- Nace en Poitiers hacia el año 315, de familia noble y posición holgada, aunque pagana. Se casa y tiene una hija, Abra.
- Tuvo una sólida formación literaria, posiblemente en Burdeos, por entonces importante centro cultural de la Galia. En sus años de adolescente estudió filosofía neoplatónica, se ejercitó en poesía y aprendió retórica elocuencia.
- Su primera gran preocupación existencial fue acerca del problema del "destino", y desde entonces comenzó un intinerarium in Deum (según él mismo narra en la introducción al De Trinitate), encontrando en las Escrituras la respuesta deseada: primero en el libro del Éxodo, descubriendo que por encima de todo "Dios es"; segundo, lee con especial interés el Evangelio de San Matero y luego el de San Juan, en el que llega a ver que ese Dios absoluto y trascendente es nuestro "Padre" por la fe en Jesucristo, el Verbo hecho carne.
- Se hace bautizar (fecha incierta) y como laico de la comunidad cristiana de Poitiers comienza paulatinamente un fecundo camino de profundización en las Escrituras acompañado de una vida virtuosa ejemplar.
- Desde el episcopado hasta el exilio en Asia Menor (350-356)
- 350: muere Majencio, obispo de la ciudad, y sin que él lo sospechara siquiera, por voluntad unánime del pueblo y el clero local, Hilario es promovido a ocupar la sede episcopal.
- 353 y 355: Concilios de Arlés y de Milán, respectivamente, convocados por Constantino, en los cuales se depone nuevamente a Atanasio a favor de la causa arriana. No asiste Hilario. Hasta Arlés permanece, si no ignorante, al menos al margen de la controversia arriana. Mientras tanto organiza al clero en comunidad y obediencia en torno al obispo. Redacta (353-355): Commentarius In Evangelium Mathaei.
- 355: Hilario convoca un sínodo en París, donde reúne a los obispos galos y logra que rectifiquen su decisión de Arlés, y les pide que aparten definitivamente de los promotores del arrianismo. Comienza así a tomar parte activa contra el arrianismo "imperial", apoyado por Saturnino, obispo metropolitano de Arlés.
- 355: Responde Saturnino convocando un sínodo en Beziers, logrando que el emperador ordene la asistencia de Hilario al mismo. Cuando durante el mismo es públicamente invitado a condenar a Atanasio y a renunciar a Nicea, Hilario se resiste a tal cosa, más aún, pide que se le otorgue la oportunidad de poder refutar los errores de Arrio. Con gran confusión y revuelo se disuelve el sínodo, inquietando más aún al Emperador.
- Desde el exilio hasta el retorno a Occidente (356-360)
- 356 (fines de año): El Emperador destierra a Hilario Frigia (al centro de la actual Turquía), Asia Menor.
- 356-359: Viaja libremente por el país. Se familiariza con la literatura y la teología orientales. También descubre la confunsión doctrinal y la proliferación de errores. En respuesta, redacta su obra maestra: De Trinitate (ó De fide contra arianos), a la vez que tiene la oportunidad de enseñar oralmente la sana doctrina, uniendo la exquisita inteligencia a su carácter afable, fino y dulce. A la par que, por medio de cartas, sigue rigiendo su diócesis, instruyendo a los fieles, defendiendo la verdad, mandando instrucciones, alentando a sus hermanos en el episcopado, repitiendo con tesón: "Permanezcamos siempre desterrados con tal que se predique la verdad". Intenta entrar en diálogo con diversos filoarrianos, por lo cual es tenido por sospechoso entre los obispos frigios y acusado de heterodoxo. Redacta (358) su De Synodis.
- 359 (setiembre): Asiste al sínodo de Seleucia, no siendo bien acogidas sus propuestas en contra del arrianismo. Se entrevista con el Emperador en Constantinopla, para cuya ocasión había redactado su Liber (secundus) ad Constantinum Imperatorem. No encontró respuesta favorable. Viendo el Emperador que el Obispo galo estaba ahora causando incomodidades a los obispos filoarrianos de Oriente, le manda retornar a Occidente.
- 360: Redacta: Liber contra Constantinum Imperatorem.
- Desde el retorno a Occidente hasta su muerte (360-367)
- 360: Ingresa nuevamente en su diócesis, recibido con gran emoción y algarabía. Se entera de la derrota de la ortodoxia al norte de Italia.
- 361: Asiste al sínodo de París, donde obtiene la excomunión de los dos líderes del arrianismo en la Galia, los obispos de Arlés y de Peringueaux.
- 364: Adviene el nuevo emperador, Valentiniano. Organiza su intervención en Italia.
- 364-365: Intenta en vano levantar al pueblo de Milán en contra de su obispo arriano, Auxencio. Es obligado a abandonar Milán y vuelve a su diócesis.
- 366-367: Después de ese último fracaso, redacta su libelo Contra Auxentium. Retoma postreramente su tarea de pastor y escritor. Redacta: Tractatus super Psalmos; Tractatus Misteriorum. Muere místicamente ("rodeado de luz", según cuenta la tradición) en olor santidad y fama de heroísmo en la defensa de la ortodoxia, en Poitiers, el 1º de noviembre del 367. Su nombre aparece ya áureo en el Martirologium Hieronymianum (siglo VI).
