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Jesús explica la Ley


Partes: 1, 2, 3

  1. Jesús explica la Ley del Sinaí perfeccionada por Él, en el Amor
  2. El infierno existe

En esta Catequesis:

1.- JESUS, REY DE MISERICORDIA, EXPLICA LA LEY Y LOS PROFETAS.

2.- EL INFIERNO EXISTE.

Dictados tomados de la Obra Monumental de Jesús NS,

"El Dios-Hombre",

dada al mundo por medio de la mística más grande de todos los tiempos,

María Valtorta. En Italia de 1943-65.

Jesús Dice, "Yo soy el Dios de la Paz. De Mí manan todas las Gracias. Cada dolor se calma en Mí. Cada peso se hace ligero. Cada acto vuestro, realizado en mi Nombre, se reviste de mi Belleza. Yo os lo puedo dar todo si venís a mi Corazón, y no en manera humana, sino sobrehumana, eterna, inefablemente dulce. No os digo que no conoceréis más el dolor. Lo he conocido Yo que soy Dios. Pero os digo: el dolor se hará suave si lo sufrís sobre mi Corazón.

Venid. Mis brazos están abiertos. Sobre la Cruz me dolía tenerlos clavados solamente porque no podía apretarlos alrededor de vosotros y bendeciros. Pero ahora están libres para atraeros a mí Corazón. Mi boca tiene besos de perdón, mi corazón tiene tesoros de amor.

Dejad las riquezas injustas y venid a Mí, verdadera Riqueza. Dejad las alegrías indignas y venid a Mí, verdadera Alegría. Dejad los falsos dioses y venid a Mí, verdadero Dios. ¡Cómo os sentiríais contentos con una alegría espiritual si os confiarais a Mí!

Venid. Dejad lo que muere, lo que os perjudica, Aquello que os quiere mal. Venid a Quien os ama, a Quien os sabe dar las cosas que no dañan y no mueren. Ayudadme, con vuestra voluntad. La quiero para actuar. No porque la necesite, sino porque la necesitáis vosotros para merecer el Reino de vuestro Padre. Venid. Ayudadme a devolver el Infierno al Infierno y a abriros el Cielo."

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Jesús explica la Ley del Sinaí perfeccionada por Él, en el Amor

Una Condena.

Jesús Dice: "Yo no soy un dios de carne o un dios de barro, que no está siempre presente o que no tiene ojos para ver. Yo Soy el Uno que Está en todas partes, y desde al alto lugar de Mi trono Yo analizo y tomo cuenta del obrar de vosotros, gente. Yo Soy el Uno que ha hablado para daros la norma por la que debéis conduciros. Lo que Yo he dicho, Yo he dicho, y esto no cambia a través de los milenios. Yo Soy el Dios Eterno, el Uno y Único Dios. Yo Soy el Señor vuestro Dios, de quien no existe otra copia. Yo Soy único en Mi Santísima Trinidad."

Ante la persecución de los fariseos, Lázaro pone a disposición de Jesús un lugar de descanso en una de sus propiedades, llamada "Aguas Claras". Agua de Vida de Jesús, la Palabra de Dios, en adelanto a lo que Él dice en Apocalipsis 22:17

"El Espíritu y la Esposa dicen "¡Ven!", Y el que tiene sed, venga. Y el que quiera, tome gratuitamente del Agua de la Vida. ¡Amén! ¡Ven Señor Jesús!

(En visiones dadas a María Valtorta, y que ella fue poniendo por escrito exactamente lo que veía. Son importantes los detalles que anota, pero se excluyen para dar las palabras de Jesús NS. 25 de febrero de 1945)

"Paz a vosotros que buscáis la Palabra" comienza diciendo Jesús. Se dirige al fondo del portal, teniendo a sus espaldas la pared de la casa. Es el tibio atardecer de un día de noviembre en que Jesús habla a unas veinte personas sentadas por tierra o apoyadas a las columnas.

"El hombre cae en un error en considerar lo que la vida y lo que es la muerte, y en emplear estos dos términos. Llama "vida" al tiempo en que después de haber nacido, empieza a alimentarse, a respirar, a moverse, pensar, obrar; y llama "muerte" al momento en que deja de respirar, de comer, de moverse, de pensar y de obrar, y se convierte en un frío e insensible despojo, pronto para volver a entrar en el seno, que es el sepulcro. Pero no es así. Quiero hacer que entendáis lo que es la "vida" y señalaros las obras aptas para ella.

Vida no es existencia. Existencia no es vida. Existe también vida en la parra que se enrolla en esta columna. Pero no tiene la vida de que estoy hablando. Existe también aquella oveja que bala amarrada a aquel árbol de allá. Pero no tiene vida de que estoy hablando. La vida a la que me refiero no empieza con la existencia y no se acaba cuando la carne tiene su fin. La vida de la que hablo no tiene principio en el seno materno. Empieza, cuando creada nace un alma del Pensamiento de Dios para habitar en una carne y tiene fin cuando el pecado la mata.

