Filosofía Jurídica y Política. Tomado de la obra de Miguel Omar Cevedo Marín
Enviado por miguelcevedo
"La Dialéctica Materialista no se presenta como un conjunto de verdades eternas e inalterables, sino como un método científico para descubrir la verdad en cada caso particular".
Juan B. Fuenmayor
(1905-1998)
Hijo de Manuel Fuenmayor y Rebeca Rivera, nació en Maracaibo (Venezuela) el 28 de septiembre de 1905. Comenzó sus estudios de Derecho en Caracas en la Universidad Central de Venezuela, pero la prisión por razones políticas en las dictaduras de los ex-presidentes Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, así como el destierro, lo llevaron a interrumpir estos estudios durante veintinueve años, hasta reincorporarlos en la Universidad Santa María, donde después de graduarse como abogado, fue profesor por muchos años, y ocupó los cargos de Secretario y Rector de dicha universidad, así como también le fue otorgado el título de Profesor Emeritus.
Desde su juventud hasta la mediana edad fue un activista de la política venezolana, donde llegó a ser uno de los fundadores del Partido Comunista de Venezuela y ocupar luego el cargo de Secretario General de esa agrupación política.
Por lo que su pensamiento va a estar marcado por una visión histórica conforme a la dialéctica materialista.
Posteriormente, la decepción política le llevó a una vida académica y por ende, más intelectual. Allí comenzó su parte más fecunda como escritor y forjador de ideas.
Se podría decir, que cambió voluntariamente a sus viejos camaradas por sus jóvenes discípulos, a la pasión por la razón. Atrás, habían quedado los años de desasosiego, de cárceles, de persecuciones en los cuales se había visto envuelto junto con otros eminentes hombre como el novelista y escritor Miguel Otero Silva, y los más pragmáticos hermanos Gustavo y Eduardo Machado.
Un alejamiento de las férreas posiciones ortodoxas del marxismo-leninismo empleadas por la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) fueron razones suficientes para que ese veterano luchador social viviera más tranquilo con sus convicciones de hombre demócrata, porque Fuenmayor sabía en el fondo de su ser, que su libertad no tenía precio, y su idealismo no podía ser doblegado por ningún materialismo.
Entre sus principales obras destacan: "Historia de la Filosofía del Derecho", "Teoría del Estado y del Derecho", "Principios de Economía Política", "20 años de política (1928-1948)", "Aves de rapiña sobre Venezuela", "Aportes a la historia del P.C.V." y una "Historia de la Venezuela política" desde 1899 hasta 1969 comprendida en 20 tomos.
Fuenmayor quien se declara durante su vida marxista leninista; sin embargo, su actitud dentro de la soledad del hombre frente al libro, que cogitativamente le lleva en forma volitiva a la serenidad, le permite señalar que: "…el proceso social no se desarrolla automáticamente, como si se tratase del funcionamiento de una máquina ciega o del desarrollo de los fenómenos de la naturaleza".
Evidentemente, aquí Fuenmayor marca distancia con la tesis materialista hobbesiana de que el hombre era como el átomo o mínima partícula de un gigantesco mecanismo llamado sociedad civil. Niega Fuenmayor, de la teoría netamente empirista de que la "idea" es un reflejo de la realidad material.
Por ello, continúa esta valorización antropológica de lo ideal en el hombre cuando afirma: "El agente del proceso social es el hombre, que posee una conciencia y una voluntad, es decir, que no es ciego ni autómata. Por consiguiente, la dinámica del proceso social tiene que desarrollarse bajo la forma de acciones conscientes y voluntarias realizadas por los hombres. Estos toman conciencia del proceso social y actúan conforme a ello. Sólo que sus ideas no son caprichosas, cuando son verdaderas o válidas, sino que reflejan las necesidades de la sociedad en que viven"
Esta valoración fuenmayoriana del hombre, en su condición de agente motor que actúa por consciencia y voluntad en el desarrollo social nos recuerda un poco las tesis voluntariaristas nietzscheanas del superhombre. Claro, mientras Nietzsche planteaba que este superhombre debía luchar contra la sociedad y vencerla, para Fuenmayor, el hombre debe reflejar en sus ideas las necesidades de la sociedad en la cual vive.
El superhombre nietzscheano es antimoralista y se niega a conformarse con la sociedad que encuentra, de ahí su actitud antihegeliana.
En el caso del hombre de Fuenmayor, pareciera ser más conformista con la sociedad en que vive. Claro, Fuenmayor se refiere a las necesidades de esa sociedad y no a las superestructuras que la dominan.
Sin embargo, no por ello, deja de tener un fuerte matiz hegeliano su posición. Por supuesto, un hegelianismo de izquierda, pero no, un materialismo mecanicista hobessiano.
