Introducción
Esta monografía se basa en una posible lectura del libro La Revolución Copernicana de Thomas Kuhn. En el texto se adivinan dos líneas que Kuhn enfatiza: una incipiente formalización de su teoría sobre la estructura de las revoluciones científicas y el rol de Copérnico en la revolución que lleva su nombre. En este trabajo me concentré en el último punto. Preferí, como Kuhn mismo, en su caso en el libro La Estructura de las Revoluciones Científicas, dejar para otra ocasión el tratamiento del primero. En la lectura de La Revolución Copernicana rescato entonces las partes que contribuyen a mi propósito de estudiar el rol de Copérnico y, sobre todo, descarto las que apuntan en otras direcciones.
Kuhn asimismo refiere principalmente su trabajo al libro Sobre las Revoluciones de las Esferas Celestes de Copérnico. Para los no iniciados, como yo mismo antes de esta lectura, sorprende la continuidad del pensamiento de Copérnico con la tradición de su tiempo. Se plantea entonces la duda si Copérnico es justo acreedor de llevar la revolución a su nombre. En este trabajo pretenderé mostrar que a pesar que su contribución es significativamente menor a la que usualmente se le atribuye, es lo suficientemente importante para ser acreedor de tal distinción.
Este texto está escrito como una parodia de un juicio a Copérnico. Hay consecuentemente un alegato de un ficticio fiscal que intenta minimizar el carácter revolucionario de Copérnico, un defensor que lo defiende y un juez que dirime la cuestión. En los informes científicos prima la seriedad; Los excesos y disensos suelen ser pagados con un alto precio. Espero que poniendo mis palabras en boca de estos personajes, logre desviar cualquier crítica de mi propia persona y, con suerte, salir indemne del lance.
Los Antecedentes
Como primer paso en este juicio vamos a presentar los antecedentes del caso Copérnico, el universo antiguo o Tolemaico. Recapitulemos entonces muy brevemente sus conceptos fundamentales. La cosmología antigua ubicaba el planeta Tierra en el centro del universo (geocentrismo). La Tierra estaba totalmente quieta, no viajaba por el espacio ni giraba sobre sí misma. A su alrededor se encontraban 8 esferas celestes que sujetaban a los astros conocidos. Así había una esfera para la luna, otra para el Sol, una para cada uno de los 5 planetas conocidos y una esfera conteniendo todas las estrellas (ver Figura 1). Las esferas y los astros estaban compuestos de un misterioso y desconocido elemento llamado éter.
Las esferas celestes revolucionaban a una velocidad constante acarreando solidariamente los astros unidos a ellas. En la práctica sin embargo, este sistema no alcanzaba para explicar, por ejemplo, el hecho que los planetas en algunas ocasiones se movían, para el atento observador en Tierra, hacia atrás. Para subsanarlo se agregaron esferas adicionales, los epiciclos y se desplazó los centros de las esferas de la posición de la Tierra (excentricidad). El complicado sistema llamado Tolemaico en honor a su propulsor griego Tolomeo (circa 90 – circa 170) , aunque no correspondía totalmente con todas las observaciones, era ampliamente aceptado y prueba de este reconocimiento es que fue usado por 13 siglos.
Figura 1: Esferas celestes geocéntricas. Cosmografía de Peter Apian (Antwerpe, 1539) (Crédito: Wikipedia)
El Juicio
Fiscal – En el contexto del universo antiguo es fácil interpretar el título del libro de Copérnico. Se nota rápidamente que Sobre las Revoluciones de las Órbitas Celestes, proclama la continuidad de la antigua noción de esferas u órbitas. Por extensión el libro es en general, en palabras de Kuhn mismo, muy poco revolucionario. Su contenido es altamente técnico y se centra solamente en resolver el problema concreto del movimiento planetario sin cuestionar ningún otro aspecto del universo Tolemaico en general.
Su rol podría entonces equipararse a la de otros tantos astrónomos anteriores que introdujeron modificaciones diversas al sistema Tolemaico para explicar mejor el movimiento de los planetas, su propuesta consistiendo en emplazar al Sol en el centro del universo en lugar de la Tierra. Un universo indistinguible de la cosmología tradicional, que aún conserva las etéreas esferas celestes revolucionando y llevando a los astros consigo. La figura 2 muestra como la estructura del universo es básicamente igual con el rol de la Tierra y el Sol intercambiados.
Con el privilegio de conocer el fin de la historia es fácil identificar la contribución de Copérnico como una escena necesaria de la trama. Sin embargo si hacemos el esfuerzo de viajar en el tiempo y situarnos en su época seguramente hubiéramos rechazado las ideas de Copérnico como absurdas. Además de su tamaña pretensión de rechazar la tradición establecida por figuras de la incuestionable estatura de Aristóteles, Tolomeo y una legión de notables astrónomos después de ellos, el sistema de este polaco ignoto, falla miserablemente en explicar el movimiento de los planetas mejor que el sistema Tolemaico. Además si la Tierra se mueve… ¿Cómo es posible que las estrellas permanezcan en un lugar fijo? La única opción es ubicar las estrellas a una distancia absurdamente lejos para lo que entonces se pensaba en un universo finito.
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