Pero según la doctrina eclesiástica, el hombre lleva en sí otra herencia, que es el pecado original. Dice que esta herencia ha venido a nosotros los hombres a través de los ángeles caídos y los primeros hombres mediante la "reproducción". Y a causa de la así interpretada "unidad del género humano" (Tomás de Aquino), este pecado original le es atribuído a cada hombre también como "culpa personal", siendo este proceso un "misterio", "que no podemos comprender completamente" (versión alemana del Catecismo de la Iglesia Católica, Nr. 404, p. 134).
De acuerdo con las doctrinas eclesiásticas, esta culpa se liquida mediante el bautizo, también en el caso del recién nacido (según p.ej. los Escritos Confesionales Protestantes, Ap. II).
Al mismo tiempo "se sella" que es lo mismo que se documenta (Ep. XI), que el bautizado ya pertenece a los que están predestinados para la gloria, -y habría que añadir- mientras que no abandone la iglesia más tarde. De esto se reconoce cómo en las iglesias institucionales todo está relacionado: El bautismo y la gloria eterna o el pecado original y la condenación eterna.
Repuesta del profeta:
¿Y cómo puede comprender esto un hombre que busca a Dios? No se puede entender con la razón, y todavía menos con el corazón. ¿No es así entonces que al feligrés no le queda otro remedio que acogerse "callada y humildemente" a la chispa de fe que le queda? Más de uno se confiará con su fe al cura, al sacerdote y al pastor que le habían transmitido esto, en la esperanza de que este por lo menos lo comprenda y posea la visión de todo. El hecho de que este no desenredará a su feligrés la madeja ni levantará el velo del misterio ¿no le convierte en una especie de guardián del secreto o del tesoro? Y con tal nimbo ¿no se está procurando más poder?
A cualquiera que piense razonablemente le tienen que surgir preguntas, a no ser que la persona ya se haya acostumbrado a no seguir preguntando o incluso a no pensar más. Por ejemplo ¿por qué un alma, supuestamente recién creada por Dios está cargada al mismo tiempo con el pecado original? ¿Y qué Dios es ese que además de estas pésimas condiciones de partida pésimas prevé a condenación eterna? Aunque no la determinara para unos y otros sino solamente la previera desde el momento de la creación de Su criatura recién nacida, ¿no sigue siendo esto una contrariedad para el individuo amenazado de ser condenado?
El amigo de Cristo:
Por eso Martín Lutero advirtió de no ocuparse demasiado de estas preguntas. Mejor sería, hablando según el sentido de lo que dijo, creer en haber sido elegido uno mismo para la salvación y anclarse a ello.
El profeta:
¿Para qué entonces todas estas interpretaciones? ¿Para qué por ejemplo el bautizo de los recién nacidos con el fin de anular el pecado original, teniendo en cuenta que, como Lutero enseña, unos ya están previstos para la reprobación eterna y otros para el Cielo? ¿Para qué han de pagar el impuesto a la iglesia los que ya están destinados a ser reprobados eternamente si de todas formas serán entregados a la reprobación, esto es a la condenación eterna? Y a todos aquellos que Dios hubiese previsto para el Cielo no les haría falta ya la institución eclesiástica, puesto que Dios de partida ha predestinado para ellos el Cielo.
¿Para qué entonces la fe en Dios si El ya lo ha predestinado todo? ¿Para qué rezar a ese Dios que distingue entre estos dos grupos? ¿Para qué desarrollar valores éticos y morales si la suerte de uno de los grupos de almas ya está echada para la reprobación y condenación eterna y el otro grupo va de todas formas al Cielo? ¿Por qué hacer uso de los sacramentos, cuando por los "designios" del Eterno todo ya está predestinado, tanto el destino como el Cielo? Si entonces Dios ha dictado supuestamente la sentencia para cada uno de nosotros en el momento de la creación del alma, o por lo menos lo ha previsto así, ¿para qué tienen que creer los hombres en la misericordia?
Si todo esto nos está predestinado sin que el individuo pueda hacer algo para cambiarlo, sería preferible que cada uno disfrutara de la vida como pueda, sin frenarse, obteniendo beneficio, ventajas y toda clase de placeres intentando engañar a los demás, ya que para el condenado todo lo agradable se terminará de todas formas al final de su vida terrenal.
