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Para los jóvenes y sus padres: qué, cuándo y cómo hablar del sexo

Enviado por Felix Larocca


  1. Sin decirlo
  2. El tabú y los frenos
  3. El "relajo"
  4. El arte y la ciencia…
  5. En resumen
  6. Bibliografía

Una canción vieja de mi juventud que entonaba el famoso cantante de rock libanés/canadiense Paul Anka nos decía: "Multiplication is the name of the game that each generation plays the same…"

A pesar de que la sexualidad en su esencia no ha cambiado a través de los eones, las actitudes morales y sus implicaciones se han transformado tan enormemente que ciencias nuevas se dedican a su entendimiento e instrucción.

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Hombre prehistórico del pleistoceno

Todo es nuevo, todo es viejo, pero quizás no para el joven, ya maduro, que acaba de iniciar una relación estable con una persona especial y tiene gran ilusión de comenzar una vida sexualmente activa con él o ella, pero que aún no se atreve a comunicar abiertamente sobre lo que le significa — y lo que no — a la hora de tener la primera experiencia sexual. Si se encuentra en una situación similar, este artículo le puede interesar.

Al igual que cualquier otro tema que involucre una relación de pareja, el sexo no tiene porqué ser un tema tabú. Como en cualquier otro aspecto importante para los dos, aprender a comunicarse libremente sobre escrúpulos e inhibiciones íntimas enriquece y profundiza los lazos de amistad, afecto y amor en cualquier relación sana.

La entrega de la virginidad es importante para ambos el joven y la joven saludables. En mi artículo El Mito de la Virginidad, yo explico sus posibles razones desde el punto de vista darvinista. Lo que determina el "valor" de esta membrana es la ética social del lugar donde se vive. Aquí se estila que el joven sea introducido a la sexualidad madura por criadas o prostitutas o por una amiga audaz, cuya reputación, ella, compromete de manera insensata.

Mientras que, a la joven, le sucede en un número de situaciones posibles que, a menudo, carecen de romance y que pueden ser traumáticas. Hoy día pocos (o pocas) creen en que se debe llegar al tálamo nupcial siendo virgen.

Por esa razón tantos y tantas han pedido mis pensamientos y que haga esta contribución a este tema de importancia.

Poco saben las mujeres que los hombres de todas las edades temen el no poder satisfacer del todo a su pareja, o de impresionarla muy poco con su equipo anatómico. Fallo en cualquier aspecto de sentirse poderoso y ducho sexualmente es un asunto de consecuencias muy serias para el varón.

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El varón tiene que desempeñarse y hacerlo bien. De fallar, puede vivir una ordalía de incertidumbres futuras en el ámbito sexual. (Véase mi artículo: El tamaño del pene y el acto sexual).

La hembra asimismo teme. Teme que la distribución de su vello, el tamaño de sus senos, la prominencia de masas — resultados del sobrepeso — y otros aspectos de su cuerpo, puedan ser juzgados poco atractivos para su novio.

¿Pero, porqué hablar de sexo antes del matrimonio?

Porque confrontamos a una juventud harto frustrada y dependiente que, en nuestro estado primitivo y natural hubiese procreado — a la edad estándar de ingreso universitario — ya muchas veces.

Una juventud, que en su mayoría no esperará hasta el matrimonio para volverse sexualmente activa.

La juventud a la que aquí me refiero es la misma que goza de libertades enormes y que además de ello, asimismo disfruta de óptima salud, producto de cuidados médicos adecuados. Una juventud que, a menos que las disorexias la obstruyan, está en el cenit de su vida reproductiva y en medio de una tormenta de hormonas e impulsos hipotalámicos para que se reproduzca. (Véase mi artículo: Adolescencia: Quo vadis?).

Antes de hablar del tema, tiene que pensarse primero cuál es el objetivo de la conversación que precede la decisión trascendental. La conversación ésta, con alguien cercano, o con el enamorado mismo, tiene como objetivo preliminar mirar a la sexualidad activa y madura del joven, cara a cara, por la vez primera. Ya que desde que en los colegios del mundo la enseñan como parte inerme del currículo, nadie aprendió lo debido para coartar la epidemia de embarazos prematuros que continúan sin mermar. Lo que nos deja con la única salida: hay que aprender buscando otras fuentes de conocimientos.

