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Irak: Armas de Desinformación Masiva (2003)

Enviado por Leonardo Ferreira

Partes: 1, 2

    1. En medio de los medios
    2. El fin justifica los medios
    3. El caso del fotógrafo Walsky

    El dicho, el cliché que reza que la verdad es la primera víctima en cualquier guerra, más que un dicho es un axioma. La guerra del Golfo versión II sirve como un ejemplo claro para demostrarlo. En este caso, el mensaje y el mensajero se confundieron en uno para trasmitir tarjetas postales de un evento cruento, filtrado y saneado. Un evento premeditado, diseñado para el consumo de un público confundido y maleado por una alianza insaluble y corrosiva para el bienestar de cualquier sistema democrático.

    A partir de los funestos hechos del once de septiembre del 2001, el patriotismo de los ciudadanos de los Estados Unidos ha cobrado un auge casi sin precedentes. En medio de este ambiente, el Presidente George Bush ha logrado lo que no pudo durante la campaña electoral: se ha ganado el voto indiscutible del electorado norteamericano junto con la legitimidad que el mismo conlleva. Encuesta tras encuesta le da un promedio favorable que oscila entre el 70 y el 85%. Una gran diferencia a lo que estableció el voto popular que favoreció al candidato demócrata Al Gore, quien al final perdiera la presidencia por la diferencia de un voto, depositado por los jueces del Tribunal Supremo de Justicia.

    Desde el mismo comienzo de la llamada "Guerra de Liberación" estuvimos empotrados, incrustados, plantados, viendo, leyendo, escuchando, siendo testigos de la cobertura, o falta de ella, de los medios de comunicación desde el teatro de operaciones en Miami. Ver las transmisiones de cadenas CBS, ABC, NBC, Fox, MSNBC, CNN, Telemundo y Univisión fue como ver la misma estación repetida una y otra vez. Todas ellas envueltas en la bandera y marchando al mismo ritmo patriota de las tropas en el frente. El control remoto se convirtió en una pieza innecesaria que se podía confundir fácilmente con un teléfono celular que, a propósito, fue equipo obligado para los periodistas empotrados en la invasión a Irak. Sin el celular, no hubieramos podido ver minuto a minuto lo que pasó en el teatro de operaciones. El único defecto de este equipo, no tanto del equipo en sí sino del operador del mismo, es que sólo lo enfocaba hacia el periodista empotrado, quien a su vez parecía ser un clon que se paseaba por todas las estaciones de la televisión estadounidense.

    Con la prensa escrita sucedió algo similar, excepto que ese medio sí ofreció un análisis más contextual, más coherente. Sin embargo, sus reporteros también sufrieron del síndrome de los incrustados. Relegaron la objetividad al patriotismo y la camaradería. La radio no se limitó a servir de eco a los demás medios y a ofrecer comentarios reciclados de la doctrina de la extrema derecha republicana, no. Cuando llovían las primeras bombas sobre Irak, la mayor cadena de estaciones de radio del país, Clear Channel, transmitió, organizó y patrocinó en Atlanta, Cleveland, San Antonio, Cincinnati y otras ciudades más, lo que llamó "Manifestación pro América".

    Asimismo la empresa de consultoría de medios especializada en la industria radial, McVay Media, según reportó Paul Farhi del periódico Washington Post, envió a sus clientes lo que denominó un "Manual de Guerra". En éste, McVay aconseja a sus clientes que mientras los Estados Unidos estén en pie de guerra, tienen que tocar el Himno Nacional todos los días a la misma hora, que deben poner al aire temas patrióticos que toquen la fibra emocional nacionalista.

    El medio que surgió y cobró respetabilidad, como lo hiciera CNN en la primera guerra del Golfo, fue Internet. Y dentro del mismo un nuevo fenómeno, los "Blogs", o ciudadanos comentaristas con acceso a Internet quienes minuto a minuto, a manera de diario personal, actualizaban los hechos desde su punto de vista.

    Gracias a los adelantos tecnológicos en el correo electrónico, telefonía digital, y al satélite se pudo seguir la guerra al momento. Por lo demás, las imágenes que recibimos, las que impartieron los grandes medios, no fueron tanto imágenes de guerra. Fueron más bien tarjetas postales que apelaron al sentimiento patriota del televidente y del lector desprevenido en los Estado Unidos.

    Los medios de comunicación fallaron antes, durante y ahora después de terminado el conflicto. Fallaron porque han dejado de cuestionar las intenciones del gobierno y se han convertido no sólo en su portavoz sino también en su mejor promotor. Fallaron porque, en su mayoría, siguieron la línea y se limitaron a cubrir un solo lado del conflicto, el del Pentágono. La empresa de consulta Frank N. Magid Associates lo pone en perspectiva cuando dice: cubrir las protestas contra la guerra afecta negativamente la cartera de las estaciones de televisión.

    Para el Pentágono y el complejo militar el conflicto fue el superbowl, el mundial de fútbol, la serie mundial, las finales de NBA, la mejor carrera de Fórmula Uno, la final de Wimblendon, todos envueltos en uno, fueron los Olímpicos de la Guerra. Y manejaron a los medios con una sutileza y una agudeza admirables. Esta vez en lugar de sancionar, de censurar, decidieron adoptarlos, absorberlos. El resultado de la relación incestuosa que surgió lo describió Bernard Shaw, veterano presentador de noticias de CNN: "La idea de los periodistas de dejarse abrigar por el ala militar de los Estados Unidos, me parece demasiado peligrosa. Pienso que los periodistas que aceptan ir al combate acompañando a las unidades militares, en efecto quedan cautivos, prisioneros, de esa unidad militar".

    Uri Avnery, de CounterPunch, fue mas duro y llamó a la relacion periodistas-militares como "presstitution" "Nunca antes tantos periodistas traicionaron su deber como en esta guerra. Su pecado original fue aceptar ‘empotrarse’ en unidades del ejercito. En inglés este término ‘embedded’ suena como acostarse y a eso equivale en la práctica", sostuvo Avnery.

    Por su parte el Pentágono calificó esta estrategia como histórica y la aprovechó para cerrar las diferencias que tenía con los medios desde la guerra de Vietnam. Asimismo, dicha política sirvió para contrarrestar cualquier intento de acuso de campaña de desinformación.

    Un reporte de Bob Kemper, del Chicago Tribune, viene a cuento en este punto, cuando dijo que "la oficina de Comunicaciones Globales, controvertida agencia creada por el presidente Bush en enero, se ha convertido en una enorme productora que emite guiones diarios sobre la guerra a portavoces de Estados Unidos en todo el mundo, preparando a generales que dan conferencias de prensa y poniendo a estrellas del gobierno en noticieros extranjeros. La oficina –especie de firma global de relaciones públicas del gobierno de Bush y la campaña de guerra estadounidense– coordina estrechamente el mensaje del Pentágono, el Departamento de Estado y el mando militar en el Golfo Pérsico, asegurando que todo comentario de guerra de un funcionario de los Estados Unidos sea aprobado por adelantado por la Casa Blanca".

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