El amigo de Cristo:
Los escritos confesionales protestantes me han aclarado que no puedo orientarme ni por la "razón" ni por la "Ley de Dios" sino de que Dios quiera apiadarse de "todos". Y por último podría referirme a Pablo, quien apela primeramente a la "penitencia" y a la "obediencia a Dios" antes de hablar de la "elección eterna" de Dios, según la cual al fin y al cabo no todos están elegidos para la salvación (Ep.XI).
Respuesta del profeta:
Con lo que dices la confusión sería perfecta. Según mi entender todo esto carece de lógica. Sin embargo, Dios es lógico, pues El es el logos y con ello la Sabiduría. Dios no ha colocado a ningún hombre un pecado original en su cuna o ha admitido el que a uno de Sus hijos se le implantara esta carga desde un principio y encima sea culpable por ello. Repito: Cada hombre lleva en sí la herencia divina. En un sentido muy amplio se podría considerar como pecado original el ensombrecimiento de la luz divina como una cierta culpa parcial de la caída, en el momento en que un ser puro va a encarnarse o un ser de la caída se ha apartado de Dios.
Dios ha dado a Su hijo la libertad para pecar contra Su herencia divina o para esforzarse en recuperarla dejando el pecado paso a paso y entregándose a los mandamientos de Dios. Esto es la ley del libre albedrío.
El amigo de Cristo:
Dices que Dios ha dado a Su hijo la ley del libre albedrío, pero en la enseñanza protestante leo otra cosa. La iglesia protestante dice que solamente tengo el libre albedrío en las cosas "que entiende la razón" (Confesión XVIII de Augsburgo). Sin embargo en cuestiones de fe y salvación no tengo libre albedrío. O bien el Espíritu Santo produce en mí la recta fe o no la produce. La confesión protestante cita aquí otra vez a Pablo que escribió: "El hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios" (1. Cor. 2,14).
También Martín Lutero se remite, como ya se ha dicho, a Pablo, comparando al hombre con un "animal de monta", que es montado o bien por Dios o por Satanás. En este contexto anuncia también para un grupo la predestinación divina a la gloria eterna y para el otro grupo la predestinación divina a la condenación eterna. No posee pues la libre voluntad para decidirse por uno de los dos jinetes.
Lutero lo escribe literalmente así: "Y no tiene la libertad de decisión para correr hacia uno de los jinetes o buscarlo, sino que los jinetes mismos se disputan para sujetarlo y poseerlo". (De servo arbitrio, Edición alemana de Weimar, p. 635).
Y siguiendo a Lutero la iglesia luterana protestante enseña la falta del libre albedrío en cuestiones de fe. Sólo sobre la predestinación de algunos individuos para la condenación eterna algunos escritos confesionales de la iglesia suavizan la enseñanza del fundador y enseñan sólo la "providencia". Por consiguiente Dios no predestina a nadie a la condenación eterna, pero El ve por adelantado -según la argumentación por parte de la iglesia- todo lo que ocurre, así pues también al fin y al cabo quién será condenado eternamente.
Respuesta del profeta:
Oigo decir que Lutero ha enseñado y que sus seguidores confesionales han suavizado su enseñanza. ¿Qué significa eso? ¿Se ha equivocado Lutero? Entonces hay que cuestionar el contenido de verdad de lo que ha enseñado Lutero. ¿Qué partes de su enseñanza pueden ser en consecuencia también erróneas? ¿Hasta qué punto es veraz la enseñanza de la iglesia?
El Espíritu de Dios nunca se equivoca. Lo que enseñó y volvió a enseñar a través de Su hijo, que siendo Jesús enseñó desde la ley de Dios, es lo mismo ayer y hoy, porque es la verdad. Dios es el Eterno, Absoluto, y Su ley es eterna y absoluta, invariable. Eso es la seguridad, y de ello podemos fiarnos.
Aunque en este mundo la equivocación y el engaño sean muy grandes, hay Uno que nunca Se equivoca ni Se deja engañar. Y por eso tampoco El nunca será una desilusión para aquel que se dirija a El como Su hijo que le llama y que da los pasos que El nos indicó a través de Jesús, por ejemplo en el Sermón de la Montaña.
