Muchas veces nos preguntamos, ¿Porque jovencitas marcan su piel con tatuajes?, ¿porque hay tantos jóvenes que están en el vicio de las drogas?, o ¿porque las jóvenes salen embarazadas a tan temprana edad?, estos son algunos de nuestros problemas sociales con los que nos enfrentamos a diario. Los padres frente a estos problemas se enojan y molestan mucho cuando sus hijos cometen un error, hasta los corren de su casa, los abandonan y los tratan de lo peor, incluso hasta pueden decirles : "me defraudaste, nunca pensé que fueras a hacer esto, nunca pensé que fueras una mujer tan fácil, ¿quién te enseñó esas cosas?".
La comunicación es sumamente importante en la familia. Cuando los jóvenes están en la calle o andan con sus amigos, disfrutando de diversiones, reciben información; cuando van al cine, ven la televisión o escuchan la radio, reciben información. También reciben información de personas con las cuales se relacionan y muchas veces son influencias malas.
Los seres humanos no solamente somos materia, también tenemos alma y espíritu, y cada uno de estos aspectos debe ser suplido. Si no es así, se ocasionan muchos problemas y los hijos que de pequeños eran tan hermosos se vuelven una pesadilla. No se les puede dirigir, son rebeldes, y empiezan a sacar todo lo que tú, papá, sembraste mal en ellos.
PALABRAS CLAVES:
Problemas sociales, Comunicación, confianza, Educación familiar.
Análisis crítico
Uno podría pensar que la familia es el lugar idóneo para que surjan el diálogo y la comunicación. Sin embargo no siempre es así. El diálogo entre padres e hijos muchas veces se rompe o no existe. ¿Por qué? Pues porque en ninguna otra estructura social hay diferencias tan notables entre sus componentes. En ella pueden convivir distintas generaciones desde bebés a ancianos, cuyas realidades son muy diferentes. Eso que en otras épocas se vivía como enriquecedor, ahora puede ser motivo de desunión.
También la falta de tiempo; el no tener programadas actividades conjuntas; la enorme cantidad de estímulos a los que estamos expuestos (teléfonos, televisión, ordenadores, videojuegos, etc.); el trabajo fuera y dentro de casa; el tiempo de ocio, etc., hace que cada vez haya menos tiempo común. Pero es en la familia donde nace y crece el mundo de la afectividad y para ello son necesarios tiempo y comunicación.
También comunicarnos es necesario a la hora de transmitir mensajes que consideramos relevantes y valores que nos parece que nuestros hijos deberían desarrollar. La buena comunicación es imprescindible para educar.
Ciertos problemas sociales con los que nos enfrentamos a diario; la rebeldía, el abandono del hogar a temprana edad, el libertinaje, relacionarse con malas compañías, falta de motivación, práctica del sexo a temprana edad y sin las debidas medidas de precaución, conllevando a serias situaciones como las enfermedades de transmisión sexual (sida y otras) o de tener hijos no deseados, abortos que causan hasta la muerte de las adolescentes y jóvenes, prostitución tanto en el varón como en la mujer, etc.
Muchas veces esto se da, porque los jóvenes buscan amor, comprensión, confianza en el sexo opuesto o entre su mismo sexo, creyendo llenar el vacío causado por el desinterés de los padres. Así mismo, la falta de una buena relación causa: baja autoestima, bajo rendimiento académico, abandono de los estudios, riesgo a la adicción (drogas, alcoholismo), intento de suicidios cuando los chicos se encuentran en situaciones críticas, no encontrando en los padres apoyo y comprensión.
La mayoría de problemas del día a día de la convivencia familiar se resolverían, si nos esforzáramos por tener una buena comunicación con nuestros hijos. Hay muchas formas de hacerlo. Se puede hacer con un gesto, se puede hacer con la palabra, escuchando música, leyendo, haciendo deporte, contemplando la mirada de un hijo enfermo, mimándolo, dándole la mano.
Para comunicarse no solo se necesitan palabras, también se necesita afecto y que haya un clima de confianza, ¿Y cómo conseguimos la esa confianza con nuestros hijos?, haciendo un esfuerzo, estando tranquilos, y de buen humor, es necesario comprender a nuestros hijos, saber intuir cuando algo les preocupa, que nos quieren decir o que necesitan. La base de la comunicación, es amar, interesarse por sus cosas, y ayudar a que ellos solos vayan venciendo sus dificultades.
Nuestra sinceridad tiene que ser ejemplar, la verdad tiene que ser objetiva, clara. Por ejemplo, si nos equivoquemos, pedimos perdón y lo reconocemos; esto es más educativo para el hijo que muchos sermones y consejos. A veces los hijos no son lo suficiente sinceros con nosotros por no quedar mal o porque tienen miedo de que tengamos una mala reacción con lo que nos dicen. Sobre todo en la adolescencia tenemos que ser pacientes y estar preparados para que nos expliquen lo más impensable sin perder los nervios. Lo que es más importante siempre es que los hijos nos digan la verdad, aunque del susto recibido nos quedáramos sin aliento. Con todos estos puntos reales del problema, no nos equivocaremos a la hora de buscar soluciones juntos y reforzaremos la confianza mutua.
Es fundamental que madres y padres sean conscientes de los obstáculos que dificultan la buena comunicación y que intenten superarlos, ya que los diálogos frecuentes y la comunicación en positivo son elementos fundamentales para la satisfacción familiar y para el bienestar del adolescente. Además, aunque madres y padres puedan llegar a dudarlo, siguen siendo un contexto fundamental de influencia para el desarrollo de sus hijos e hijas en algunos temas bastante por delante de amigos y amigas, por lo que es imprescindible seguir creando un clima de apoyo, comunicación y confianza que facilite la seguridad y el ajuste del hijo en crecimiento.
Algunos consejos prácticos para mejorar el afecto y la comunicación:1. Escucha lo que dice tu hijo o hija, déjale terminar: Dejar que tu hijo hable, que diga lo que piensa o siente, es muy beneficioso para el buen funcionamiento de la familia y para su bienestar. Si no dejas que termine lo que quiere decirte y lo interrumpes porque piensas "ya sé lo que me va a decir", nunca sabrás qué ideas tiene ni cómo se siente.2. No critiques, no juzgues, no culpabilices: No eres un juez. Si te dedicas a sancionar su conducta de forma constante estás poniendo una barrera entre tu hijo y tú. Si está enfadado y te grita, puedes corregir su comportamiento con algo como: "ya veo que estás enfadado y me parece normal, pero si no me gritas me enteraré mejor. Cuando te calmes podremos seguir hablando".3. No des lecciones: Tendemos a decir a nuestros hijos lo que deben hacer. Es mucho más útil y beneficioso que les enseñes a buscar soluciones, que razones con tus hijos las ventajas e inconvenientes de cada posibilidad.4. Dale importancia a lo que te dice: A veces lo vemos preocupado por un asunto que para nosotros no tiene la menor importancia y podemos pensar: "no son más que tonterías, cuando sea grande se dará cuenta…". Si cuenta contigo para hablar de sus cosas, valóralo. Si no le das importancia a lo que quiere contarte, puede que en el futuro deje de hablarte de ello.5. Enséñale a comunicar sus sentimientos: No es suficiente preguntarle qué ha hecho sino también cómo se ha sentido. Puedes ayudarle a que entienda qué siente preguntándole "¿estás enfadado o triste?" o diciéndole "yo estoy orgulloso ¿y tú?". Todos tenemos que aprender a expresar nuestros sentimientos y tú puedes ayudar a tu hijo a ello.6. Controla tus impulsos: Puede ocurrir que te cuente que ha hecho cosas que no te gustan (por ejemplo, que ha faltado a una hora de clase porque no tenía ganas de ir). En esos casos no te dejes llevar por los nervios; si reaccionas de forma impulsiva y no razonas con él, puede que la próxima vez no confíe en ti y no te lo cuente. Evita los gritos, las amenazas, ordenarle lo que tiene que hacer. Cuando estés más sereno habla con él y explícale qué es lo que no te gusta.7. Ya no es un niño: No lo olvides, se está convirtiendo en adulto, si lo tratas como tu niño pequeño se sentirá avergonzado, más aún delante de sus amigos y amigas. Evita criticarlo, darle lecciones, invadir su espacio personal en todo momento, especialmente cuando esté con su pandilla.
Para poder comunicarnos con eficacia con adolescentes a partir de los 10-12 años hay además que ser conscientes de unas cuantas claves importantes:
1. La realidad no existe de forma objetiva. Esto significa que el ser humano percibe la realidad e inmediatamente la valora, tiñéndola con las gafas con las que está constituido. A todos nos ha ocurrido que el mismo hecho puede ser interpretado y valorado de forma muy diferente según quien lo perciba. Si por ejemplo nuestro hijo quiere hacerse un piercing, a nosotros (padres) puede parecernos espantoso, de mal gusto y hasta peligroso; pero para él o ella puede resultar muy atractivo.
2. Los seres humanos tenemos unos mecanismos de pensamiento "automático", creados para ahorrar tiempo y energía mental, pero que a veces dificultan o destruyen la comunicación. Algunos son:
Filtraje.- De una situación o experiencia se repara sólo en los detalles negativos y se magnifican, no teniendo en consideración los positivos.
Pensamiento polarizado.- Las cosas son buenas o malas, blancas o negras. Hay que ser perfecto en todo, si no, eres un fracasado.
Personalización.- Pensar que lo que los demás hacen o dicen tiene una estrecha relación conmigo. Refleja un pensamiento infantil y egocéntrico.
Culpabilidad.- Cuando los demás son responsables de lo malo que me ocurre a mí o de mi sufrimiento, o por el contrario, cuando me asumo como responsable de todos los problemas y desgracias ajenas.
Falacia de cambio.- Suponer que una persona cambiará de conducta para adaptarse a nosotros, si se la presiona lo suficiente.
El resultado habitualmente es que el otro se siente atacado cohibido y no cambia en absoluto.
3. La mayor parte de los problemas de comunicación ocurren porque pensamos que nuestros valores o nuestra forma de ver la realidad son los mejores y que los demás están equivocados si no coinciden con nuestro punto de vista.
4. Aun en las mejores condiciones, nunca llegará al receptor (el que recibe la comunicación) exactamente lo que quiere decir el transmisor (el que emite el comunicado).
Cuando intentamos comunicarnos ante un problema o un conflicto es importante que estemos en un estado de ánimo tranquilo. Es fundamental buscar una situación propicia aunque sea en otro momento, porque cuando estamos enfadados o furiosos no solemos pensar con claridad y tendemos a insultar más que a describir conductas. Todo ello impide centrar el problema que nos preocupa aquí y ahora, no resuelve nada, se gasta energía tontamente y oportunidades de acercamiento. Normalmente las personas cuando alguien ataca, ya sea física o verbalmente, tienden a defenderse y a atacar a su vez, lo que impide que se dé un proceso adecuado de comunicación porque nadie escucha. Cuando estamos enfadados, las palabras que tendrían que servir para explicar cómo vemos la situación, qué sensaciones nos produce y lo que nos gustaría que ocurriera, se convierten en armas arrojadizas (insultos, palabrotas) que hacen daño, hieren, faltan al respeto, menoscaban la autoestima y favorecen los comportamientos extremos.
Justo lo que no queríamos que ocurriese. Luego, cuando estamos más serenos, nos avergüenza y nos duele. Como es el caso de un padre comentaba: "Cuando me enfado con mis hijos, pierdo frecuentemente los papeles y hago mucho daño. Luego me arrepiento y me disculpo… pero las palabras son como clavos en madera, aunque los quites al disculparte, el agujero queda".
Conclusiones
1. Uno de los motivos qué mas se presentan en la falta de comunicación tiene que ver con el trabajo de los padres, los amigos, la falta de confianza, la mentiras y el maltrato verbal o físico.
2. La herramienta que más se necesita para lograr una buena comunicación es el respeto, el dialogo y la confianza.
3. Los jóvenes toman malas decisiones no solo por falta de comunicación con sus padres si no también influidos por otras personas cómo el dinero y los amigos.
4. Crear el equilibrio perfecto entre el amor y el rigor cuando se merece, orientarlos al buen vivir, evitar los reproches, estando siempre atentos a escucharles, mostrando interés en sus asuntos, comprenderlos, inspirarlos o motivarlos a la superación personal. De esa manera lograremos familias estables emocionalmente con vínculos más sólidos en confianza y armonía. Así también contribuiríamos a mantener una mejor sociedad.
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Autor:
Dersy Erundina Velásquez Saavedra.