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Inteligencia Emocional – Cuando el altruismo es teoría y praxis


Partes: 1, 2

    La lectura del libro de Daniel Goleman Inteligencia Emocional originó las reflexiones que deseo compartir con ustedes a través de este texto. Me he tomado la libertad de referenciar algunas de sus citas para ilustrar las ideas que provocaron paradójicos pensamientos durante la deleitable asimilación de sus enseñanzas.

    Partiendo del concepto de que compartir nuestros desasosiegos como terapia para alejar cualquier germen aniquilador de la mente nos libera de caer como víctimas fatales en las redes de fobias, trastornos obsesivos compulsivos, ataques de pánico, etc., hoy me decido por redimir las preocupaciones que contaminan mi integridad espiritual para mantener una salud mental y psíquica óptima, de ahí que parto de las siguientes interrogantes que fueron emanando en la medida que los esquemas contextuales y textuales interactuaban durante el procesamiento de la información:

    ¿Cómo lograr manejar en la práctica los impulsos salvajes de nuestra memoria genética ante situaciones de la vida cuyos propósitos están dirigidos a que estos afloren?

    ¿Cómo  reaccionar con mesura y paciencia cuando todos los fluidos del cuerpo están gritando a voces al sistema nervioso, al cerebro y al cuerpo que actúen?

    ¿Cómo ser indiferente cuando los cánones de prestigio nos están demandando actitudes de demostraciones de fuerza para obtener el debido respeto en el medio?

     "Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno. Con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo."

    Aristóteles.

    Iniciemos nuestras reflexiones sobre esta frase aristotélica, extraída nada más y nada menos que de un documento sobre ética, la ética por sobre todas las cosas está muy relacionada con el deber moral del hombre sobre la tierra y esta se revierte en su actitud ante la vida misma y en el compromiso con quienes lo rodean. En esa estrecha relación, donde lo individual y lo biológico se funden con lo social formando una unidad dialéctica que caracteriza nuestro paso por la vida, afectamos y somos afectados por el medio.

    Es difícil encontrar el equilibrio cuando se trata de relaciones humanas, si profundizamos en nuestro comportamiento, todo aquel sentimiento que genera una actitud de agresión ante un semejante está condicionada por otra actitud agresiva previa produciendo una energía negativa que si no se detiene a tiempo se reproduce en cadenas contaminando el contexto, esta energía al provenir del hombre, de la combustión interna que forman todos los fluidos, sustancias, que nos conforman como materia viva, arroja señales que percibimos como peligrosas y ante toda señal de peligro domina la "amígdala", también llamada el "cerebro mamífero" y el miedo se apodera, éste es "uno de los legados emocionales con que nos ha dotado la evolución" (Goleman, D. s.a., p.9), esto significa que la razón palidece y pierde fuerzas, nuestra condición animal adquiere poder y domina por lo que no funciona la lógica; el enfado es un sentimiento que se sustenta sobre el miedo, de ahí que Benjamin Franklin expresara muy acertada y resumidamente este punto cuando dijo: "siempre hay razones para estar enfadados, pero éstas rara vez son buenas" (en Goleman, D. s.a., p.42).

    Es realmente doloroso y contradictorio cómo funciona nuestra propia naturaleza, o más bien, cómo nosotros, entes pensantes y racionales, permitimos que funcione; sobre el tema Erasmo, humanista del siglo XVI, describe satíricamente el proceso de tensión perenne entre la razón y la emoción:

    "Júpiter confiere mucha más pasión que razón, en una proporción aproximada de veinticuatro a uno. El ha erigido dos irritables tiranos para oponerse al poder solitario de la razón: la ira y la lujuria. La vida ordinaria del hombre evidencia claramente la impotencia de la razón para oponerse a las fuerzas combinadas de estos dos tiranos. Ante ella, la razón hace lo único que puede, repetir fórmulas virtuosas, mientras que las otras dos se desgañitan, de un modo cada vez más ruidoso y agresivo, exhortando a la razón a seguirlas hasta que finalmente ésta, agotada, se rinde y se entrega." (en Goleman, D. s.a., p.11).

    En esta lucha, la razón vigorosa y persuasiva palidece ante las llamas de la tentación al enfrentarse a la ira y la lujuria -dos sentimientos de extremos manipulados por la pasión de quien las atiza e inflama. La mayor parte de las veces acontece porque ignoramos el poder que nos concede la unión de las esferas cognitivas y afectivas, la unidad entre lo afectivo y lo cognitivo es la fusión entre la pasión y la razón, de esta fusión nace el amor como equilibrio y balance para enfrentar la vida de manera prudente y profunda, por lo tanto la verdadera naturaleza de la virtud humana y el equilibrio emocional lo permite el conocimiento de la esencia que conforman los sentimientos humanos y hacen congruente al hombre en la comunicación y su comportamiento social, no en vano una de las frases de Antoine de Saint-Exupéry, en boca de la Zorra en El Principito se ha hecho conocida por la sabiduría que encierra cuando expresa:  "Sólo se puede ver correctamente con el corazón; lo esencial permanece invisible para el ojo." (En Goleman, D. s.a., p.8)

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