Si es verdad lo que has expuesto sobre la enseñanza protestante luterana, entonces para mí está muy alejada de la verdad, de la realidad auténtica. Día tras día experimento la Voz del corazón. Ella es amor, bondad, benevolencia y ayuda, y dice: todos, absolutamente todos, volverán a Dios, nuestro Padre eterno, a través de Cristo, nuestro Redentor. Sin embargo cada uno es responsable de lo que piensa, dice y hace. A través del amor eterno de Dios y a través del destello redentor en cada alma todos reconocerán algún día su verdadero origen, que es la libertad y que desemboca en Dios. Algún día aspirará a esta libertad, incluso aunque tenga tras de sí muchos golpes del destino y encarnaciones.
Cada hombre que cree en Dios y no en el Dios de las instituciones eclesiásticas, algún día reconocerá que el contenido de los mandamientos de Dios y del Sermón de la Montaña son el camino al reino de los Cielos. Quien aspira a cumplir los mandamientos de Dios y el Sermón de la Montaña experimenta que él es el templo de Dios y que Dios, el gran amor, vive en El. Para ello no es necesaria la aparatosa pomposidad de las instituciones eclesiásticas.
No es de extrañar que cada vez haya más ateos, pues quien ponga en funcionamiento su sensatez para reflexionar sobre lo que las instituciones eclesiásticas a veces enseñan, pierde la fe en Dios. Yo me fijé por primera vez en la enseñanza de la predestinación por una pregunta. Ahora comprendo cada vez más por qué el Cristo de Dios ha fundado Su obra mundial fuera de las instituciones eclesiásticas. El, el gran Espíritu del infinito, quiere alcanzar a muchos hombres con su enseñanza sencilla y simple del amor a Dios y del amor al prójimo y de los valores espirituales y morales, para quitarles el miedo a la predestinación o a la previsión de la condenación eterna, del infierno eterno, así como también del castigo de Dios.
Queridos hermanos, queridas hermanas, si lo que ha expresado el amigo de Cristo corresponde a la verdad, es decir, se puede corroborar, cada uno debería actuar según su conciencia y no según la tradición antigua. Me ha horrorizado el que se haya pensado y transmitido oficialmente algo semejante sobre Dios, el Padre del amor. Ahora también comprendo por qué las instituciones eclesiásticas califican a los cristianos originarios de "no cristianos". En verdad, los cristianos originarios no tienen nada que ver con ese cristianismo institucional. El Cristo de las instituciones eclesiásticas no es el Cristo que el Padre eterno nos envió a nosotros los hombres.
El amigo de Cristo:
A parte de las enseñanzas de las iglesias protestantes luteranas están las enseñanzas de las iglesias evangélicas reformistas. Estas iglesias se basan en Calvino, que incluso reafirmaba la predestinación con más fuerza que Lutero. Esa iglesia está extendida sobre todo en Suiza, en Holanda y en Escocia y además en algunas regiones de Alemania, y en ella se cultivó durante mucho tiempo la creencia de Calvino, que la predestinación para la gloria o para la condenación también se podría interpretar como el éxito en la vida de cada uno.
Si en la tradición de esa fe algunos hombres se han esforzado en cumplir los mandamientos divinos, entonces su forma de actuar la han interpretado con frecuencia como una señal de predestinación a la gloria, y a su vez se han asegurado de no pertenecer a los condenados.
En 1973, es decir, más de 400 años después de la muerte de Calvino, la iglesia de los reformistas evangélicos en Europa suavizó la fe de Calvino y admitió que ya no existe "un designio eterno de Dios para la definitiva condenación de ciertas personas". Pero se ayudaron con el guardar el debido respeto ante " el misterio de la forma de actuar de Dios" (Acuerdo de Leuenberg, Art. 24f.)
El profeta:
Un fundador de una religión expone entonces una enseñanza, formula máximas de fe, que después se revisan; lo que era válido como verdadero y obligatorio, ahora ya no vale, está anticuado.
De ahí se puede deducir: lo que hoy, aún es válido y es defendido, ¿qué valor tendrá mañana aún?