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Paul Anka

Los siguientes pasos le ayudarán a saber qué preguntar y responder al respecto:

¿Lo has hecho y por qué ahora lo deseas?

¿Sabes que una vez lo has consumado no hay la oportunidad de repetir la idílica "primera vez"?

Es permitido saber si su futuro compañero o compañera tuvo experiencias sexuales anteriores, pero sólo si se contempla una relación íntima. Hacer un hábito de preguntar cosas personales a quienes apenas conocemos es una vulgaridad sin par –– sorprendentemente común entre los dominicanos. Esta información, si se obtiene, abre la posibilidad de saber cómo el otro puede intentar hacer el amor y qué cosas definitivamente prefiere no probar. Se puede incluso comentar, qué momentos fueron más placenteros, desde el punto de vista espiritual, que uno tuvo, cuando se entregara al amor cuando decidiera que era su tiempo. Esto, aunque para algunos resulte incómodo, abre la puerta para una mayor franqueza entre ambos. Pero, recuerde algo muy importante, no se trata de hablar de antiguos amores, únicamente de cómo se sintió con ellos. Más adelante explicamos porqué.

Decisión mutua

Para su placer y disfrute personal, usted puede explicar que el joven puede pedirle cualquier consideración a su pareja, siempre y cuando lo haga en forma delicada y agradable, nunca exigirle nada. Utilice la expresión "me gustaría", pero nunca diga "quiero", de manera imponente. Las imposiciones en este caso no favorecen, más bien causan distanciamiento, y confusión, sin lograr el objetivo que se persigue. Ambos deben estar siempre de acuerdo y sobretodo sentirse cómodos de apreciar juntos.

Sin nombres ni apellidos

El hombre y la mujer que ronden los 35 años actualmente, han tenido en promedio entre diez y quince años de vida sexual activa, durante los cuales pudieron haberse relacionado con uno o varios compañeros y compañeras durante ese lapso de tiempo. El joven y la joven de 20 años han vivido, o muy pronto vivirán una parte de su vida de actividad sexual que puede ser motivo para enriquecimiento o para malogro de la misma.

No es recomendable preguntar nombres ni la frecuencia de dichas relaciones anteriores, del que tiene la experiencia; esto porque lo íntimo corresponde sólo a la persona y esa información, escabrosa para un tercero, puede ser utilizado contra aquél en el futuro, saliendo a relucir en el momento menos esperado.

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Por todo lo anterior, es más aconsejable aceptar con madurez que esas relaciones solo forman parte del pasado y que no constituyen obstáculo alguno para el desarrollo emocional y sexual de la nueva pareja.

¿Cómo hablar del tema?

Con naturalidad. Conversar de sexo debería de ser tan simple como hablar de los próximos paseos juntos o de la nueva obra de arte literario que se ha publicado. Porque el sexo es así en esta era de nuestro historial. No hay que tomarlo tan austero; ya que entre más tensión se genere alrededor del tema, más difícil será llegar a un acuerdo o sintonía con el otro. A medida que aumenta la confianza, la intimidad entre ambos se va afianzando y como consecuencia, el deseo sexual mutuo se manifestará cada vez de una manera más clara y se expresará de modo más juicioso.

¿Cuándo puedo hacerlo?

Cuando uno esté listo para confrontar los aspectos subordinados a esta nueva dimensión de la relación entre "amigos", de la manera que la sociedad dominicana se estructura en este período de nuestra historia. Tanto como se disuelven los matrimonios con frecuencia inusitada, las relaciones sexuales entre novios seguirán un proceso similar. Lo que indica que antes del matrimonio una serie de parejas se habrán conocido, en el sentido bíblico, con sus repercusiones psicológicas, sociales y aun éticas añadidas.

Hablar del sexo en esta ponencia, presupone que se refiere a personas estables, maduras, sin conflictos emocionales y que son responsables de los efectos teleológicos de sus acciones.

El lugar y la forma queda a criterio de cada pareja, pero lo cierto es que hablar de sexo, como proceso y no solo como función, antes de formalizar una relación, es un paso importante en el camino de una unión sana, estable y duradera. Ya que es arriesgado tomarlo como una circunstancia del ser joven y nada más.

Ahora hablaremos de los juegos sexuales que, en adelante forman parte de la serie de los estudios de las neurociencias acerca de los sentimientos básicos de nuestra especie.

