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La humanidad amazónica o en la nuez de la palmera Jarina

Enviado por José Millet


Partes: 1, 2

    1. Manaus, la Casa del Hombre
    2. Fortaleza y Belén
    3. Ipojuca, sede de la Feria Literaria internacional FLIPORTO (Porto de Galinhas)

    Escrito por el autor al llegar a Manaus y luego, en compañía del poeta brasileño Thiago de Melo, durante su vuelo de Manaus a Recife "pasando por puntos intermedios", hasta asentarse en Ipojuca para participar en FLIPORTO 2008.

    Al poeta brasileño Thiago de Melo, por sus invaluables enseñanzas desde Manaus y en Ipojuca /aguas negras, en tupí-guaraní/

    Manaus, la Casa del Hombre

    Tenemos el orgullo de vivir en Manaus, reza la enorme valla en colores, cuyo significado va más allá de la importancia del enclave industrial, comercial y turístico que promueve. Acabo de pisar la "tierra prometida", procedente de Venezuela, donde hace poco presencié la actuación de una compañía de danza de este enigmático país que visito por primera vez. También era la primera vez que los "quietos" habitantes de Coro -ciudad Patrimonio de la Humnanidad donde vivo- se enfrentaban a un fenómeno como el del canto, la danza y la música com sello exclusivo de esta tierra que no tiene parigual en América. "Tanto estudio!, para qué?,, diría mi madre, en actitud protectora, desde la mansión de los espíritus donde mora, al verme en esta actitud de desarme absoluto ante la expresión espiritual de un pueblo que debía conocer antes por mis casi 30 años de estudios ininterrumpidos sobre el Caribe.

    Pero hene aqui en Tierra Firme, nuevamente en mi humildad de escolar sencillo, como en los inicios de mis estúdios filosóficos, en la ciudad de Santiago de Cuba— que algunos denominan la Capital cultural de la región caribeña-,donde un grupo de amigos, recién graduadoa de la Universidad, nos zambullimos en la institución Taller Cultural a determinar el aporte de África en nuestra cultura nacional, de lo cual acabo de hablar en un menorable seninario realizado en Cartagena de Indias.

    Pensando en la identidad del coriano sobre la que he escrito un artículo, la diferencia salta a la vista: la alegría!, casi grito, al ver a unos niños echarse casi una ducha en el sanitario del aeropuerto internacional Eduardo Gomes, de la capital del Amazonas por donde he arribado. Hacen de las suyas como un par de pícaros, se desplazan por las escaleras eléctricas y ríen cuando les increpo en mi mezcla de portuñol aprendido en mis viajes por Angola y Portugal, hace muchos años. Aprovechan el descuido de sus padres, la gente no les regaña…

    El orgullo es por esa alegría que define a estas gentes, de trato amable, al punto de parecernos haber convivido com ellas sienpre. Esa alegría se expresa de múltiples maneras y medios de todos los tipos, por ejmplo, en la sonrisa amplia y espléndida, que mantiene el rostro sereno y sosegado, pero transido de placer que observo cuando paseo fuera del puente aéreo.

    La sustentabilidad del espíritu, me dice al oido el filósofo… La mirada, con destellos de luz en el coello que viene de lo más profundo del ser de este "país de los contrastes" violentos, al que muchos forasteros disfrutan sin entenderlo. Como se sostiene el cuerpo de esa joven anclada en un sitio, y voltea la cabeza grácilmente como columpiaría el viento cualquier palmera en la estación de las lluvias.La cabeza corona el monumento hecho por los destellos del Amazonas, el verdadero país que casi nadie visualiza en las geografías al uso, a cuya quietud "majestuosa" se le impuso el sentido de la ritmacidad traída por los africanos.

    Una chica, de rostro complaciente, me muestra la "noz de Yarina", la senilla prodigiosa de uma palmera amazónica. El marfil vegetal, con su ritmo y su sonido de lo profundo del ser, !?qué mejor imagen para definir al brasileiro?!. Ese encuentro de líquidos-saberes infinitos aportados por los pueblos amerindios representado en la savia que recorre el tronco y la ritmática africana que columpia sus ramas–, en los grandes espacios habitados por bosques inancabables que mi vista no alcanzaba a abarcas desde el cielo, con ríos que se confunden com oceános; su circulación constante, luego de entrenzarse y ser uno, por el el tronco del Gran Arbol que-quién lo duda– es Brasil, apartando las miserias materiales, las guerras y el hambre…?habré econtrado el enigma de la voz de un Chico Mendes senbrándose en el corazón de las multitudes o la voracidad de la música cuando quena los cuerpos en la armonía del desplazamiento o los saltos enlanzados de la copeira…?

    El Amazonas creó al Hombre que-así lo creo-nació en Africa, pero adquirió su dimensión de totalidad telúrica en donde hoy estamos viviendo sus hijos. Terminó por dibujarle su perfil definitivo al darle la completitud boiotípica y espiritual de los que carecía, como la palabra y la musicalidad profunda, cargada de ideas y encantos, venidos de lo profundo de esos montes sin fronteras.

    Vuelvo a la nuez. Esos fluidos, concluyo, son la sustancia fundacional de la que está hecho el brasileiro, según mi modesta apreciación de recién llegado. Brasil es el resumen-en cada partícula y en el Todo-de los pueblos que habitamos América y de buena parte de su historia, la que no se ha escrito sino en las páginas del libro de la naturaleza, del que habló José Martí, y de la otra que el viento lee en las páginas escritas y los internautas, como yo, en el espacio digital. Resumen, pues, de lo mejor de la Humanidad, hecho por no sé por quien, en verdad debo esforzarme más en aveiguarlo, con el aliento creador del parto de los montes del Amazonas y la partera de sus venas abiertas, que son sus ríos profundos que nos llevaron a los caribes, primero a las costas del Norte de América del Sur y, luego, a nuestras islas dolorosas del Mar Caribe.

    Partes: 1, 2
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