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El hombre desnudo: Un enigma irresuelto de la paleoantropología

Enviado por Felix Larocca


  1. Lo que nos dicen los doctos
  2. En resumen
  3. Bibliografía

"La Naturaleza nos favoreció en muchos aspectos extraordinarios para exhibirnos, como su "Obra Maestra" en el anaquel donde presenta sus mejores proyectos." FEFL en El Nacimiento del Ser Humano: Diseño Erróneo de la Naturaleza.

En esta lección deseamos establecer la razón por la cual carecemos del pelaje que, característicamente, poseen otros primates.

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Mono desnudo

Para lograrlo recurrimos, primero a la paleoantropología.

La paleoantropología (del griego, pa?a???, paleos, "antiguo"; ?????p??, anthropos, "ser humano"; y ?????, logos, "conocimiento") es la rama de la antropología física que se ocupa del estudio de la evolución humana y sus antepasados fósiles, en otras palabras de los homínidos antiguos. A veces, también puede ser conocida como paleontología humana. (Para seguir leyendo: http://es.wikipedia.org/wiki/Paleoantropolog%C3%ADa).

Procedamos…

La razón por la cual nuestra especie posee un cuerpo sin cobertura pilosa — en contraste con otros primates — ha permanecido pendiente.

"Nadie supone — escribió Charles Darwin en El Descenso del Hombreque la desnudez de la piel confiere una ventaja directa al ser humano: por lo tanto, su cuerpo, no puede haber sido despojado de su pelaje por la selección natural".

Si no por la selección natural, entonces ¿por quién?

Ya que, a pesar del título sugestivo de su libro, Darwin tiene muy poco que decirnos acerca de los orígenes teleológicos de nuestra especie.

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Ser o no ser…

En su tratado, él intimó, que su devoto seguidor, Thomas Huxley, ya había solucionado formal, y extensivamente, la esencia de esta pregunta, contentándose con suministrar un par de páginas de comentarios acerca de cómo llegaríamos a diferir de nuestros relativos más próximos, los monos africanos.

El sabio concluyó que la pérdida de nuestro pelo corporal fue resultado de la selección sexual: Afirmando que los seres humanos — las mujeres especialmente — se despojaron de su pelaje para atraer pareja.

Esa explicación no ha resistido el pasaje del tiempo, ni el escrutinio imparcial de la ciencia.

De todos los miles de especies mamíferas que existen, es difícil creer que los machos de una sola de entre ellas, desarrollarían una preferencia arbitraria por un cuerpo lampiño para las hembras, y, que, en solamente una de las especies de primates, sería la preferencia del varón la que decidiera este asunto, ya que las mismas mujeres — ¿en desafío? — habitualmente cubren, o realzan, sus desnudeces con toda clase de afeites y apéndices.

Si un hombre de la intuición perceptiva de Darwin no pudo llegar a mejores conclusiones, sería porque algún factor esencialmente crucial resultaba ambiguo dentro del acertijo propuesto.

Pero, por la mayor parte del siglo XX se creyó que el problema había sido resuelto como Darwin lo imaginara.

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Desnudo en el agua por Salvador Dalí

Las cosas cambiaron…

Lo que nos dicen los doctos

Raymond Dart, el antropólogo que reconoció la significancia del cráneo infantil de Taung en el 1924, fue el primero que promovió la idea de que, mientras los antepasados de la mayoría de los antropomorfos permanecieron en los árboles, los de nuestra especie, se movieron a las llanuras abiertas.

En esa situación especial, los machos se tornaron a la caza, sobrecalentándose en la persecución de animales de presa, terminando, deshaciéndose del pelambre para mantener una homeostasis térmica, supuso él.

El problema con esta teoría es que ningún otro animal ha recurrido a este método de refrescamiento.

Además de que el pelo es necesario, porque protege animales, del sol durante el día, y del frío por las noches.

Las hembra homínidas, no eran cazadoras sobrecalentadas, de modo que ellas, sólo sufrirían el lado desfavorable de la pérdida del pelambre. Teniendo frío por las noches, siendo más propensas a lesiones de la piel, y careciendo de abrigo para proporcionarles soporte a las manos de sus infantes trepándose en ellas, como hacen otros monos. (¿De lo susodicho provienen los calentones de la menopausia? ¿Quién sabe…?)

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El hombre invisible por Salvador Dalí

Aunque, a pesar de esas desventajas, ellas terminaron teniendo menos pelos, en la piel de su cuerpo, que los machos.

La solución de Dart, mientras que permaneciera a la vanguardia por más de 50 años, no logró ganar la aprobación científica universal.