El hombre primeramente no es más que una semilla que crece, semilla de carne, no de grano o hueso como la del trigo o la de ese árbol. Primero no es más que un animal que se forma, un embrión de animal no diverso del que ahora hincha el seno de aquella oveja. Pero desde el momento en que esta concepción se infunde, esta parte incorpórea que es la de mayor importancia ya que lo sublima, existiendo entonces no sólo el embrión animal como corazón que palpita, sino que "vive" según el Pensamiento creador y se hace hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, se hace hijo de Dios, ciudadano futuro del Cielo. Pero esto acontece si la vida dura. El hombre puede existir teniendo imagen del hombre pero ya no es más hombre. Es un sepulcro en que se pudre la vida.

Por esto digo: "La vida no comienza con la existencia y no se acaba cuando la carne tiene fin". La vida empieza antes del nacimiento. La vida, pues, no tiene fin porque el alma no muere, esto es, no se convierte en nada. Muere a su destino, que es celestial, pero sobrevive a su castigo. A este destino bienaventurado muere, cuando muere a la Gracia. Esta vida, atacada de la gangrena que es la muerte de su destino, dura por los siglos para la condenación y en el tormento. Esta vida, si se conserva como tal, llega a la perfección del vivir, haciéndose eterna, perfecta, bienaventurada como su Creador.

¿Tenemos obligaciones para con la vida?… Sí. Es un don de Dios. Cualquier don de Dios debe ser usado y conservado con cuidado, porque es una cosa santa, como es quien lo creó. ¿Destruiríais el don de un rey? ¡No! Pasa a los herederos, y de estos a los siguientes como gloria de la familia. Y si es así ¿Por qué destruir el don de Dios? ¿Cómo se le usa y cómo se conserva este don divino? ¿De qué modo tener viva la flor paradisíaca del alma, para guardarla para el Cielo? ¿Cómo alcanzar el "vivir" sobre la existencia y más allá?

Israel tiene leyes claras para este fin y no tiene más que observarlas. Israel tiene profetas y justos que dan ejemplo y enseñan a practicar las leyes. Israel tiene también sus santos. No puede, no debe por lo tanto equivocarse. Veo pulular manchas en los corazones y espíritus muertos en todas partes. Por lo que digo: Haced penitencia; abrid vuestro corazón a la Palabra; poned en práctica la Ley inmutable; infundid nuevamente sangre en la vida que en vosotros languidece; si ya la habéis matado, venid a la Vida verdadera: a Dios. Llorad por vuestras culpas. Gritad: ¡Misericordia!… pero levantaos. No seáis muertos vivos para que no seáis mañana de los eternos condenados. No os hablaré de otra cosa, más que de la manera de obtener y conservar la vida. Otro os dijo: "Haced penitencia. Limpiaos del fuego impuro de la lujuria, del fango de las culpas". Yo os digo: Pobres amigos, estudiemos juntos la Ley. Volvamos a oír en ella la voz paternal del Dios verdadero y luego juntos oremos al Eterno con estas palabras: "Que Tu misericordia, Señor, descienda sobre nuestros corazones".

Ahora es el plomizo invierno, pero dentro de poco vendrá la primavera. Un espíritu muerto es más triste que un bosque congelado y sin nada, pero si penetran en vosotros la humildad, la voluntad, la paciencia y la fe, la vida tornará en vosotros como bosque primaveral, y floreceréis para Dios, produciendo para mañana, para el mañana de los siglos y de los siglos, un perenne fruto de la vida verdadera.

¡Venid a la vida! Dejad de existir solamente y empezad a "vivir". Entonces la muerte no será "fin" sino principio, el principio de un día sin crepúsculo, de una alegría sin cansancio ni medida. La muerte será el triunfo de lo que vivió antes de la carne, y el triunfo de la carne, la cual será llamada a la resurrección eterna, para participar juntamente de esta vida que prometo, en el nombre del Dios verdadero a todos los que hayan querido la "vida" para su alma, aplastando los sentidos y las pasiones para gozar de la libertad de los hijos de Dios.

Idos. Cada día a esta hora os hablaré de la verdad eterna. El señor sea con vosotros"

86. Jesús en "Aguas Claras":

Yo soy el Señor Dios tuyo1

(27 de febrero de 1945)

Jesús Dice, "Está escrito en el Libros que el Señor se manifestó en el Sinaí con su terrible poder para decir con él: "Yo Soy Dios. Esta es mi voluntad. Y estos son los rayos que tengo preparados para los que fueren rebeldes al querer de Dios". Y antes de hablar, ordenó que ninguno del pueblo subiera a contemplarle a El "que Es", y que también los sacerdotes se purificasen antes de llegar al límite de Dios, para no ser heridos. La razón de esto es porque era tiempo de justicia y de prueba. Los Cielos estaban cerrados como con un peñasco sobre el misterio del Cielo y sobre la ira de Dios, y sólo las espadas de la justicia flechaban el cielo sobre los hijos culpables. Pero ahora ya no. Ahora el Justo ha venido a cumplir toda justicia y ha venido el tiempo en que sin fulgores y sin límites, la Palabra divina habla al hombre para darle Gracia y Vida.