Por eso, dentro de esta postura un tanto veleidosa, se permite Fuenmayor coquetear con insignes representantes del liberalismo como Juan Jacobo Rousseau cuando señala: "Tal fue el caso, por ejemplo, de Juan Jacobo Rousseau, que supo dar forma clara y racional "a todo cuanto se agitaba confusamente en la conciencia pública de aquél siglo"".
Esta teoría de las "ideas" trazadas dentro de una ortodoxia entusiastamente idealista lleva a Fuenmayor a consagrarla cuando dice: "En ningún caso el desarrollo social se opera por otra vías que por la de las ideas de los hombres. Ellas son una fuerza que al penetrar en la mente de la masa humana, impulsa a los hombres a la acción para realizarlas".
De ahí, que para Fuenmayor, cuando Marx y Engels denunciaron los males e injusticias del régimen capitalista, sólo se abstuvieron de dar un esquema racional acerca de como sería la futura sociedad, se limitaron simplemente a dar líneas generales.
Con ello, Fuenmayor se opone a la ortodoxia marxista que trata de imponer un esquema dogmático de lucha de clases y sus resultados.
Sin embargo, románticamente no abandona su teoría marxista del Derecho, al concebirlo como Bodenheimer, cuando al refutar a Stammler considera al Derecho como "concomitante con ciertas formas de vida económica; pero no una condición lógicamente indispensable de la vida económica como tal".
De este modo, reconoce Fuenmayor, la pluralidad y contradicciones que dentro propia Unión Soviética se ha producido con relación al Derecho, y así se expresa cuando sostiene: "No todos han coincidido exactamente en la definición y concepción del Derecho en general y del Derecho socialista en particular. Han hecho varios intentos de explicación concreta que luego han resultado refutados por nuevos pensadores socialistas".
A pesar, de que estas líneas habían sido escritas por Juan Bautista Fuenmayor antes de la desaparición de la Unión Soviética, y con ello, la caída de los gobiernos socialistas marxistas de Europa.
No por ello, Fuenmayor, quien desde un plano declarativo permanece fiel a su concepción materialista de la historia, del Derecho y del Estado, luce adelantado por ser un demócrata a carta cabal, frente a muchos camaradas de ruta que se habían anquilosado en posiciones dogmáticas, autoritarias e intransigentes.
Sin embargo, cuando Fuenmayor se refiere al Estado, se remite exclusivamente a transmitir la teoría marxista del mismo, lo cual pareciera, una actitud inconsciente de no emitir juicios de valores que reflejen una disensión con este pensamiento. Así se expresa cuando dice: "Toda forma de Estado es una dictadura de clase, queriendo significar con ello que la dominación política, o sea, la dirección estatal de la sociedad, es ejercida por la clase dominante, con exclusión de todas las demás y contra ellas; y que, de esta manera, la clase dominante se coloca en posición de imponer su voluntad a toda la sociedad, incluso a cada uno de los miembros de la propia clase dominante, tomados individualmente".
Y es que decimos que escribe de manera impersonal, porque cuando más adelante, para referirse al Estado socialista expresa: "El Estado socialista o Estado obrero, es igualmente una forma de dictadura de clases, al menos en los primeros tiempos, cuando es simplemente la dictadura del proletariado".
Su inconsciente como jurista, hombre de libertad, le hace decir más adelante: "Más tarde, el Estado obrero, en camino de desaparición, se convertirá en una forma de administración o gobierno de todo el pueblo, para culminar en la pérdida total de carácter político de las instituciones y en la instauración de la sociedad comunista sin aparato represivo, es decir sin Estado".
Y es que si el Estado se convertirá, mal podría entonces desaparecer. Recordemos que son los propios materialistas quienes históricamente sobre la materia han dicho "nada se crea, nada desaparece, todo se transforma".
Por lo que la expresión de que el Estado se convertirá, no es más que una transfenomenalización del órgano, por lo que jurídicamente, así como las leyes son siempre sustituidas por otras leyes; a los órganos, su actividad la sustituye otro órgano.
Al hablar los marxistas de "administración de gobierno", no hacen más, que darle otro nombre a lo que conocemos como Estado. En la práctica, los gobiernos marxistas lejos de llevar al Estado por un camino de desaparición como lo menciona Fuenmayor, este órgano se agiganta más de lo que era anteriormente.
Por eso Fuenmayor, para no contradecir con palabras lo que existe realmente en su conciencia jurídica, utiliza inconscientemente la palabra "convertirá".
Esto no es un reflejo más que de su reconocimiento tácito de la existencia del Estado, y de su paradigma de la libertad, cuando afirma como "desideratum", la idea de la sociedad sin represión como fin último.
De tal manera, que mientras Fuenmayor, iusfilósofo, pensador e historiador del Siglo XX, era un marxista que caminaba hacia el Siglo XXI, otros contemporáneos, correligionarios suyos, parecían regresar al Siglo XIX.
Miguel Cevedo