En relación a esto pienso en muchos que con motivo de la dura formulación de la enseñanza de la predestinación se reconocieron como condenados por Dios. ¿No se tuvieron que sentir como los más miserables entre los miserables? ¿Cómo podían creer aún en un Padre que era justo, y no digamos en un Padre misericordioso? ¿De dónde iban a sacar la confianza hacia El y la fe en Su amor? ¿Sí, acaso no fueron presa de la desesperación, de la dolorosa resignación? ¿Los tentados, tan dignos de lástima, no tenían acaso otra alternativa que caer en la pasividad, sin estímulo alguno de esforzarse por una vida en el cumplimiento de los mandamientos divinos, ya que todo era en vano e inútil?
¿No podría eventualmente ser esa una de las causas de la pasiva y resignada postura de fe de muchos cristianos, de la servidumbre y la ciega obediencia, pero también de la desesperación, de la frialdad de corazón y de la falta de amor?
El amigo de Cristo:
De forma parecida ocurre en la iglesia católica romana. Esta ha explicado en decisiones de los concilios por una parte que nadie está predestinado a la condenación eterna; sin embargo sí que enseña por otra parte que existe la posibilidad de la condenación eterna: ésta está predestinada para todo aquel que muera en el estado de "pecado capital" (Diccionario de teología e iglesia, tomo 8, 1963, p.669 en idioma alemán) que ella misma define: quien no la siga está condenado: Y Dios lo ve esto ya en la creación del niño recien nacido, y a pesar de ello lo crea.
El profeta:
No puedo creer que sea así como lo has explicado tú. Mi sentido de la justicia dice que católicos y protestantes que quieran revisar algunas de esas enseñanzas pueden leer la literatura correspondiente de su iglesia, y no preguntar a un funcionario eclesiástico, que quizá con justificaciones, con sus propias ideas, descripciones y disimulos, cuente muchas otras cosas de lo que es dado como auténtico. Al respecto no quiero hacer ningún comentario. Para mí reulta simplemente terrible que se difundan tales enseñanzas bajo el manto de Jesús, el Cristo. Mi único deseo sería que te hayas equivocado. Yo no creo en la enseñanza católica, luterana o calvina de la condenación o de la predestinación, porque puedo experimentar a Dios en mi corazón. Ningún hombre puede indagar en el gran Espíritu, pero todos pueden experimentarle si cumplen paso a paso los Diez Mandamientos y el Sermón de la Montaña. Entonces experimentan que Dios nos ama a todos y que El nos ha dado el regalo más grande: la ley del amor y de la libertad, a través de la cual nos hemos convertido en herederos de la existencia pura. Todos los herederos del reino de Dios volverán a aceptar Su herencia: esto es inmutable. Nosotros volvemos a regresar al lugar de donde hemos venido, a Dios, nuestro Padre eterno, a través de Cristo, nuestro Redentor.
El amigo de Cristo:
Lo que explicas aquí en las enseñanzas de las iglesias se cuenta y se rechaza como la "enseñanza de la reconciliación universal", aunque cada vez más personas, también católicos y protestantes, sospechan, saben y experimentan que es así como tú dices. Las instituciones eclesiásticas tampoco dicen a sus creyentes que el proceso de limpieza y purificación de cada alma continúa en los mundos del más allá y eventualmente en otras encarnaciones. Ellos "prohiben" a los hombres incluso "contar de principio con una reconciliación y reparación para todos y para todo, no importa lo que hagamos o dejemos de hacer" (Tratado del sínodo católico, "Nuestra Esperanza" de 1975; citado de la revista alemana Weltbild 20/96). Entonces apelan al sentido de justicia de los hombres y dicen -ateniéndose al sentido de lo que expresan- que personas "buenas" y "malas" al final no podrían "estar ante Dios sin ser diferenciadas" (revista alemana "Weltbild" 20/96, pág. 24)
Pero a la vez se teme dar a conocer abiertamente y predicar las propias enseñanzas sobre los determinados casos predestinados de condenación eterna prevista por Dios. ¿Se quiere evitar tal vez que más gente se retire de la iglesia? Así los párrocos y los periodistas de las iglesias están principalmente ocupados en ponerle cosmética a la enseñanza de la iglesia. Tras la fachada, los teólogos científicos continúan sin embargo planteándo siglo tras siglo las enseñanzas aterrorizantes de la iglesia sin maquillaje, con la finaciación del Estado. Como estas enseñanzas son muy complicadas, después de largos años de estudios muchos teólogos han podido obtener el título de doctor. Seguro que con ello no podrán despertar la confianza en Dios. Pues cómo voy a confiar en un Dios, al que uno de sus "misterios" pertenece el que muchos hombres y almas tienen que sufrir horrosas torturas por toda la eternidad y en todos los tiempos; aunque este "misterio" se pueda minimizar presentándolo con palabras de color rosa. ¿Acaso en este tema se puede hablar de un "misterio de Dios"? O ¿enseñó Jesús aquí un "misterio" de Dios?