En el 1970, Russell W. Newman, entonces con el US Army Research Institute of Environmental Medicine, argumentó — escribiendo en la revista Human Biology — que los homínidos nunca pudieron haberse adaptado a vivir en las llanuras con su tríada única de peculiaridades: hipotricosis corpus, hiperhidrosis, y polidipsia.

En otras palabras: muy poco pelo, demasiado sudor, y la necesidad de beber poco, pero muy a menudo.

Como, con frecuencia es el caso, el artículo de Newman contradecía las creencias de sus tiempos, por lo que permaneció ignorado.

William Montagna, el más infatigable de quienes se dedican al estudio de la piel de los simios, muy a su pesar suyo, tuvo que admitir: "… [Que] nuestras investigaciones han fallado a explicar el rasgo más particular de la piel humana — su desnudez, casi total. Por lo que hemos quedado perplejos y con nuestro mayor objetivo aún pendiente".

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Niño geopolítico observando nacimiento del hombre nuevo por Salvador Dalí

En el 1977, Stephen J. Gould desveló su nueva y flamante hipótesis de la neotenia: expresando que la desnudez humana, formaba parte de una estrategia para el desarrollo de cerebros más grandes.

Por necesidad, y debido a un error craso de la Naturaleza, nuestros cerebros crecen muy poco antes de nacer.

Prolongando esa fase después del nacimiento, el desarrollo acelerado del cerebro puede continuar, y, como resultado, junto con cerebros más grandes, retuvimos otras características de los primates cuando son juveniles: caras más aplanadas, cabezas y ojos más grandes, y piel desnuda.

La idea fue muy debatida, pero su mayor debilidad consistió en que el período antes del nacimiento, es el único en el que nuestro cuerpo está cubierto del pelo conocido como lanugo.

¿Por qué nos libramos de esa pilosidad? No lo sabemos…

Además, entendemos que nosotros solamente retenemos características fetales selectivamente, y sólo si éstas nos serían de alguna utilidad como adultos.

Característicamente abandonamos, durante el crecimiento, las piernas cortas y arqueadas con que nacimos y la carencia de dientes.

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Amanecer por el Océano por Vladimir Kush

Asimismo, hubiésemos abandonado tener la piel desnuda si esto nos resultara alguna desventaja adaptativa.

Otras opiniones minoritarias fueron avanzadas, sin ganar aceptación, éstas, incluyen la idea propuesta por un corresponsal de Darwin, quien sugirió que los homínidos se despojaron de su pelaje porque la piel expuesta era menos vulnerable a la invasión por garrapatas y otros parásitos nocivos.

Darwin, rechazó esta idea en base de que los otros simios — e igualmente otros animales en las praderas — confrontan el mismo problema vis-á-vis los parásitos.

La última noción ha sido sujeta a muchas revisiones, pero aún, las dudas, que Darwin expresara, permanecen dominantes.

Una proposición, a la que muy pocos han dado mucha importancia, proviene de Alister Hardy de la Universidad de Oxford.

Su campo de investigación es el de la Biología Marina.

Este investigador, notó que la piel humana, no sólo es desnuda, sino que asimismo está forrada con una capa de grasa, lo que es análogo con un gran número de mamíferos acuáticos.

Su artículo (New Scientist, 17 de marzo del 1960, p 642) simplemente planteó la siguiente pregunta: ¿Fue el hombre más acuático en el pasado?

Pero, sus opiniones fueron rechazadas rotundamente, porque la teoría de la sabana se consideraba irrefutable.

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Hombre y mujer por Edvard Munch

Pero, a fines del siglo pasado, las dudas comenzaron a hacer su presencia acerca de la teoría de la sabana, debido al examen más detallado que se hiciera en flora y fauna petrificada ligada a fósiles homínidos arcaicos.

En el 1977, Kaye Reed de la Universidad del Estado de Arizona en Tempe, dedujo que el hábitat original de nuestro género, consistiría de malezas, pantanos pocos profundos, forestas pequeñas en las riberas de arroyos, y bosques de densidad mediana.

Hoy, generalmente, se acepta que los bípedos primordiales vivieron en áreas boscosas y forestadas.

Lo que probaría que la estación bípeda no evolucionó en la sabana.

Pero, como el pelo no se fosiliza, será imposible determinar cuándo nuestra especie empezaría a perderlo.

En el 2006, Nina Jablonski, una antropóloga de Penn State University, escribió un libro, Skin: A natural History, en el que propone que, después que los bípedos emigraron de la sabana — algo que todos aceptan — que su sudoración profusa crearía la necesidad de eliminar el pelo que cubriera sus cuerpos, para permitir que el sudor se evaporara.

