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Albert Camus (página 3)

Enviado por kalel00414


Partes: 1, 2, 3

.Una vez se ha adquirido la conciencia del absurdo en los términos expuestos por Camus,no hay marcha atrás.Cuando el divorcio entre el sujeto y la realidad es puesto en evidencia ante el primero como resultante del ejercicio de la propia razón, éste resulta a su vez en lo que podríamos denominar como una segunda ruptura(el propio absurdo constatado inicialmente corresponde a la forma primaria de esta ruptura,a la contradicción primigenia,los enunciados propuestos subsiguientemente por el autor son tantos respectivos corolarios);la existencia del sujeto queda efectivamente dividida en un antes y un después:antes de tomar conciencia de lo absurdo de su existencia y después de la misma .Dicha conciencia se manifiesta intuitivamente en la generalidad de los humanos y de esta intuición nacen manifestaciones mas o menos cotidianas de irracionalidad,como los paroxismos hacia la trascendencia encarnados en el arte y,especialmente,en la religión. Se trata,entonces,de una verdadera revolución espiritual,de un proceso de tal intensidad que lleva como carga mas o menos implícita la contemplación del suicidio.A este respecto el rigor metodológico de Camus es antológico:el suicidio es una rendición,una forma extrema y apresurada de conformismo.La conciencia del absurdo ha provocado una metamorfosis:el hombre que en un primer momento reflexionaba sobre su propia condición en cuanto tal pasa a ser el hombre absurdo, aquel cuyo patrimonio primario es la conciencia de su condición,de su carácter como prerrequisito y participe en la ruptura que constituye el núcleo de su ser. De este modo la condición misma del absurdo,en tanto categoría ontológica, necesita del sujeto para ser planteada como tal. El hombre absurdo,en tanto producto de la reflexión ontológica llevada a cabo con la pericia y precisión con las cuales maneja el cirujano el escalpelo y con la honestidad intelectual,cuantitativa y cualitativamente análogas a la necesaria crueldad con que debe llevarse a cabo todo procedimiento quirúrgico,deberá confrontar con la rebelión su recién descubierta condición existencial.El objeto de esta rebelión es la propia existencia subjetiva y las condiciones según las cuales ésta es planteada, desde sí misma, como imposición totalizante cuyo componente primario es,precisamente,el carácter absurdo de la misma.Esta rebelión debe ser también, por sí misma, totalizante y,en tal sentido,alude a una actitud vital que abarca a un tiempo la ontología y la teleología. En otras palabras,la rebelión existencial del hombre absurdo de Camus es medio y fin de un existir individual que no se conforma con lo dado,a pesar de la dolorosa conciencia de su propia futilidad. La rebelión es,en este contexto,la única forma posible de posicionamiento del sujeto frente las recién descubiertas condiciones de su propia existencia..No se trata de la rebelión estéril del adolescente como la interpretara un quasiarquetípico James Dean en Rebel without a cause, aunque de tal accidente, resultante de la sumatoria de los cambios biológicos producidos por el nuevo milieu endocrino de la pubertad y el grupo de interacciones posibilitadas por sus manifestaciones en el contexto de una determinada realidad social,pueda valerse temporalmente la rebelión absurda para manifestarse ,en tal caso como resultante de la aprehensión mas o menos intuitiva del absurdo existencial básico;en este sentido se halla comparativamente mas próxima a la canción satírica de Tom Petty, Rebel without a clue.La rebelión del hombre absurdo es la única actitud existencial compatible con su la clarividencia y honestidad que han permitido al sujeto percatarse del carácter primario de la situación sobre la cual se basamenta su existencia. Es precisamente gracias a esta profundidad que le es propia que dicha rebelión puede ser catalogada como espiritual:se trata de una actitud vital que