La primera palabra del Padre y Señor es esta: "Yo Soy el Señor Dios Tuyo". No hay un solo instante del día en que no se oiga esta palabra y no la escriba la voz y el de Dedo de Dios. ¿Dónde?… Por todas partes… Todo lo está continuamente diciendo. Desde la hierba a la estrella, desde el agua al fuego, desde la lana a la comida, desde la luz a las tinieblas, desde la salud a la enfermedad, desde la riqueza a la pobreza. Todo dice: "Yo Soy el Señor. Por Mí tienes esto. ¡Un pensamiento mío te lo da y otro te lo quita, no hay fuerza de ejércitos, ni defensa alguna que te puedas preservar de mi voluntad!". Se oye gritar en la voz del viento, cantar en el parlotear del agua, perfumar en la fragancia de la flor, se clava en los lomos de las montañas y susurra, charla, llama, grita en las conciencias: "Yo Soy el Señor Dios Tuyo".

No lo olvidéis jamás. No cerréis los ojos, ni cubráis vuestras orejas; no estranguléis la conciencia para no oír esta palabra. El Dedo del fuego de Dios la escribe ya en la pared del banquete, ya sobre las olas del tempestuoso mar; bien en el labio sonriente del niño, bien en la palidez del anciano que muere, ahora en la rosa fragante, ahora en el fétido sepulcro. Llega siempre el momento que en medio de la ebriedad del vino y del placer, entre el ajetreo de los negocios, en el reposo de la noche, en un paseo solitario, se levanta es voz y dice: "Yo Soy el Señor Dios Tuyo", y no esta carne que ávido besas, y no esta comida que obeso engulles, y no ese oro que avaro acumulas, y no ese lecho en el que eres un ocioso; y no sirve el silencio, no estar solos, o durmiendo, para hacerla callar.

"Yo Soy el Señor Dios Tuyo", el compañero que no te abandona, el Huésped que no puedes arrojar. ¿Eres bueno? He aquí que el huésped y compañero es el Amigo bueno. ¿Eres perverso y culpable? He aquí que el huésped y compañero es el Rey airado y no da paz. Y no deja, no deja, no deja… Sólo los condenados puedes estar separados de Dios. Pero la separación es el tormento insaciable y eterno. "Yo Soy el Señor Dios Tuyo" y añade: "que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud". ¡Oh! Ahora se cumple exactamente. ¿De qué Egipto te saca a la tierra prometida, que no es este lugar, sino el Cielo! Es el Reino eterno del Señor en donde no habrá hambre ni sed, ni frío ni muerte, sino todo destilará alegría y felicidad, y todos los espíritus estarán llenos de paz y gozo.

Os saca ahora de la verdadera esclavitud. He aquí al Libertador. Yo Soy. Vengo a despedazar vuestras cadenas. Cualquier dominador humano puede gustar la muerte, y con su muerte verse libres los pueblos de la esclavitud. Pero Satanás no muere. Es eterno. Y él es el dominador que os ha puesto grillos para arrastraros a donde él quiere. El pecado está en vosotros y es la cadena con que os tiene Satanás. Yo vengo a despedazar esa cadena. En nombre del Padre, vengo y por deseo mío. Esta es la razón por la que se cumple la no entendida promesa: "Te saqué de Egipto y de la esclavitud."

Ahora esto se está cumpliendo espiritualmente. El Señor Dios vuestro os saca de la tierra del ídolo que sedujo a los primeros padres, os arrebata de la esclavitud de la culpa, os reviste con la Gracia, os admite a su Reino. En verdad os digo que quienes vinieren a mí podrán oír al Altísimo decir en su corazón con dulzura de voz paternal: "Yo Soy el Señor Dios tuyo, quien te trae libre y feliz a Mí".

"Venid. Volved al Señor el corazón y la cara, la plegaria y la voluntad. Ha llegado la hora de la Gracia".

Ya terminó Jesús. Pasa bendiciendo y acariciando a un anciano y a una niña morena que es toda una sonrisa.

Un hombre le sale al paso, y le dice:

"Cúrame, Maestro" ¡Sufro tanto!! Dice un enfermo de gangrena.

"Primero el alma, primero el alma. Haz penitencia…"

"Dame el bautismo como Juan. No puedo ir a él, estoy enfermo."

"Ven." Jesús baja al río que está más allá de dos grandes campos y del bosque que lo esconde. Se quita las sandalias y también el hombre que se ha arrastrado con sus muletas. Bajan al río y Jesús, haciendo copa con sus dos manos juntas, echa el agua sobre la cabeza del hombre que está metido hasta las rodillas.

"¡Quítate las vendas!", ordena Jesús mientras torna a subir por el sendero.

El hombre obedece. La pierna está curada. La multitud da un grito de estupor.

"¡También yo!"

"¡También yo!"

"¡Yo también quiero el bautismo de Ti!", gritan muchos.

Jesús que está ya a medio camino, se vuelve: "Mañana. Idos y sed buenos. La paz sea con vosotros."

Luego, Jesús se reúne con sus discípulos, y les dice:

"Así es. Si debiese hacer todo. Yo, no podría. Vosotros bautizaréis. Primero uno por turno, después seréis dos, tres, muchos. Yo predicaré y curaré a los enfermos y culpables."

"¿Nosotros a bautizar? ¡Oh! ¡Yo no soy digno! ¡Quítame esa misión Señor! ¡Tengo necesidad de ser bautizado!" Pedro se ha arrodillado y suplica.

Jesús se inclina y le dice: "Tú vas a ser el primero en bautizar. Desde mañana."

"¡No, Señor! ¿Cómo voy a hacerlo si estoy más negro que una chimenea…"

Jesús sonríe de la sinceridad humilde del apóstol arrodillado junto a sus rodillas, sobre las que tiene puestas sus gruesas manos de pescador. Lo besa en la frente, en el borde de los cabellos grisáceos y despeinados que se arremolinan.

"Mira, te bautizo con un beso. ¿Estás contento?"

"¡Cometería al punto otro pecado para tener otro!"

"Eso no. No hay que burlarse de Dios abusando de sus dones."

"Y, ¿a mí no me das un beso? También yo tengo alguno que otro pecado" dice Judas Iscariote.

Jesús lo mira atentamente. Su mirar tan cambiable pasa de la luz de la alegría que lo hacía claro mientras hablaba con Pedro, al de una opaca severidad, que diría yo, cansada y dice: "Sí… también a ti. Ven. No soy injusto con nadie. Se bueno, Judas. ¡Sí quisieses…! Eres joven. Todo una vida para ascender siempre, hasta la perfección de la santidad…" y lo besa.

87. Jesús en "Aguas Claras":

"No te harás dioses en mi presencia"

(28 de febrero de 1945)

Jesús Dice, "Se dijo: "No te harás dioses en mi presencia. No te harás ninguna escultura ni representación de lo que está arriba en el cielo o abajo en la tierra o en las aguas o bajo la tierra. No adorarás tales cosas, ni les darás culto. Yo soy el Señor Dios tuyo, fuerte y celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y hago misericordia hasta la milésima generación con los que me aman y observan mis mandamientos."

La voz de Jesús retumba en el salón lleno de gente, porque llueve y todos han ido allí a refugiarse.

En primera línea están cuatro enfermos, esto es, un ciego a quien ha conducido una mujer, un niño todo lleno de granos, una mujer amarillenta de ictericia o de malaria y uno a quien han llevado en camilla.

Jesús habla, apoyado en el pesebre vacío, Juan y los dos primos, junto con Mateo y Felipe están cerca de Él, mientras Judas con Pedro, Bartolomé y Andrés están a la salida y regulan la entrada de los que todavía están llegando; por su parte Tomás y Simón andan entre la gente haciendo callar a los niños, recogiendo los óbolos, escuchando peticiones.

"No te harás dioses en mi presencia."

Habéis oído cómo Dios sea Omnipresente en su mirar y en su hablar. En verdad siempre se está ante su presencia. Encerrados en lo interior de una habitación o en público en el Templo, siempre se está ante su presencia. Bienhechores ocultos, que aún al que se ayuda se oculta la cara, y asesinos que asaltan al viajero en un paso solitario y lo matan, siempre se está en su presencia. En su presencia está el rey en medio de su corte, el soldado en el campo de batalla, el levita en el interior del Templo, el sabio inclinado sobre sus libros, el campesino en el surco, el mercader en su banco, la madre inclinada en la cuna, la recién casada en su habitación nupcial, la virgen en el secreto de la casa paterna, el niño que estudia en la escuela, el anciano que se extiende para morir. Todos están ante su presencia y todas las acciones del hombre igualmente.

¡Todas las acciones del hombre! ¡Palabra terrible y palabra consoladora! Terrible si las acciones son pecaminosas, consoladoras si santas. Saber que Dios ve. Freno para hacer el mal. Ayuda para hacer el bien. Dios ve que obro bien. Yo sé que Él no olvida lo que ve. Yo creo que Él premia las buenas acciones. Por lo cual estoy convencido que por estas recibiré un premio y en esta certeza, reposo. Esta me dará una vida serena y muerte plácida, porque en vida y muerte mi alma será consolada con el rayo de la luz de la amistad de Dios. De este modo reflexiona el que obra bien. El que obra mal, ¿por qué no piensa que entre las acciones prohibidas están los cultos idolátricos?… ¿Por qué el hombre no dice: "Dios ve que mientras finjo un culto santo, adoro un dios o dioses falsos a los que he erigido un altar secreto que no conocen los hombres, pero Él si lo sabe"?

Diréis: "¿Cuáles dioses, si ni siquiera en el Templo hay una figura de Dios? ¿Qué cara tienen esos dioses, si el verdadero Dios nos es imposible darle un rostro?" ¡Así lo es! Es imposible darle un rostro, porque el Perfecto y el Purísimo no puede ser dignamente trazado por el hombre. Sólo el espíritu entrevé su belleza incorpórea y sublime y oye su voz, gusta de sus caricias cuando Él se derrama sobre un santo suyo merecedor de estos contactos divinos. Mas el ojo, el oído, la mano del hombre no lo pueden ver, oír… y por lo tanto repetir en la cítara del sonido, ni con martillo, ni cincel en el mármol, lo que es el Señor.

¡Oh! ¡Felicidad eterna cuando, vosotros, espíritus de los justos, veréis a Dios! La primera mirada será la aurora de la beatitud que por los siglos de los siglos os acompañará. Y sin embargo, lo que el hombre no quiere hacer por el Dios verdadero, el hombre sí lo hace por sus dioses falsos. Alguien erige un altar a una mujer; otro al oro; él de acá al poder; el de más allá a la ciencia; este a los triunfos comerciales; aquel adora al hombre que en nombre de Dios ostenta una autoridad, o al que está en el poder, semejantes suyos por naturaleza, tan sólo superiores por la fuerza o por la suerte; hay quien se adora a sí mismo y dice: "No hay otro igual a mi". He aquí los dioses que tiene el pueblo de Dios.

No os espantéis de los paganos que adoran animales, reptiles, astros. ¡Cuántos reptiles! ¡Cuántos animales! ¡Cuántos astros apagados adoráis en vuestros corazones! Los labios pronuncian palabras mentirosas para adular, conseguir, corromper. Y ¿no son estas las plegarias de los idólatras secretos? Los corazones fomentan pensamientos de venganza, de contrabando, de prostitución. Y ¿no son estos los cultos que se dan a los dioses inmundos del placer, de la avaricia y del mal?

Se dijo: "No adorarás nada de lo que no sea tu Dios verdadero, Único Eterno." Y se dijo: "¡Yo soy el Dios fuerte y celoso!".

Fuerte: Ninguna fuerza supera a la suya. El hombre es libre de obrar, Satanás de tentar. Pero cuando Dios dice: "Basta" el hombre no puede continuar haciendo mal, ni Satanás tentando. Arrojado este a su infierno, inutilizando en su abuso de hacer mal. Porque hay límite en esto, más allá del cual Dios no permite se vaya.

Celoso: ¿De qué cosa? ¿Qué cela?… ¿Los mezquinos celos de los hombrecillos? ¡No! Dios cela a sus hijos. Un justo celo. Un amoroso celo. Os creó. Os ama, os quiere. Sabe lo que os daña. Conoce lo que puede separaros de Él. Es celoso de lo que se interpone entre el Padre y los hijos, y los desvía solo por amor que es salud y paz: Dios. Comprended este sublime celo que no es sucio, que no es cruel, que no es carcelero. Sino que es amor infinito, bondad infinita; que es libertad sin confines que se da a las creaturas limitadas para absorberlas en la eternidad para Sí y en Sí, y hacerlas partícipes de su infinitud. Un buen padre no quiere gozar solo de sus riquezas, sino que quiere que gocen de ellas también sus hijos. En realidad más que para sí, para los hijos fueron acumuladas. Igualmente Dios, que trae en este amor y deseo la perfección que hay en cada acción suya.

No desilusionéis al Señor. Amenaza con castigar a los culpables y a los hijos de los culpables. Y no miente en lo que dice. Pero no perdáis valor, ¡Oh, hijos del hombre y de Dios! Oid la otra promesa y alegraos: "Hago misericordia hasta la milésima generación a quienes me aman y observan mis mandamientos".

Hasta la milésima generación de los buenos y hasta la milésima debilidad de los pobres hijos del hombre, los cuales caen no por malicia sino por veleidad y por trampa de Satanás. Aun más. Yo os digo que Él abre sus brazos, si con corazón contrito y la cara lavada en llanto decís: "¡Padre! He pecado. Lo sé. Me humillo por esto y te confieso mi pecado. Perdóname. Tú serás mi fuerza para volver a "vivir" la verdadera vida".

No temáis. Antes de que hubieseis pecado por debilidad, Él sabía que lo haríais. Pero tan sólo su corazón se cierra cuando persistís en el pecado, porque queréis pecar, haciendo de un cierto pecado o de muchos pecados vuestros dioses horrorosos. Destruid todo ídolo, poned al Dios verdadero. Él bajará con su gloria a consagrar vuestro corazón, cuando vea que es Él solo entre vosotros.

Devolved a Dios su morada, que no está en los templos de piedra, sino en el corazón de los hombres. Lavad el dintel, escombrad el interior de toda cosa inútil o de aparato culpable. Dios solo. Sólo Él. ¡Él es todo! De ningún modo es inferior el corazón de un hombre en que Dios habita al Paraíso, el corazón de un hombre que canta su amor al Huésped divino.

Haced de cada corazón un Cielo. Empezad a vivir con el Excelso que en vuestro eterno mañana, se perfeccionará en poder y alegría, y que será tan grande de poder sobrepujar el terrible estupor de Abraham, Jacob y Moisés. Porque no será más el encuentro resplandeciente y aterrorizador que desciende por el Poderoso sino el estar con el Padre y Amigo que desciende para deciros: "Mi alegría es estar entre los hijos de los hombres. Tú me haces feliz. Gracias".

88. Jesús en "Aguas Claras":

"No invocar en vano mi Nombre"

(1 de marzo 1945)

Jesús no dice nada. Deja a Pedro y va a donde está Juan; a quien le dice algo. Luego llega a su puesto y comienza a hablar.

"La paz se con todos vosotros y con la paz os venga luz y santidad. Se dijo: "No preferirás en vano mi nombre."

¿Cuándo se le nombra en vano? ¿Sólo cuando se blasfema? ¡No! También cuando se le nombra sin ser dignos de Dios. ¿Puede un hijo decir: "Amo a mi padre y lo honro", si luego hace todo lo contrario de lo que el padre desea de él? No es diciendo: "Padre, Padre" como se ama al progenitor. No es diciendo: "Dios, Dios" como se ama al Señor.