La autora calculó que esos homínidos excretarían unos fenomenales 13.6 litros de sudor al día.

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Mi mujer desnuda por Salvador Dalí

Lo que no pudo explicar fue cómo los, igualmente, sudorosos monos patas (Erythrocebus patas), no perdieron su pelaje, viviendo en el mismo hábitat, o cómo los homínidos pudieron obtener tanto líquido para beber en un medio tan seco y estéril.

Recientemente, las investigaciones han cambiado sus orientaciones, porque algunos científicos decidieron que en lugar de especular acerca de las causas de la desnudez, sería más productivo, tratar de establecer cómo ésta evolucionó.

Como los paleontólogos no han podido darnos respuestas, otros especialistas han comenzado a involucrarse en estos asuntos.

En el 2004, los genéticos Alan Rogers, Stephen Wooding, y Dave Iltis, de la Universidad de Utah, Salt Lake City, escribieron un artículo acerca del receptor de la melanocortina1 (RMC1), que produce una proteína que afecta el color de la piel y el pelo.

Hoy, es posible datar cuándo este alelo se originó.

Ellos sugieren que — ya que dotaba al cuerpo de cierta medida de resistencia dérmica a los rayos solares — que pudo haber sido seleccionado cuando nuestros antepasados perdieron el pelo porque no necesitaron la protección ofrecida.

Ellos lo fechan a 1.2 millones de años. Lo que es mucho más temprano que los previos cálculos.

Tres años después, un parasitólogo en el Museo de Historia Natural, en Gainesville, Florida, llamado David L. Reed demostró que las diferencias en el ADN de piojos puede decirnos mucho acerca de sus huéspedes.

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La ropa nueva del emperador

Los piojos de la cabeza del ser humano, están relacionados genéticamente, a las liendres de los chimpancés, y ambas especies empezaron a divergir cuando los seres humanos y los chimpancés se separaron.

Pero, piojos púbicos, o ladillas, en el ser humano, están más próximamente relacionados a los de los gorilas, lo que indica un cruce más tarde en un encuentro diferente.

Este hallazgo condujo a Reed a plantear, como hipótesis, que nuestros antepasados ya habían perdido su pelaje corporal, excepto en las áreas púbicas y axilares, hacen unos 3.3 millones de años.

Lo que representa un salto mayor, pero hacia atrás.

Ninguno de estos argumentos afecta la teoría de Hardy que postula que los humanos perdieron su pelaje durante un interludio acuático.

Sin embargo, esta teoría pretende ofrecer una explicación unificada para una amplia extensión de rasgos humanos que nos parecen enigmáticos:

Estación bípeda, falta de pelo en el cuerpo, grasa debajo de la piel, laringe descendida, pérdida del olfato y así sucesivamente…

Parece ser que los dos mayores — estación bípeda y desnudez — surgieron muy de cerca, en tiempo y espacio, lo que puede que incline el peso de la probabilidad, ligeramente hacia Hardy.

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Lady Godiva por John Maler Collier

En resumen

En este peliagudo asunto, permanecemos, científicamente, desnudos, aunque demostramos comportamientos claramente contradictorios a nuestro aparente desatavío morfológico.

En todas las culturas humanas alguna forma de vestimenta se requiere para cubrirnos el cuerpo, las gentes se gastan enormes sumas de recursos para adornarse, mutilamos y, aun deformamos nuestras anatomías, para proyectar status y utilizamos los tatuajes para cambiar el aspecto de nuestra piel.

Solamente, nos queda con certidumbre, el hecho de que ser desnudos — generalmente nos desagrada — y que la encuesta evolucionaria/científica a la cuestión de por qué lo somos, no va a desaparecer hasta que se encuentre una explicación satisfactoria a la misma.

Sin embargo, cualquier escenario que falle en atar todos los cabos despegados, resultará siendo menos que adecuado para los fines de lugar.

Todavía, muchos, consideran la contribución dudosa hacia este entendimiento — que Desmond Morris intentara — cuando publicara, en 1967, su libro famoso, El mono desnudo, carente del mérito conferido.

Para leer acerca de gatos "desnudos": http://es.wikipedia.org/wiki/Sphynx.

Fin de la lección.

Bibliografía

  • Larocca, FEF: El Dilema Existencial del Hombre: Vesti la Giubba… en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Nacimiento del Ser Humano: Diseño Erróneo de la Naturaleza en monografías.com

  • Larocca, FEF: Los Vómitos del Embarazo, los Calentones de la Menopausia y la Hiperémesis Gravídica en monografías.com

  • Morris, D: (1967) El Mono Desnudo Plaza & Jane

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Un Segundo antes de despertar por Salvador Dalí

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca