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Antecedentes de la Hermenéutica contemporánea


Partes: 1, 2

  1. Comprensión e imitación hermenéutica
  2. Dilthey y la hermenéutica historicista
  3. Heidegger y la analítica existenciaria
  4. Bibliografía

El estudio de la hermenéutica contemporánea con anterioridad a G. H. Gadamer ha de iniciarse a principios del siglo XIX, a partir de las nuevas perspectivas abiertas por Fr. D. E. Schleiermarcher. La relevancia de este autor radica en la sistematización de una hermenéutica general como arte del comprender mismo, lo que inició un giro de especial importancia en la historia de la hermenéutica. Hasta entonces se conocían métodos de intelección diversos, propios de disciplinas dedicadas a la interpretación de textos legales, literales o religiosos. Sus trabajos servirían de base a las teorías metodológicas específicas de las diferentes perspectivas dedicadas a la interpretación de textos.

Las disciplinas del saber humano disponían de una hermenéutica propia y específica, que fijaba normas, métodos y procedimientos para el estudio de un objeto examinado. Existía una hermenéutica filológica para la interpretación de los grandes textos literarios, especialmente los de ámbito grecolatino, una hermenéutica jurídica para el entendimiento de documentos legales y otra de carácter teológico centrada en las escrituras sagradas. El objeto específico era la superación de las dificultades que planteaban la transmisión textual y la versión a lenguas romances de los textos hebreos, griegos y latinos. Schleiermarcher se propuso crear una hermenéutica universal, que diera razón de todo acto de comprensión[1]

El desarrollo de la filología clásica y el racionalismo durante el siglo XVIII produjeron un cambio de especial importancia en el cual comienza la historia de la hermenéutica en su concepción moderna. El paso decisivo fue el abandono de toda distinción entre "hermenéutica sacra" y "hermenéutica profana". Spinoza llevó a cabo una crítica de la Escritura desde el plano histórico, que distinguía entre finalidad bíblica como la predicación de una ética y el sentido histórico concreto de los pasajes de la escritura[2]

Desde los estudios de Lessing en el siglo XVIII el problema de la hermenéutica apareció vinculado con el de la historia, relacionando cuestiones como la verdad del arte y la libertad política. A partir de Remairus en el último tercio de siglo se siguió una hermenéutica racionalista, que declaraba la carencia de sentido de la revelación bíblica por sus condicionamientos históricos.

Lessing pretendió trascender la crítica histórica, utilizando la hermenéutica más allá de una introducción al trabajo de interpretación y explicación. Centró sus estudios en la apropiación de aquello que se experimenta como verdad en la tradición recibida. La línea hermenéutica que comenzó con las concepciones cercanas al pietismo de Lessing se prolongó hasta S. Kiergegaard, quién influyó especialmente en Heidegger y Bultmann.

Kierkegaard llevó a cabo una profunda interiorización de la hermenéutica en base al concepto de sentimiento que estudió Lessing. Estableció una "dialéctica de la comunicación" como una comunicación de la verdad existencial, caracterizada por la interioridad, la apropiación y la subjetividad, tanto en el ámbito religioso como en el mundo de las relaciones de la existencia. Para Kierkegaard la verdad se apropia y adquiere más allá de cualquier mediación histórica. Su concepción hermenéutica no hacía referencia a la historia, sino a la "interioridad de comprender" (Innerlichkeir des Verstehens). La finalidad del pensar subjetivo es entonces "comprenderse a uno mismo en la existencia"[3].

La línea contraria racionalista que comenzó con Spinoza incidía en la cuestión de las "verdades de la razón", considerando que éstas superaban a las verdades históricas, inclinadas hacia el error. Se centraron los esfuerzos en el descubrimiento de las verdades, especialmente las de ámbito moral y bíblicas como "verdades racionales" que la razón por sí misma podía descubrir. Ocultas por un entramado de términos y conceptos, estas verdades podían ser desveladas por el análisis filológico. Desde entonces la hermenéutica se convirtió en una metodología filológica cuyo objeto era definir leyes y normas generales para la praxis interpretativa.

Por otra parte los avances en los métodos de análisis histórico y la influencia de las nuevas corrientes románticas, contribuyeron a redescubrir el valor de la perspectiva y del sentido histórico, que darían lugar a las corrientes del historicismo y de la "escuela histórica".

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