En Israel, como ayer expliqué, hay tantos ídolos en el secreto de los corazones y existe también la alabanza hipócrita a Dios, alabanza a la que no corresponden los que lo alaban. También hay en Israel una tendencia: la de encontrar pecados en las cosas exteriores, y al no quererlos encontrar, donde existen realmente, en las cosas interiores. En Israel hay también una soberbia necia, una costumbre inhumana y no espiritual: la de tomar por blasfemia, que los labios paganos pronuncien el nombre de nuestro Dios, y se ha llegado hasta prohibir a los gentiles que se acerquen al Dios verdadero porque se le tiene como sacrilegio.

Esto se ha hecho hasta el presente. De hoy en adelante no se hará así. El Dios de Israel es el mismo que creo a todos los hombres. ¿Por qué impedir que se sienta la atracción de su Creador? ¿Creéis que los paganos no sientan algo en el fondo del corazón, alguna insatisfacción que grita, que se mueve, que busca?… ¿A quién? ¿Qué cosa?… Al Dios desconocido. Y ¿creéis que si un pagano busca por sí mismo el altar del Dios Desconocido, el altar incorpóreo que es el alma en donde siempre hay un recuerdo de su Creador, por el que el alma trata de ser poseída para la gloria de Dios, así como aconteció con el Tabernáculo que Moisés erigió según las órdenes recibidas, y que es un alma que llora hasta que no logra ser poseída por su Creador? ¿Creéis que Dios rechazará su búsqueda como si rechazase una profanación?… ¿Y creéis que sea pecado este acto, que ha cobrado vida en un sincero deseo del alma que despertada con llamamientos celestiales, dice a Dios: "Voy", el cual le contesta: "Ven", mientras que se cree ser santidad al culto corrompido de un Israel que ofrece al Templo lo que le sobra de sus goces, y entra a la presencia de Dios e invoca al Purísimo con un alma y cuerpo que es un gusanero de culpas?

¡No! En verdad os digo que el sacrilegio perfecto lo hace el israelita que con alma impura pronuncia en vano el nombre de Dios. Es en vano pronunciarlo cuando, y no seáis necios, cuando sabéis, por el estado de vuestra alma que lo pronunciáis inútilmente. ¡Oh! Yo veo que el rostro indignado de Dios se vuelve a otra parte con desagrado cuando un hipócrita lo invoca, cuando lo nombra un impenitente. Me da miedo, aún a Mí que no merezco ere airarse divino.

En más de uno de los corazones leo este pensamiento: "¡Entonces fuera de los niños, nadie podrá llamar a Dios, porque en el hombre no hay más que impureza y pecado!". No. No digáis así. Son los pecadores que invocan este nombre. Son ellos los que se sienten estrangulados por Satanás y quieren librarse del pecado y del seductor. Quieren. He aquí lo que hace que el sacrilegio se cambie en rito. Querer curarse, llamar al Todopoderoso para ser perdonados y para ser curados. Invocarlo para poner en fuga al Seductor.

Se dice en el Génesis que la Serpiente tentó a Eva en la hora en que el Señor no paseaba por el Edén. Si Dios hubiese estando en el Edén Satanás no hubiese estado allí. Si Eva hubiese invocado a Dios, Satanás hubiese huido. Tened en el corazón siempre este pensamiento. Y con sinceridad llamad al Señor. Su nombre es salvación. Muchos de vosotros queréis bajar a purificaros. Pero purificaos el corazón sin cesar, escribiendo amorosamente sobre vosotros la palabra "Dios". No más mentirosas plegarias rutinarias. Con el corazón, pensamiento, acciones, con todo vuestro ser decid ese nombre: "Dios". Decidlo para no estar solos. Decidlo para que os sostenga. Decidlo para que se os perdone.

"En vano", según la palabra del Dios del Sinaí, significa no cambiarlo por ningún bien, que entonces sería pecado: "En vano" no se dice cuando a manera de pulsación de la sangre en el corazón, cada minuto del día y a cada acción honrada, a cada necesidad, a cada tentación o dolor os llega a los labios como palabra filial de amor: "Ven Dios mío". Entonces, en verdad no pecáis al pronunciar el Nombre Santo de Dios.

Idos, la paz sea con vosotros."

89. Jesús en "Aguas Claras":

"Honra a tu padre y a tu madre"

(3 de marzo de 1945)

Lentamente pasea Jesús a lo largo del río. Hace poco debe haber amanecido porque la neblina de un triste día invernal, envuelve todavía las casas. Por ninguna parte se ve a otra persona a lo largo del Jordán. Tan sólo hay neblina a ras de tierra y chocar del agua entre las varas, quejas de ella porque en días anteriores ha llovido y está inquieta. Una que otra llamada de pájaros, corta, triste, como lo es cuando pasó la estación de sus amores y están ahora en la que difícilmente hay comida.

Jesús los escucha y parece atraerle mucho la llamada de un pajarito, que con regularidad matemática voltea su cabecita hacia el norte y lanza un lamentoso "chiruit", luego la dobla hacia el sur y repite su interrogativo "chiruit" son obtener respuesta. Finalmente el pajarito parece haber obtenido respuesta con el "chip" que llega de la otra ribera y con un grito de alegría se lanza a través del río. Jesús hace un gesto como diciendo: "¡Menos mal!" y continúa paseando.

