(España) 589 a.C. En su forma actual es el Credo de toda la Iglesia Cristiana; la Iglesia Griega sólo rechaza la última cláusula mencionada.[7]
2.2.2 Credo
Dicho credo es como sigue:
«Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Crea- dor del Cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles.
Creemos en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, Engendrado del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz, Verdadero Dios de Verdadero Dios, Engendrado no hecho, Consustancial al Padre, por Quien todas las cosas fueron hechas, quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación, descendió del cielo, y fue encarnado del Espíritu Santo y la Virgen María, y fue hecho hombre, y por nosotros fue crucificado bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, resucitó al tercer día según las Escrituras, ascendió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre, y vendrá otra vez con glo- ria, a juzgar a los vivos y a los muertos, cuyo Reino no tendrá fin.
Nosotros creemos en El Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, procedente del Padre y del Hijo*2, quien con el Padre y el Hijo, juntamente es adorado y glorificado, quien habló por los Profetas.
Nosotros creemos en la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. Nosotros reconocemos un Bautismo para el perdón de los pecados. Y esperamos la resurrección de los muertos, Y la vida en los siglos venideros.»
2.3 QUICUNQUE VULT,
2.3.1 Historia
Evidentemente éste fue compuesto mucho tiempo des- pués de la muerte del gran teólogo cuyo nombre lleva, cuando, concluyendo las controversias, fueron estableci- das las definiciones de los Concilios de Éfeso y Calcedonia ya mencionados. Es un gran monumento, único de la fe inmutable de la Iglesia en lo que se refiere a los grandes misterios de la piedad, de la Trinidad de personas en un solo Dios, y de la dualidad de naturale- zas en la persona de Cristo.
Comúnmente llamado: "El Credo Atanasiano"
2.3.2 Credo
«Todo el que quiera salvarse debe ante todo mantener la Fe Católica. El que no guardare esa Fe íntegra y pura, sin duda perecerá eternamente.
Y la Fe Católica es ésta: que adoramos un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las Perso- nas, ni dividir la Sustancia; porque es una la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; mas la
Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. In- comprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo cierno; como también no son tres incomprensibles, ni tres increados, sino un solo increado y un solo incomprensible.
Asimismo, omnipotente es el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. Y sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un solo omnipotente. Asimismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. Así también, Señor es el Padre, Señor el Hijo, Se- ñor el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor; porque así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una de las Personas de por sí es Dios y Señor,
Así la Religión Católica nos prohíbe decir que hay tres Dioses o tres Señores. El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, ni engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente. Hay, pues, un Padre, no tres Padres: un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta Trinidad nadie es primero ni postrero, nadie mayor ni menor: sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y coiguales. De manera que en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad.
Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad. Además, es necesario para la salvación eterna que también crea correctamente en la Encamación de nuestro Señor Jesucristo. Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, es que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre. Dios, de la Sustancia del Padre, engendrado antes de todos los siglos y Hombre, de la Sustancia de su madre, nacido en el mundo; Per- fecto Dios y Perfecto Hombre, subsistente de alma racional y de carne humana; igual al Padre, según su Divinidad; inferior al Padre, según su Humanidad. Quien, aunque sea Dios y Hombre, sin embargo, no es dos, sino un solo Cristo: Uno, no por conversión de la Divinidad en carne, sino por la asunción de la Humanidad en Dios; Uno totalmente, no por confusión de Sustancia, sino por unidad de Persona. Pues como el alma racional y la car- ne es un solo hombre, así Dios y Hombre es un solo Cristo; el que padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, Dios todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a vi- vos y muertos. A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos y darán cuenta de sus pro- pias obras. Y los que hubieren obrado bien irán a la vida eterna; y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno.
Esta es la Fe Católica, y quien no lo crea fielmente no puede salvarse.»
3 ANÁLISIS
Comprendiendo así la importancia de la declaración de fe, se observa que estos tres credos en los que nos hemos cimentado se fundamenten en las Sagradas Es- crituras y contienen en ellos los principios de nuestra fe cristiana. Credos que en resumen se estructuran inte- grando:
3.1 DIOS
A Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor Dt.6:4 ( NVI)
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (RV)
Tres son los que dan testimonio 1Jn.5:7( NVI)
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el
Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1Jn.5:7 (RV)
3.2 HIJO
Al Hijo, nuestro Señor Jesucristo, la divinidad humanada.
