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La comida y la bebida: Patógenos específicos en la pandemia de la obesidad

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    1. ¿Problemas, con quién?
    2. Del sexo, ni hablar.
    3. La gordura, ¿adaptación descarriada?
    4. La paradoja
    5. Bibliografía

    La comida y la bebida: Patógenos específicos, en la pandemia de la obesidad, que a los expertos, sorprendentemente, "sorprenden"

    Recientemente, he notado una preocupante tendencia por parte de profesionales que se consideran a sí mismos autoridades y "expertos" en los trastornos de comer, especialmente, en lo que concierne a la obesidad.

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    Fuente de la juventud por Lucas Cranach

    La tendencia, referida, coincide con avances en las neurociencias que mapean las regiones en el cerebro que se activan con ciertos comportamientos complejos, como son la predisposición a reñir de ciertos animales de laboratorio, y aún personas, cuando se someten a pruebas para evaluar, precisamente esas mismas propensiones, o lo opuesto.

    Asimismo se reportan los procesos y mecanismos de acción de sentimientos como el regodeo por los infortunios de otros, antes ciertas circunstancias, o el doble propósito de ciertas hormonas, como la oxitocina que, además de estimular la respuesta amorosa, despierta el deleite hostil, y los sentimientos de envidia.

    Lo que roba especificidad a su acción, por todos celebrada.

    Muchos otros hallazgos, de considerable interés, se publican todos los días incluyendo los sentimientos de justicia e injustica que compartimos con otros primates y animales sociales, y detalles acerca del deterioro de la salud de la generación que hoy se considera vetusta.

    Pero, ¿en la obesidad.?

    En lo que, a la obesidad concierne, todavía persiste una idea del tipo "Fuente de la Juventud", por medio de la cual, si sólo pudiéramos encontrar la pócima que la curará, la píldora que, tomándola, nos permitirá perder todo el peso que anhelamos — comiendo, lo que sabemos, no debemos comer y — lo más importante — haciéndolo así, sin engordar y sin tener que movilizar nuestros cuerpos mas allá de la distancia a la nevera, o hacer más esfuerzo que presionar el botón del control remoto de la televisión, para ejercitarnos.

    Cuando leemos acerca de los problemas de salud de los "baby boomers" — la generación de los nacidos en la posguerra norteamericana — los expertos que escriben, hacen hincapié en señalar el gran número de entre los mismos que hoy padece de limitaciones físicas, las que, de manera sensible las culpan a una vida de negligencia y descuido en hábitos personales saludables.

    La susodicha tendencia que he notado.

    El ejercicio y la comida, siempre se mencionan dentro de sus consideraciones, pero la comida y sus efectos negativos se soslayan de tal manera que, los peritos, dan la impresión de que, de hacerlo contundente, y directamente — el mismo hecho de hacerlo — les ocasionaría problemas. Esa es la tendencia: Soslayar culpar las comidas rápidas y las bebidas con azúcares por su participación en la pandemia de la obesidad.

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    Desuello del juez prevaricador, Sisamnes, por Gerard David

    ¿Problemas, con quién?

    ¿Con el lobby poderoso de las cadenas de comidas rápidas o fast food, o con el de las bebidas azucaradas, que hoy se consumen por galones por todas las edades, en todas partes del mundo?

    Es posible que la última explicación tenga cierta validez, ya que los industrialistas, que mercadean las comidas repletas de HFCS, azucares y aceites de palma, son los mismos que donan generosamente a los científicos para sus investigaciones y, a menudo, a sus cuentas bancarias discretas.

    La venalidad es parte del ser humano. Todo se compra, todos se venden, dicen los que son, venales, ellos mismos.

    Entonces, nos quedamos con la impresión decidida de que, en el caso de la obesidad epidémica, si la comida contribuye algo para su origen, difusión y progresión, que ésta no puede ser la comida que ellos venden.

    Lo mismo es el caso con las bebidas azucaradas y con los desayunos "saludables" de cereales repletos de azúcar y calorías vacuas. Ellos, todos, contribuyen a la "ideal, salud general" de todas las edades. Esa es la idea.

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