Caricias, "relajos" y saludos… un lenguaje muy valioso: Tenemos que aprenderlo…

Dr. Félix E. F. Larocca

Cuando somos bebés, no manipulamos las palabras porque no hemos logrado el desarrollo o la madurez intelectual de utilizar el lenguaje verbal, el uso de los símbolos y la expresión articulada. El lenguaje que utilizamos es el no-verbal: el contacto físico, la proximidad o distancia, el llanto, la risa, los gestos… A medida que progresa el tiempo y pasan los años, aprendemos y usamos el lenguaje verbal, que acabará predominando en nuestras comunicaciones. Pero las palabras no deberían sustituir al lenguaje no-verbal, porque éste aporta beneficios que no están al alcance de las palabras. Pensemos en ese gesto que nos informa mejor del estado de ánimo de nuestro interlocutor que cualquier, como el guiño de un ojo. O en el tono de voz de una persona deprimida que nos impresiona más que lo que dice. O en un toque leve, romántico y cadencioso, o en una mirada socarrona, o en una sonrisa de complicidad o en…

Sin decirlo

Dentro de los diversos tipos de comunicación no verbal, y a pesar de su potencial, la comunicación táctil es una de las que menos se prodiga. Tocar y que nos toquen, además de un estímulo placentero, es una deontología, muchos expertos opinan. Nos vamos construyendo como personas en la interacción humana, forjando nuestra autoestima y sociabilidad, y el vehículo que utilizamos para ello es la comunicación, tanto verbal como no verbal.

Las miradas, la expresión facial, la sonrisa, los gestos, el volumen, entonación e inflexión de la voz, su velocidad y claridad… conforman todo en un lenguaje que no sólo complementa y enriquece el mensaje hablado sino que constituye toda una panoplia de elementos autónomos y con significación propia que otorgan credibilidad y fiabilidad a nuestras palabras, establecen nuestro grado de coherencia y marcan las relaciones que establecemos con los demás.

Las manos son uno de los instrumentos comunicadores por excelencia. La necesidad de que las personas vuelvan a tocarse, de que los afectos más o menos íntimos utilicen para su expresión el lenguaje de las caricias, los abrazos, los saludos, las palmaditas… la están constatando cada día más los especialistas en relaciones humanas, que han comprobado que quienes durante su infancia no recibieron caricias de sus padres son más proclives a mostrar dificultades para dar o recibir afecto, a mantener una postura corporal rígida y a las limitaciones para expresar su emotividad. Asimismo, manifiestan una tendencia a evitar el contacto físico con los demás, a verlo como algo inapropiado o "sucio". Son vistas como personas distantes, "frías". Al parecer, estas personas evidencian también una dificultad mayor de la habitual para sentirse queridas y aceptadas por lo demás. Esta incapacidad puede conllevar problemas en el manejo de sus habilidades de comunicación y en la gestión de la agresividad que todos llevamos latente.

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"Secreto…"

El tabú y los frenos

Cierto es que el "tocarse", como toda comunicación, está sujeto a tabúes, prejuicios y normas, que entorpecen que la caricia sea un hábito más en nuestro modo de expresión cotidiano. Hemos interiorizado que tocarnos el uno al otro forma parte de la comunicación erótica y que cualquier uso distinto del sexual o extremadamente afectivo podría ser mal entendido. La única excepción "consentida" es acariciar a niños con los que mantenemos relación de parentesco o gran afecto, y a los adultos con lo que tenemos una relación personal muy cercana o íntima. No son pocos los padres y madres que cuidan mucho cuánto y dónde tocan a sus hijos, ante el temor de que sus tocamientos y caricias puedan constituir abuso o algo similar — Es, sin duda, un tema delicado, y algo que hay que recordar — y es importante que así sea.

Además, niños y adolescentes se muestran ariscos o poco receptivos a las caricias de sus padres y parientes, por entender que "eso es cosa de niños pequeños" y ellos se sienten ya mayores. Pero, como los adultos apenas se tocan, pues… El miedo a que se malinterprete el gesto táctil nos conduce a no usarlo y así, poco a poco, vamos descartándolo de nuestro repertorio de conductas. Por otro lado, funcionan las normas sociales que marcan tanto el espacio de proximidad que han de mantener las personas como los "tocamientos" considerados correctos. Todo dependerá de la zona y modo en que se toca y de la familiaridad o confianza con las personas a las que se toca. Lo mismo sucede con las palabras o expresiones que usamos, ya que éstas a veces transmiten un doble sentido que puede ser malentendido.