Respuesta del profeta:
Una enseñanza tal no es cierta; eso lo sé yo porque mi corazón está lleno de Aquel que ama a todos los hombres y almas, de Dios, nuestro Padre eterno. La enseñanza de Jesús, del Cristo, era y es sencilla y simple, porque es la verdad. Esta enseñanza era y es el centro de todos los cristianos sin confesión.
El amigo de Cristo:
¿En qué creen esos cristianos sin confesión y en qué creyeron los primeros cristianos?
Respuesta del profeta:
Los primeros cristianos conocían el camino de la reencarnación, es decir, de las repetidas encarnaciones del alma en un cuerpo terrenal. Sabían que en la brevedad de la encarnación el volver es una posibilidad en lo temporal de reconocer, arrepentirse, purificar y no volver a hacer más lo pecaminoso, o sea, los comportamientos erróneos. También los cristianos originarios de los siglos siguientes conocían la reencarnación, que también está en los escritos apócrifos, y que Jerónimo sacó a sabiendas porque trabajaba por encargo de su iglesia. También un gran número de cristianos católicos y protestantes cree hoy en la reencarnación y en la misericordia de Dios, de dar en la escuela de la Tierra los pasos de aprendizaje necesarios para volver al reino de Dios, del cual procede cada ser. Nosotros estábamos en Dios, nosotros somos acogidos en Dios y volvemos a Dios, nuestro Padre eterno, cuando hayamos dado nuestros pasos de aprendizaje. Esto lo creían los cristianos de los comienzos, y lo creen los cristianos originarios de la actualidad.
Así pues, mirándolo bien, cada hombre, cada alma, no importa cuan pesada o ligera sea su carga pecaminosa actual, está predestinado a lo divino. Estamos predestinados a ser herederos del infinito porque tarde o temprano cada uno aceptará su herencia divina, a través de Cristo, que nos proporcionó a todos nosotros y a todo lo que parecía estar perdido la vuelta el camino al hogar.
Cristo, el Hijo de Dios, vino al vestido terrenal, para mostrarnos el camino al hogar eterno, para hacernos de nuevo conscientes de que Dios, nuestro Padre eterno, nunca se se aleja ni siquiera de una sola alma, tampoco nunca condena ni siquiera a uno de Sus hijos, pues entonces se condenaría a El mismo.
Ha llegado el tiempo de que muchos despierten de la dependencia, de la indiferencia, tristeza y desesperación, en la que cayeron muchos que por ejemplo no pudieron comprender y soportar lo que dice la enseñanza de la predestinación y en consecuencia tampoco su propio destino, perdiendo la fe de corazón y la confianza interna en su Padre celestial. Así más de uno perdió la firmeza interna que sólo se puede encontrar en Dios, y se hizo siervo de los que enseñaban que la gloria y la entrada al Padre, al hogar eterno, estaba en sus manos. Así más de uno perdió el valor y el estímulo de volverse activo por sí mismo, de reconocerse en los impulsos pequeños o más grandes de la energía del día, de purificar y a partir de entonces cunplir los mandamientos de Dios, para enfrentar al destino de forma correcta.
Jesús cuidó de los débiles, de los míseros, de los enfermos y de los pecadores. Con Su vida El es un ejemplo para nosotros y a la vez el garante del amor absoluto de Dios. Como el Hijo del hombre demostró que el camino a Dios, a través del seguimiento paulatino de los Diez Mandamientos y de Su enseñanza, es viable y conduce a la meta, al ser eterno.
Fuente autora Gabriele Witteck
Texto traducido del alemán
Vida Universal
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Autor :
Maite Valderrama
La hoja de la verdad «El Profeta»
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