es concientemente asumida con la gravedad propia del compromiso. La rebelión del hombre absurdo no es,en términos estrictos,en absoluto absurda. Puesto que,frente a la conciencia del absurdo como contradicción evidenciada racionalmente en el seno mismo de la existencia individual subjetiva ,se presenta como respuesta lógica y complemento armónico de la primera. Así contextualizada la rebelión como actitud propia del hombre absurdo podemos comprender el profundo rechazo que produce,en el espíritu del mismo,la propuesta del suicida. A pesar de compartir,en más de un aspecto,una misma visión de la existencia,el rebelde se coloca precisamente en las antípodas del lugar ocupado por el suicida,tanto el suicida concreto como el suicida filosófico(en términos metafóricos la expresión posee significados variables,para Camus equivale al abandono del compromiso con la propia razón)y desde su rebelión podrá desarrollar las conductas propias de esta,su "toma de posición" vital. La rebelión,la actitud del espíritu que se niega a conformarse con aquello y únicamente con aquello con lo cual ha sido provisto por su propia existencia es el terreno fecundo desde donde podrá alcanzar el hombre su única redención posible:ese accionar que le aproxima, gesto a gesto, a lo divino y cuyo más claro ejemplo se manifiesta mediante la creatividad como concretización de las potencialidades de la imaginación. Colocado frente a lo absurdo,del cual ha adquirido una sempiterna dolorosa conciencia,el hombre absurdo se convierte en el rebelde,el portador de la marca de Caín ,el espíritu envuelto en una eterna lucha contra adversarios titánicos,invencibles pero él mismo incapaz de ser vencido,victorioso en la negativa radical a la derrota aún en contra de toda evidencia,pues aquí ya no se trata de la razón y lo racional o lo razonable si no de esa minúscula, brillante locura conocida como dignidad humana, empleada en todos los ardides posibles para vencer al Destino mediante la imaginación, superar la propia contingencia no rindiéndose jamás ante la frustración de su ideal trascendental,todo lo contrario del constructo heideggeriano:un espiritu nunca humillado ni humillable. Sísifo que sonríe confiado en la próxima jugarreta que podrá hacerle a los dioses,.orgulloso de su propia humanidad que ningún castigo,de origen humano ni divino,es capaz de escamotearle.La rebelión abarca toda la extensión de la existencia del hombre absurdo y desde ella se define,en términos cualitativos,la valoración que tiene de su propia vida. La vida para el hombre absurdo,para aquel conciente de hallarse caminando sobre el filo de la navaja,de habitar las regiones grises del límite, siempre vulnerable ,y la mar de las veces alegremente impasible ante la conciencia de tal vulnerabilidad,ante la ubicua presencia de la muerte y el carácter impredecible de su acometida definitiva.El sentido de la vida,reducida a condición biopsicosocial,no se halla en sí misma en cuanto tal,si no en la respuesta individual a los resultados arrojados por la evolución de la misma por cada uno de los sujetos.La muerte es la amenaza ubicua de la interrupción de la experiencia,la limitación potencial omnipresente,la gran niveladora de la conciencia del hombre absurdo.Si puede caracterizarse con una frase al hombre absurdo deberá identificarsele con aquel que ha renunciado voluntariamente a hacer nada en aras de lo eterno,a toda proyección más allá de la duración cronológica de su existencia biológica.Una vez lograda la conciencia prístina de la realidad de su condición existencial,el hombre absurdo la acepta sin prisas,sin compromisos y sin remordimientos y la vive hasta sus ultimas consecuencias;conoce de primera mano cuan cierta es la frase "mañana es solo un adverbio de tiempo",conciente incluso de la falsedad ultima de su libertad,dado el carácter impredecible e inevitable de su limitante potencial,es decir, de una muerte prematura,finalmente ha abdicado a cualquier pretensión de eternidad.

Para el hombre absurdo la rebelión,su rebelión,es meta y método,es el rasgo distintivo,la posesión exclusiva que le permite colocar su espíritu mas allá del nihilismo.El hombre absurdo no puede darse el lujo de un optimismo indefectiblemente,como se ha dicho ya,cargado de la mala fe sartreana escondida tras su sólo aparente ingenuidad.Tampoco le es propio el asumir un pesimismo que le es innecesario ,pues implica una justificación contradictoria de la inocencia a priori de la cual es conciente el hombre absurdo;ambas categorías no tienen espacio suficiente para dar cabida al espíritu absurdo y aun si cayere en estas sutiles trampas,el espíritu absurdo se escabulliría fácilmente de las mismas. No es pesimismo si Sísifo avanza hacia la cima conciente de que la piedra rodará cuesta abajo una vez más tan pronto alcance la cima, es un realismo saludable que le ahorra frustaciones;no es optimismo que valore la posibilidad de que la piedra finalmente se mantenga en la cima,es tan posible como todo aquello capaz de ser imaginado y aunque no espera misericordia alguna de los dioses,muertos milenios ha,reos de su propia inhumanidad,de la falta de empatía para con los hombres que termino por traicionar,finalmente, su inexistencia,es capaz de soñar alguna treta,de no desmayar en la valoración y mantenimiento de sus potencialidades.

3.3.b.La moral absurda:una vida sin apelaciones.Una falacia inteligible.

. Efectivamente,el hombre absurdo no tiene tiempo que perder con tantas estériles categorías de una metafísica que no le atañe.Su actitud vital es esencialmente trepidante,para el la vida es la acumulación continua de experiencias cualitativamente indiferentes entre si en virtud del divorcio evidenciado en la base de su existencia:la conciencia del absurdo le impele a la clarividencia que desdeña los detalles y acumula cuantitativamente experiencias. Así es indiferente ante sus ojos que tal o cual experiencia sea fútil, de hecho no puede ser de otra manera una vez se ha despertado a la conciencia del absurdo.La propia reiteración es una nueva oportunidad de interacción con el mundo y cada oportunidad es una promesa vacia de contenido pero pletórica de entusiasmo,a la que bien puede escapársele un suspiro de felicidad,cual una gota de sol o un rayo de lluvia. Sin necesidad de justificación, recién nacido a su propia inocencia respecto del absurdo que su honestidad y bravura han descubierto en el propio corazón de su existencia,hechura de algún dios perverso. El hombre absurdo no puede aceptar otro código moral que aquel que le es impuesto,aquel atribuido a Dios.Su estado de inocencia primigenia le hace extraño a cualquier culpa o manifestación de la mala conciencia de Nietzche;la estatura moral que ha dirigido su cuestionamiento implacable a su propia existencia le impide ya rebajarse;la mezquindad y la cobardía, los dos verdaderos pecados le serán para siempre extraños;si no se manifestaron a su corazón mientras exploraba los abismos de la razón a lo interno de su propio ser no se manifestaran ahora.No tiene en absoluto necesidad y desde luego no la siente,de hacer pasar por un rasero moral el cúmulo de experiencias que constituye su existencia y sobre la cual se basamentan los diferentes matices de su riqueza y de su hermosura;sabe que las experiencias son intrínsecamente indiferentes y que estando llamado a vivir sin apelaciones puede perfectamente ser virtuoso por puro capricho, así como puede, si prefiere, vivir sin contemplaciones. Su naturaleza,que le ha guiado hasta las aguas amargas de la verdad última sobre si mismo, lo sitúa por encima de cualquier verdadera bajeza moral;la honestidad inherente a la misma le impide un pietismo reconfortante y el único Dios en el cual elige creer es aquel que se halle moralmente a su altura,aunque no exista, pues,para el hombre absurdo Dios no es fuente de consuelo, ni de sentido, es, una vez más,el único digno de ser considerado como su preceptor moral,su inspiración ética. La integridad que ha permitido al sujeto convertirse,gracias a la reflexión sobre su propia existencia,en hombre absurdo,no necesita de reglas, siendo ella misma, como es,regla de reglas. Cualquier otra forma de moral fuera de la ya mencionada e incluyendo la propia inmoralidad son tantas justificaciones y,consciente de su propia inocencia sabe que no necesita justificarse delante de nada ni nadie, salvo su propia conciencia. La certidumbre de una Deidad que devuelva el sentido a su vida le ha sido negada al hombre absurdo, más bien ha podido constatar la imposibilidad de tal alternativa y el corolario de esta negación,expresada por Ivan Karamazov con la afirmación "Todo esta permitido",no es el grito exaltado de la libertad sartreano si no la constatacion de un hecho desilusionador sólo comparable con el "Dios ha muerto…."de Zarathrusta en la extensión y profundidad de sus terribles implicaciones.La conciencia del absurdo de la existencia humano no libera, más bien ata y si bien no autoriza toda acción, devuelve al remordimiento su futilidad.

Todo sistema ético parte de la premisa de que toda acción es validada o invalidada por sus consecuencias; así, para el hombre absurdo tales consecuencias son el objeto primario de un análisis exhaustivo y sistemático que, en ausencia de culpables, permite determinar los niveles individuales de responsabilidad y una vez la ha reconocido como suya,a la luz de dicho análisis, el hombre absurdo se halla listo para aceptar y asumir su responsabilidad.Para hacer posible tal constatación la experiencia le ha sido especialmente provechosa, si y sólo si este ha consentido concientemente a las formas mas enriquecedoras de la misma.

3.4.La concretización del hombre absurdo en la literatura occidental.

.Camus se vale, primariamente de personajes de ficción a la hora de intentar construir un prototipo del hombre absurdo, específicamente de Don Juan(de hecho hace del donjuanismo una subcategoría motu propio del comportamiento del hombre absurdo).En un segundo momento buscara los rasgos del hombre absurdo en ese personaje que se hace y deshace en personajes sobre la escena:el actor.Finalmente,en un apéndice intitulado La Esperanza y el Absurdo en la Obra de Franz Kafka intentara delimitar las coordenadas de la existencia absurda antepuesta al propio hombre absurdo en la novelesca del escritor checo.

3.4.a.Don Juan:el arquetipo del "hombre absurdo".

En la obra de Camus,Don Juan encarna toda una tipología del hombre absurdo.Las penas del Infierno con las cuales le amenaza la religión institucionalizada no son nada cuando se les compara con la terrible conciencia que posee de su propia existencia.El célebre Burlador va saltando de los brazos de una mujer a otra en una frenética acumulación de experiencias en la que se desempeña como un corredor en una carrera de obstáculos tras escuchar el disparo de salida.El final de la carrera de Don Juan no es en absoluto una meta,su conciencia absurda reconoce el timbre falso de la propia palabra aplicada a la existencia individual concreta y,como todo hombre absurdo,sabe que su vida no terminará en meta alguna si no en virtud de la brusca,ineludible interrupción de la muerte. Don Juan se halla saludablemente desprovisto de toda pretensión de trascendencia;ha decidido hacer del amor carnal el eje de su proyecto existencial con la sobria lucidez de la identidad reciproca entre los medios y el fin, del extrañamiento voluntario de cualquier a priori dentro de las fronteras de su existencia. Una suerte de inercia voluntaria le lleva de los brazos de una mujer a otra y su intencionalidad no se halla manchada de la sombra, harto vulgar, del expediente de la multiplicación biológica, única forma posible de trascender la propia individualidad mediante la preservación de al menos un 50% del genotipo que no llegó a hacerse familiar entre los habitantes de la Sevilla del siglo XVII ni entre aquellos de la Algiers de los tres primeros quintos del siglo XX. Su única motivación aparente es la acumulación bruta de experiencias,la cantidad de las cuales es su medida en todos los órdenes y posee tanto sentido y validez, para Don Juan como para cualquier otro hombre absurdo, la acumulación de experiencias de índole diferente,de modo que podemos imaginarnos una lista interminable de Don Juanes,tan variopinta como puede ser rica la variedad de la experiencia humana:Don Juanes del salto libre y de la libre empresa,Don Juanes de la literatura,de la exaltación religiosa,de la acumulación de capital o del consumo de estupefacientes entregados al frenesí puro de la experiencia sin más, única forma de conducta consona con el carácter radicalmente absurdo de sus respectivas existencias. Don Juan no es un amargado y las categorías de realista e idealista son demasiado pequeñas como para colocarlo en una o la otra; sin embargo la esperanza se halla definitivamente fuera de la lista de sus motivaciones; si puede atribuírsele otra motivación que el capricho deberá ser una de carácter distintamente atávico:la excitación producida por el juego predatorio de la seducción y de la conquista, repetido hasta el único infinito posible,el que encierra la promesa de ser interrumpido por la muerte, certeza que hace llevadera cualquier reiteración,facilita la audacia y neutraliza el propio aburrimiento. Llegado este punto debemos admitir que el leit motiv de Don Juan sólo podemos encontrarlo en el propio Don Juan y en cada una de las amantes que se suceden vertiginosamente entre las sabanas febriles de la monomaníaca monogamia en serie de este personaje arquetípico..Ajenas al carácter de su consorte,cada una de sus amantes intentará complacerlo,darle un algo que Don Juan no está buscando, superar a la amante anterior. Don Juan no anda mendigando amor entre las sabanas ajenas, más bien anda prodigándolo en la medida en que este puede ser prodigado por el erotómano o el satiriásico.Esto también es del todo indiferente en la escala evaluativa del hombre absurdo:únicamente su inagotable sed de experiencias y la acumulación en bruto de las mismas son simultáneamente medios y fines únicos, intercambiables de su legendaria conducta.Como hombre absurdo la vida de Don Juan, así caracterizada, es por este vivida sin apelaciones de ninguna clase, completamente ajeno al juicio de los demás seres humanos cuya animadversión e incluso odio es apenas respondido con una suerte de benigno desprecio generalizado.Ha elegido interactuar con el mundo de la manera que le resulta mas caprichosamente propia,sin otra recompensa que precisamente esta continua reafirmación en el principio freudiano del placer derivada de la continuada contraposición entre su yo y el mundo, la realidad generatriz de toda experiencia.

En su desconcertante sabiduría El Burlador sacrifica variedad en aras de cantidad y sobresale como pragmático :le es indiferente el repetirse a sí mismo, delimitado definitivamente su campo experiencial, utilizará las mismas técnicas de seducción que le han resultado efectivas desde los inicios de su carrera de seductor maratónico, reconocimiento tácito de la intercambiabilidad indiferente entre una y otra experiencia. y de la exclusividad de su valor equivalente radicado en la acumulación cuantitativa,la simple contabilidad experiencial donde no busca el sentido que de antemano sabe ausente y de la cual extrae el placer que en tales condiciones,las únicas realmente posibles,éstas le proporcionan.

3.4.b.La obra de Franz Kafka:una interpretación advertidamente camusiana.Absurdo,desespereación y esperanza:Gregor Samsa,Joseph K. Y K.

.El análisis de la obra del escritor checoeslovaco Franz Kafka,permite a Camus ampliar el marco de su disertación para incluir los diversos elementos constitutivos de la existencia absurda.En la novelística de éste, el hombre absurdo queda relegado a un segundo plano,el cuadro ininteligible de la existencia humana se distorsiona aún más a expensas de elementos alternativos al propio sujeto como manifestaciones del absurdo.De hecho los heroes kafkianos no son homogéneos en cuanto a su cualidad de hombres asbsurdos,se trata mas bien de una colección heterogénea de personajes de diversa índole, de que distinguen el absurdo en la medida, más o menos brusca,que este se manifiesta en su universo experiencial inmediato El común denominador de esta colección heterogénea de personajes es su resignación ante la invasión de sus vidas por el absurdo, reacción que revela una percepción intuitiva básica del mismo,de manera que la familiarización entre los personajes kafkianos y las situaciones absurdas que deben agotar hasta las heces representan un reconocimiento del cual el novelista parte para construir una reconciliación,que es básicamente una autoreconciliación puesto que esta constituida a partir del absurdo propio del sujeto humano.Camus parte de tres de las novelas de Kafka,"La Metamorfosis","El Proceso" y "El Castillo" para llevar a cabo la exploración de las diferentes formas asumidas por el absurdo en la obra del novelista checo,siendo precisamente la esperanza la forma prevalente y peculiar del mismo.,manifiesta como la incongruente nostalgia y deseo de aceptación de Gregorio Samsa;la resignación sorprendida de Joseph K. y la obstinación airada de K, en el orden respectivo ya expuesto. Para Camus existe un discurso teológico subterráneo a todo lo largo de las novelas mencionadas.Afirma que uno de los rasgos característicos de la obra artística de Kafka es el hacerse releer como forma de reinterpretar narraciones cargadas de simbología,consistentes en las perturbadoras aventuras de personajes que se desviven buscando la solución a problemas que nunca llegan a formular y sus finales o la ausencia de los mismos sugiere explicaciones que no son reveladas claramente en el texto y que invitan a la relectura desde un punto de vista diferente del primero.El símbolo es capaz de asumir simultáneamente dos planos,dos lugares en el espacio de la imaginación correspondiente a dos mundos de ideas y sensaciones y las correspondencias sin numero que los conectan entre sí.,de forma vertiginosamente dinámica:"Estas perpetuas oscilaciones entre lo natural y lo extraordinario,lo individual y lo universal,lo trágico y lo cotidiano,lo absurdo y lo lógico,se encuentran a lo largo de su obra,proporcionadola con ambos su resonancia y su significado"(2).El propio Camus se cuida de subrayar el carácter interpretativo de su intento de crítica literaria y su limitación al aspecto constitutivo de la obra del novelista checo,específicamente a los fines de complementar su disertación en torno al absurdo. "La Metamorfosis" representa la imaginería horrenda propia de una ética de la lucidez y la incalculable sorpresa que produce en el sujeto la súbita conciencia de la bestia humana en la cual es capaz de convertirse sin que medie apenas esfuerzo alguno.A propósito de esta novela,si bien sin que esto limite esta referencia exclusivamente a la misma,Camus aborda el tema del carácter trágico de la narración kafkiana.Lo trágico en general,incluyendo la propia tragedia griega, tiene entre sus múltiples orígenes la dicotomía exclusiva de la condición humana en virtud de la cual conviven simultaneamente en el sujeto "…una absurdidad básica y una nobleza implacable.Ambas se hallan representadas,permitáseme repetirlo, in el divorcio ridículo que separa nuestros excesos espirituales de los efímeros goces del cuerpo."(3) Kafka se vale de lo cotidiano para expresar la tragedia y de la lógica para expresar lo absurdo.En la obra trágica la terribilidad del destino aparece mejor destacada en el contexto de la lógica y la naturalidad;de modo que la fuerza dramática se basa en la demostración del sistema lógico deductivo que paso a paso terminara en la culminación apoteósica de las desventuras del héroe,necesariedad cuyo horror es resaltado al demostrársenos en el contexto de la mas anodina cotidianeidad.La felicidad, no necesita de semejante demostración,puesto que es,a su propia manera, inevitable a pesar de que el hombre moderno,si es que la percibe,tiende a tomar el crédito por la misma En opinión de Camus,"El Proceso" y "El Castillo" se complementan como elementos de una sola unidad.La primera de estas novelas propone un problema cuya solución es finalmente elaborada en la segunda,los problemas respectivos de la mortalidad y de Dios.En "El Proceso",el personaje central Joseph K.,representación de un ciudadano europeo cualquiera, se ve súbitamente procesado, condenado y, finalmente ejecutado en una alucinante odisea jurídica, clara alegoría del destino individual del hombre que va envolviéndole en sus redes mientras este se desenvuelve normalmente en su cotidianeidad hasta que,finalmente,le sorprende la muerte,esa condena que todos compartimos como culpables de la propia existencia."El Castillo" presenta una historia aún más bizarra, en la cual se introduce sutilmente la esperanza bajo el aspecto inicial de la determinación ciega de K de llevar a cabo la misión que se le ha encomendado en las tierras del castillo hasta trastocarse en un adaptación a las exigencias de un poder ciego,caprichoso y cruel,representación de una Deidad ininteligible a la cual hombre, aplastado por su poder omnímodo termina aferrándose a como de lugar. K parece interpretar las órdenes silenciosas emanadas del castillo,se hace habitante de la villa formada por los trabajadores del mismo y se asocia,mediante el casamiento,con quien ha sido definitiva e irreversiblemente apartada del castillo,Amalia que se negó a aceptar las proposiciones indecorosas de uno de los oficiales del castillo.Mediante este gesto,continúa Camus.,K. sacrifica el propio honor a Dios,a quien todo pertenece y al través de éste el autor pasa del amor incondicional hacia la Deidad a la edificación del absurdo,ese dios incomprensible a quien el hombre pasa toda la vida intentando vanamente agradar .Así, la enfermedad manifiesta en "El Proceso" como desesperanza y desamparo encuentra tratamiento en "El Castillo" como rendición incondicional y definitiva ante un dios perdido en la distancia y en el silencio: un placebo revestido de divinidad, capaz de calmar la hoguera de temor y desesperanza encendida en el corazón del hombre por los rasgos propios de la condición humana .

Dr. Carlos M. Pineda

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