El "relajo"

Constituye, en una de sus variaciones, una forma de avance sexual netamente dominicana, como lo es la labia del hombre. Es un comportamiento generalmente tentativo entre amigos del sexo opuesto, que se caracteriza por el uso de locuciones de doble sentido, el chiste picaresco, o el toque íntimo, pero fugaz y de tanteo. Con el relajo empiezan muchas relaciones amorosas, ya que existe en todas sus variedades por todo el mundo.

Así, en lo que respecta al contacto táctil, nos movemos no desde esa necesidad comunicativa sino desde pautas impuestas que asumimos como otras tantas convenciones sociales. Sabemos que tenemos que guardar ciertas formas pero hemos que asumir que tocar a los demás es un calibre de nuestra capacidad de amar y mostrar aprecio, cercanía y compresión a quienes nos rodean — si es que es apropiado, y nos lo permiten… Aunque creamos que sea necesario para nuestra salud física y emocional. Parece, para algunos, que el tocar, es imprescindible para asentar la propia autoestima porque no sólo desean saber que son queridos, también necesitan sentirlo, porque ese estímulo sobre la piel significa la ratificación de las palabras, los besos, las miradas — ahí reside su potencial arriesgado.

El arte y la ciencia

Tocar y ser tocados es un arte que se aprende con la práctica, que a su vez permitirá distinguir el toque tierno y cariñoso del curativo, del consolador, del que transmite seguridad o de ese otro de carácter abierta o sugerentemente sexual — como es con el relajo. Diferenciarlos ayudará a gestionar las reservas y los temores y a pedir o rechazar los contactos de naturaleza equívoca. La rigidez facial, la ausencia de sonrisa, la hostilidad, la falta de apertura y espontaneidad podrían tener que ver con el "hambre de piel". Es un apetito emocional que necesita ser moderado, en su medida apropiada, y un deseo que debemos gestionar — siempre respetando al otro tanto como a nosotros mismos.

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Tocar es invadir, entendámoslo

  • No dejemos que la impulsividad y oportunidad del momento nos venzan. El respeto y el sentido de la medida siempre acompañarán a la caricia o abrazo. Si somos diplomáticos, difícilmente el destinatario se sentirá agredido o confuso, si procedemos de modo digno y respetuoso.

  • Siempre es mejor que, ante la duda de no ser aceptados, desistamos, ya que no podemos adivinar los sentimientos ajenos. Simplemente, es mejor no hacerlo…

  • La estimulación táctil puede activar las endorfinas y las hormonas del sexo, esas hormonas naturales del organismo que controlan el dolor o que están relacionadas con la sensación de bienestar, o la estimulación sensual — por esa misma razón, las caricias conllevan sus riegos –– aun cuando sea con animales domésticos.

  • Sepamos que un gesto dice más que muchas palabras, de ahí que utilizar el tacto pueda contribuir a hacer más fiable, efectiva y entrañable nuestra comunicación — pero sin exceder los límites de la cortesía y el buen gusto. Una manera de expresar afecto, solidaridad, cercanía, cariño, es tocando al otro, haciéndole saber que nuestro cuerpo siente lo mismo que comunicamos con palabras o gestos — siempre y cuando a ese "otro" no le ofenda nuestro contacto.

No olvidemos que tocar y ser tocados es una pulsión fisiológica y emocional, pero que no debe transgredirse por su uso arriesgado.

En resumen

El adolescente joven debe acatar que en el tocar existen límites. Con la persona adulta es lo mismo. Ya que el toque mutuo a veces no es ingenuo, aunque sea "de relajo".

La realidad es ésta: El cuerpo humano es sagrado, y existen en su configuración límites virtuales que delimitan la distancia dentro de la cual pueden otros aventurarse — el tocar, aun con la palabra, entonces no es inocuo ya que puede transgredir esas barreras naturales.

Tocar, sí… siempre cuando sea lo permitido, por quién, por qué, cuándo, dónde y no por el placer egoísta de quien toca.

Una buena regla: Si no sabemos si se espera de nosotros que toquemos, no lo hagamos — para el bien de todos, ya que muchas personas inestables "leen" más de lo que los gestos candorosos de cariño desean comunicar.

El resultado, puede ser, no del todo, agradable…

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Jan Saudek

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca