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Ensayo filosofia (página 2)

Enviado por vivher


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Es extraño que la Grecia antigua, no evidenciaba los aspectos coercitivos de otras culturas, sino que en su inusitada diversidad de divinidades, héroes, musas y demás creaciones fantásticas basadas en la magnificencia de la naturaleza y la delirante embriaguez de las artes; haya labrado un soporífero hechizo sobre el pueblo griego, efecto que llevo a esta embrionaria sociedad, como por un efecto hipnótico, a una inusitada oleada de creación artística, que se dio en el teatro, en la escultura, en la música, en donde surgieron genios artistas de la talla de Sófocles, Fidias, Euripides, Esopo, Aristofanes, Hesíodo y muchos mas que gracias a que esta era una cultura viva, creativa, alimentada por la corriente venosa del mito, lograron engrandecerse en la magnificencia de la magia que ofrecía esta no intelectualizada cultura, muy al contrario de la que posteriormente se daría en occidente partiendo de la propia Grecia, en donde imperarían el dominio de la razón y la lógica los cuales terminarían por negar ese instinto demoníaco y pasional del impetuoso artista Griego.

El mito era la simbolización de una cultura abundante en meandros y en ricas y complejas estructuras verbales, que eran interpretadas libremente por los artistas, dando lugar a una constelación de vivificantes que contribuyan a desarrollar la imaginación y a poblar su universo simbólico de creaciones que delectaban el espíritu.

Todo esto porque la religión griega era una religión artística, no poseía sacerdotes ni dogmas. No se trataba de un mundo moral sino mas bien lúdico, profético y estético. No existía en todo caso una moral prescriptiva como la cristiana sino una visión somera de la vida, una praxis social avenida con la vida, respetuosa de la vida. No existía un mundo escindido, los dioses y los hombres moraban en el universo físico. Los dioses encarnaban las fuerzas naturales, poseían las pasiones humanas y luchaban al lado de los hombres en la guerra.

Toda esta riqueza cultural y artística que se había formado con la fabulosa proliferación de nuevas creaciones que a la vez giraban en torno a la religión; vienen a ser cuestionadas por el intelecto consiente, por la mentalidad lógica, por la racionalidad imperiosa; que traería consigo la formación de la filosofía.

La filosofía en su afán de buscar una forma coherente y juiciosa de discernir las eventualidades que su entorno le ofrecía, soslayó la esforzada herencia artística que sobre su genealogía pesaba, para en su lugar exponer una fría panorámica de austeridad que en antaño había sido desenfreno pasional en la que la pulsión dominaba las breñas de la creación, y los artistas dejaban regocijar su instinto deambulando a su libre albedrío por entre las praderas de la fantasía, henchidos de la ebriedad producida por las quimeras indómitas.

Por alguna extraña razón la cultura griega empezó a enfocar su formación hacia los recónditos laberintos de la filosofía, que desde su principio trataba de apartarse de las creencias cotidianas para de una forma lógica llegar a conclusiones racionales, es así como se deja de lado la invención ilusoria para adentrarse mas en las cuestiones empíricas o por lo menos de mayor coherencia con la "realidad" de la vida.

Este importante paso, es menester observarlo desde la perspectiva de las diferentes eventualidades que llevaron a esta sociedad a la transición de un orden social, fuertemente jerarquizado por un sistema de narraciones sacras, a un orden débilmente jerarquizado en que la idea de proporción, equilibrio y acuerdo priman como principios básicos de subordinación.

Evidentemente existen muchos tópicos con los cuales podríamos analizar la transformación del pensamiento griego; y no es para menos ya que son innumerables los factores que en determinado momento pueden llegar a tener algún tipo de incidencia sobre una serie de acontecimientos en especifico.

Consecuentemente podemos escrutar sucintamente algunos factores que tendrían relevancia en lo concerniente a este aspecto; como lo es la fortuita intromisión del ocio dentro de aquella sociedad que se asistió en el avasallamiento de las sociedades vecinas o de miembros de la suya propia como en tantos casos se dio, en donde las fratrías y las gens dominaban a los que se encontraban fuera de su exclusivo circulo, y les permitía adquirir a sus miembros cierto poderío político sobre los demás ciudadanos. De esta forma se fue dando una organización precaria de la sociedad que luego se vería abocada hacia la democracia, factor que también influiría en el proceso de transformación de las concepciones que manejaría esta sociedad.

Los que realmente tenían acceso a la democracia y los privilegios de la polis eran los ciudadanos originarios de esta sociedad que basaban sus preeminencias y por ende su ocio, en los trabajos que realizaban los esclavos a sus servicios, permitiéndoles a ellos realizar otras actividades como el deporte, las letras etc.

Este ocio es una condición necesaria en este paso del mito a la filosofía, pero definitivamente no es una condición suficiente para que aconteciese este hecho, ya que esta es una situación de carácter coyuntural que genera una ruptura con lo que allí se venia manejando; es necesario para llegar a esta situación de ruptura, entes haber tenido una formación estructural que finalmente nos guiara en esta dirección; esta referencia es sin duda, la serie de avances que se habían dado para la época, como lo son el aspecto económico, cultural, técnico, militar etc. Factores sin los cuales no se habría podido generar las diferentes situaciones de ruptura que llegarían a dar con los caminos de la filosofía.

Por otra parte podemos encontrar en el mito, un principio organizador de la vida social de singular importancia: establece a la vez un cuerpo de prescripciones y un principio de inteligibilidad. Por lo general el mito instituye un acontecimiento inaugural que da razón a la existencia de la colectividad en el presente por referencia a un momento original. Todo acontecimiento que tenga lugar hoy es entendido como repetición del evento inaugural, el mito reduce así la aspereza de lo inesperado incluyéndolo dentro de un ciclo eterno en el que todo es repetición.

Podríamos encontrar otra situación de ruptura, en la influencia de un sistema como el de los antiguos imperios micénico y minoico, en donde cualquier acontecimiento era competencia del rey, por más irrelevante que fuere, porque era este quien garantizaba la estabilidad de la realidad, basado en las creencias mitológicas y en los principios cosmológicos a los que atendían los pobladores de la época, y por tanto mantenían a la sociedad en relativo equilibrio.

Necesariamente el imperio se tendría que desestabilizar con la invasión de los dorios que destruyo este equilibrio y dejo una brecha de enormes alcances. Para paliar esta irrupción catastrófica de la realidad, esta avalancha de acontecimientos sin avales ni responsables surgiría en buena medida el pensamiento racional; es entonces sobre la superficie de una basta crisis de soberanía como se sentarían las bases para el paso del mito a la filosofía, visto desde gran tiempo atrás en donde esta civilización entraría en un periodo oscuro del cual renacería con renovadas concepciones.

Son por esta y tantas razones mas, por las que los griegos se vieron obligados a cambiar la ciega y cómoda fe en el mito, por la testaruda y difícil tarea de escudriñar respuestas en los recónditos e insondable parajes de la filosofía.

Mas sin embargo, este nuevo entendimiento de la existencia, llevaría a la humanidad a auto imponerse una sin número de barreras, que le impedirían expresarse en sus máximas dimensiones, de tal forma que su fuerza interior se vería aplacada por la coacción de un entorno hostil y embebido por los rígidos preceptos apolíneos; los cuales en una larga etapa histórica llevarían al aletargamiento socarrón de la humanidad para después, en la actualidad llegar hasta el punto de convertir al hombre en una maquina humana funcional.

Es por esto que debemos humanizar al hombre, dándole la oportunidad, de percibir la individualidad, libre de las cadenas totalitaristas, que amarran nuestras capacidades y que disminuyen la posibilidad de que algún día alcancemos una verdadera mayoría de edad, que estaría caracterizada, por el libre albedrío con autorregulación, de tal forma que el hombre actúe por si mismo sin la necesidad de preceptos ni reglas, con el suficiente criterio y sensatez para no atentar contra la colectividad en la búsqueda de su propio beneficio.

Es para esto, que propongo la propensión por la universalidad del concepto, que nos permita integrar todos los aspectos de la vida y del hombre, restituir el mito, la lúdica, el erotismo, y todos los aspectos largamente reprimidos por la historia, para conjugarlos con la racionalidad inherente al hombre, en una amalgama indisoluble que nos conceda la oportunidad de sentir en extensa expresión, y alcanzar de alguna forma el modelo griego que alguna vez saboreo las dulces mieles de lo simbólico y de lo mundano, sin los temores supraterrenales ni alternos que nos inhibieran de discernir y expresar abiertamente.

Comprendiendo para esto, que no existe un bien, químicamente puro; ni tampoco un mal impoluto; el bien comporta en alguna medida al mal; el mal conlleva el bien, sólo que subordinado. Las categorías opuestas presentadas unilateralmente no hacen más que congelar retazos de vida, idealizarlos sacarlos de contexto. Él darle realidad y validez a las categorías contrarias, tomadas en abstracto es proclive al moralismo. El bien absoluto o el mal absoluto son impensables, no son desde el punto de vista de la razón, son puro maniqueísmo, pura cursilería.

En esta mediada podríamos aspirar a encontrar un sentido para la vida, diferente y más vivo del que nos inculcan los preceptos sociales imperantes, librándonos de las cadenas de la opresión cultural, para comprender el entorno de una forma más pura, sin polarizaciones que nos contengan. De tal forma que podamos librarnos de alguna forma del desmesurado consumismo y de las extremas racionalizaciones que nos conducen al absurdo, y este a una vida sin sentido.

BIBLIOGRAFÍA

DUQUE, Henao María Cristina. Manual para trazar ideas. Bogotá: Editorial de la UNAD, 2000.

BOTERO, Uribe Darío. La voluntad de poder de Nietzsche. Bogotá: Ecoe ediciones, 2000.

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MANN, Leon. Elementos de psicología social. México: Editorial limusa, 1987.

SANDOVAL, Barrera Humberto. Introducción al filosofar. Bogotá: Ediciones Hispanoamericanas, 1995.

BOTERO, Uribe Darío. El derecho a la utopía. Bogotá: Ecoe ediciones, 2000.

NIEZSCHE, Friedrich. El nacimiento de la tragedia. Madrid: Alianza, 1981

 

 

Autor:

Hernán Prieto Sarmiento

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