Las obras de San Hilario (PL IX y X) pueden agruparse temáticamente del siguiente modo:
Doctrinales
- De Trinitate
- De Synodis seu De fide Orientalium
Exegéticas
- Commentarius In Evangelium Mathaei
- Tractatus super Psalmos
- Tractatus Mysteriorum
Históricas
- Liber contra Constantinum Imperatorem
- Liber (secundus) ad Constantinum Imperatorem
- Collectanea Antiariana Parisina (fragmentos históricos recopilados por A. Feder).
- Contra Arianos vel Contra Aurentium Mediolanensem
Himnos
- Liber Hymnorum
Fragmentos Breves de Obras Perdidas
- Apologetica ad Reprehensores Libri De Synodis Responsa
- Tractatus In Iob
- Expositio Epistulae ad Timotheum
Obras Perdidas
- Ad Praefectum Sallustium sive Contra Dioscorum
- Expositio In Canticum Canticorum
Obras Espúreas
- Epistula ad Abram Filiam
- Sermo Hilarii
- Hymnus ad Chistum
El gran esfuerzo doctrinal del gran Obispo de Poitiers tiene un doble cometido fundamental: por un lado, rectificar la ortodoxia de la fe frente al arrianismo; segundo, allanar al camino del alma hacia Dios. Desde su inspiración inseparablemente mística y pastoral, Hilario, especialmente en sus escritos doctrinales y exegéticos, se esfuerza en mostrar ?como lo experimentó en su propio itinerario espiritual? que: con la Encarnación del Verbo consustancial al Padre, se nos ha abierto desde el bautismo, por la fe, la esperanza y la caridad, el camino hacia el tesoro más sublime e insospechado, que trasciende infinitamente todo humano deseo e imaginación, y a gozar del cual estamos llamados por gracia: la inefable y Beata Trinidad es, por gracia, "objeto de fe, e contemplación y adoración". Al respecto, veamos a continuación algunas pinceladas:
- Lo absurdo del ateísmo. Para Hilario sólo la estulticia, que hunde sus raíces en el pecado, es capaz de negar que Dios existe. "El necio dice en su corazón: ´No hay Dios´, porque si quisiese decirlo con su boca, sería juzgado por necio por consenso público. Pues, ¿quién no sentirá, contemplando el mundo, que Dios existe? Pero ocurre que, mientras la necesidad de lo verdadero nos obliga a confesar a Dios, el peso de los vicios nos persuade de que Dios no existe". [Tract. Sup. Psalm. 52, 2]. Desde esta la exégesis bíblica se adelanta a la reflexión anselmiana de la existencia de Dios contra el insensato.
- La naturaleza de Dios: el Ser. En los tiempos de su búsqueda intelectual de Dios escribe: "Nada es más propio de Dios que ´el ser´" [De Trin. I, 5]. De acuerdo al alto vuelo de su preparación filosófica, interpreta el texto de la revelación del nombre divino a Moisés en clave ontológica, como una definición de la naturaleza divina dada a Moisés por el mismo Dios, sentando un importante antecedente para la lectura metafísico-cristiana que hará la alta escolástica de Éx 3, 14.
- Contra todo racionalismo: la teología busca contemplar la Inefable Trinidad: El Hijo, procede del Padre y es consubstancial al Padre. El Espíritu Santo, siendo Dios, no se confunde con el Padre ni con el Hijo:"El Padre es como es; y hemos de creer que es como es. En cuanto al Hijo, la mente se estremece al tocarle, y trémola, huye la palabra. Porque Él es el nacido del Ingénito, el Uno del Uno, Verdadero del Verdadero, Viviente del Viviente, el Perfecto del Perfecto, la Virtud del la Virtud, la Sabiduría de la Sabiduría, la Gloria de la Gloria, la Imagen del Dios invisible, la Forma del Ingénito Padre [?] En la Trinidad, el Espíritu Santo no se confunde ni con el Padre ni con el Hijo [?] y ambos son uno y el mismo principio del Espíritu Santo " [De Trin.].
- Por encima de toda especulación, la experiencia de la presencia soberana de Dios en la propia vida: Quizá este el legado de fe que más falta hace a nuestro tiempo: cuando Hilario, después de una vida llena de sufrimientos físicos y espirituales acarreados por la defensa de la verdad, exclama próximo ya a su partida definitiva: "Yo te bendigo y admiro por todas tus obras; pero te admiro todavía más por ser tan misericordioso, siendo justo; tan clemente, siendo Rey; tan paciente, siendo DIOS" [Tract. Myst.].?
BIBLIOGRAFÍA:
Gross, R., San Hilario de Poitiers, La Plata, F.I.T, 1983
Contreras, E., introd. al Estudio de los Padres Larinos, Azul, Trapense, 1993
Hamman, A., Guia práctica de los Padres de la Iglesia,Bilbao, D.B., 1969
Enrique Marcelo Aguirre
Licenciado en Filosofía
UNSTA (Buenos Aires), 2005.
Artículo preparado para la Cátedra de Patrología, bajo la dirección del titular
Dr. Fray Diego Correa OP
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