No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe: Él se manifestó como hombre; fue vindicado por el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, reci- bido en la gloria. 1Tim.3:16 ( NVI)
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria. 1Tim.3:16 (RV)
Quien es el Señor de Señores, Rey de reyes y en quien, solamente, encontramos perdón por nuestros pecados y quien es único Salvador. En estos credos se referencia al padecimiento de nuestro Rey por amor a nosotros, lo que cumple con lo profetizado por Isaías en el capítulo 53
3.3 ESPÍRITU SANTO
Al Espíritu Santo, quien es la tercera persona de Dios,
La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas. Gn.1:2 ( NVI)
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Gn.1:2 (RV)
Que guía y consuela a su Santa Iglesia, en su Nom- bre, (dando cumplimiento a las palabras de nuestro amado Cristo y a lo profetizado por Joel en el capítulo 2)
Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho. Jn.14:26 ( NVI)
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Pa- dre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Jn.14:26 (RV)
3.4 LA IGLESIA
Y a la Santa Iglesia, cuerpo de Cristo, en la que estamos inmersos todos aquellos que hemos creído en la Autori- dad de nuestro Señor Jesucristo.
Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.
Ef.5:23b ( NVI)
Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Sal- vador. Ef.5:23b (RV)
Permitiendo así que, nosotros, los creyentes podamos resumir nuestra fe cristiana, su universalidad (católica) y autoridad apostólica, en este conjunto de doctrinas.
4 CONCLUSIÓN
Al ser el credo un símbolo de la fe cristiana, ordenado por los apóstoles, en el cual se contienen las doctrinas básicas, todo hijo de Dios, perteneciente al Cuerpo de Cristo, su Iglesia, debe conocer, comprender y poder dar buena defensa, con mansedumbre, de éstas a quien se lo demande.
Los tres credos hablan en síntesis del Padre, Hijo y Espí- ritu Santo, y de su Iglesia.
En los tres credos se observa que la mayor parte del tex- to habla de Cristo, por quien todo ha sido creado y quien es la razón de todas las cosas.
5 BIBLIOGRAFÍA
5.1 CITAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) Diccionario Enciclopédico Ilustrado Océano Uno,
(2) SILVA – SILVA, Darío "Casa sobre la Roca", Editorial Buena Semilla, Colombia
(3) Biblia NVI, Sociedades Bíblicas Unidas
(4) Biblia RV, Sociedades Bíblicas Unidas, Revisión 1960
(5) http://www.librolibre.org.ni/DocCa./oraciones/credos/c redos.html
(6) UTTINGER Greg, "La Teología de los Credos Anti- guos, Parte 1: Cristianismo Credal", 2002
(7) http://www.iglesiareformada.com/Hodge_Breve_Histo ria_Credos.html
5.2 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
• Fernández Núñez, José Manuel, "LA HABANA, CRISOL DE CULTURAS Y CREDOS", Editorial Cien- cias Sociales, La Habana, 2001
• UTTINGER Greg, "La Teología de los Credos Anti- guos, Parte 2: El credo de los Apostoles", 2002
• http://www.wels.net/cgi- bi- n/site.pl?2617&collectionID=1362&contentID=51792& shortcutID=19294
• http://www.librolibre.org.ni/DocCa./oraciones/credos/credos.html
TEOLOGÍA I
• http://espanol.leaderu.com/docs/teologia/credos.html
NOTAS:
2 El controvertido "fílioque" ("y del Hijo"), añadidura en el Credo Niceno- Constantinopolitano hecha por la Iglesia Latina de Occidente (Roma) con posteriori- dad al Concilio de Constantinopla, pero rechazada por la Iglesia Griega Oriental (Constantinopla, Alejandría, Antioquía) y que constituyó uno de las razones doctrina- les argumentadas por ambas partes para su rompimiento y separación definitiva en el año 1.054 d.C
Autor:
Juan Sebastián Ramírez Navas
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