"¿Te perturbo, Maestro?" pregunta Juan que llega del lado de los prados.

"No. ¿Qué quieres?"

"Quería decirte… me parece que sea una noticia que te pueda dar consuelo y vine al punto a decírtela, además te quisiera pedir consejo. Estaba barriendo los salones y vino Judas de Keriot y me dijo "Te ayudo". Me quedé sorprendido porque casi siempre hace de mala gana estos quehaceres humildes… pero no tuve más que decirle: "¡Oh, gracias! ¡Lo haré más pronto y mejor!". Se puso a barrer y pronto estuvo terminado. Me dijo: "Vayamos al bosque. Los viejos son siempre lo que acarrean leña. No está bien. Vamos nosotros. Yo no sé cómo se hace, pero si me enseñas…" y nos fuimos, y mientras estaba yo con él atando la leña, me dijo: "Juan, te quiero pedir una cosa". "Habla" le dije. Pensaba que sería una crítica. Por el contrario dijo: "Tú y yo somos los más jóvenes. Sería necesario que estuviésemos unidos. Tú tienes casi miedo de mí y tienes razón porque no soy bueno. Pero créeme… no lo hago a propósito. Hay veces que siento ganas de ser malo. Tal vez, como yo era el único, no me educaron bien. Querría hacerme bueno. Sé que los viejos no me miran con buenos ojos. Los primos de Jesús están sentidos porque… en realidad, así es, he faltado mucho contra ellos y también contra su primo. Pero tú eres bueno y tienes paciencia. Quiéreme mucho. Haz de cuenta que sea hermano tuyo, malo sí, pero a quien hay que amar aunque sea así. Cuando veas que no obro bien, dímelo. Y luego no me dejes siempre solo. Cuando voy al poblado, ven también tú. Me ayudarás a no hacer el mal. Ayer sufrí mucho. Jesús me habló y yo lo vi. Dentro de mi necio rencor no me miraba ni a mí mismo, ni a los otros. Ayer lo comprobé… Tienen razón de decir que Jesús sufre… y pienso que tengo algo de culpa en ello… No quiero más tenerla. Ven conmigo. ¿Vendrás?… ¿Me ayudarás a ser menos malo?". Así habló. Te lo confieso que el corazón me latía, como le late a un pajarito cuando se le coge. Me latía de gozo porque me gusta que sea bueno por Ti; y me latía un poco de miedo porque… no querría hacerme como Judas. Pero después me acordé de lo que dijiste cuando aceptaste a Judas, y respondí: "Sí, te ayudaré. Pero debo obedecer, si tengo otras órdenes…" Pensaba: ahora se lo diré al Maestro y si Él quiere lo hago, y si no quiere, haré que se me den órdenes de no alejarme de la casa."

"Oye Juan. Puedes ir. Pero debes prometerme que si sientes que alguna cosa te turba, me lo dirás. Me has alegrado con esto, mucho, Juan. Mira a Pedro con su pescado. Puedes irte, Juan."

Jesús se dirige a Pedro: "¿Buena pesca?"

"¡Uhmmm! No muy buena. Pescaditos… pero todo sirve. Está Santiago que reniega porque algún animal rompió el lazo y se perdió una red y le dije: "¿Y él no debe comer? Ten compasión del pobre animalito". Pero Santiago no lo tomo así…" Pedro se echa una carcajada.

"Es lo que yo digo de uno que es hermano y eso no lo sabéis hacer."

"¿Te refieres a Judas?"

"Me refiero a él. Sufre. Tiene buenos deseos e inclinación perversa. Pero dime un poco tú, experto pescador. ¿Cuándo quisiese ir en barca por el Jordán y llegar al lago de Nazaret, cómo deberé hacer? ¿Lo lograría?…"

"¡Eh! ¡Sería un trabajo enorme! Lo lograrías con lanchas planas… Cuesta trabajo, ¿sabes? ¡Es lejos! Sería necesario medir siempre el fondo, tener ojo en la ribera, en los remolinos, en los bosquecillos flotantes, en la corriente. La vela en estos casos no sirve, antes estorba… ¿pero quieres regresar al lago siguiendo el río? Ten en cuenta que no le va a uno bien contra la corriente. Es menester dividirse en muchas cosas, si no…"

"Tú lo has dicho. Cuando alguien es vicioso, para ir al bien, debe ir contra la corriente, y no puede por sí sólo lograrlo. Judas es uno de estos. Y vosotros no lo ayudáis. El pobre rema hacia arriba, solo y se pega contra el fondo, da en unos remolinos, se mete en bosquecillos flotantes y cae en una vorágine. Si quiere medir el fondo, no puede tener al mismo tiempo el timón y el remo. ¿Por qué se le echa en cara si no avanza? Tenéis piedad de los extraños, y de él, vuestro compañero ¡no!… ¡No es justo! ¿Ves ha pedido que por favor no se le deje ir solo. Se lo pidió a Juan, porque no es tonto, y sabe cómo pensáis los viejos de él."

"¿Y Tú los has mandado? ¿Y si Juan también se echa a perder?"

