Difundir en lo padres y madres lo necesario de la sexualidad, sepan y se capaciten para que personalmente y en conjunto, formemos una comunidad educativa, puedan transmitir a sus hijos e hijas valores fundamentales de la vida que conllevan una consiente educación del amor y su sexualidad, insistir en la responsabilidad de mostrar y promover la dimensión social de la sexualidad como lenguaje de un genuino amor humano.
En el campo de la educación sexual tiene su particularidad como tema pedagógico, en principio por tratarse de una dimensión que toca directamente las fibras emocionales del docente, de los y las estudiantes, de padres y madres de familia, de toda la comunidad educativa.
Tal vez por ese carácter emocional, su abordaje directo en el aula escolar genera miedo, los intestinos se contraen frente a la sola palabra "sexualidad", y hasta hoy se sigue abordando con superficialidad a fin de "evitar riesgos".
Sin embargo, el silencio ante un tema tan vital para los seres humanos es el peor camino, todos sabemos que el mayor riesgo es mantener en la ignorancia a los alumnos y a sus padres, de ahí la importancia de aceptar que aunque mueve nuestras emociones es necesario sobreponerse, superar las limitaciones y afrontar la educación sexual con responsabilidad.
Pero hay que tomar consciencia que, desde el primer enfoque, la sexualidad ha requerido que el acto de enseñanza–aprendizaje vaya más allá de la transmisión de conocimientos; desde el principio se buscó transformar el comportamiento y por lo tanto las actitudes y costumbres, ya fuera para influir en las prácticas relacionadas con la planificación familiar, o bien, para incorporar a la gente en prácticas sexuales preventivas y sin riesgo de infecciones sexuales, de ahí que la educación sexual siempre ha sido un proyecto de transformación cultural.
Cada individuo desarrolla su sexualidad en distintas dimensiones: afectivas, cognitivas, morales, psicomotrices, y todas ellas conforman una unidad individual que está en una constante interacción con un orden social; en otras palabras, el individuo se posiciona, con toda su complejidad, frente a una organización social externa.
Actualmente se habla de cuatro factores cruciales que influyen en la organización social de la sexualidad: El parentesco y los sistemas familiares, la organización económica, la reglamentación social y las intervenciones políticas.
Conclusión
La educación sexual de la escuela exige conocer las transformaciones de la sexualidad de las nuevas generaciones, a fin de desarrollar prácticas pedagógicas en el aula que sean realistas y tomen en cuenta los retos actuales.
Definitivamente estos nuevos enfoques, implican luchar contra la cultura institucional, particularmente con actitudes directivas, jerárquicas y verticales que prevalecen en los planteles escolares y que no necesariamente favorecen la formación de ciudadanos y ciudadanas libres, sujetas y sujetos políticos y de derecho, a los que apunta el actual currículum escolar.
Pese los ambientes autoritarios de algunos planteles escolares, el aula escolar debe ser también vista como un espacio de poder, un terreno desde donde puede transformarse la sociedad y la cultura.
Tal como la maternidad es un terreno de gran influencia sobre los hijos e hijas de una madre muy pobre, la influencia sobre las y los adolescentes en un aula escolar, puede ser el espacio privilegiado de cada docente para formar nuevos seres humanos, hombres más respetuosos y mujeres menos sumisas, jóvenes menos violentos, tolerantes, más libres y con mayor responsabilidad individual y colectiva.
Autor:
Miguel Adame Meza*
* Alumno de la Maestría en Ciencias de la Educación, Especialidad en Desarrollo de Habilidades Intelectuales. Centro de Estudios Lev Vigotsky, sede, Acapulco, Gro.
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