propósito del contenido de los programas de televisión, hay quienes piensan que existe una directa relación de causa-efecto entre la violencia que se presenta en pantalla y la que existe en la calle, mientras que otros consideran que dicha relación no es demostrable; y el hecho de que muchos países, sobre todo subdesarrollados, importen de un 30 a un 70 por ciento de sus programas, mientras que otros transmiten casi exclusivamente los que producen ellos mismos. Para el caso de Chile , la presencia de programación de factura extranjera no alcanza el 30%, es más, en el "prime time" la programación es exclusivamente nacional.

    El alcance político, social, cultural y económico de la televisión actual no es un problema ajeno a la realidad de nuestro país, que aspira a contar con una ciudadanía consciente de sus derechos, sobre todo del derecho a la información. La necesidad de su ejercicio es posiblemente el hecho clave para el pleno establecimiento de una sociedad democrática. La responsabilidad no sólo recae en el ciudadano, sino también, y muy especialmente, en aquellas instituciones cuya finalidad es constituirse en los canales de comunicación que permiten acceder a información cierta, oportuna y diversa.

    La televisión espectáculo

    En su tendencia más reciente, la televisión chilena se caracteriza por ofrecer una variada gama de programas de entretención de dudosa factura, puesto que en su mayoría se trata de programas que se constituyen en un verdadero "espectáculo de la descalificación del otro', símil del "circo romano' que legitima la exposición de algunos en aras del divertimento de otros, bajo el ropaje de una supuesta libertad de expresión.

    La duda que surge es ¿qué tipo de valores propugnan estos programas de televisión? ¿En ellos aparece un supuesto ideal de ciudadano emergente, que no le teme al ridículo, que está dispuesto y es capaz de expresar sus ideas con claridad y sin temor? O más bien ¿se trata del ejercicio pleno de la libertad de cada uno para convertirse incluso en sujeto de burla o denigración a cambio de ciertas legítimas condiciones que permitirán acceder a un anhelado y justificado premio? Y dada su preeminencia social, ¿los medios de comunicación tienen el derecho para someter a la descalificación y al ridículo a cualquier persona de renombre? ¿Qué consecuencias puede tener el vincular la fama farandulera con el prestigio que tienen personas que ocupan posiciones de poder en el ámbito público? ¿Dónde se encuentra la responsabilidad social de las empresas de televisión? ¿Se acaba en las emisiones de los noticieros que cumplen con informar los hechos noticiosos del día?

    Partes: 1, 2
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