"¿Quién? ¿Mi hermano? ¿Por qué se echa a perder?" pregunta Santiago que llega con la red que sacó de las varas.

"Por qué Judas va con él."

"¿Desde cuándo?"

"Desde hoy. Yo le di permiso."

"Si Tú lo permites, entonces…"

"Aun más bien lo aconsejo a todos. Lo dejáis muy solo. No seáis jueces sólo de él. No es peor que otros. Está muy mal educado desde su infancia."

"Así será. Si hubiese tenido por padre y madre a Zebedeo y a Salomé, las cosas no serían así. Mis padres son buenos, pero se acuerdan de tener un derecho y una obligación sobre sus hijos."

"Dijiste bien. Hoy hablaré exactamente sobre esto. Vámonos. Veo que empieza a aparecer gente por los prados."

"No sé cómo vamos a hacer para vivir. No hay ya más tiempo de comer, de orar, de descansar… y la gente aumenta" dice Pedro entre animado y fastidiado.

"¿Te desagrada? Seña es que hay quien todavía busca a Dios."

"Sí, Maestro. Pero Tú sufres. Ayer te quedaste sin comer, y esta noche sin otras cobijas que tu manto. ¡Si lo supiese tu Madre!"

"¡Bendecirá a Dios que me trae tantos fieles!"

"Y me regañaría a mí, a quien te recomendó" objeta Pedro.

Vienen en dirección de ellos Felipe y Bartolomé gesticulando. Ven a Jesús y apresuran el paso diciendo: "¡Oh! ¡Maestro! ¿Qué hacemos? Es una verdadera peregrinación de enfermos, quejosos y pobres que vienen de lejos sin medios."

"Compraremos pan. Los ricos dan limosnas. Las emplearemos en ellos."

"Los días son breves. El cobertizo está lleno de gente como si fuera a pernoctar. Las noches son húmedas y frías."

"Tienes razón, Felipe. Nos estrecharemos en un solo galerón. Podemos hacerlo y arreglaremos los otros para quienes no puedan regresar a su casa en la misma tarde."

"¡Entendido! Dentro de poco tendremos que pedir a los huéspedes permiso de cambiarnos de ropa. Nos invadirán en tal forma que nos echarán fuera", refunfuña Pedro.

"Otras fugas verás, Pedro mío. ¿Qué tiene esa mujer?" Han llegado a la era y Jesús ve que llora.

"Ayer también estuvo, y ayer también lloraba. Cuando hablabas con Mannaén hizo intento de salirte al encuentro, pero después se fue. Debe estar en el poblado, por acá cerca, porque ha regresado. No parece enferma."

"La paz sea contigo, ¡mujer!" dice Jesús al pasar cerca de ella.

Y en voz baja, responde: "Y contigo." No más.

Regresan Bartolomé y Mateo con los bautizados.

Jesús empieza a hablar.

"La paz sea con todos vosotros".

He pensado, pues que habéis venido a hora muy temprana, y así es más fácil que podáis regresar para medio día, que hablaremos esta mañana de Dios. He pensado también alojar a los peregrinos que no puedan regresar a sus casas dentro de la misma tarde. Yo también soy peregrino y no poseo sino lo mínimamente indispensable que dio la piedad de un amigo. Juan todavía tiene menos que Yo. Pero a Juan van personas sanas o muy poco enfermas, contrahechos, ciegos, mudos; pero no agonizantes o apasionados como vienen a mí. Van a Él para el bautismo de penitencia; vienen a Mí aun para que los cure en sus cuerpos. La ley dice: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pienso y digo: ¿Cómo enseñaría a mis hermanos que los amo, si cerrase mi corazón a sus necesidades aun físicas? Y concluyo, daré a ellos lo que me dieron, quitándome de la cama, acogeré al cansado y al que sufre.

Todos somos hermanos. El amor no se prueba con palabras sino con hechos. El que cierra su corazón a sus semejantes, tiene corazón de Caín. El que no tiene amor es un rebelde al mandamiento de Dios. Todos somos hermanos. Y sin embargo Yo sé y vosotros sabéis, que aun en el seno de las familias –allí donde igual sangre corre, y con la sangre y carne, la fraternidad que nos viene de Adán- hay odios y rencores. Los hermanos están contra los hermanos, los hijos contra los padres, los esposos como si fuesen enemigos.

Para no ser siempre hermanos malvados, y esposos adúlteros algún día, es menester aprender desde la tierna edad, el respeto hacia la familia, organismo que es el más pequeño y el mayor en el mundo. El más pequeño en comparación de una ciudad, una región, una nación, un continente. El mayor por ser el más antiguo; porque lo puso Dios, cuando el concepto de patria y país no existía, pero ya estaba vivo y activo en el núcleo de familia, fuente de la raza y de las razas, reino pequeño en donde el hombre es rey, la mujer es reina y los hijos súbditos. ¿Puede alguna vez perdurar un reino que se divida dentro de sí y en que sus habitantes sean mutuamente enemigos? No lo puede, y en verdad una familia no dura si no hay obediencia, respeto, orden, buena voluntad, diligencia y amor.

"Honra a tu padre y madre" dice el Decálogo. ¿Cómo se les honra? ¿Por qué se les debe honrar?

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