Introducción
Hablar de sexualidad humana constituye un proceso interactivo que se desarrolla en un contexto social, cultural, religioso, medicinal, económico, espiritual, psicológico y político, por lo tanto está en constante transformación.
El estudio de la sexualidad precisa de un planteamiento que nos permite ubicarla como una construcción simbólica, una creación y recreación intersubjetiva, que ha sido mediatizada por el proceso socio-histórico que la ha ido estructurando y significando, en este sentido el sexo constituye la base biológica de la sexualidad que nos da pertenencia y diferencia (seres sexuados) pero en las relaciones humanas se trasciende lo exclusivamente biológico y reproductivo en lo simbólico y lo histórico, generándose dimensiones específicas de lo humano: lo genérico y lo erótico como formas de comunicación.
Como sexualidad humana. La sexualidad en tanto construcción simbólica es un proceso de comunicación interindividual, generado en la interrelación de lo genérico y lo erótico, que si bien innegablemente parte del dato biológico se constituye humana en la práctica social cotidiana y en las formas específicas que ésta adquiere, transcendiendo lo puramente biológico en lo simbólico.
El sexo es el dato biológico evolutivo en lo ontogenético que nos distingue como hombres y mujeres desde la concepción (genotipo/fenotipo) y en la pubertad nos coloca como sujetos reproductivamente complementarios (anatomía y fisiología).
Lo genérico implica la simbolización y vivencia de lo masculino y lo femenino en la práctica cotidiana de cada persona, establecido a través de lo que el grupo social define y asigna, lo erótico considera la expresión del placer sexual y la sensualidad, expresión mediatizada en gran medida por las consideraciones éticas y morales de cada sociedad.
Desarrollo
El mundo del niño y de la niña se rompe cuando despierta en el ser humano su capacidad de concepción y procreación, es un signo bien abierto, porque comienza en la pubertad, esta especie de explosión en su ser bio-psíquico, los hace inseguros e inquietos; por eso se hacen difíciles a las indicaciones autoritarias.
Su tendencia sexual, que se ha despertado con intenso empuje de actividad, pero todavía no bien entendida ni asumida por ellos, ni integrada en la totalidad de su vida, los hace fácilmente agresivos o huidizos del ambiente de los mayores.
Cuando se habla de sexualidad infantil el punto de referencia no es lo que acontece con los adultos, los infantes poseen las marcas de una sexualidad que les provee de identidad para toda la vida. Sexuados y viviendo una realidad infantil, lo que equivale a decir, con características, dimensiones, tiempos, espacios y principios propios, lo cual los diferencia de manera radical de los adultos.
El deseo y el placer son los primeros elementos cuya presencia da cuenta de la sexualidad. En el niño. El deseo es búsqueda de objetos que producen placer y que, inclusive, pueden terminar en experiencias gozosas, nunca se satisface de manera absoluta; por el contrario, siempre queda insatisfecho como un requisito para seguir deseando y buscando, la pulsión es fuerza, empuje que moviliza al sujeto del objeto de sus deseos, este objeto, en numerosas circunstancias, puede ser sublimado a través del arte en cualquiera de sus expresiones, del deporte, el estudio, la profesión, el placer aparece casi de forma inmediata a su nacimiento y se hace evidente en su relación con el entorno, personas que lo rodean y fuentes de información.
Se trata de una sexualidad que posee límites y características particulares y que, por lo mismo no puede, de ninguna manera, ser invadida por los adultos o por los adolescentes varones o mujeres. Sin embargo, en la realidad los niños y las niñas, con mucha frecuencia, son víctimas de todas las formas posibles de abuso sexual.
No importa la edad ni la condición social o económica: se abusa de niñas de meses hasta de niñas y niños que van a la escuela, a pequeños de familias ricas y a pequeñas que deben quedar al cuidado de la casa vecina porque la mamá tiene que salir a trabajar.
He aquí el rol del docente que tenga los conocimiento esenciales para mejorar las orientaciones que a partir de la educación preescolar y se extiende en los demás niveles educativos, podamos lograr nuevas generaciones en el planteo de buscar la verdad, vivir en la libertad, promover la justicia, cuidado a su cuerpo, construir en el amor e utilizar algunos valores que los harán unos seres humanos íntegros.
Propiciar diversas acciones a seguir en el proceso de orientación en el aula como el darle educación de la afectividad y la sexualidad una primordial importancia en la evolución psicológica de nuestros escolares. Esto exige saber presentarla con el lenguaje del amor humano.
Situar la crisis actual de la sexualidad dentro de la crisis más amplia y profunda de la personalidad y de la cultura sin ocultar nada que pueda ocasionar en los educandos placer por saber mas llegando a conocer información errónea, utilizando los conceptos adecuados parra no confundirlos.
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